"Vivimos en una época de pos-verdad en la que los hechos científicos tienen menor influencia para modelar la opinión pública que las apelaciones a las emociones. Esto lleva a una distorsión de la realidad que puede desencadenar graves consecuencias para la sociedad".
Red sin fronteras
Kiri, árbol con bondades, pero no salvador del mundo
El kiri (Paulownia tomentosa) es un
árbol que se popularizó mundialmente por tener el potencial de “salvar
el mundo”. Sin embargo, es importante entender que el simple hecho de
plantar árboles no va a acabar con el calentamiento global, y mucho
menos si estas especies son invasoras. En un esfuerzo sincero para
salvar el mundo para las generaciones futuras, podríamos empezar por la
implementación de jardines con plantas nativas tanto en hogares como en
lugares públicos y el consumo de productos orgánicos locales de
estación.
Vivimos en una época de pos-verdad en
la que los hechos científicos tienen menor influencia para modelar la
opinión pública que las apelaciones a las emociones. Esto lleva a una
distorsión de la realidad que puede desencadenar graves consecuencias
para la sociedad.
La mayoría de las personas ha oído
hablar del kiri (Paulownia tomentosa) como “el árbol que podría salvar
el mundo”, “el aliado natural en la lucha contra el cambio climático y
la desertificación” o simplemente como “el árbol más rentable del
mundo”.
En los últimos años este forestal ha
causado furor a nivel global por sus “múltiples beneficios sin
consecuencias aparentes”. Diversas fuentes, desde sus vendedores e
impulsores, redes sociales y medios de comunicación hasta ONGs
protectoras de la naturaleza lo promueven por crecer rápidamente,
absorber 10 veces más dióxido de carbono que cualquier otra planta y
purificar terrenos contaminados. De esta manera, parece ser la solución
mágica a muchos de los problemas ambientales que como humanidad hemos
desencadenado, desde el calentamiento global hasta la contaminación del
suelo.
Originario de China
El kiri es un árbol del porte del
jacarandá, con hojas muy grandes, y puede llegar a alcanzar los 30
metros de altura. Es originario de China, donde se cultiva con fines
ornamentales y por sus propiedades medicinales. Según antiguas leyendas
chinas, el ave Fénix solo se posa sobre las ramas de esta especie. Así,
en ese país asiático es tradición sembrar estos árboles alrededor de las
casas para atraer la buena suerte.
En cuanto a sus cualidades casi
“mágicas”, la concepción de que esta especie puede adaptarse fácilmente a
cualquier ambiente sin que esto altere su rendimiento -su crecimiento y
capacidad de absorber CO2- es falsa. Si bien son capaces de tolerar un
mayor rango climático que otras especies, ciertas condiciones favorecen
su crecimiento como los climas cálidos y húmedos. Respecto a la mayor
absorción de dióxido de carbono comparada con otras plantas, estudios
recientes demuestran que esa capacidad no es superior a la de la cebada o
la soja, especies que ya son cultivadas alrededor del mundo.
Además, los experimentos que sustentan
el poder purificador del kiri son pruebas piloto y no se han realizado a
escalas relevantes, es decir, no se ha demostrado que pueda ayudar a
contrarrestar la contaminación del suelo. Por otro lado, los estudios
hablan del kiri como una especie “prometedora” para la fitorremediación
(descontaminación) de suelos contaminados con metales pesados. Sin
embargo, de acuerdo con el Centro de Especies Invasoras y Salud
Ecosistémica de Estados Unidos, este forestal es una amenaza ecológica,
es agresivo e invade áreas naturales debido a su rápido crecimiento y la
ausencia de competidores y enemigos naturales.
Argentina no se queda atrás en cuanto a
este fenómeno: Mendoza, San Luis, Santa Fe, Córdoba y Misiones también
han empezado a cultivarlo. Investigadores del Conicet aseguran que el
kiri no es la solución al cambio climático y puede tener efectos muy
fuertes sobre la dinámica del carbono, de los nutrientes y del agua de
nuestros ecosistemas, con una alta probabilidad de invasión. Además,
remarcan la importancia de considerar todos los factores, ya que en
materia ambiental no se deben tomar decisiones en forma aislada. Por
ejemplo, así como las plantas captan dióxido de carbono también captan
agua y generan cambios en los sistemas cuando se vuelven invasoras.
Una situación particular sucede en
Mendoza. Nuestra provincia presenta un clima de árido a semiárido,
caracterizado por la escasez de precipitaciones (~200 mm por año) y una
gran amplitud térmica, tiene una vegetación xerófila (plantas con raíces
largas, hojas pequeñas y/o espinas) donde los árboles no son elementos
muy comunes en el paisaje silvestre. A pesar de estas consideraciones
ambientales y de que la provincia se encuentra en emergencia hídrica
hace años, actualmente se plantan kiris para embellecer las calles y
ayudar al medio ambiente. Esto se debe a que existe la idea errónea de
que estos árboles consumen poca agua y que casi no necesitan ser
regados.
Lo cierto es que esto ocurre únicamente
en regiones donde las precipitaciones superan los 100 mm por mes, lo
cual claramente no ocurre en Mendoza.
Objetado
La plantación de especies nativas en
parques, plazas y patios tiene innumerables beneficios, ya que estas
especies contribuyen con la regulación hídrica y térmica, requieren muy
poco mantenimiento por estar adaptadas al suelo y clima local, mantienen
la biodiversidad y preservan el correcto funcionamiento de todo el
ecosistema. Por lo tanto, sería lógico pensar que son prioritarias para
la Secretaría de Ambiente de la provincia. Sin embargo, en el Proyecto
Integral de Forestación y Reforestación Urbana para Mendoza de 2017, el
departamento de Godoy Cruz especifica que planifica incorporar numerosos
ejemplares de kiri por su eficiencia en la captación de CO2.
¿Y qué dicen los expertos locales? El
vicepresidente de la Comisión Asesora en Defensa del Arbolado Público,
Salvador Micali, afirmó que la plantación del kiri es una moda sin
sustento científico que no se adapta a nuestro clima.
¿Qué se puede hacer frente a este
panorama? Algunas de las estrategias incluyen campañas de educación para
disminuir la siembra y evitar la perturbación de la vegetación nativa.
Es importante entender que el simple hecho de plantar árboles no va a
acabar con el calentamiento global, no va a salvar el mundo y mucho
menos si estas especies son invasoras. Para terminar con esta
problemática de escala mundial no existen soluciones mágicas, ni
especies milagrosas que puedan revertir todos los daños que hemos hecho.
En un esfuerzo sincero para salvar el mundo para las generaciones
futuras, podríamos empezar por la implementación de jardines con plantas
nativas tanto en hogares como en lugares públicos y el consumo de
productos orgánicos locales de estación.
Referencias bibliográficas:
* CABI (2017). Paulownia tomentosa
(paulownia). Invasive Species Compendium: Datasheets, maps, images,
abstracts and full text on invasive species of the world.URL https://www.cabi.org/isc/datasheet/39100
* Secretaría de Ambiente y
Ordenamiento Territorial. Instituto de Ambiente, Hábitat y Energía
Inahe–CCT Conicet Mendoza (2017). Proyecto Integral de Forestación y
Reforestación Urbana para Mendoza. Mendoza, Argentina.
María Agustina Aranda es alumna de Ciencias Básicas con orientación en Biología de la Fac. Ciencias Exactas y Naturales. UNCuyo.
fuentes originales:
fuente: https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2019/08/09/kiri-arbol-con-bondades-pero-no-salvador-del-mundo/
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