Izquierda y elecciones,
balances alternativos
12 de agosto de 2019
Por Rolando Astarita
Las elecciones primarias abiertas obligatorias (PASO) han
significado una importante derrota para el gobierno de Cambiemos. La fórmula Fernández
Fernández le sacó más de 15 puntos de ventaja.
La izquierda obtuvo, de conjunto (FIT-U y N- MAS), entre el 3 y 4%.
Aunque a modo provisorio, desde la izquierda ya se ha adelantado un tipo de
balance característico. Su mensaje central es que las perspectivas que se abren
para los socialistas son muy buenas, a pesar de haber experimentado algún
retroceso en la cantidad de votos. Más específicamente, los puntos destacados
de este tipo de balance son:
1.
Los resultados electorales implican un revés
para Trump, el imperialismo yanqui y el FMI. Expresan la aspiración de las
masas de terminar con el ajuste, la baja de los salarios, etcétera.
2.
Es un freno al giro a la derecha en América
Latina e impulsa las luchas contra gobiernos tipo Bolsonaro.
3.
Implica un cambio en la relación de fuerzas
entre las grandes clases sociales, en beneficio de los trabajadores.
4.
Ahora los trabajadores van a exigir al nuevo
gobierno que cumpla sus promesas. Por eso es una votación cargada de
expectativas.
5.
La crisis económica argentina, y la crisis
mundial, no dejan márgenes de maniobra. Además, se intensificarán las presiones
del capital financiero, responsable del saqueo del país.
6.
AF y los gobernadores van a negociar con el
FMI; así, va a desaparecer cualquier rasgo de gobierno progresista. Se
intensificará la lucha de clases.
7.
En consecuencia la izquierda está en
inmejorables condiciones para ponerse al frente del inevitable ascenso del
movimiento de masas. Alternativamente, también para enfrentar el chantaje de
los mercados y del capital financiero, ante los cuales claudica el gobierno
F-F. En lo inmediato, la tarea es conseguir más votos para fortalecer el bloque
de diputados, o concejales, que amplifiquen la convocatoria a la lucha.
De manera que todo es cuestión de perseverar
en la misma orientación, ya que la clase capitalista tiene las opciones cada
vez más acotadas.
Un balance alternativo
Mi balance es distinto. En primer lugar, lo que destaco no es la
diferencia del 47 a
32% entre las dos fuerzas mayoritarias, sino que el 95% de los votos
respaldaron a fuerzas enemigas del socialismo. Esto teniendo en cuenta que los
partidos de la izquierda suavizaron todo lo posible su discurso –de hecho, un
mensaje afín al socialismo pequeñoburgués y nacionalista- a fin de captar votos
(por ejemplo, la idea de que “el problema
es el capital financiero que saquea
al país”; no el sistema
capitalista que se
basa en la explotación del trabajo).
En segundo término, si los puntos (1) y (2)
del análisis citado en el anterior apartado son correctos, no se entiende por
qué se sostuvo, durante la campaña electoral, que todos los candidatos eran por
igual los candidatos del FMI y del imperialismo. Tampoco se entiende por qué,
inmediatamente después del triunfo de F-F, los precios de los bonos y acciones
argentinas se derrumbaron, y el dólar aumentó más del 20% (al momento de
escribir esta nota). En todo caso, si F-F representaban un obstáculo para los
planes del FMI, y si la causa de los males de los trabajadores es el plan del
FMI, habría que considerar progresivo el voto a F-F con respecto al voto a
Macri. Un razonamiento que, me consta, llevó a más de un izquierdista a votar a
F-F.
En tercer lugar, considero equivocada la idea de que el triunfo de F-F es expresión
de un cambio en la relación de fuerzas entre las grandes clases, el capital y
el trabajo. El triunfo de F-F demuestra, por encima o por fuera de las
turbulencias de superficie, y de la crisis económica, la estabilidad de la dominación de
la clase capitalista sobre los asalariados. La clase obrera y las masas oprimidas votaron una candidatura y
un programa burgués, que tiene el apoyo de la burocracia sindical, y de los
aparatos de gobierno de la mayoría de las provincias e intendencias. Para que
cambie la correlación de fuerzas entre el capital y la clase obrera, lo que
debiera producirse es una ruptura, en algún grado significativo, de la clase
obrera con los aparatos de la burocracia sindical y el control político de los
partidos de la burguesía, el peronismo en primer lugar.
Lejos de esto, todo lo
que ha ocurrido es un típico recambio burgués, con algunas tensiones, y en
medio de una fuerte crisis económica. Los gobiernos funcionan como fusibles del
sistema, y las oposiciones “como
deben ser”canalizan descontento hacia el callejón sin salida del legalismo y el
recambio dentro del sistema. De ahí la importancia de
no poner el acento en los aspectos personales, sino en el carácter sistémico de la
explotación, la naturaleza del Estado y la recurrencia de las crisis económicas. Por eso, insisto, el punto saliente es que el 95% del electorado
dio su apoyo a partidos abiertamente anti-socialistas; defensores del sistema
del trabajo asalariado, y del Estado capitalista. En este punto, sigo la idea
de Engels: las elecciones sirven, a los socialistas, fundamentalmente, para
hacer conocer nuestras ideas, y para efectuar un recuento de las fuerzas con
que contamos.
En cuarto término, no comparto la secuencia,
infantilmente lineal, e ingenua, de “las masas están siempre inclinadas a la
lucha; son traicionadas por las direcciones; terminan rompiendo con los
partidos burgueses y adhiriendo al socialismo revolucionario que, desde siempre,
supo expresar sus verdaderos intereses de clase”.
Sin embargo, las cosas no funcionan de ese
modo. Es que las ideologías tienen espesor propio, e inciden en la disposición
a luchar o a organizarse. Por ejemplo, el peso del discurso “nos han dejado un
desastre, es peor de lo que pensábamos, no podemos hacer milagros”, no debería
subestimarse. Como tampoco debiera subestimarse el rol de los aparatos
sindicales; o de los aparatos, vinculados al Estado, de los movimientos
sociales “dispuestos a poner el hombro para la nueva etapa que se abre”.
Estos
discursos confunden y desmoralizan. Hay que tener presente que no siempre la
principal forma de dominio de la clase capitalista es la represión directa. Y
las frustraciones a que llevan los recambios de superficie –siempre aupados en
promesas del más diverso tipo- no son un factor despreciable en la continuidad
del domino de clase.
Pero no se trata de conjeturas, sino de una
larga experiencia histórica. Para dar algunos ejemplos de situaciones
que he vivido (y que cualquiera puede constatar). Cuando comencé a militar, a
finales de los 1960, el diagnóstico de muchos era: “las masas luchan por la
vuelta de Perón; la burguesía no puede integrar a Perón; por eso la demanda por
su vuelta llevará a una situación revolucionaria; la dirección peronista
reformista será superada, y la izquierda tendrá influencia de masas”. Luego, en
1973, cuando Perón ya había vuelto al país, el nuevo pronóstico era “cuando las
masas luchen por efectivizar sus reivindicaciones, que el gobierno de Perón no
puede cumplir, superarán a Perón y al peronismo”. Durante el gobierno de Isabel
Perón (con su Triple A, hiperinflación, desbarajuste) la creencia en que “las
masas agotan su experiencia con el peronismo” estuvo bastante extendida en la
izquierda.
Lo cual no impidió que en 1983 el peronismo
renaciera con apoyo en millones de trabajadores. Años más tarde, cuando la
crisis de Alfonsín y el voto a Menem, muchos dijeron que las masas superarían
al menemismo – peronismo en cuanto se dieran cuenta de que el salariazo, y
otras promesas, eran solo promesas y engaños. Pero a pesar de la experiencia,
el siempre esperado “giro a la izquierda de las masas peronistas” no se
produjo; a Menem le siguió la Alianza, una alternativa tan procapitalista como
el menemismo. Y así podríamos seguir con otros episodios. Para no aburrir, cito
un caso más, esta vez a escala internacional: cuando cayeron la URSS y los
regímenes soviéticos, el pronóstico de muchas corrientes trotskistas fue: “en
cuanto las masas trabajadoras experimenten el capitalismo, girarán hacia la
izquierda, hacia el socialismo”. Como es conocido, nada de esto ocurrió. Peor
aún, en muchos países del ex bloque soviético hoy gobiernan partidos ferozmente
reaccionarios.
Como puede verse, el tipo de balance que
critico está lejos de ser original. Pero es funcional a una táctica política
centrada en el “luchismo” y el consignismo fácil. Las masas votaron a AF; las
convocamos a la lucha para que se efectivicen las promesas; AF no puede
maniobrar y ganaremos a los trabajadores al socialismo. Tal vez la mejor
expresión de esta orientación sean las mismas publicaciones de la izquierda:
centralmente, son boletines de luchas sindicales y democráticas, con fuertes
resonancias de nacionalismo y reformismo pequeñoburgués. A tal línea política,
un balance acorde de las elecciones.
Descargar el documento: varios formatos siguiendo el link, opción Archivo/Descargar
Como: Izquierda y elecciones, balances
alternativos
Fuente: https://rolandoastarita.blog/2019/08/12/izquierda-y-elecciones-balances-alternativos/
No hay comentarios:
Publicar un comentario