¿Por qué arde el Amazonas?
25 de agosto de 2019
Mientras
el Amazonas arde desde hace tres semanas ante la soberbia de Bolsonaro y el
silencio cómplice o las declamaciones vacías de los presidentes del resto de
los países, ayer 23 de agosto, en Buenos Aires, se realizó una movilización a
la embajada de Brasil para exigir que se tomen las acciones que se deberían
haber tomado para evitar tamaño desastre y denunciar que detrás de las caras
visibles, el responsable es este sistema voraz que poco le interesa la vida con
tal de aumentar sus ganancias, poniendo en un riesgo inminente al mundo entero.
Por El Roble
Más
de un millón de hectáreas fueron arrasadas de unos de los últimos espacios de
biodiversidad que quedan en este planeta , donde el 75 % de su superficie fue
alterada. Destrucción resultado de una política sistemática de depredación que
se intensificó en más del 88 % desde que asumió Bolsonaro, contándose solo este
año más de 72000 focos de incendio.
La
persecución y asesinato de los pueblos originarios que lo habitan y defienden,
la destrucción del Ministerio de medio ambiente, el desfinanciamiento de la Fundación Nacional
del Indio, y la permanente arenga pro-agronegocio permitieron que el 10/08 se
produjera el Día del Fuego: una quema conjunta de los hacendados entre los que
se encuentra JBS, el mayor productor ganadero del mundo, en plena época seca.
El resultado lo estamos viendo: tierras devastadas, animales calcinados,
habitantes de la selva que hasta hace unos días vivían en armonía con su
entorno ven sus casas devastadas. El humo hace unos días anocheció San Pablo a
las 3 de la tarde y ya está llegando a Argentina.
El
papel del Amazonas es central para el equilibrio climático mundial. La
descomunal masa de vapor que genera el bioma atrae los vientos cargados de
vapor del océano que terminan chocando contra Los andes condensando en el rio
Amazonas, lo que permite se regule la temperatura global. También filtra el
aire de dióxido de carbono, uno de los principales gases de efecto invernadero,
permitiendo que la selva lo absorba y lo acumule en las plantas. Se calcula que
el 10 % del carbono de la tierra está en el Amazonas. Pero tiene otra función.
Como si fuera poco, el enorme caudal que llega al Océano Atlántico, a razón de
doscientos millones de litros por segundo, nutre el océano alimentando a las
diatomeas y el fitoplancton, pequeños organismos responsables de producir más
del 80 % del oxígeno que respiramos. Cada árbol, cada planta, cada animal juega
un papel en sostener este equilibrio que se está destrozando. El verdadero
efecto de este desastre está por verse.
Agronegocios
El
agronegocio es una de las caras más atroces del capitalismo, que carga los
costos directos sobre los hombros de las regiones que fuimos sentenciadas a ser
las proveedores de materias primas. El avance permanente de la frontera agraria
sobre bosques nativos, tierras que serán bombardeadas con agrotóxicos que
envenenan la tierra, las napas, el agua que tomamos y la comida que comemos,
para producir alimentos a una población mayor de ganado, cuyos excrementos
contaminan las aguas y son responsables de casi la mitad de los gases
invernadero. No hay tierra suficiente para que los casi ocho mil millones de
humanos coman carne, por lo que van a parar a las mesas del primer mundo, como
lo demuestra el tratado firmado hace poco entre Europa y el Mercosur. Y todo
este negociado en manos de unas pocas enormes corporaciones, como
Bayer-Monsanto, Bunge, JBS, JP Morgan, etc., mientras nosotros pagamos los
costos. Todo para producir un alimento en abundancia pero que no nos llega. Se
producen alimentos para casi el doble de los que somos, pero más de mil
millones de personas viven en hambruna y más de la mitad de la población apenas
llega al mínimo necesario.
Si a
esto le sumamos la minería y el petróleo, tenemos el combo llamado
extractivismo que está arrasando la naturaleza. No podemos confiar en los políticos
de ningún pelaje. El extractivismo es central para el capitalismo argentino y
de todo el tercer mundo. Con sus dólares sostienen las timbas financieras y los
grandes negociados. Desde Macri avalando fumigar escuelas, Evo Morales
habilitando hace un mes la quema de tierras en El Beni o Santa Cruz, hasta el
propio Alberto Fernández, que promueve el modelo de minera de San Juan que
produjo el mayor desastre ambiental asociado a la minería, y que pondrá como
ministro de Agricultura a Felipe Solá, alguien que cuando ocupó el cargo
durante la época de Menem aprobó por decreto el uso de transgénicos (además de
ser el responsable político del asesinato de Darío y Maxi ,
vale resaltar). Y menos de los países centrales, cuyos acuerdos son una
mentira.
Que
arda el capitalismo
El capitalismo nos está llevando
a un abismo: El julio pasado fue el mes más caluroso desde la época
preindustrial, 1.2°C
globales por arriba del promedio. En lo que va del año, Francia llegó a los 46°C , Italia a 48,5°C, Kuwait
a 53,9°C. Enormes extensiones de bosques se incendiaron en Alaska y Siberia.
Glaciares en Groenlandia se derritiendo a nivel nunca visto, la India sufrió
una de sus peores sequías, Chaco se inundó producto de la desforestación del
Gran Chaco, otro de los biomas que sostienen el planeta y que gracias a Urtubey
y compañía se ve cada vez más reducido. No sabemos cuál será el efecto de todo
esto, pero sí sabemos que si la temperatura global supera los 1.5°C globales de aumento con
respecto a los niveles pre industriales, se desencadenarán procesos
irreversibles cuyo futuro es imprevisible. Este es el planeta devastado que no
nos muestran.
Es central entender que es el
mismo sistema que por un lado nos intoxica para mantener su negocio el que
también nos explota, nos hambrea, nos reprime, nos mata. Necesitamos poner en pie
espacios de discusión y organización donde debatamos qué clase de mundo
queremos, donde desterremos el agronegocio envenenador en pos de una producción
agroecológica, el uso de energía renovable y demás tecnologías que ya están al
alcance, pero sobre todo, un cambio radical en el orden social y político que
permita que seamos los que trabajamos, y no un puñado de avaros, los que
definamos qué mundo queremos legarles a las próximas generaciones.
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Fuente: https://www.anred.org/?p=120997
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