Pueblos Indígenas Aislados:
toma de conciencia
histórica y política informativa
22 de febrero de 2013
"Ni
los Estados, ni las sociedades civiles, ni los antropólogos y otros
investigadores sociales que trabajan con pueblos indígenas, ni los medios de
comunicación de masas, han tomado conciencia genuina del valor y las
implicancias que posee la existencia de estos pueblos indígenas que sobreviven
en aislamiento y/o de su persistente e imparable extinción como culturas ni
siquiera conocidas en los últimos cinco siglos."
Por
Pablo Cingolani
En la segunda década del siglo XXI, en
un planeta globalizado e interdependiente, con una biosfera amenazada como
nunca antes y el auge de una cultura global dominante producto de la eclosión
de los medios masivos de comunicación, asistimos a un dilema: o reparamos una
tragedia vergonzante y corregimos una negligencia histórica que ya dura medio
milenio o los últimos Pueblos Indígenas Aislados desaparecerán para siempre de
la faz de la Tierra. La
disyuntiva está lejos de ser asumida por todos.
Ni los Estados, ni las sociedades
civiles, ni los antropólogos y otros investigadores sociales que trabajan con
pueblos indígenas, ni los medios de comunicación de masas, han tomado
conciencia genuina del valor y las implicancias que posee la existencia de
estos pueblos indígenas que sobreviven en aislamiento y/o de su persistente e
imparable extinción como culturas ni siquiera conocidas en los últimos cinco
siglos.
No deberían quedar dudas sobre la
necesidad de actuar en socorro de estas poblaciones, por un mínimo sentido de
humanidad, preservando de forma conciente y rigurosa su voluntad de aislarse
del resto de las sociedades de las cuales también forman parte, pero para ello,
creo necesario recordar algunas cuestiones bien puntuales que están en la base
del deseo expresado por varios activistas que trabajan bregando por su defensa
y por la consideración del derecho al aislamiento y al “no contacto” como otro
de los derechos humanos fundamentales.
* * *
La problemática de los Pueblos
Indígenas Aislados es muy delicada, grave y acuciante.
Necesita de acciones claras y urgentes
con relación al respeto a los derechos de estos pueblos en tanto seres humanos.
También precisa de todo nuestro
convencimiento y trabajo para que la existencia de estos pueblos y las
condiciones que la han predeterminado y determinan, sean reconocidas de forma
legal.
Pero ni las acciones legales tendrán
fuerza para garantizar la existencia y el auxilio para preservar a los últimos
pueblos aislados del planeta si, a la vez, no son divulgadas y difundidas y se
convierten en un tema de alerta y preocupación de dominio y conocimiento
público.
Esta preocupación por el destino de los
Pueblos Indígenas Aislados debería extenderse tanto en el ámbito de los Estados
como en el marco de las sociedades civiles de los países donde ellos habitan,
pero también en las naciones que han sido co-responsables históricos de la
situación de los referidos pueblos.
La problemática de los Pueblos
Indígenas Aislados es delicada porque lo que está en consideración es la vida y
los otros derechos fundamentales de personas cuya existencia ha sido
históricamente negada y menospreciada y sus derechos vulnerados de manera
sistemática y permanente.
Es grave o muy grave porque, a pesar de
la instalación y consolidación de la democracia en todos los países donde
habitan los Pueblos Indígenas Aislados, las agresiones contra su existencia son
constantes, no existen mecanismos concretos y eficientes de resguardo –salvo en
el caso del Brasil donde se han logrado algunos avances en la materia- y las
amenazas contra ellos, en vez de conjurarse, se multiplican y se agravan a
diario.
Es acuciante porque si las acciones no
se encaminan y se desarrollan de manera urgente, es previsible la desaparición
forzada del conjunto de estos pueblos, producto del avance irreversible de la
ocupación territorial, la explotación de los recursos naturales y la
degradación ambiental que están sufriendo los ecosistemas donde viven.
Estas acciones, decíamos, deberían
movilizar al Estado y a la sociedad civil, en América del Sur y en el resto del
mundo.
La búsqueda actual de universalizar el
respeto por los derechos humanos y, dentro de ellos, la valoración positiva de
la interculturalidad y la diversidad cultural del planeta, deberían agendar el
tema de la protección de los últimos Pueblos Indígenas Aislados como un
imperativo moral, una cuestión ética que subordine las decisiones políticas,
ambientales, económicas y sociales de las naciones a la necesidad histórica de
preservar la existencia y precautelar los derechos de estos pueblos.
Los Pueblos Indígenas Aislados de la
Amazonía y el Gran Chaco son sobrevivientes de un genocidio que se inició a
finales del siglo XV y a principios del siglo XVI, y que continúa hasta el presente.
Este genocidio ocurrido en todo el
continente americano, producto de la invasión colonial europea, sigue sin ser
reconocido como tal, cuando la evidencia histórica –en especial de los últimos
cincuenta años-, ya aportó suficiente información aberrante sobre los efectos
trágicos y devastadores que trajo consigo la conquista de América o la época de
explotación del caucho en los siglos XIX y XX, por citar sólo dos ejemplos,
entre los pueblos indígenas.
Es una vergüenza que el mundo haya
cerrado los ojos al genocidio de los pueblos originarios de América y que,
hasta ahora, el tema siga siendo abordado sólo por los especialistas, no
existiendo una verdadera toma de conciencia sobre la gravedad del asunto y
sobre el problema actual que es consecuencia de lo anterior: la situación
extrema vulnerabilidad y riesgo cierto de extinción física de los Pueblos
Indígenas Aislados.
Por ello, una acción efectiva en
defensa de los Pueblos Indígenas Aislados, sólo podrá ser viable si se tome en
cuenta que es crucial una política de información con relación al tema y se
prosiguen los esfuerzos para que cesen ese desconocimiento y esa falta de
reconocimiento a los sobrevivientes del genocidio americano.
Hace años que el fallecido Darcy
Ribeiro señaló sobre el asunto, con relación a la situación en Brasil, que “el
público lego interesado en los indios de Brasil se tiene que contentar con una
bibliografía didáctica rala, preconceptuosa y desinformada. A pesar del interés
de los medios de comunicación por los indios en los últimos veinticinco años,
lo que se informa en periódicos y en la televisión sobre los indios, es decir,
lo que se consume, son hechos fragmentarios, historias superficiales e imágenes
genéricas enormemente empobrecedoras”.
Salvo entre los activistas, hay poca
convicción rodeando la lucha por la defensa de los derechos de los indios de
las selvas. Se sigue considerando al indígena como un dato más (y las
estadísticas son, cada vez, más escalofriantes) y algo así como un ser humano
en transición, en proceso irreversible de ser “civilizado”.
Las instituciones, organizaciones y
personas empeñadas en la defensa de los últimos Pueblos Indígenas Aislados del
mundo deberían plantearse una imperiosa política de comunicación, dotada de una
estrategia de información y de difusión de la problemática en el ámbito local,
regional e internacional para acabar con la persistencia de esa mirada
positivista.
Una política de comunicación que
influya tanto en Washington como en Puerto Maldonado, una estrategia informativa
de sensibilización que abarque a todos los sectores y organizaciones sociales y
que se difunda por todos los medios al alcance.
Los Pueblos Indígenas Aislados no sólo
son víctimas de un genocidio oculto y oscuramente silenciado, no sólo son
parias dentro de los países donde habitan, no sólo son los más pobres entre
todos los pobres, son los olvidados de la historia y los condenados de la
tierra.
La lucha por la defensa de los derechos
de los Pueblos Indígenas Aislados exige, desde ya, un compromiso militante con
la causa pero demanda también una comprensión profunda de las condiciones
históricas que la determinan.
Hay toda una memoria histórica que es
preciso recuperar para darle mayor sentido y mucha más fuerza a la exigencia de
respeto a los derechos de los Pueblos Indígenas Aislados.
No se trata de defender a un indio
aislado como se viene defendiendo a las plantas o a los animales; la defensa de
los últimos Pueblos Indígenas Aislados debería estar enmarcada en ese
imperativo moral al que aludíamos pero que abreva en el corazón de la historia,
de la desgarrante historia de nuestro continente.
De allí, la co-responsabilidad
internacional que demandamos: los indios sudamericanos han sido víctimas del
exterminio, producto de las imposiciones y las consecuencias nefastas de
modelos ajenos a su vida y su normal desarrollo histórico como pueblos y como
culturas diferentes.
La lucha por su defensa debería ser
entendida también como una reparación histórica de todo el daño causado a sus
antecesores en el espacio y en el tiempo, tomando en cuenta que decenas y
decenas de pueblos ya han desaparecido de manera definitiva, lo que agrava la
tragedia a la cual aludimos en el presente.
Insistimos que consideramos como un
deber de conciencia histórica hacer todo lo que esté en nuestras manos para
preservar la vida y asegurar los derechos de los pueblos indígenas aislados de
la Amazonía, empezando por la defensa del “no contacto”. Todavía estamos a
tiempo para no seguir repitiendo la parte más triste de la historia de América
de los últimos cinco siglos.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Documentos/Pueblos_Indigenas_Aislados_toma_de_conciencia_historica_y_politica_informativa
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