Alemania
Los sindicatos se
despiertan
frente al desafío
climático
y al plazo del 20 de
septiembre
29 de agosto de 2019
Por Mark Bergfeld
Jacobin
El llamamiento
a detener la producción de carbón y automóviles parece a menudo una amenaza
para el empleo. Pero los sindicatos alemanes han entendido que la transición
verde debe tener lugar. Y están luchando para asegurarse de que los patronos,
no los trabajadores, paguen por la justicia climática.
Si bien las vacaciones de
verano han interrumpido los paros escolares, el movimiento Viernes por el
Clima, liderado por lxs adolescentes, no ha abandonado su lucha para salvar el
planeta. Desde el comienzo del movimiento, los líderes como La necesidad de "salvar empleos" siempre ha sido opuesta al llamamiento al cierre de industrias dañinas. Sin embargo, la magnitud del desastre que enfrentamos ha centrado la atención en la necesidad de cerrar la brecha entre el militantismo verde y el militantismo obrero. En particular, la integración de la reivindicación por una "justicia climática" -argumentando que no son los pobres, los vulnerables y lxs explotadxs quienes deberían pagar la transición a una economía verde neutra en carbono- ha demostrado que salvar el planeta y la justicia social realmente pueden ir de
Alemania tiene una historia particularmente profunda de movilización ecológica, incluso con campañas radicales que han gozado de un amplio apoyo popular. Históricamente, su movimiento ecologista se ha caracterizado por una fuerte corriente antiautoritaria. De hecho, en las décadas de 1970 y 1980, el movimiento para detener el transporte de residuos nucleares utilizó formas de desobediencia civil similares a la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos.
A diferencia de muchos otros países, estos movimientos no están al margen de la política, pero están profundamente arraigados en vecindarios y comunidades. Sin embargo, independientemente de la fuerza del activismo climático, los sindicatos tradicionalmente se han mantenido alejados de las luchas ambientales. Pero ahora, en la ola del movimiento de “Viernes por el Clima”, el movimiento sindical está comenzando a adoptar como propio el llamamiento a la transición verde.
¿El empleo primero?
Hay muchos obstáculos para tal conversión. En los últimos años, los militantes de la desobediencia climática civil han centrado su atención en el cierre de dos minas de lignito a cielo abierto, una en Renania y la otra en Lausitz, en
Esta posición correspondía con una participación significativa del sindicato IG BCE en la comisión del gobierno alemán para la eliminación del lignito, un proceso lento que pone al país en contradicción con el Acuerdo de París sobre el Clima (diciembre de 2015). Por el momento, todas las partes interesadas, incluidos los sindicatos, están de acuerdo en que la producción de carbón debería detenerse para 2038, pero el énfasis del IG BCE únicamente en los empleos le ha aislado de toda noción de "justicia climática". Ciertamente, hay motivos para preocuparse: el sector de las energías renovables (eólica y solar) es notoriamente antisindical, a diferencia del "diálogo social" y el "partenariado" existentes en las antiguas ramas industriales. Sin embargo, el riesgo es precisamente que esta ceguera respecto a las cuestiones ecológicas permita a los empleadores asumir solos la responsabilidad de dirigir la “transición ecológica”.
No todo el movimiento obrero organizado permanece estancado en una posición tan puramente defensiva. Tras el llamamiento del Viernes por el clima de detener la producción de carbón para el 2030, el secretario general del sindicato, Ver.di Servicios, Frank Bsirske, dijo que la eliminación debería acelerarse lo más posible. Este llamamiento desencadenó una movilización de la Alternative für Deutschland (AfD), una organización de extrema derecha que atacó oportunistamente a Bsirske como "anti-industria" y que quería dañar a los trabajadores alemanes. Los comentarios de Bsirske no fueron apreciados por todos los sindicatos. Durante el campamento climático "Ende Gelände" (Poner fin a esta zona), militantes, el ala joven del IG BCE, acamparon para exigir la seguridad del empleo y la continuación de la mina a cielo abierto.
Salir de la rutina
Como se puede constatar, la conciencia ecológica de Alemania, que hace la creciente fortuna política del Partido Verde y el aumento de las tiendas bio (Bioläden) que venden alimentos ecológicos, no se traduce necesariamente en sindicatos más progresistas en los temas climáticos. Por el contrario, el radicalismo del medio militante climático, así como el corporativismo del sindicalismo del "empleo primero", han creado una brecha más profunda que en otros países entre los sectores obreros y los medios ligados con las batallas ambientales.
Sin embargo, la huelga climática del 20 de septiembre abre la posibilidad de comenzar a superar la desconfianza entre los sindicatos y los grupos ambientalistas. Si bien el Derecho del Trabajo alemán no permite ningún tipo de huelga política, las huelgas climáticas de “Viernes por el Clima” ya han tocado la cuerda sensible de los sindicatos en las industrias manufactureras y de servicios. Y comienzan a movilizarse.
En junio, el mayor sindicato alemán, el IG Metall, organizó una manifestación para exigir una transición equitativa y ecológica. La crisis más general de la industria automotriz alemana, concentrada en el escándalo de datos de emisiones manipuladas de Volkswagen (Dieselgate), puso de manifiesto los males particulares del sector automotriz. Dada la estrecha relación entre los sindicatos de la industria manufacturera, las compañías alemanas cotizadas en Bolsa en el DAX y el Estado alemán, esta manifestación podría representar un paso hacia la convergencia entre los sindicatos y los grupos ambientalistas. Esta alianza "obrero-verde" es tanto más necesaria que el cambio climático, así como los nuevos desarrollos tecnológicos, van a obligar a las fábricas automotrices a pasar de la producción de vehículos eléctricos [que recargándose gracias a una electricidad producida por el carbón representan un engaño, red. alen.] o de vehículos diferentes.
Para organizar esta manifestación, el IG Metall alquiló diez trenes y ochocientos autobuses para llenar las calles de Berlín con decenas de miles de trabajadores metalúrgicos. Se trató de una etapa importante para el sindicato y su compromiso con la transición verde. Aunque ningún representante de Viernes por el clima se dirigió a la manifestación, es impensable que podría haber tenido lugar sin estas movilizaciones en marcha. En el momento de escribir este artículo, el IG Metall aún no ha decidido apoyar la huelga climática del 20 de septiembre.
Más prometedores son las evoluciones en el sector del transporte, donde el sindicato de los ferroviarios EVG (Eisenbahn- und Verkehrsgewerkschaft) ha anunciado la presencia de sus propios miembros en las manifestaciones de “Viernes por el Clima” y su apoyo a los objetivos del movimiento. Eso no debería ser una sorpresa dada las reclamaciones del movimiento de transportes públicos de mejor calidad y más accesibles. El siguiente paso es que esta solidaridad interesada se refleje también en que los conductores de trenes y otros miembros del personal detengan los trenes para la huelga climática del 20 de septiembre.
Pero
son los sindicatos del sector servicios los que se han unido más rápida y
fuertemente al objetivo del creciente movimiento de huelga climática y al
llamamiento a la huelga.
Aquí , la relación entre los empleadores, el Estado y los
sindicatos no se define como tal por una práctica corporativa, y los
trabajadores no tienen que preocuparse por perder sus empleos en la misma
medida.
La semana pasada, Frank
Bsirske argumentó que los miembros de ver.di deberían seguir el llamamiento de
Greta Thunberg y unirse a la huelga del 20 de septiembre. La cuenta de Twitter
de Ver.di muestra a Bsirske diciendo: "Quien pueda hacerlo debe irse y
salir a Ver.di no llama a sus miembros directamente a
A diferencia de los Estados Unidos, donde los enseñantes han estado a la vanguardia de la construcción del sindicalismo social y de la huelga en los Estados dominados por los republicanos, los enseñantes alemanes son funcionarios públicos y, por lo tanto, no tienen derecho a
La huelga también debería afectar al sector de
La
legislación laboral alemana prohíbe a los trabajadores emprender una huelga
política. Por lo tanto, el BAU IG está presionando a los empleadores para que
den a sus asalariadxs la oportunidad de participar en las manifestaciones de
los ·”Viernes por el Clima·. Este movimiento inteligente lleva la pelota de
vuelta al campo de los empleadores, obligándolos a mostrar hasta dónde llega su
orgullosa identificación con las iniciativas etiquetadas de "responsabilidad
social corporativa" y "lugar de trabajo verde". Tal decisión de
presionar a los empleadores para que cierren sus puertas podría darle a la
huelga por el clima una dimensión completamente nueva.
Hacer la transiciónSi los sindicatos quieren casar la transición verde con la defensa de los intereses de lxs trabajadorxs, deben reflexionar cuidadosamente sobre cómo pueden usar su poder institucional y organizativo en el lugar de trabajo y en el nivel de los sectores económicos. Después de todo, el 53% de lxs trabajadorxs y de lxs empleadxs están cubiertos por convenios colectivos, lo que le da a numerosos sindicatos una gran influencia sobre la evolución del mercado de trabajo.
Los que gozan de una posición tan estratégica podrían usarla para exigir una mejora de las competencias de lxs trabajadorxs de las industrias clave que no tienen futuro en una economía neutra en carbono, y para establecer nuevas reglas de salud y de seguridad que podrían contribuir a reducir las emisiones de carbono y obligar a los empleadores a cambiar la forma en que se producen los bienes y se prestan los servicios. Entre otras cosas, los sindicatos podrían usar sus convenios colectivos para pasar a una semana de cuatro días, lo que también reduciría las emisiones de CO2.
A pesar de todos estos desarrollos positivos dentro del movimiento sindical, los principales medios de comunicación alemanes continúan presentando de manera binaria el diálogo emergente entre los “Viernes por el Clima” y el movimiento sindical, como si la defensa del empleo actuara inevitablemente contra los intereses más amplios del planeta. Esa es exactamente la historia que los sindicatos deben hacer estallar.
Hasta ahora, el apoyo de los sindicatos alemanes al movimiento
“Viernes por el Clima” sigue siendo simbólico. Los sindicatos ciertamente
podrían hacer mucho más para cuestionar la economía alemana del carbono (el
capitalismo fósil). Sin embargo, su participación el 20 de septiembre podría
comenzar a cerrar la brecha entre los sindicatos y los movimientos ambientales
ya fuertes en Alemania. Esto es más necesario que nunca para garantizar que lxs
trabajadorxs no paguen el precio de una transición a una economía verde.
Mark Bergfeld es director de los servicios inmobiliarios de la confederación UNICARE ,
parte de Global Union-Europa.
(Artículo publicado en Jacobin el 18/082019, traducido al francés
por A l’Encontre)
Traducción: viento
sur
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=259914
No hay comentarios:
Publicar un comentario