El dragón asiático en Centroamérica
3 de septiembre de 2018
"China continúa actuando y afirmando su
influencia política en la arena internacional mientras expande su esfera de
influencia. Centroamérica es una de las regiones donde la presencia del dragón
asiático es reciente, generando tensión en uno de los espacios de dominio
histórico estadounidense."
Por Nery
Chaves García
Julio, 2018
Desde hace varios años China inició su proceso
de consolidación como potencia mundial, una coyuntura que ha generado un sin
número de tensiones y preguntas en distintas esferas de las sociedades. Ante la
poca claridad las preguntas respecto al ascenso de China van desde las
probabilidades de guerra con Estados Unidos hasta la posibilidad de una
“alternativa política” en el dragón asiático.
En medio de la incertidumbre, China continúa
actuando y afirmando su influencia política en la arena internacional mientras
expande su esfera de influencia. Centroamérica es una de las regiones donde la
presencia del dragón asiático es reciente, generando tensión en uno de los
espacios de dominio histórico estadounidense.
En términos geopolíticos, la cintura de
Nuestra América posee dos atributos geográficos fundamentales. El primero
refiere a la noción de puente entre las grandes masas territoriales del Norte y
el Sur, mientras que el segundo versa sobre su Istmicidad, es decir, sobre la
conexión entre los Océanos Atlántico y Pacífico. Este último cobra especial
importancia en la época de la invasión y la Colonia, donde las conexiones
primaban lo marítimo en virtud del invasor foráneo. Ante ello, ideólogos
estadounidenses como Alfred Mahan denominan “Mare Nostrum” al Mar Caribe y
Nicholas Spykman denomina la región centroamericana como la “América Mediterránea ”
en función del reconocimiento de las rutas estratégicas de la región y la
necesidad del control estadounidense sobre la misma para potenciar su
despliegue hegemónico.
En este sentido, disputar el control de esta
región sería desafiar directamente a la potencia norteamericana.
China no ha pasado por alto estas condiciones
geopolíticas a lo que aúna la posibilidad de disminuir el reconocimiento
político de la causa taiwanesa, pues de los 22 Estados que reconocen a Taiwán,
5 forman parte de la región centroamericana (1).
Solamente Costa Rica y Panamá reconocen diplomáticamente
a China, mientras que las demás naciones tienen Tratados de Libre Comercio con
Taiwán.
La cintura centroamericana se conformaría
entonces de territorios en disputa geopolítica siendo China y Estados Unidos
las que cuentan con mayor influencia. La prioridad china en la región ha sido
la agenda comercial y económica.
Países como El Salvador, Guatemala, Honduras y
Nicaragua poseen Cámaras de Comercio integradas por ambas partes. Éstas se
encargan del fortalecimiento del intercambio comercial que, para el año 2011
alcanzó los 12 mil 700 millones de dólares, según el prestigiado instituto
internacional de economía INCAE.
Los flujos comerciales se caracterizan por
continuar las tradicionales estructuras entre norte y sur. Es decir, mientras
que se importan manufacturas chinas, Centroamérica exporta bienes de muy poco
valor agregado —a excepción de Costa Rica. (2) En comparación con el resto de
la región, Centroamérica no exporta materias primas en las dimensiones de
Argentina o Brasil. Sin embargo, uno de los principales intereses de China es
la incursión en la energía hidroeléctrica. En Honduras, ya se encuentra
vinculada al proyecto hidroeléctrico sobre el Río Patuca con la empresa Sinohydro
(3). Este interés refiere a la sed insaciable del dragón asiático por bienes
comunes para sostener su modelo económico y el modo de vida de su población.
Pues, China es hoy el principal consumidor de bienes comunes en la arena
internacional.
Para el caso de Costa Rica, luego de
establecer las relaciones diplomáticas en 2007, China desarrolló la
construcción del Estadio Nacional, fundó un Instituto Confucio en la
Universidad de Costa Rica y posteriormente, construyó el Barrio Chino sobre el
Paseo de los Estudiantes en San José (4). Este tipo de proyectos son claves para
la estrategia china pues le permiten presentarse como una potencia benevolente
y de buenas intenciones —contrastándose con Estados Unidos.
En 2010, Costa Rica y China firmaron un
Tratado de Libre Comercio que fue considerado como un instrumento que genera un
“balance ideológico” entre Estados Unidos y China. (5) Posteriormente, el
dragón asiático intentó construir una refinería en el Caribe costarricense con
el objetivo de refinar el petróleo proveniente de Venezuela. De esta forma,
China construiría la ruta estratégica para subsanar su sed por bienes comunes.
El proyecto de la refinería no fue culminado debido a diversas denuncias
presentadas en su contra por faltas al debido proceso, además de conflictos de
intereses en el estudio de impacto ambiental. Por tanto, la intención de la
construcción de una refinería en Centroamérica sigue abierta a segundos países
(6).
En función a la ruta estratégica en la región,
China negoció —indirectamente- (7) la construcción del Canal Interoceánico en
Nicaragua, a través de la Ley 840, Ley que cede prácticamente el territorio y
soberanía nicaragüense al no establecer límites para la concesionaria.
Frente al sin número de incertidumbres
respecto al canal nicaragüense, a partir del establecimiento de relaciones
diplomáticas con Panamá, China acordó la inversión de 200 millones de dólares
en infraestructura —monto económico más que suficiente para la ampliación del
canal. Además, acordó la suscripción de un TLC, apoyó el fortalecimiento de
zonas francas, la construcción de almacenes, una terminal de carga y un tren a
la frontera con Costa Rica, entre otros. Además, Panamá se adhirió al proyecto
de “la Franja y la Ruta” que pretende revitalizar la Ruta de la Seda y
extenderla a América Latina (8).
China opta por una agresiva estrategia que
prioriza la construcción de infraestructura que le garantice el control sobre
bienes comunes y rutas geoestratégicas para su transporte. De esta forma,
América Latina sería, según China, un enorme banco de bienes comunes —mal
llamados, recursos naturales— para subsanar la demanda de su modelo económico y
de vida. En ese sentido, China representaría una radicalización de las
políticas extractivistas y de muerte en la región, a pesar de que distintos
mandatarios presenten la potencia como una alternativa política frente Estados
Unidos. La pregunta sería, entonces, ¿la alternativa a la que aspiramos es
contra sistémica o contra hegemónica?
Notas:
(1) La condicionalidad de China ante el
reconocimiento a Taiwán refiere al conflicto entre las partes en virtud de que
la primera sostiene la pertenencia de la nación taiwanesa a China. Ante ello,
el no reconocimiento de China responde a una herencia de la influencia
estadounidense de la
Guerra Fría ; herencia que Costa Rica y Panamá ya no
reconocen.
(2) Costa Rica exporta chips integrados
producidos por la
transnacional Intel , por lo que las ganancias finales tampoco
quedan en el país centroamericano.
(3) Ver aquí
(4) Este lugar fue nombrado en conmemoración
de una de las luchas protagonizadas por estudiantes contra la dictadura de
Tinoco. Hoy una pequeña placa, en medio del barrio chino, conmemora a las personas
caídas de esa gesta.
(5) Según las palabras del ex-canciller, Bruno
Stagno, quien negoció la apertura de relaciones diplomáticas entre China y
Costa Rica. En estas negociaciones la suscripción de un Tratado de Libre
Comercio fue uno de los puntos más sensibles en el diálogo entre las élites
político-económicas de ambas partes.
(6) Éste es uno de los proyectos más
importantes para China en la región.
(7) Indirectamente debido a que el gobierno no
ha respaldado públicamente el proyecto del Canal.
(8) La Ruta de la Seda fue una de las rutas
comerciales más importantes de la región euroasiática en la antiguedad, y hoy
se revitaliza como proyecto global chino.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/El_dragon_asiatico_en_Centroamerica
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