Puesteros, crianceros y campesinos
trashumantes: reclamos y resistencias
2 de febrero de 2018
Por Oscar Soto
(Rebelión)
“Todo aquello que por suceder en las
orillas, en los bordes, aparece como no esencial para la reproducción del
sistema […] oculta la clave de un orden contrahecho que se revela precisamente
en su disformidad”
(Armando Bartra, “El hombre de hierro”, 2008)
La
utilización del término campesino en Argentina resulta, de manera particular,
una costumbre aun reticente en ciertos sectores sociales, políticos y
académicos. Progresistas, conservadores, ecologistas, industriales o
intelectuales, cualquiera sea, suelen marcar distancias -a sus maneras-
respecto de la idea del sujeto campesino. Los unos por desconocimiento, los
otros por oposición deliberada; lo cierto es que el modo de vida campesino sea por la exhaustividad clasificatoria
o por la negación de un otro interno, -campesino o indígena- en un país
auto-percibido hegemónicamente urbano1, suele ser presa fácil de prejuicios y
reduccionismos.
La opinión pública generalizada de nuestro país no escapa a un
tipo de colonización persistente que normativiza las formas de comprensión de
los sectores agrarios o campesinos, aun cuando, huelga decirlo: las variadas
formas de organización del mundo rural en Argentina tienen profundos puntos de
confrontación y difieren en muchos sentidos en sus formas de habitar la tierra
y desarrollar sus actividades productivas. Así, no es lo mismo un chacarero de
la pampa húmeda, un colono del norte argentino o un puestero del sur de
Mendoza, a los fines de las dinámicas que el capitalismo le ofrece al campo.
Campesinos en nuestras tierras acaparadas por dueños a los que se no se les ve el rostro son, como sostiene Armando Bartra: el resultado del capitalismo y la resistencia a ese capitalismo2. Saben nuestros puesteros, crianceros y campesinos de las caminatas bajo
Sin embargo, la vida de pastoreo y la trashumancia históricamente marginal en Argentina, no solamente sufre el olvido silencioso de la prensa y los gobiernos, sino que además es reseñada como la causa de muchos de nuestros males, ecológicos, naturales y sociales. Resulta ser que los excluidos no sólo deben asumir el papel de relegados, sino que además su persistencia pone en riesgo a un otro que no empatiza con la problemática rural y sus penurias. La gravedad ecológica de hechos como los sucedidos en Malargüe recientemente con la muerte por envenenamiento de 34 cóndores3, es un hecho sin precedentes por tratarse de una especie protegida importantísima para la región, no obstante, esto ha habilitado a un conjunto de voces oficiales o no, dispuestas a apuntar a puesteros de manera genérica por la pérdida de seguridad ecológica de un tipo de fauna que esta en peligro.
Resulta llamativo que no se ponga sobre la mesa la histórica demanda de puesteros por sus tierras, que escasamente se mencione la extranjerización del territorio campesino local, o las condiciones de vida de los pobladores rurales sin asistencia, caminos, ni resguardos ante la pérdida de su producción; mucho menos se escucha hablar de quienes comercializan de sustancias toxicas como carbofurano u otros pesticidas propios del agronegocio, que se expande por Argentina y América Latina...
Una mirada crítica con sensibilidad ecológica que desconoce el
proceso de acaparamiento de tierras, la expulsión de las comunidades rurales y
sus procesos de resistencia, difícilmente alcance a aportar soluciones a las
problemáticas sociales de nuestro territorio. Las formas de daños o costes
medioambientales de cierto tipo de actividad ganadera4 o
pecuaria, debe ser leída en clave de generar mejores condiciones para la
actividad campesina como tal, -por la cual luchan los movimientos campesinos a
nivel internacional como la
Vía Campesina-, y no en los términos que sugiere el gran
capital: terminar de borrar al sujeto campesino. Así como en el proceso de
globalización se expande un sistema económico neoliberal, también se
multiplican las esperanzas globales de reconocimiento a la vida de las
comunidades campesinas, como nuestros puesteros y crianceros locales.
Notas:
1 Domínguez,
D. (2012). Recampesinización en la Argentina del siglo XXI. Psicoperspectivas,
11 (1), 134-157. Recuperado el [día] de [mes] de [año] desde
http://www.psicoperspectivas.cl
2 Bartra,
A (2010) Campesindios. Aproximaciones a los campesinos de un continente
colonizado. Revista Memoria, Mexico.
4 La
FAO apunta contra cierto tipo de actividad pecuario masiva pero destaca la
necesidad de controlar los accesos y eliminar los obstáculos a la movilidad en
los pastos comunales; incrementar la eficiencia de la producción ganadera. http://www.fao.org/3/a-a0701s.pdf
Oscar Soto es licenciado en Ciencias
Políticas. Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UNCuyo. Mendoza,
Argentina.
@OscaritoSoto
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=237408
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