Andalgalá camina,
nunca más una mina
15 de febrero de 2018
Compartimos las reflexiones de una integrante
de la Asamblea
El Algarrobo , que da cuenta de los daños irreversibles que la
megaminería provoca en nuestro medioambiente. Resaltar la lucha del pueblo de
Andalgalá que lleva 8 años luchando y resistiendo el avance de un modelo
extractivo que rapiña nuestros recursos.
Por
Silvina Reguera para ANRed
Resulta inadmisible, impensable, injustificable creer que
después de más de dos décadas de saqueo y contaminación de la empresa
extractiva la Alumbrera, el pueblo de Andalgalá podría soportar un proyecto
minero tres veces superior y así permitir la destrucción completa de ese lugar
con la instalación de Agua Rica.
El superlativo quizás suene exagerado, pero de algún modo
hay que llamarlo. Los modelos de minería que se están practicando en Argentina,
están llevando los métodos extractivos a niveles exponenciales, desconocidos
desde veinte años a esta parte: Ecocidas.
Esa es la razón por la que han crecido también las
resistencias de los diferentes pueblos, transformadas en asambleas, las cuales,
a través del tiempo y en defensa propia se han ido agrandando con el poder
ciudadano de la autodeterminación y en resguardo de sus recursos naturales.
La magnitud de los volúmenes extractivos son inéditas,
directamente destruyen cerros y cadenas montañosas para luego depositar en
cualquier parte el material triturado que no les interesa.
En Alumbrera, por cada tonelada de roca se obtienen seis
gramos de oro y seis kilogramos de cobre. Datos de la misma empresa se ufanan
que Alumbrera utiliza en un solo mes la misma cantidad de explosivos que se
requiere por año en toda Argentina para otras actividades. No es casualidad que
llueva polvo en la
ciudad. Además , los especialistas advierten que la remoción
de las montañas acelera la producción de sulfuros, que con el aire y el agua
producen drenajes y lluvias ácidas, con su contaminación a cuestas.
El yacimiento se encuentra entre las más grandes explotaciones
de cobre y oro del mundo, exporta 200 mil toneladas anuales de cobre y 25 mil
toneladas de oro.
Cuenta con una lujosa ciudad en las alturas: 500
habitaciones, canchas de tenis y fútbol techadas, salas de juegos, gimnasio,
línea de colectivo interna y tres aviones propios que hacen de taxi aéreo para
ejecutivos, y servicios de agua y energía eléctrica que nunca se cortan.
El proceso de extracción consiste en dinamitar las paredes
de la montaña, transformar las rocas en polvo y diluirlas en sopas ácidas que
purifican el mineral.
Todos los desechos son destinados a un enorme basurero, de
40 hectáreas
y casi 200 metros
de profundidad, llamado “dique de colas”. El producto bruto es enviado por un
extenso mineraloducto –un caño bajo tierra– de 310 kilómetros de
largo que pasa por Catamarca hasta Tucumán. Llega hasta Cruz del Norte, donde
el “Tren Alumbrera” transporta concentrados hasta el puerto de Santa Fe. De ahí
viaja al exterior, donde es refinado. El megaemprendimiento también cuenta con
un electroducto de 220
kilómetros , líneas de alta tensión que atraviesan gran
parte de Catamarca y Tucumán.
El 15 de febrero de 2010 (y ante rumores de los días
previos) el pueblo de Andalgalá salió a la calle de manera espontánea y masiva
a decir: NO.
Pero no era un NO caprichoso y sin fundamentos, era y es
un rotundo NO con conocimiento de causas y consecuencias.
Porque es mentira que la minería en gran escala es
“progreso para los pueblos”, o que es un “motor de desarrollo para la economía
del país”, o que crea “muchos puestos de trabajo”, o que la minería “se instala
en zonas postergadas, creando un círculo virtuoso, generando desarrollo y
elevando el nivel de vida de la población” o que puede ser “limpia, no
contaminar el ambiente, y que se puede hacer sin riesgos ambientales” como
también es mentira que “no se puede vivir sin minería”, hay modelos
alternativos aplicando la teoría de las 3R: Recuperar, Reciclar y Reutilizar,
tan simple como eso.
Ante la clara postura de gobiernos nacionales y
provinciales, anteriores y actuales de seguir en ese camino de más saqueo, mas
contaminación, más destrucción y más pobreza, y sabiendo que, mientras los
minerales permanezcan en las montañas el peligro estará siempre latente, es que
como ciudadanos de cualquier parte, afectado directa o indirectamente, tenemos
la obligación moral de defender lo que ellos (elegidos por la mayoría y pagados
por todos) no defienden.
Andalgalá lleva ya ocho años deteniendo el Proyecto Agua
Rica, seguramente, en unos años estaremos rememorando los diez años y después
las dos décadas y así por siempre. Lo cierto es que está comprobado que la
lucha debe ser conjunta y permanente, sin olvidar que a la par de todo esto, se
encuentra una “justicia” muy parcial, que actúa en beneficio de las
corporaciones, violando leyes y apañando la represión de quienes se
manifiestan.
Hoy, el aire que se respira en Andalgalá es de pura
memoria porque todavía está a tiempo, porque en el inconsciente colectivo
todavía está la esperanza de una vida mejor.
“No hay caminos para la libertad, la libertad es el
camino”
Fuente: http://anred.org/spip.php?article16038
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