“El ecofeminismo plantea un cambio de
conciencia, pensarnos más allá del especismo”
23 de febrero de 2018
La filósofa María
José Guerra Palmero es activista feminista y profesora en la
Universidad de la Laguna.
En los últimos años sus líneas de investigación han estado
centradas en el ecofeminismo, la bioética o la biopolítica. Hablamos
con ella sobre interseccionalidad, colonialismo en Canarias y sobre el
feminismo ante una reacción conservadora global.
Por Tamara
Muñiz Pérez
María José
Guerra Palmero es una de esas filósofas a pie de calle. Tan fácil es verla
dando conferencias en universidades nacionales o extranjeras, que en la autoría
de un artículo científico o debatiendo sobre militancia política desde su
cuenta de Facebook. Accede muy amablemente a realizar una entrevista, a pesar
de que va algo justa de tiempo porque es una de las ponentes en el acto de
apertura de una exposición sobre la WILPF (Liga Internacional de Mujeres por la
Paz y Libertad) en la Universidad de La Laguna donde, también, es profesora. Yo
también ando justa de tiempo, vivo en Brasil y estoy en Canarias apenas unas
semanas. Nos encontramos en el paraninfo de la ULL. Guerra Palmero
Llega sonriente y se ofrece a pagar mi café.
Empecemos
por lo más básico. ¿Cuál fue tu motivación para estudiar Filosofía?
Yo nací en
La Laguna en los años 60. Viví cuatro años en Aranjuez, cerca de Madrid, y,
luego, regresé. Sería el año 78, plena transición. Fue un momento en el que nos
lo cuestionamos prácticamente todo…
Me gustaba
la historia del arte, la historia, la literatura… así que pensé, ¿qué carrera
me podía permitir dar respuesta a un abanico de intereses tan plurales? La Filosofía. Esa fue
mi principal motivación. La Filosofía y el pensamiento crítico, con el
feminismo a la cabeza. Y
es que salíamos del Franquismo, donde las mujeres no teníamos derechos civiles
y fue un momento de eclosión de derechos sociales y libertades.
Entonces el
momento histórico fue determinante…
El momento
histórico siempre es fundamental para todo (ríe). Tuve también profesores y
profesoras muy críticos, y esto también me ayudó mucho. Y los movimientos
sociales, tanto el ecologismo como el feminismo, me han resultado
fundamentales. Así que cuando comencé a oír cosas sobre el ecofeminismo, que
los cruzaba, me interesé mucho. Alicia Puleo, una gran teórica, ha logrado
fundamentarlo y difundirlo.
El
ecofeminismo estudia mucho la interseccionalidad.
Nosotras , siendo mujeres blancas, ¿podemos llegar a
considerarnos interseccionales?
Yo no tengo
claro del todo que yo sea blanca, depende de donde esté. La heterodesignación
de la etnicidad y de lo racial es también situada y cambia. Tiene que ver con
cómo te ven otros. Me di cuenta cuando me fui a Londres siendo muy joven, donde
estuve 7 meses. Me preguntaban mucho si era pakistaní. El postdoctorado lo hice
en Estados Unidos y allí, para ellos, yo era latina. Siendo canaria, me parecía
muy natural la cercanía a todo lo latinoamericano. Es decir, las categorías
etno-raciales son contextuales y más en este mundo de desplazamientos y
migraciones.
De hecho, el
feminismo antirracista afroamericano y chicano por ejemplo, ha sido muy potente
teóricamente. Antes Frantz Fanon, que nació en la Martinica, que aún hoy es
colonia francesa, hasta que se va a estudiar a Francia no descubre la insidiosa
dinámica racista. Audre Lorde, una pensadora feminista lesbiana y poeta
maravillosa nos da otro ejemplo. Nacida en Nueva York durante los años 30, de
padres caribeños, vivió como mujer negra, soportando todo el racismo en los
Estados Unidos, hasta que fue a México y allí la identificaron como caribeña,
cubana, y se sintió totalmente diferente aun caminando por la calle.
Es decir, el
enfoque interseccional significa estar atenta a contextos que modulan,
intensifican o borran asignaciones cruzadas, por ejemplo, entre el sexo-género
y la raza o con la clase social. Chimamanda Ngozi Adichie nos narra algo
parecido. Cuando llega a Estados Unidos sigue siendo negra, pero no
afroamericana, sino africana. Con lo cual tiene también un “encaje”
problemático y no se siente identificada con lo afroamericano. La
interseccionalidad es tan compleja, precisamente, porque tiene que ver con
localizaciones de las relaciones de poder, con colonizaciones, con una
distribución jerarquizada de privilegios y desventajas…
Por supuesto
que hay elementos que definen bien el racismo y sus transformaciones
históricas. Desde la esclavitud, y hasta hoy como una clase obrera
criminalizada, latinos y negros son el grueso de la población carcelaria en
EEUU como denuncia Angela Davis. Dicho de otro modo, las categorías
etno-raciales no son fijas ni estáticas y aunque se mantienen las mismas
opresiones, se configuran en distintas constelaciones de desigualdades según el
contexto. No podemos obviar que hay un sistema racista que se perpetúa, pero
que también va reformándose para poder perpetuarse. Y tampoco que el sexismo
permea todo el racismo y la opresión de clase. El otro día me enteré de que
Colón dejó dicho que los canarios ni eran blancos ni negros. A propósito de
este asunto tengo una anécdota divertida. Trabajo mucho con otros colegas en
México y un colega y amigo de Guanajuato siempre me presenta diciendo “ella es
europea, pero es una europea excéntrica” y luego tenemos que explicar que
Canarias está frente al desierto del Sáhara. Yo creo que nosotros, como
canarios y canarias, todavía no nos hemos re-pensado, pero América es parte
nuestra dado que las migraciones han sido realmente nuestra seña de identidad,
las del siglo XX a Cuba y a Venezuela. Aquí la historia es de idas y de
venidas. Lo es en todas partes, pero aquí más.
Justamente
quería preguntar sobre eso. Se habla de “tricontinentalidad canaria” …
Sí, es una
identidad híbrida. Mestiza, sin romantizar el término, porque el mestizaje
siempre tiene en el origen una violación y esa es una de las cosas que la gente
se olvida. Primero, con la llegada de los conquistadores castellanos se fuerza
ese mestizaje. La violencia sexual en Canarias está desgraciadamente en sus
orígenes así como en toda la empresa colonizadora. Nuestra historia es muy
parecida a la americana, porque había un pueblo originario, los guanches, una
conquista, un ensayo general en chiquitito de la colonización… Fue una especie
de proyecto piloto de lo que luego fue la conquista del continente americano.
También se comenzó con el monocultivo, cosechando caña de azúcar y los
monocultivos se han sucedido, ahora el dominante es el turismo más que el
plátano. Somos considerados una región ultraperiférica por Europa. Ahora, que
hay muchas perspectivas teóricas decoloniales o postcoloniales, sin embargo, no
hay demasiada gente que las focalice en Canarias. Ahí, en mi opinión, tenemos
aún un problema todavía a resolver… Pero justo estoy dirigiendo una tesis
doctoral, la de Larisa
Pérez Flores, que aborda toda esta cuestión desde la
perspectiva decolonial.
De hecho, el
rechazo al continente africano en Canarias es muy grande…
Cuando
empezaron a llegar en 2005 y 2006 los cayucos que salían de los puertos de
Senegal o de Mauritania, fue un momento de choque entre dos mundos. Los
náufragos de piel negra llegaban a playas llenas de turistas europeos
enrojecidos por el sol. Canarias, no lo olvidemos, es una colonia vacacional
europea, lo que también se puede leer en clave neocolonial de monocultivo. El
caso es que nos dimos cuenta de que esto también era África. Y, además, nos
percatamos de que vivimos en la frontera más desigual del mundo. Pienso que
todo esto son elementos que todavía no se encuentran suficientemente
metabolizados, digeridos ni repensados con respecto a nuestra propia identidad
canaria, que habría que pensarla en términos interseccionales y con la
conciencia de ser una población con una larga historia de migraciones y crisis
sociales. Ahora mismo los datos de la pobreza y el desempleo en Canarias son
alarmantes.
¿La
identidad aún está en pañales?
A mí,
personalmente, me gusta muy poco ese mito falso en el que suele basarse el
nacionalismo, el del autoctonismo. Aquí no hay nada autóctono, lo que hay es
hibridación. Barcos que iban a América, a Europa y que luego volvían… Ahora son
aviones que no paran de llegar y salir de los concurridos aeropuertos canarios
con el récord de 15 millones de turistas el año pasado. Esto es muy interesante
plantearlo, por ejemplo, en la propia familia. Mi abuelo se fue a Cuba y
regresó por una caída del precio del azúcar que le impidió seguir allí.
Después, durante el franquismo en los años 40 y 50 tuvo lugar la gran migración
canaria a Venezuela… La identidad es una creación de unas élites, que muchas
veces utilizan ese sentimiento para aprovecharlo políticamente. Por eso mis
tradiciones son internacionalistas, es decir, lo importante para mí es la
justicia social, la dignidad o los derechos humanos. Es lo relevante para
todos, para el que viene de Senegal, de Brasil o de Suecia. La identidad
nacional es un proceso creado históricamente y fundado en mitos y narraciones
más o menos complacientes y útiles a las élites porque las desigualdades de
clase, género y raza-etnicidad son estructurales. El nacionalismo, excluyente y
solipsista, al final no te permite hacer cruces y comprender otras opresiones.
Últimamente estoy leyendo mucho sobre el racismo que sufren las mujeres
indígenas en México y en los cruces de fronteras. Otra tesis que estoy
dirigiendo, la de
Arantza Robles Santana, habla de sus experiencias de opresión
y de un contexto migratorio que sólo produce inseguridad humana.
Siguiendo
con la
interseccionalidad. Es cierto que una persona blanca, a pesar
de ser latina o mujer, va a tener privilegios que no tiene una negra, por
ejemplo.
Tomar
conciencia de los privilegios es algo muy importante. Y no es fácil porque la
ideología neoliberal nos lava el cerebro con visión individualista y falsamente
meritocrática. Efectivamente, como te decía antes hay un montón de escritoras
que nos lo han contado. Además de Lorde y Davis, Angelou, Morrison, también las
chicanas como, por ejemplo, Gloria Anzaldúa. Hay una novela impactante de la cubana Wendy Guerra
titulada ‘Negra’ que te recomiendo. Pero, quizás, del privilegio que yo soy más
consciente es de haber podido ir a la universidad viniendo de clase
trabajadora. Lo hablo mucho con mis estudiantes… Hoy una de las grandes líneas
de división es entre los trabajadores y trabajadoras cualificados y los no
cualificados. También hemos pasado de hablar de clase obrera a lo que algunos
llaman “precariado”. La clase obrera se genera con un modelo industrial. Ahora
el modelo es de servicios. Hay muchos elementos que pensar al respecto pues la
posición social la determina la clase, pero también la raza y la etnicidad así
como el sexo-género. Desde el urbanismo, el mismo diseño de las ciudades,
también se percibe esto. Tú conocerás bien el urbanismo de Río de Janeiro, que
construye y expresa unas desigualdades exacerbadas.
Completamente.
El metro está pensado para que se suban blancos en una línea y negros en otra.
Boaventura
de Sousa Santos, un autor portugués, hizo su tesis doctoral sobre las favelas.
Una de las líneas que puso de manifiesto fue la segregación urbanística y las
diversas formas de fascismo social –violencia y exclusión- que albergan las
ciudades.
Cambiando un
poco de tema, ¿cual es tu opinión sobre la educación en cuestiones ambientales,
de género o sobre racismo?
Es un asunto
fundamental plantear la igualdad y la diversidad sexual y, también, es
imprescindible plantear el proyecto de la educación ambiental. A finales de los
80 y de los 90, tomaron bastante protagonismo. En la década pasada,
coincidiendo con la crisis, podríamos decir que todas esas propuestas
educativas se agotaron porque el contexto neoliberal y neoconservador que
estamos viviendo es hostil a ellas. Hay que tener en cuenta que España salió de
una dictadura el año 75 y que en el 78, se aprueba la Constitución. Había
que construir un Estado de bienestar, había que construir un sistema sanitario,
un sistema educativo, poner las bases de la investigación científica en las
universidades para homologarnos con Europa. Y este tipo de contenidos hablaban
de responsabilidad social y de igualdad en la educación…
Todo esto
está ahora mismo en un proceso de desmantelamiento y desguace. Por un lado,
tenemos la experiencia de la crisis económica, que no es crisis económica sino
cambio de modelo, una mutación del capitalismo que reniega de toda
redistribución de la
riqueza. Por otro lado, hay un rearme enorme de la derecha
más conservadora… Y lo estamos viendo y viviendo ahora. Parece que, realmente,
querrían volver a los años 50, en Estados Unidos, con el macartismo y la caza
de brujas. Volver a la situación anterior, a las luchas sociales por los
derechos civiles de los negros, el movimiento feminista, el ecologista, el
pacifista enfrentándose a la guerra de Vietnam… Y borrar todo lo de que salió
de esa explosión social liberadora y emancipatoria. Hay un sector fascista que
está ganando, utilizando el caldo de cultivo de la precariedad de la
globalización, con la vuelta de los discursos nacionalistas de cierre
identitario, misógino, racista, homófobo… Es un reto enorme que tenemos que
enfrentar y que, especialmente, tiene que enfrentar tu generación, la gente más
joven. Un panorama lleno de sombras.
Entonces,
¿consideras que el trabajo que ha habido en educación anteriormente ha sido
importante?
Ha sido
importante. Se han movido muchas cosas… Pero lo que tenemos ahora es lo que en
inglés llaman backlash, una reacción. Cuando tocas el status quo, a lo mejor
durante un tiempo no hay reacción, pero cuando empiezas a avanzar socialmente y
empiezas a erosionar al patriarcado con el feminismo y la apuesta por la
diversidad sexual, al poco, como hemos visto, empiezan a sonar las alarmas
simbólicas. No es nada extraño que después de un presidente afroamericano como
Obama venga ahora otro como Trump, un “nacionalista blanco”. Es una gran
reacción a determinados avances que a veces han sido solo simbólicos, porque el
capitalismo financiarizado no ha parado de acumular y expropiar…, pero que
suponen cruzar una línea roja que ha hecho que los sectores conservadores
reaccionen con mucha violencia. Brasil es un buen ejemplo de que es una
tendencia global: Temer, la bancada evangélica y la destitución de Dilma, una
presidenta socialdemócrata que ha sufrido una misoginia brutal.
Pasando a
otros mundos más cercanos. El tema de las nuevas masculinidades es uno de los
que más debate está generando dentro de los feminismos. ¿Se podría hablar sobre
que los hombres no encuentran demasiados modelos de masculinidades no
opresoras?
Curiosamente,
con todo este vuelco neoconservador, vuelve el refuerzo de la masculinidad
tradicional y no solo el de la feminidad tradicional. Hay todo un gran aparato
para reproducirlo. Los medios de
comunicación son clave… series, películas, videojuegos… Y el modelo del héroe
de guerra o el héroe policial es omnipresente. Es el mismo que narró Homero en
la Ilíada, es Aquiles y es Héctor. Sin embargo, se va modernizando, pero sigue
siendo el mismo núcleo, las virtudes de la heroicidad guerrera. Realmente es un
modelo disfuncional si queremos una sociedad igualitaria y en paz. El caso es
que ahora se vuelven a extender los conflictos y la guerra… pero es cierto que
durante la Guerra Fría
este modelo se encontraba más “congelado”. Marina Subirats es una autora que
trabaja mucho este asunto… Sin embargo, la heroicidad bélica se perpetúa y se
perpetúa. Lo mismo ocurre con la feminidad y los medios
de comunicación, ’50 Sombras de Grey’ es un ejemplo paradigmático… La gran
maquinaria mediática multinacional como Fox o Disney recrean una y otra vez,
con pequeñas variaciones, los mismos modelos. Es muy difícil proponer
alternativas porque la hegemonía cultural sigue trabajando para reproducir lo
mismo.
En México,
con la colegas de allí en nuestro proyecto, estamos trabajando mucho en torno
violencia, género y paz. Capitalismo y mafias van aunadas y uno de sus efectos
es la epidemia de feminicidios… Kathleen Barry publicó
en 2010 el libro ‘Unmaking war, remaking men’. Esto es, para deshacer la guerra hay
que, deshacer y luego rehacer a los hombres con otro modelo. Podríamos pensar
que solo es en el ejército, pero no es así. Es el deporte, es la
competitividad, es este afán por las conductas de riesgo… Segato ha venido a
decir que si no cesa la violencia contra las mujeres será imposible la paz.
Como el
típico “no hay huevos”.
(Ríe) Es una
conducta en ocasiones suicida. La masculinidad hegemónica es muy tóxica y
patógena en el aspecto de que necesita estar siempre afirmándose por encima,
especialmente de otros y de otras, pero especialmente de otras. El feminismo ha
hecho mucho en las últimas décadas para deconstruir la feminidad opresiva.
Ahora que se habla tanto de fluidez de género tras la revuelta queer… Pero,
realmente, la reproducción de ese modelo de masculinidad hegemónica está muy
arraigado y ahora se rearma y refuerza. Necesitamos un gran debate… Ahora
abordamos el tema de si un hombre es, o puede ser, feminista, aliado o compañero
de viaje. Todavía no hay un buen ajuste. Yo he tenido mucha suerte con los
hombres de mi vida, pero luego ves las estadísticas y piensas que las cosas han
cambiado muy poco. También con respecto al reparto de cuidados. El cambio
social es muy difícil y duro. Los hombres deberían desafiar el machismo en los
espacios de socialización masculinos, increpar a sus colegas, compañeros y
poner coto a tanto sexismo, un sexismo que se da en todos los ámbitos sociales:
trabajo, familia, deportes…
Dentro de la
crianza mayoritariamente siguen siendo las mujeres las encargadas absolutas.
Sí, igual
que en el cuidado de los mayores. El cuidado es una conducta humana que todos
necesitamos. Un bebé humano sin cuidados no sobrevive. Universalizar el cuidado
y desnaturalizarlo para que no sólo nos toque a las mujeres todavía es una
batalla por ganar. Hemos logrado muchas cosas, pero quedan tantas todavía por
lograr… A veces pienso que la lucha feminista, que sobre todo arranca de la
revolución francesa y del feminismo ilustrado, Mary Wollstonecraft y Olympe de
Gouges, por no citar más que dos, todavía está en pañales. Cambiar mundialmente
una pauta tan atávica y tan arraigada como la patriarcal nos está llevando
siglos.
Tenemos,
asimismo, que tener claro que en el feminismo hay olas y reflujos. Siempre
hablamos de la primera ola, que fueron las sufragistas, la segunda que fue la
de los años 70 y ahora realmente vamos avanzando, no lo podemos negar, pero la
reacción está siendo muy fuerte. (Se queda pensativa) En la Primera Guerra Mundial ,
como no había hombres, las mujeres tuvieron que tomar el mando en la
retaguardia y tenían que conducir el autobús o el tranvía. En los años 20
también se avanzó, por ejemplo el cambio de la vestimenta de las mujeres más a
lo garçon… Y luego mira lo que vino. El ideario de los fascismos fue que la
mujer estaba al servicio de la familia y de la nación. Se avanza, pero
hay que resistir, porque lo que vienen siempre son retrocesos, y luego, volver
a lanzar avanzadillas. La del feminismo es una historia tremendamente dura.
A escala
global, ahora que se está dejando de hablar de igualdad de género para
referirse a liberación de la mujer… Ahora que estamos poniendo las cartas sobre
la mesa sobre los distintos tipos de opresiones, ¿crees que la contrarreacción
que le acontece es potente?
Es muy
potente. Muy potente. Creo que todavía no nos hemos dado cuenta de lo potente
que es. No voy a contar algunas hipótesis que tengo en mente, bastante poco
tranquilizadoras… Pero el ascenso de la ultraderecha en Europa es algo muy
preocupante, como el vuelco de casi todos los procesos en Latinoamérica, el
“no” al proceso de paz en Colombia… Esto tiene una repercusión a escalas
globales. Vivimos en lo transnacional, tanto en el ámbito de los medios de comunicación como de la economía y la
crisis de las izquierdas parece ser realmente aguda.
¿Cómo podría
posicionarse el ecofeminismo en una realidad global tan poco alentadora?
Uno de los
datos más importantes para comprender el presente es el cambio climático, junto
con un capitalismo que no solo ha mutado en lo financiero, sino que está
apostando por un modelo extractivista muy agresivo y aún dependiente de la
minería y las energías fósiles. Es cuestión de supervivencia cambiar el modelo,
porque las inercias son realmente muy poderosas y las propuestas de cambio
necesitan de un impulso.
Esto podemos
verlo claro en Canarias, con el proyecto de Ley del Suelo en el que se
desprotegen muchas zonas naturales. Una nueva sensibilidad acerca de la
pertenencia a la naturaleza, sobre nuestra propia fragilidad o nuestra relación
con los animales está siendo una de las características de la época. Todo este
movimiento se está enfrentando a una reacción que busca la nostalgia, que es
negacionista al seguir creyendo que la naturaleza es ilimitada y por tanto, que
no cese el saqueo. Eso nos lleva directamente al abismo. Uno de los campos de
estudio en los que más estoy investigando ahora son los desplazados
ambientales, realmente refugiados, los que tienen que irse a causa de las
sequías, zonas contaminadas o desertificación. Es un panorama aterrador.
Y aquí,
¿cómo actúa el ecofeminismo?
Básicamente
lo que se plantea es un cambio de conciencia, pensarnos más allá del especismo.
Somos seres interrelacionados, dependientes e interdependientes. Esto debería
llevarnos a reformular la economía de manera más democrática y en armonía con la naturaleza. Eso no
lo permite nuestra actual economía depredadora. Loretta Napoleoni habla de
economía canalla, en el sentido que, tanto, en el lado financiero como en el
relativo a la naturaleza -el extractivismo, el acaparamiento de tierras, la
pérdida de biodiversidad, de suelo…- genera desigualdades, escasez e
insostenibilidad. Todo esto es un reto para las jóvenes generaciones. El
problema que yo veo está ligado a los medios
de comunicación… Ya hablo de narcosis social. El término clásico sería la alienación. Logran
que haya un público interesado en el fútbol o en programas de cotilleo, de
series… pero para un gran sector social no hay ningún tipo de visión crítica o
de problemas sociales. Uno de los grandes temas actuales a los que se enfrenta
la filosofía son los medios de
comunicación. Son controlados por grandes corporaciones y propagan el credo
neoliberal así como eso que ahora llaman postverdad, y que es tan sólo
desinformación y manipulación.
http://www.pikaramagazine.com/2018/02/maria-jose-guerra-palmero
Fuente:
https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2018/02/23/ecofeminismo-por-un-cambio-de-conciencia-pensarnos-mas-alla-del-especismo/
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