Seis falsedades económicas de
la Unidad Ciudadana de Cristina
15 de junio de 2017
El sello con el que se presentaría Cristina Fernández a
las elecciones dio a conocer un documento donde hace una defensa del “modelo” K
y oculta el rol del Frente para la Victoria
en el ajuste.
Por Pablo Anino @PabloAnino
El Frente de Unidad Ciudadana, sello
con el que Cristina Fernández se presentaría a elecciones, hizo público un
documento titulado “Después del engaño y la estafa electoral: la segunda fase
del ajuste”.
Se trata tanto de una buena denuncia
sobre qué quiere hacer Cambiemos como de un ocultamiento del rol que jugaron
diputados, senadores y gobernadores del Frente para la Victoria
(Fpv) para que avancen los planes del Gobierno.
No sólo por el brutal ataque de Alicia
Kirchner a los trabajadores de Santa Cruz, sino también porque diputados y
senadores del FpV, lejos de “frenar el ajuste” al que llama el documento,
votaron leyes clave al macrismo, como la aprobación del pago a los fondos
buitre y el recorte de gastos del Presupuesto 2017.
Destacamos aquí los puntos claves del
documento.
1 - “Recuperar lo perdido: empleo, salario y condiciones de
trabajo."
No hay dudas que los despidos y
suspensiones se han extendido con el macrismo. Y que su política es producir cambios
estructurales en las relaciones laborales. Pero esa verdad no puede conducir a
embellecer las condiciones de trabajo en los gobiernos kirchneristas.
En la “década ganada” el empleo no
registrado (en “negro”) alcanzó a un tercio de los trabajadores. Los “contratos
basura” no desaparecieron mágicamente, como pareciera indicar el documento, y
volvieron a aparecer en la actualidad, sino que, por el contrario, la
precarización laboral superó el 50 % con el Gobierno anterior.
El salario, que se derrumbó luego de la
mega devaluación de Eduardo Duhalde, nunca recuperó plenamente los niveles
previos.
Incluso en los últimos años del
Gobierno de Cristina Fernández el poder de compra de las remuneraciones de los
trabajadores mostraba una tendencia descendente, aunque con oscilaciones
negativas y positivas dependiendo de si el año era electoral o no. El impuesto
al salario es una pesada carga que Cristina rechazó eliminar.
En 2014, con la devaluación que realizó
(o dejó correr) Axel Kicillof el salario real de los sectores de trabajadores
registrados cayó 4,9 %, no mucho menos que el 6,1 % de pérdida del
poder de compra de 2016 con Cambiemos.
2 - “Frenar el aumento descontrolado en los precios de los
consumos populares.”
La inflación pegó un salto durante los
gobiernos kirchneristas erosionando progresivamente el poder de compra del
salario. Tanto que en 2007 Guillermo Moreno impuso la intervención del
Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) para intentar ocultar la
ostensible suba de los precios.
La “sintonía fina” con los Precios
Cuidados también fue un reconocimiento de una inflación conocida por todo el
pueblo trabajador y negada por el oficialismo de entonces.
Los “órganos específicos en la órbita
del Poder Legislativo” que llama a conformar el Frente de Unidad Ciudadana para
regular la formación de precios podrían tener la misma (nula) eficacia que
Guillermo Moreno.
El verdadero control de precios sólo
puede darse a través de comités de trabajadores de la industria de la
alimentación, de los hipermercados y grandes cadenas de comercialización. Son
ellos los que conocen los trucos empresarios y están en condiciones de defender
verdaderamente los intereses de la clase obrera.
3 - “Proteger la industria nacional”
El kirchnerismo declama una política a
favor de la industria que no resiste los registros estadísticos.
No sólo no se crearon nuevas ramas
significativas, sino que la participación de la industria durante el “modelo” K
osciló entre 17 % y 19 % del Producto Interno Bruto (PIB), sin
superar nunca el 19 % que alcanzó con el menemismo.
Lejos del relato, el extractivismo
sojero y minero crecieron exponencialmente. Monsanto y la Barrick Gold pueden
dar testimonio.
Las economías regionales, que ahora
dicen defender los K, llegaron con los pequeños productores en crisis en la
mayoría de las provincias hacia el final del mandato de Cristina.
Es verdad que el macrismo amplió la
apertura económica facilitando el ingreso de productos importados, pero la
estructura económica atrasada y dependiente del país se mantuvo inalterada
durante la “década ganada”. Como afirman los especialistas Andrés Wainer y
Martín Schorr, se trató de un "modelo" de concentración y extranjerización de la economía.
4 - “Poner fin al saqueo tarifario y defender a las
empresas públicas nacionales.”
Los siderales subsidios que otorgó el
kirchnerismo a las empresas públicas privatizadas fue una forma de sostener sus
enormes ganancias. Los subsidios también fueron un mecanismo para abaratar los
gastos de energía eléctrica y gas de las empresas. No sólo eso. Además
permitían abaratar el “costo” de la fuerza de trabajo conteniendo los reclamos
salariales.
El kirchnerismo nunca cuestionó el
esquema privatizador menemista en beneficio de Edenor, Edesur, Telecom, Telefónica,
las concesiones ferroviarias y tantas otras empresas.
Ahora dice que “Se impulsará una ley de
declaración de emergencia y revisión tarifaria nacional de servicios públicos,
fijando valores razonables, equitativos y justos para las tarifas, que se ajustarán
con un techo dado por la variación de los salarios”.
Lo que corresponde al pueblo trabajador
es pelear por la reestatización sin indemnización de todas las empresas y
concesiones para establecer tarifas populares o gratuidad para los que no
puedan pagar los servicios públicos que deberían ser de acceso universal como
un hospital, una escuela o una plaza.
AySA y Aerolíneas fueron reestatizadas
por el Gobierno kirchnerista cuando las concesionarias prácticamente le tiraron
las empresas por la cabeza el Estado.
En el caso de YPF, además de haber
apoyado su privatización en los ’90 (recordar que Oscar Parrilli fue el miembro
informante en el Congreso), los Kirchner recurrieron a la nacionalización
parcial de sus acciones como último recurso luego del fracaso de la
“argentinización” en manos de la familia Eskenazi , que no desembolsó nunca un
centavo para manejar la principal petrolera del país.
Axel Kicillof indemnizó a Repsol con
unos U$S 10 mil millones en agradecimiento al saqueo. Para coronar, el exministro
de Economía hizo un pacto neocolonial con Chevron para explotar Vaca Muerta.
5 - “Defensa del sistema de seguridad social y devolución
de derechos a jubilados y pensionados”
No hay dudas de que la “reparación
histórica” es una estafa a los jubilados, que en muchos casos pierden el acceso
a prestaciones del PAMI, y que los planes del macrismo contemplan avanzar en
elevar la edad jubilatoria como así también volver a un esquema de
privatización del sistema. Tampoco hay dudas que esa “reparación” y el “blanqueo”
contó con votos de senadores del FpV y de una parte de sus diputados.
Cristina Fernández negó
sistemáticamente el 82 % móvil del salario activo a los jubilados como así
también evitó el pago de sentencias judiciales.
Ahora el documento del Frente de Unidad
Ciudadana celebra que “En el último año del Gobierno anterior, la jubilación
mínima había alcanzado un récord absoluto que constituyó un verdadero hito
histórico: llegó a representar el 81% del Salario Mínimo Vital y Móvil”.
No es otra cosa que una miseria. En la
actualidad significaría una jubilación mínima de $ 6.609 para más del 70 %
de jubilados que cobra la mínima mientras la vigente es de $ 6.395. Para los K
¡Unos $ 214 de diferencia constituyen un "verdadero hito histórico"!
Además, el kirchnerismo evitó reponer
las contribuciones patronales a los niveles previos a los noventa, dejando
intactas las desgravaciones de Menem.
El Fondo de Garantía y Sustentabilidad
(FGS) de la ANSES en manos de los K se utilizó, no para mejorar el ingreso de
los jubilados, sino para pagar deuda pública y financiar empresas privadas.
6 - “Parar la bola de nieve del endeudamiento externo y la
‘bicicleta financiera’. Revisar la deuda contraída."
El Gobierno de Néstor Kirchner canceló
anticipadamente al FMI una deuda de U$S 10 mil millones. También reestructuró
la deuda pública con la complicidad del ahora massista Roberto Lavagna: eso
significó ganancias de hasta 300 % para los “buitres buenos” que aceptaron
el canje.
La misma operación la repitió Amado Boudou
en 2010. La J.P. Morgan
junto a otros grandes bancos, antes como ahora, actuaron como intermediarios
del capital financiero internacional.
Los “pagadores seriales”, como
autodenominó Cristina la política de desendeudamiento, cancelaron unos U$S 200
mil millones de deuda a favor de los especuladores.
El camino de vuelta a los “mercados”
fue iniciado por Axel Kicillof con el pago de los fallos del Ciadi (un tribunal
imperialista que funciona dentro del Banco Mundial) y el acuerdo con el Club de
París, reconociendo en este último caso una deuda gigantesca que superaba
ampliamente los registros del Ministerio de Economía.
Además, a través de la Ley de Pago
Soberano intentó un acuerdo con los buitres que finalmente fracasó.
Los “pagadores seriales” nunca
investigaron nada como propone ahora el Frente de Unidad Ciudadana. Pagaron sin
chistar. La deuda externa es un mecanismo histórico de expoliación del capital
financiero internacional. No hay que pagarla.
Fuente: http://www.laizquierdadiario.com/Seis-falsedades-economicas-de-la-Unidad-Ciudadana-de-Cristina
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