Reclamos por la avanzada en la
explotación de litio
“No comemos baterías”
16 de febrero de 2018
Por Darío Aranda
En Jujuy habilitaron la minería en
zonas de comunidades que no fueron consultadas. En Catamarca, se triplicó la inversión. Las
asambleas denuncian impacto ambiental y riesgo del agua.
“Oro blanco”, bautizaron al litio,
mineral que se utiliza en baterías de celulares, computadoras y autos
eléctricos. Científicos, funcionarios, empresarios y periodistas llaman a
explotar esa “riqueza natural” presente en las salinas de Jujuy, Salta y
Catamarca. Pero no tienen presente que allí viven comunidades indígenas con
derechos sobre esos territorios y vecinos que rechazan la minería por sus
impactos ambientales y sociales.
La explotación de litio forma parte del
modelo extractivo, junto a la megaminería metalífera (oro, cobre, plata, plomo,
entre otros), agronegocio, petróleo y forestales. Aunque suele publicitarse
como “energía limpia”, su extracción implica sobreconsumo de fuentes de agua y
uso de químicos contaminantes.
El jefe de Gabinete, Marcos Peña,
anunció en diciembre pasado que existen 63 proyectos mineros de litio. Según su
informe de gestión ante la Cámara de Diputados, Salta cuenta con 29 proyectos,
Catamarca y Jujuy tiene trece cada una. Le siguen San Luis (cinco), La Rioja
(dos) y Córdoba (uno).
“Desde 2010 el Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) trabaja en la
industrialización y el aprovechamiento del litio. La eliminación de las retenciones
a la minería y el reintegro a las exportaciones son medidas que ayudan a
potenciar la producción de litio”, destacó Marcos Peña.
En Salta avanza la mina Salar de Rincón
(de la
canadiense Enirgi Group ) y el proyecto minero
Centenario-Ratones (de la
francesa Eramet ). En Jujuy funciona la explotación de litio
Olaroz, en manos de la
australiana Orocobre , junto con Toyota y el gobierno de
Jujuy. También está avanzado el proyecto Caucharí de las compañías Sociedad
Química y Minera de Chile y de la canadiense Lithium
Américas. El gobernador Gerardo Morales viajó la segunda
semana de enero a Emiratos Árabes, donde difundió ante empresarios las ventajas
que ofrece para la megaminería.
Uno de los mayores focos de resistencia
se encuentra en las Salinas Grandes (Jujuy y Salta), lugar de vida, trabajo y
cultura de los pueblos indígenas Kolla y Atacama. “No comemos baterías. Sin
agua no hay vida”, explican desde la Mesa de Pueblos Originarios de la Cuenca
de la Laguna
Guayatayoc y Salinas Grandes, integrada por 33 comunidades
indígenas.
Las comunidades brindaron peritajes que
confirman la contaminación en la fase de exploración. Destacan la vigencia del
Convenio 169 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) y de la
Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, por
los cuales se debe consultar a las comunidades indígenas por cualquier acción
que pudieran afectar los territorios indígenas.
Las comunidades iniciaron una causa
judicial que en 2012 llegó a la Corte Suprema de Justicia, pero el máximo
tribunal desoyó los derechos indígenas por cuestiones formales. La causa
tramita en la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
“Para funcionarios y empresarios las
salinas son un simple recurso a explotar y obtener rentabilidad. Para nosotros,
pueblos originarios, nuestra salina significa la vida misma”, alertó Clemente
Flores, de la Mesa de 33 comunidades. Y advirtió que el Pueblo Kolla y Atacama
resistirá cualquier avance extractivo sobre los territorios indígenas.
En Catamarca funciona desde hace dos
décadas la explotación de litio “Salar del Hombre Muerto”, en Antofagasta de la
Sierra, en manos de la empresa estadounidense FMC Lithium. Datos oficiales de
la Secretaría de Minería de la Nación reconocen que Catamarca recibe de
regalías sólo el 1,6 por ciento de la facturación de la empresa. De cada 100
dólares que FMC Lithium se lleva de litio (recurso no renovable), sólo deja 1,6
dólar.
El Proyecto Tres Quebradas abarca 30.000 hectáreas
ubicadas en la cuenca de la Salina de la Laguna Verde. Pertenece
a zona de la Cordillera de los Andes catamarqueña, en un ambiente glaciar y
periglacial.
Desde la Asamblea, que integra la organización Pucará
(Pueblos Catamarqueños en Resistencia y Autodeterminación), destacan que
Fiambalá no es un pueblo minero, sino zona de agricultura, conocida por sus viñedos,
y en los últimos años por el turismo (termas, dunas, montañas).
Un punto crucial de la minería de litio
es el sobreconsumo de agua. Lis Sablé, de la Asamblea de Fiambalá, detalló que
el informe de impacto ambiental de Liex carece de estudio hidrogeológico y que
fue aprobado sin contar con el inventario de glaciares y ambiente periglaciar,
según lo requiere la Ley
Nacional 26.639.
Empresas y Gobierno prometen cuidado del ambiente, trabajo y
desarrollo local. Con dos décadas de experiencia minera (Salar de Hombre Muerto
y Minera Alumbrera), la Asamblea Fiambalá Despierta no duda: “No queremos
megaminería del litio en nuestro territorio”.
https://www.alainet.org/es/articulo/191069
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