La discusión y
alcances del 21F
26 de febrero de 2018
Por Julio C.
Gambina (Rebelión)
El 21F
trajo polémica, ninguneos y expectativas diversas. En sí mismo es un gran
acontecimiento, por lo que se dice, por lo que se oculta, por lo que genera a
izquierda o a derecha.
No se puede
ser indiferente ante un acto masivo, diverso y plural en sus motivaciones,
discursos, convocantes en el palco, y participantes en la calle, no todos (como
identidad) en el escenario, e incluso con relativa autonomía en sus presencias
(parte de la izquierda partidaria).El acto principal se desplegó en la Capital del país, pero se concretó federalmente en varias ciudades, expresando arcos sociales y políticos no necesariamente igualables.
No todos los sujetos individuales o colectivos interpelados fueron parte de
La movilización fue más allá de los propósitos sustentados por los originadores de
Nadie pudo quedar al margen, incluidos críticos por derecha o izquierda. He ahí la importancia de la iniciativa, que modifica el escenario más allá de cualquier propósito de los variados que inspiraron el
¿Para qué sirven las marchas y concentraciones, la del 21F en particular? Era un
interrogante previo y posterior al acontecimiento.
Una primera aproximación podría ser que la utilidad es habilitar
un debate sobre la política e iniciativa gubernamental, e incluso de los
críticos por derecha, pero también sobre el accionar y pensar de opositores y
más allá, en el intento por superar discusiones coyunturales y de corto plazo
para avanzar en la profundidad de proyectos de civilización alternativa.
Además del debate pone en dinámica la construcción de
subjetividades detrás de variados proyectos. Algunos imaginan el comienzo de un
frente electoral anti Macri, claro que habrá que ver quien lo define en su
dirección, tema en disputa entre sectores tributarios del peronismo y /o del
kirchnerismo, que no son lo mismo. Otros rumbean por el proyecto de un frente
socio político para acumular fuerza en un debate sobre la sociedad actual y una
perspectiva diferente, de crítica al modelo social, cultural, productivo y de
desarrollo.
La ruptura de la bipolaridad del sistema mundial en los 90 del siglo pasado puso en discusión el orden social y mientras los de arriba discuten como reorganizar la sociedad, la economía, la política, las ideas y los sentidos comunes, los de abajo, con efecto de retraso, también protagonizamos debates y experiencias, entre ellas, las que definen la unidad de acción, no la de las palabras grandilocuentes, sino las de la realidad tal y como es, con sujetos y proyectos reales y no imaginarios.
La situación económica en la trastienda
El trasfondo de la discusión pasa por la situación de
Se argumenta que la pobre perfomance del 2016/17 es una cuestión relativa a la herencia recibida. Un discurso que pierde densidad mientras corre el tiempo.
Luego de dos años de gobierno queda claro que la disminución de la
pobreza es una quimera, y que además, es un tema estructural que se arrastra ya
por varias décadas y atraviesa a varios gobiernos constitucionales.
El
crecimiento económico se mide por el Consumo, la Inversión y el saldo favorable
de la Balanza de Pagos. Este último es negativo, casi 8.500 millones de dólares
en 2017 y los 1.000 millones de dólares de déficit de enero auguran una cifra
en torno a los 10.000 millones de dólares o más para el 2018. Está claro que la
política económica de la Argentina favorece la producción externa, de donde
provienen los bienes o servicios que explican esos negativos datos y que
aportan al balance del crecimiento macroeconómico.Ni hablar del Consumo, que puede crecer por la compra de automotores, que no explica la satisfacción de las necesidades de la mayoría de la población, especialmente la de menores ingresos. Incluso el boom de la construcción se asocia al repunte de financiamiento que no alcanza a la mayoría de necesitados de vivienda, sino a quienes tienen capacidad de pago de préstamos hipotecarios indexados, o a quienes mantienen una lógica de preservación patrimonial invirtiendo en ladrillos.
El consumo popular no progresa más allá de ciertos límites y lo que se despliega es el consumo suntuario o de sectores
La Inversión no es el fuerte de la burguesía local y por eso se pretende la de origen externo, demorada en los niveles necesarios para la reactivación de la actividad económica. Así y todo es el Estado el que invierte y la obra pública aparece asociada a desplegar una infraestructura para el aterrizaje de inversores externos que otorguen viabilidad al capitalismo local.
Pese a la realidad, el gobierno augura 20 años próximos de
crecimiento de la economía local, sustentado en financiamiento externo, por lo
menos hasta el 2021, tiempo de otro ciclo de gobierno, con Cambiemos u otra
opción en la gestión. Un
futuro cercano de hipoteca pública que se orienta en la recurrente dependencia
financiera de la Argentina y la subordinación a la lógica de la especulación
que domina el capitalismo contemporáneo.
La economía argentina puede crecer, pero poco se discute de los beneficiarios del
fenómeno, mucho menos de los perjudicados. El gobierno relata sus propósitos
con una lógica difundida por los principales medios
de comunicación sobre que lo que se hace es lo único posible y lo normal para
este tiempo.
Se trata de un tiempo de ofensiva del capital sobre el trabajo, la
naturaleza y la sociedad, por eso las reformas previsionales y laborales, por
ahora demorada a espera de condiciones adecuadas, sin perjuicio de tope a las
paritarias y ajustes diversos sobre el precio de la fuerza de trabajo o el
costo laboral de las empresas públicas y privadas.
Pero también un tiempo para la promoción de un modelo productivo
de monocultivo, de agro negocio, con súper explotación minera o petrolera aún a
costa del agua y los bienes comunes. La necesidad del capitalismo mundial con
consecuencias depredadoras sobre el medio ambiente poco importa, mientras se
genere riqueza para el gran capital y los inversores externos.
La promoción del consumismo es la forma de subordinar a la
sociedad a la lógica del capital, por eso la subsunción es del trabajo en el
capital, pero también de la naturaleza y de la sociedad.
Animarse a protagonizar
Es real que hay incertidumbre sobre el presente y el futuro. Muchos se muestran sorprendidos porque los pobres voten a los ricos y consensuen el ajuste propio y la concentración de riqueza y poder, cuando en realidad, el capitalismo moldea la democracia con intervenciones intelectuales mediadas por el accionar de la comunicación privatizada y monopólica.
Desde el poder se ejerce un discurso dispersado por los
Por eso el desafío apunta a construir nuevos imaginarios,
alternativos, que acumulen fuerza ideológica y argumentada para otra sociedad
sustentada en la satisfacción de las necesidades y no en la ganancia, la
acumulación y el individualismo del sálvese quien pueda.
Nada de ello será posible sin construir sujetos colectivos
conscientes detrás de un programa que proponga hacer algo distinto a lo
conocido, basada en la solidaridad social que atienda insuficiencias de
necesidades sociales pensando en los más afectados, en la pobreza estructural y
no sólo de ingresos.
Sólo desde esa conciencia colectiva se puede
organizar a la sociedad y disputar sentido común para construir otra realidad,
transformando la actual de concentración y centralización de la riqueza y el
poder.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=238354
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