Hermana
de desaparecidos | CeProDH | @Gloria_Pages
Viernes 1ro de septiembre
Entre Cristina Fernández de Kirchner y Patricia Bullrich hay
muchas diferencias, pero comparte la buena estima que tienen a la Gendarmería. Una
fuerza genocida formada en la Escuela de las Américas, donde se forman los
asesinos y genocidas. Para
conocer más sobre la historia de esta fuerza, continuamos con las
investigaciones que venimos publicando en este diario que ya difundimos .
El gobierno de
Cristina de Kirchner resolvió el conflicto de los sin techos militarizando los
barrios populares. La creación del Ministerio de Seguridad al mando de Nilda
Garré, fue una respuesta reaccionaria a la ocupación del Parque Indoamericano,
cuando más 1.400 familias sin techo reclamaban el derecho a la vivienda. Tres
personas fueron asesinadas por la tarea conjunta de la Federal y la
Metropolitana. Después del
conflicto del Indoamericano lanzaron los operativos Centinela y Cinturón Sur.
Un plan de ocupación con gendarmes y prefectos en el conurbano bonaerense y la
zona sur de los barrios porteños, para ejercer la función de policía y
desplazar a las desprestigiadas Bonaerense y Federal. Pero sobre todo con el
objetivo de aumentar el control, la persecución y la represión contra
habitantes de los barrios humildes. Y para esto la Gendarmería utilizará
idéntico protocolo de represión, ¿el saldo? un sinfín de casos de pibes
asesinados o torturados por esta fuerza que tanto defienden Cristina de
Kirchner como Patricia Bullrich.
Operativo
Centinela y Cinturón Sur
En 2010, mientras
Nilda Garré estaba al frente del Ministerio de Seguridad, la presidente Cristina
Kirchner por decreto, ordenaba el plan Operativo Centinela,
éste plan llevó efectivos de la Prefectura Naval y la Gendarmería a todo el
conurbano bonaerense.
Al año siguiente, en
julio de 2011, se ponía en marcha el Plan Unidad Cinturón Sur a través de otro
decreto presidencial. El mismo, se basaba en la presencia de más de 9.000
gendarmes instalados en los barrios más humildes del conurbano cercaron los
alrededores de villas como Fuerte Apache y La Cava, hostigando a los sectores
más desposeídos que residen en zonas “calientes” como la villa 1.11.14 del Bajo
Flores y la villa
Rodrigo de La Boca, área bajo dominio de la Prefectura.
También, desde el
Ministerio de Seguridad de la Nación, desplegaron gendarmes en otras ciudades
como Rosario, Santa Cruz, Chubut, en las líneas del ferrocarril Sarmiento y
Mitre y en las rutas nacionales. La Gendarmería Nacional
Argentina (GNA) se convirtió así en la fuerza preferida
también por el kirchnerismo. La
corrupción y la brutalidad policial van de la mano. Casos como los
de Luciano Arruga se extiende a todo
el país. Esto explica, en parte, cierto consenso que despertó en su momento la
presencia de la GNA entre los mayores.
Sin embargo, a partir
de estos planes la Gendarmería y Prefectura irrumpieron, como podía ser de otro
modo, en la práctica del gatillo fácil, sumándole así más experiencia a su
currículo represor, en el que contaba con especializaciones en torturar durante
la dictadura (una práctica que nunca abandonaron como veremos más adelante), y
en los gobiernos constitucionales a la represión, le agregaron la infiltración
y el espionaje a mnaifestantes como el Proyecto X.
El despliegue de las
fuerzas de seguridad en las ciudades forma parte de la vida cotidiana.
Patrullajes con armas largas. Razzias en los colectivos. Ingreso de fuerzas
federales a escuelas o universidades. Todo esto en nombre de la seguridad. Los resultados lo desmienten. Sólo
entre 2013 y 2014, la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) pudo
registrar 42 denuncias contra la GNA por detenciones ilegítimas en las garitas
y, en el 86% por ciento de los casos, las víctimas fueron niños, niñas y adolescentes.
Además, de acuerdo a relatos recabados, se supo que en ese período los
gendarmes torturaron e incomunicaron, por lo menos, a 53 personas. Y cerca de
100 jóvenes fueron asesinados en todo el país por el gatillo fácil de esta
fuerza de ocupación barrial.
Es así como gendarmes
y prefectos, que hoy comparten el control territorial con las policías,
irrumpieron en el ámbito del gatillo fácil. Mientras que el crimen organizado
se mantiene en pie, porque justamente están integradas las fuerzas de seguridad. Veamos un ejemplo. En septiembre del
año pasado llegó a la Ciudad de Rosario más de 1500 miembros de Gendarmería
Nacional llegarán, supuestamente para “combatir el delito”. Sin embargo cinco
efectivos de la fuerza fueron detenidos por conformar una banda delictiva. La
banda de los “boqueteros” realizaba robos. Operaba en la zona de Pompeya, en la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires. El cabecilla de la banda había sido exonerado por un delito
previo, el resto estaban en función, destinados al control de la zona donde
realizaban su actividad criminal. Esta
fuerza de seguridad fue elegida para controlar el territorio rosarino,
contrarrestando el peso de la Policía santafesina, duramente cuestionada por
corrupción y complicidad con el narcotráfico.
Si a este episodio se
le suman los cientos de denuncias que tienen en las fronteras del país los
gendarmes, involucrado en cuanto tráfico ilegal hay, se podrá entender que la
buena imagen que tienen ante la población fue solo momentánea. Ni bien pisan
nuevos “territorios”, aparecen las denuncias y las violaciones a las libertades
democráticas.
Cambiemos
apuesta a la continuidad
Bajo el Gobierno de
Cambiemos, el 29 de enero de 2016, los gendarmes del Plan Cinturón Sur
arremetieron a balazos de goma y plomo contra los integrantes de una murga de
la Villa 1-11-14. Once personas resultaron heridas, entre ellas varios niños.
Sobre ese hecho, el
director de los gendarmes, José Otero, quien integra la fuerza desde la
dictadura, negó lo ocurrido mientras que la ministra de Seguridad, Patricia
Bullrich, subió fotos a las redes sociales junto a efectivos supuestamente
heridos. Nuevamente la ministra mintió para proteger a la gendarmería, como hoy
lo hace ante la desaparición forzada de Santiago Maldonado.
En octubre del año
pasado, en la legislatura porteña se realizó una conferencia organizadas por la Red de Organizaciones Contra la
Violencia Institucional y
de la que participó el legislador Patricio del Corro (PTS FIT). Allí se
denunció el accionar de esta fuerza en conjunto con la Policía y la Prefectura
en las zonas más vulnerables de la Ciudad de Buenos Aires.
El 7 de junio de este
año gendarmes y policías de la Ciudad ingresaron armados a la Universidad
Tecnológica Nacional. Ingresaron a los baños públicos,
hicieron compras en el buffet con sus respectivas armas. Este accionar va
contra la Ley de Educación Superior Nº 24.521 sancionada y promulgada en 1995,
que establece que "la fuerza pública no puede ingresar en las
instituciones universitarias nacionales si no media orden escrita previa y
fundada de juez competente o solicitud expresa de la autoridad universitaria
legítimamente constituida". En este caso, el único objetivo es amedrentar
a los estudiantes.
El 13 de julio de 2017
efectivos de la
Gendarmería Nacional rodearon la planta de la empresa PepsiCo Snacks ,
ubicada en la localidad bonaerense de Florida, donde despidieron a 700
personas, para desalojar a los trabajadores que reclamaban su reincorporación.
Hubo heridos y detenidos. Horas más, a través de un vídeo se vio como los
gendarmes se retiraban con "bolsas de Pepsi".
Hace dos días, en la
localidad bonaerense de Moreno, en el marco del amplio repudio que hay contra
esta fuerza por la desaparición forzada de Santiago Maldonado, Gendarmería
irrumpió en la protesta que se estaba llevando adelante en la escuela Media N ° 6
Juana Azurduy, intimidando a docentes y estudiantes en una toma pacífica.
Además filmaba a los presentes y les solicitaba que se identifiquen. La expresidenta
Cristina Fernández podrá decir que "la Gendarmería que
está hoy, es la misma que estaba en el 2015. Cambió el que le da las órdenes,
porque las fuerzas reciben órdenes. A Dios lo que es de Dios, al César lo que
es del César", y la ministra de Seguridad podrá repetir incansablemente
que confía en esta fuerza porque ya no es la misma de la dictadura.
Lo cierto es que su
papel, como parte del aparato represivo del Estado capitalista, es el empleo de
la fuerza contra los que se rebelan. Son entrenados y formados en una ideología
y una disciplina que justifica defensa del capital y los terratenientes. La
desaparición de Maldonado se inscribe en esta función.
https://www.laizquierdadiario.com/Gendarmeria-con-gatillo-facil
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