Carta abierta a la
primera ministra del Reino Unido
puso en marcha la limpieza étnica de
Palestina
8 de noviembre de 2017
Por Rana Askoul (Mondoweiss)
Traducido del inglés para Rebelión por J.M.
Estimada señora May,
Estuve en Londres para una visita de verano
hace unos años. Después de un largo día, me dirigí a Pret a tomar una taza de
café y un falafel enrollado. A los pocos minutos, cuando
estaba a punto de comer mi falafel,
un hombre sentado a mi lado comenzó una conversación conmigo sobre el clima.
Cuando llegamos a la parte de la conversación en la que le dije que estaba en
Londres solo de visita, me preguntó de dónde era. "Palestina", dije.
"Me gustan los palestinos",
respondió. "¿Pero sabe qué pasa con los palestinos?", siguió.
"¿Qué?", Respondí, curiosa sobre lo que estaba a punto de compartir.
"El problema es que los palestinos no pueden seguir adelante.
Lo que sucedió ha sucedido, ¿pero qué van a hacer a continuación y cuándo
comenzarán a mirar hacia el futuro, en lugar de seguir atrapados en el pasado?”.
No le respondí entonces, pero le prometí que le consagraría un pensamiento.
Nunca pensé en esa conversación hasta hace
poco. En realidad, específicamente hasta hace cuatro días. Vea, señora May,
este pasado 30 de octubre marcó el 69 aniversario de la caída de mi pequeño
pueblo de Palestina -Suhmata- a manos de la brigada Golani. Con
poco más de 1.300 habitantes en aquel momento, una mezquita, una iglesia y dos
escuelas, el pueblo fue primero bombardeado. Poco después Suhmata fue capturado
por la brigada de infantería Golani. Mataron a algunos de los aldeanos, mis
parientes maternos y dieron la opción a las personas restantes de quedarse y
morir o marcharse.
En ese momento mi padre era un bebé de dos
meses. Mi abuela paterna, una joven de 22 años, lo mantuvo cerca de su pecho
mientras daba los primeros pasos en su fatídico viaje de desplazamiento de por
vida. Durante los siguientes dos días caminó desde las afueras de Acre, en
Palestina, hasta Tiro, Líbano. En un momento durante el viaje su bebé, mi
padre, comenzó a llorar incesantemente. Temerosa de que sus estridentes
chillidos pudieran atraer a las milicias invasoras a su escondite –poniendo
potencialmente en peligro las vidas de todos- el grupo, para desesperación de
mi abuela, consideró bajar al bebé, mi padre, a un pozo cercano y dejarlo
atrás. Tal vez sintiendo la gravedad de la inminente decisión, mi padre dejó de
llorar y llegó al sur de Líbano con el resto del grupo.
Mi abuela, como los otros cientos de miles de
desplazados palestinos de entonces, vivió en una tienda de campaña durante los
siguientes 2 años y luego en varios campos de refugiados en el Líbano por el
resto de su vida, hasta que falleció. De la noche a la mañana un terrateniente
se convirtió en un refugiado anónimo que vivía en una pobreza extrema. Ella
soportó años de hambre, humillación, miedo y persecución. Cuando murió, y
debido a su condición de refugiada, sus hijos tuvieron que obtener un permiso especial
para su parcela en un pequeño cementerio. Vivió su vida ordenada por permisos
especiales que incluso en la muerte estuvieron presentes.
Heredé la tez oscura de mi abuela y su actitud
tranquila. Heredé su estado de refugiada. Heredé aspectos de su miedo,
recuerdos y trauma, todos los cuales a veces siento como si estuvieran
incrustados en la estructura misma de mis células y en las mismas huellas de mi
ADN. Esta no es solo otra historia imposible de rastrear en algún libro de
historia. Es parte de mi relato, mi historia y mi presente personal.
Y no es sólo mi relato personal, mi historia personal y mi
presente personal. Este es un relato colectivo, una historia y un presente
colectivo, todo amplificado cada vez que me encuentro con un palestino. Porque cuando
lo hago hay una conexión instantánea en el dolor, recuerdos reflejados y
células que reconocen una estructura idéntica, esculpida por las manos del
miedo y el trauma.
Entonces, en su opinión, Señora May, ¿cómo
podemos los palestinos salir adelante? A nivel individual, el proceso de
recuperación está profundamente arraigado en nosotros intentando volver a ser
completo. Como probablemente no tenga la menor idea, le explicaré más a fondo.
Esto significa remendar grandes porciones de nuestro propio ser, luchando con
la confusión sobre la
identidad. Significa invitar a estos recuerdos, miedos y
traumas para que puedan ser escuchados, respetados y finalmente, con suerte,
desesperadamente liberados. Significa enfrentar las consecuencias de ser
apátrida, la pobreza, la discriminación y la inseguridad en todos los niveles y
decidir en todo momento, en cada giro y en cada esquina, continuar.
Pero también significa la necesidad de reparar
la ruptura sistemática que permanece, hasta hoy, sin resolver. Significa poner
fin a una ocupación que se apodera de los corazones y las almas, así como de
las tierras. Significa garantizar los derechos humanos fundamentales de la
ciudadanía y de vivir con dignidad, igualdad y libertad. Significa abrir
caminos hacia la conexión y la reconciliación.
Señora May, mi hijo de dos años tiene la
costumbre de tirar del pelo a su hermana si ella lo molesta. Actualmente estoy
experimentando formas de ayudarlo a comprender la necesidad de disculparse.
Decir perdón cuando has herido a alguien parece no solo enseñar a los niños la
valiosa habilidad social de hacer las paces, sino que también ayuda a ponerlos
en el camino de deshacer sus errores, asumir la responsabilidad de sus acciones
y practicar la humildad y la empatía.
Oí que celebraría el centenario de la declaración Balfour
con "orgullo". Me han dicho que también dijo que será consciente de
las sensibilidades que algunas personas tienen sobre la declaración Balfour
y que hay más trabajo por hacer. Orgullo, sensibilidades, algunas personas, más
trabajo. En mi mente me imagino que está de pie frente a mi abuela paterna
mientras caminaba en su viaje de Palestina al Líbano en 1948 estrechando a mi
padre bebé contra su pecho. Veo que pronuncia estas palabras para ella.
Orgullo, sensibilidades, algunas personas, más trabajo. Parece que la señora May , tampoco
tiene la menor idea de cómo podemos los palestinos salir adelante. Parece que la señora May también, al
igual que sus predecesores, ha elegido la opción más fácil, ir por sobre los
derechos. Al parecer, señora May usted también necesita una lección sobre por
qué tenemos que disculparnos cuando hemos hecho algo mal.
Rana Askoul es una escritora basada en
el Medio Oriente que se enfoca en temas de mujeres, identidad palestina,
derechos humanos y defensa del cambio social en la región. También es
la fundadora de una iniciativa de empoderamiento de las mujeres que aboga por
el empoderamiento de las mujeres y sus derechos en la región. @ranaaskoul.
Esta traducción se puede reproducir
libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la
traductora y Rebelión como fuente de la traducción.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=233784
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