Políticas públicas en
cultura y comunicación
El poder de planificar
la descolonización
11 de noviembre de 2017
Por Fernando Buen Abad Domíngues (Rebelión/ Instituto de Cultura y Comunicación UNLa)
Sin estar vencido el Estado burgués está agotado. En sus propias
contradicciones el aparato jurídico-político ideado para configurar a las
sociedades, con su ideología y sus herramientas “rectoras” de la acción pública
y del Gobierno, todavía trata de defenderse imaginando innovaciones en materia de “políticas públicas” y
pretendiendo una ciencia del Estado para darse sobre-vida bajo el modelo
económico-social neoliberal de tipo “pos-estatal”. En semejante contradicción
les urge una “nueva forma de gobierno” adaptada a sus estertores y agonías. El
Estado burgués, que se supuso garante de derechos (Estado de Derecho) queda en
la miseria de sí mismo con las tesis neoliberales que quieren desterrarlo de
sus reinos y responsabilidades históricas. Se
ahogan sus instituciones bajo la acción del “mercado” dispuesto a regir los
destinos de la sociedad (con un Estado delgado o ausente) que desespera ante
las crisis de gobernabilidad capitalista. Agoniza el Estado
mientras “lo público” está más vivo. Cultura y Comunicación son factores
demasiado serias para dejarlas en manos de los Gobiernos. Alerta con quienes se
disfrazan de “independientes” para hacer de Cultura y Comunicación otro
negocio.
Una parte del problema es quedarse en la
confusión de que las Políticas de Cultura y Comunicación (sin dividirlas) bajo
el control del Gobierno, no se distingan de las políticas de Cultura y
Comunicación públicas. El Gobierno, bajo el capitalismo, tiene por finalidad
usar todos los medios para
garantizar que no colapse “el sistema”. Vigilarnos para paliar los miedos de
los poderes fácticos y vivir de eso. Pero hay iniciativas “públicas” como lo
son algunos “Movimientos Sociales” empeñados en imprimir marcas históricas
nuevas, democratizando los medios de
producción cultural y comunicacional. Es indispensable estar alertas con los
espejismos “democráticos” con que se camuflan las llamadas “redes sociales” (de
propiedad privada) y su tecnología arrolladora. Diferenciarlos de los llamados
“Sistemas de Medios Públicos” que suelen ser en realidad gubernamentales. Hay
que tener cuidado con esta distinción teórica y práctica. Y no convertir los
derechos -adelgazados por el neoliberalismo- en negocios.
Este no es un debate nuevo pero es un debate
que crece en su vigencia. Especialmente cuando se agudizan las urgencias por
encontrar modelos de lucha contra la hegemonía tecnológica y semántica y sus
agresiones a los Estados Nacionales obedeciendo el dictado imperial de de
Estados Unidos. Lo advirtió el “Informe MacBride”, en 1980, mientras denunciaba
cómo los mercaderes de la información son los mercaderes de un sistema
económico e ideológico en decadencia radicalmente contrario al empoderamiento
de colectivo. Por eso es que urge tomar conciencia de la importancia de
democratizar los medios de
producción cultural y de comunicación. Impulsar una etapa nueva sin la
exclusividad de la propiedad privada ni de la gubernamental. “Un Solo Mundo
Voces Múltiples”.
Con independencia relativa de los Gobiernos
los pueblos deben desarrollar y ejercer si derecho a la Cultura, a la
Información y a la Comunicación, tienen que exigir su derecho y su
responsabilidad a participación en la creación de otra Cultura y Comunicación.
No hay democratización posible sin una actitud participativa y hay cada vez más
conciencia de que el poder de la Cultura y la Comunicación no puede seguir
delegado en Gobiernos ni Empresarios incluso cuando algunos Gobiernos han dado
pasos revolucionarios o progresistas de gran significación para sus pueblos.
Ahí, con más ganas. “ No es lo
mismo hablar de Revolución Democrática que de Democracia Revolucionaria. El
primer concepto tiene un freno conservador; el segundo es liberador ” Hugo Chávez. Urge ir a un Nuevo
Orden Mundial de la Cultura, la Información y la Comunicación. Sin
capitalismo.
Ya no es posible el debate sobre la Cultura y
la Comunicación sin decidirse a tocar intereses ideológicos y económicos
porque está en juego la identidad colectiva, la conciencia sobre la realidad y
nuestro papel frente a ella. “En la demora está el peligro”. Especialmente
porque el debate supera los intereses minoritarios de la actividad empresarial
para hacer visibles los intereses colectivos en materia de Cultura,
Información, Educación y esparcimiento des-mercantilizados. Ya no podemos caer
en la trampa de pensar que defender una Cultura y una Comunicación emancipadas
y emancipadoras depende principalmente de criticar la Cultura y la Comunicación
mercantilizadas. Urge ir más allá. Asamblea Nacional de Cultura y Comunicación.
Dejar que sea el Gobierno el único responsable de la impulsar
políticas de Cultura y Comunicación es silenciar las voces “públicas” que
hablan y luchan por democratizar con iniciativas activadas, en diferentes
partes de mundo, y en las que se insiste en ampliar la participación de los
pueblos y sus luchas en el uso de herramientas de Cultura y Comunicación sin
tener que pedir permiso para intervenir. Esas movilizaciones son un indicativo
de la fortaleza de los poderes sociales y de su carácter “Público” desde dónde
se haca cada vez más urgente instruir “Políticas Públicas” sin tutelaje
gubernamental aunque eso ni implique su indiferencia a los problemas de Estado.
Es urgente des-colonizarnos.
Hoy está más claro que nunca que la lógica de alienación nace de
la lógica de la guerra, especialmente de la Guerra Económica
contra los pueblos y su adlátere la Guerra Ideológica. De
lo que se trata es de planificar la des-colonización para ocuparnos de la
Cultura y la Comunicación emancipadoras y sirvan, objetiva y mediblemente, al
mejoramiento de la
Justicia Social , las condiciones de vida y el desarrollo
intelectual de los pueblos. No su esclavitud.
No podemos confiar, sólo en las “Redes
Sociales” ni debemos fetichizarlas, aunque ayuden en muchas tareas
emancipadoras. Solas no pueden producir los cambios. Eso no implica no usarlas,
implica usarlas con un plan político, es decir un conjunto de “Políticas
Públicas”, democráticas, participativas y comunitarias, hacia una geopolítica
con formas de lucha social contra la desinformación ya que la Cultura y la
Comunicación pública no son sinónimo de Gubernamental.
Con la democratización de las herramientas de
producción cultural y comunicacional, en América Latina, y la multiplicación de
los medios comunitarios, el
fortalecimiento de los alternativos y la posesión de los Estados de nuevas
bandas del espectro radioeléctrico, podemos enriquecer realmente los debates. La Cultura y la
Comunicación deben ser una acción política democrática y democratizadora
participativas. Y allí está el gran desafío. No hablar más de Políticas de
Cultura y Comunicación confundidas (o reducidas) con acciones gubernamentales,
pero tampoco abandonarlas porque de lo que se trata es de que los medios del gobierno sirvan a los intereses y
necesidades de los pueblos. Nada menos.
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