Intrigas políticas en el partido de gobierno
Atrincherados
13 de noviembre de 2017
Por Decio Machado (Brecha)
La apuesta correísta por desplazar al mandatario Lenín Moreno de
la presidencia del partido Alianza País fracasó, pero dentro del partido
gobernante se sigue librando una guerra de posiciones entre los seguidores del
ex presidente Rafael Correa y su sucesor. Mientras tanto, en Ecuador se habla
más de intrigas partidistas y menos de política.
La guerra
de posiciones, también conocida como guerra de trincheras, si bien fue
utilizada como táctica militar en la guerra de secesión de Estados Unidos y en
la guerra ruso-japonesa, adquirió su protagonismo mundial a partir del fracaso
de la ofensiva relámpago iniciada en Europa por los alemanes en 1914. La
estrategia militar de frentes estables inmovilizó durante años a los ejércitos
en líneas de trincheras. Este nuevo escenario bélico propició una guerra de
desgaste, produjo un elevadísimo número de bajas y arruinó la moral de los
soldados que se vieron obligados a luchar durante años en penosas condiciones.
En los párrafos más legendarios de sus Cuadernos
de la cárcel, Antonio Gramsci reflexionaría sobre estas estrategias de
guerra, posición y maniobra –definiendo a esta última como el asalto–,
entendiendo al Estado como apenas una trinchera avanzada más del conjunto de
fortificaciones de los sectores populares en su lucha por la hegemonía. Gramsci tuvo que releer
a Maquiavelo para entender que la hegemonía es la capacidad orgánica de los
sectores dominantes para convencer a las mayorías sociales de aceptar los
relatos que justifican y explican el orden político.
La guerra de posiciones, la disputa por la
hegemonía y parte del pensamiento estratégico de Gramsci con respecto al
funcionamiento del poder y del Estado moderno volvieron a tomar actualidad en
la disputa política existente en Ecuador.
A finales del pasado octubre la facción hard de seguidores del ex presidente
ecuatoriano Rafael Correa dentro del partido gobernante, Alianza Pais –que
controla una parte importante de la directiva nacional de dicho partido–,
determinó unilateralmente y de forma no reglamentaria retirar al presidente de
Ecuador, Lenín Moreno, de la presidencia de su agrupación política y posicionar
en su lugar a Ricardo Patiño (quien ejercía como segundo vicepresidente del
partido; el primer vicepresidente está preso, investigado por corrupción). El
objetivo era hacerse fuertes en las trincheras del aparato del partido
oficialista con el fin de obstaculizar las reformas emprendidas por el actual
mandatario y su equipo ministerial.
Sin embargo, apenas unas horas después, varios
miembros del gabinete presidencial y del buró político de Alianza Pais
rechazarían públicamente dicha decisión, definiéndola como arbitraria y
antidemocrática. Ante la confusión generalizada de la militancia, simpatizantes
y redes clientelares del partido político hegemónico en Ecuador, el Tribunal de
Garantías Penales dejó –de forma inmediata– sin efecto la decisión adoptada por
la directiva nacional del partido, prohibiendo al Consejo Nacional Electoral
inscribir al ex ministro correísta Ricardo Patiño como nuevo presidente de
Alianza Pais.
Orígenes de la intentona
El enfrentamiento entre correístas y
morenistas en el partido gobernante tiene su origen prácticamente en el mismo
día de la investidura del presidente actual, Lenín Moreno.
Pese a que Moreno fue parte del binomio
presidencial de Rafael Correa en las elecciones de 2006 y de 2009, ejerciendo
durante ambas legislaturas como vicepresidente de la república, en la
actualidad el ex mandatario ecuatoriano es el principal opositor de su
gobierno. En la guerra de trincheras dentro de Alianza Pais y en los distintos
frentes institucionales, mientras los partidarios de Moreno han trazado una
política de reformas que conlleva una narrativa autocrítica respecto de
determinadas políticas públicas aplicadas durante la anterior legislatura y la
apertura de procesos de investigación sobre distintos casos de corrupción
institucional, los correístas intentan derrumbar la figura del presidente
posicionándolo como un traidor que se ha aliado con la derecha.
En esta pulseada que se viene dando en los pocos más de seis meses
de mandato de Moreno, el correísmo –al menos hasta ahora– aparece como claro
perdedor. Mientras el actual mandatario ostenta elevados índices de
popularidad, la figura de Rafael Correa –quien dejó una economía nacional en
recesión– se ha visto seriamente deteriorada, mientras se destapan cada vez más
casos de corrupción entre sus colaboradores cercanos.
El último movimiento táctico del presidente
Moreno fue convocar a una consulta popular sobre siete propuestas, entre las
cuales se destacan la anulación de la enmienda constitucional –realizada en la
última etapa correísta– que permite la reelección indefinida del presidente de
la república, buscando imposibilitar que Rafael Correa sea candidato
presidencial en las próximas elecciones; y la reestructuración del Consejo de
Participación Ciudadana y Control Social –organismo estatal compuesto por
personalidades afines al ex mandatario–, abriendo la posibilidad de evaluar el
desempeño de las autoridades en organismos de control del Estado, y cesarlas.
De ser aprobadas estas dos reformas –y todos los sondeos de
opinión hasta el momento así lo indican–, el correísmo sufrirá un vaciamiento
completo de poder y se anularía cualquier posibilidad futura de una
rearticulación política de esta tendencia.
Y el movimiento de los sectores correístas
dentro de su organización política, buscando la destitución y posterior
expulsión de Lenín Moreno del partido, se debe justamente a la iniciativa del
actual gobierno de llevar a cabo dichas reformas. En paralelo, esta fracción
política está presionando a la Corte Constitucional –cuya composición viene del
período anterior y tiene clara afinidad con Correa– buscando que dichas
preguntas no sean viabilizadas. De igual manera los correístas en la bancada
oficialista, buscan bloquear las iniciativas políticas provenientes del
Ejecutivo y el juicio político contra el encarcelado vicepresidente Jorge Glas.
Juego de estrategias
Sin fuerza política y apoyado ya tan sólo por
un sector de voto duro identificado con sus postulados, el cual se estima entre
el 20 y el 23 por ciento del electorado, el correísmo es consciente de que el
tiempo juega en su contra.
El diseño estratégico del correísmo para
intentar destituir a Moreno consistía en generar una crisis política dentro de
Alianza Pais que desembocase en una convención nacional extraordinaria, la
cual, con Rafael Correa a la cabeza, permitiese recobrar las riendas de su
partido y la hegemonía perdida en la política nacional. Sin embargo este
movimiento político, creado apenas seis meses antes de su primera victoria
electoral en 2006, y sin bases políticas en aquel entonces, se construyó
verticalmente a la sombra del poder, con cuadros y caciques políticos de perfil
arribista, y fuertemente enraizado en la tradicional política clientelar
ecuatoriana, elementos que dejaron de ser funcionales al correísmo una vez que
el ex mandatario abandonó la poltrona presidencial.
Los resultados de este último pulso político
han sido devastadores para Rafael Correa: los morenistas anunciaron
públicamente que 44 de los 75 asambleístas que conforman la bancada oficialista
en la Asamblea
Nacional se alinearon con Lenín Moreno, lo que vino a
significar que Correa perdió el control del Legislativo, mientras que la
mayoría de las direcciones provinciales del partido han manifestado su rechazo
a la resolución de la directiva nacional y su apoyo a Lenín Moreno.
Pese a ello, Ricardo Patiño, principal
operador político de Correa en el país mientras éste sigue residiendo en
Bruselas, anunció la pronta llegada del ex mandatario a tierras ecuatorianas,
previendo que los principales dirigentes correístas que participaron en esta
movida podrían ser expulsados por la Comisión de Ética y Disciplina de Alianza
Pais.
Si Rafael Correa vuelve en los próximos días a Ecuador
posiblemente no será para restablecer su liderazgo en el partido que fundó –ya
que las trincheras del correísmo en él y en diferentes instituciones han
quedado sumamente debilitadas–, sino para liderar la conformación de una nueva
organización política buscando confrontar políticamente con el actual gobierno
y oponiéndose a la consulta popular.
Riesgo de desgaste
El presidente Moreno ha sabido rentabilizar
políticamente su distanciamiento de Correa, planteando la necesidad del diálogo
y el consenso en una sociedad que había quedado fuertemente polarizada, y
llevando la bandera de la lucha contra la corrupción. No
obstante, la capacidad de ejecución política del gobierno ha sido limitada: aún
no se sabe cuál es la hoja de ruta de esta legislatura. Y al tratarse de un
presidente cuya popularidad se basa únicamente en el discurso, esto comienza a
generar ciertas desconfianzas en la sociedad.
Por su parte, tanto Rafael Correa como sus
operadores en el gobierno y en Alianza Pais buscan articular su estrategia en
torno al miedo ciudadano de una posible vuelta de Ecuador al pasado, algo ya
utilizado campaña tras campaña electoral durante la última década.
Se trata de un argumento poco consistente si
se toma en cuenta que actualmente en Ecuador la oposición política a Alianza
Pais no existe. Hace tiempo que ésta ha quedado sin espacio en el tablero de
juego nacional. De igual manera, los movimientos sociales y el indígena en
particular se han quedado sin voz. Tras diez años de persecuciones y
criminalización de la protesta social, éstos se encuentran actualmente inmersos
en negociaciones con un gobierno que al menos se dispone a escucharlos.
Así, el panorama político a mediano plazo en Ecuador apunta como
desolador.
Mientras Alianza Pais se autodestruye, ni la oposición conservadora ni la
izquierda tradicional son capaces de posicionar alternativas con cierta
legitimidad social. A su vez, el electorado es incapaz de distinguir entre las
categorías políticas tradicionales de izquierda y derecha, pues luego de una
década de un discurso institucional revolucionario, adornado con viejas
canciones reivindicativas y loas a múltiples mitos revolucionarios, resultó que
los grupos económicamente más beneficiados por el régimen fueron los de
siempre, mientras la sociedad sigue estando muy desequilibrada a favor de los
históricamente privilegiados. Se denota así un hastío creciente por la política
tradicional en sectores cada vez más amplios de la sociedad, por lo cual la
política ya no se discute en términos de izquierda-derecha.
Por su parte, la incapacidad de renovación en
los liderazgos históricos de los movimientos sociales ecuatorianos sigue
mermando la posibilidad de nuevas formas de intervención, la articulación de un
discurso diferenciado y el reposicionamiento de lo no institucional en el
ámbito de la política, quedando ésta limitada a las luchas de poder entre
estructuras partidistas, que se disputan el control de unas instituciones que
no están diseñadas para transformar la sociedad, sino más bien para resistir los
cambios que en la actualidad ésta demanda.
No circulan ideas novedosas en la política
ecuatoriana, y no se está alimentando intelectualmente a una sociedad que
busca, sin encontrar, estilos diferentes de ejercer y actuar en política.
Con tales condiciones es fácil prever que, ante la ausencia de
alternativas creíbles, si el actual gobierno no es capaz de concretar políticas
exitosas que dinamicen la economía nacional, generen empleo digno y revitalicen
la capacidad adquisitiva de las grandes mayorías, Ecuador estará inmerso
durante la actual legislatura en una nueva crisis de representatividad.
http://brecha.com.uy/
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Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=233948
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