Caravana de solidaridad con
Nicaragua
31 de agosto de 2018
Relatos
que reflejan la realidad polítca y social que atraviesa el pueblo nicaragüense
“Somos una caravana de información y solidaridad. Sabemos que la presión
internacional nos va a ayudar un poco a encontrar la salida. En todas partes
del mundo los nicaragüenses estamos organizando. Lo que se ha instrumentando en
Nicaragua es el miedo. Queremos que nuestra patria sea libre. Ya no queremos
vivir esta situación, es algo muy doloroso”.
Por M.S.W/Fotos: Angel González
Llegaron con sus máquinas y se llenó de
policía antimotines. Cuando los habitantes de la comunidad se dieron cuenta de
que la empresa quería entrar, empezaron a comunicarse por teléfono para
alertarse y comenzaron a salir de sus casas. Pusieron llantas y piedras en el
camino. No iban a dejar que la empresa avance. Al día siguiente, como la
comunidad resistió, una comunidad tranquila de 3 mil habitantes donde la gente
podía dormir con la puerta abierta, llegaron 700 militares. Tres meses y medio
estuvieron así. “Decidimos organizarnos, las mujeres y los varones. Las mujeres
vigilábamos de las 6 de la mañana a las seis de la tarde, unas hasta el
mediodía y el resto del mediodía hasta las seis de la tarde para que pudiéramos
hacer las cosas en nuestros hogares, y los varones de las seis de la tarde a
las 6 de la mañana. No
mandamos a nuestros hijos a la escuela como signo de repudio y nuestros niños
tenían miedo de ver tantos militares antimotines con sus armas. Nos dio miedo.
Nos decían que estaban esperando la orden. ¿Qué orden? La orden para que nos
mataran. Nos intimidaban diciéndonos eso. Nosotros decíamos: nos van a matar
pero no nos vamos a ir de acá. La resistencia duro 3 meses y medio. Ellos se
dieron cuenta de que la gente no les permitiría hacer nada. Al final
desistieron, sacaron sus máquinas, pero la empresa está. Esta misma empresa se
encuentra en distintos departamentos (provincias) de Nicaragua que son 4, pero
las resistencias de los campesinos de esas comunidades nos les han dejado hacer
nada”.
Carolina
Hernández pertenece a la comunidad Santa Cruz de la India, en el
departamento de León, unos 120 kilómetros de Managua, en Nicaragua. Desde
hace dos años forma parte del Movimiento Nacional Frente la Minería Industrial
(MONAFMI). Dejó su tierra para formar parte de la caravana de la solidaridad
que viene recorriendo distintos países denunciando la violencia que se vive en
Nicaragua que causó más de 400 personas asesinadas desde que comenzó en abril,
más centenares de detenidos y desplazados hacia Costa Rica. Ella viaja junto a
Ariana McGuire Villalta, integrante de la Coordinadora
Universitaria por la Democracia y la Justicia, uno de los
cinco movimientos estudiantiles que conforman la Coalición Universitaria
que representan a las y los estudiantes en el Diálogo Nacional, y Yader Parajón
Gutiérrez del Movimiento Madres de Abril, formado por madres y familiares de
las personas asesinadas. El hermano de Yader fue asesinado el 11 de mayo.
Esta no es de
esas crisis que no tienen ni nombre ni apellido como ocurre a veces en las
tapas de algunos diarios. En su comunicado oficial, la Articulación de
Movimientos Sociales y Organizaciones de la Sociedad Civil que
lleva adelante esta caravana denuncia “las numerosas violaciones a los derechos
humanos y a la libertad de prensa por parte del Estado, a través de las fuerzas
policiales, antimotines, grupos parapoliciales que actúan como cuerpos
policiales afines al partido de gobierno”, y remarcan: “La población venía
acumulando una gran indignación frente a abusos, arbitrariedades, humillaciones
y corrupción con que el gobierno de Daniel Ortega y su vicepresidenta y esposa
Rosario Murillo quienes han manejado el país desde hace más de 11 años”. La
punta del iceberg fue la explosión social a partir del 18 de abril como
reacción de estudiantes universitarios a las reformas del Instituto
Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) que, entre otras cosas, incrementaba
las aportaciones obrero-patronales y reducía en 5% las pensiones de las
personas mayores.
“Somos una
caravana de información y solidaridad. Sabemos que la presión internacional nos
va a ayudar un poco a encontrar la salida. En todas partes del mundo los
nicaragüenses estamos organizando. Lo que se ha instrumentando en Nicaragua es
el miedo. Queremos que nuestra patria sea libre. Ya no queremos vivir esta
situación, es algo muy doloroso”, señala Carolina.
La mayor parte
de los asesinadxs, “que hasta el momento suman 427, son jóvenes, son
estudiantes universitarios. En Nicaragua es un delito ser joven. Nuestros niños
no van a la escuela, tienen temor a la policía. Hoy hubo seis personas asesinadas (por
el viernes 24 de agosto), te buscan en tu casa. Esta ley (Ley 9773 contra el
Lavado de Activos, el Financiamiento al Terrorismo y el Financiamiento a la
Proliferación de Armas de Destrucción Masiva, aprobada el 16 de julio) se le
aplica a todo el mundo y nos la aplicarán a nosotros. No somos la única caravana.
Nosotros buscamos justicia y democracia. Ellos no quieren que hablemos, que
contemos nuestra historia. Nos llaman ´el golpe blando´, y la verdad es que no
estamos de acuerdo. La cuestión es que él no tiene derecho a quitarle la vida a
nadie, el hecho de que nosotros pensemos diferente, de que denunciemos la
violación a los derechos humanos, por el hecho de que denunciemos no somos
golpistas”, relata Carolina en la facultad de Sociales de la UBA. La caravana ya pasó
por Chile y continuará por Uruguay, Brasil y Perú.
“El Gobierno ha
creado leyes que nos dejan vulnerables. Antes, cuando una trasnacional llegaba
a Nicaragua a invertir, se hacía un estudio de impacto ambiental. Ahora eso no
existe. Cuando la empresa llegó a mi comunidad, nosotrxs no sabíamos qué era lo
que querían hacer pero querían una mina a cielo abierto. El gran daño que le
causa al medio ambiente, al agua, el despojo de nuestras tierras, la
contaminación del aire. Para nosotros la tierra tiene un valor sentimental, ahí
nacimos, vivimos de la minería artesanal, ahí trabajamos. La empresa llega y
dice que es esto es del gobierno, que queramos o no nos tendremos que ir de
ahí, que las casas no tienen valor, y que el gobierno es el dueño”.
Nicaragua, la cintura del continente
No sólo el
extractivismo generó las manifestaciones y la organización de las comunidades
sino también el proyecto de construcción del canal interoceánico. “Somos un
pueblo que fue militarizado, reprimido. Prácticamente el gobierno ha
concesionado nuestro territorio sin una consulta pública. Nos ha violentado
nuestro derecho a decidir porque simplemente se nos han impuesto. En la Asamblea Nacional
se han creado leyes que dejan vulnerable el medio ambiente. Las trasnacionales
tienen complicidad con el Estado, han violentado nuestros derechos. Se creó la Ley No. 840/2013 (Ley
Especial para el Desarrollo de Infraestructura y Transporte Nicaragüense
Atingente a El Canal, Zonas de Libre Comercio e Infraestructuras) con la que se
le dio a un chino una concesión canalera por 100 años para que pueda hacer una
canal interoceánico”. Sobre este proyecto, “hace 4 o 5 años que están
intentando pero no se ha iniciado, y en el resto de las comunidades las mineras
no han podido ingresar máquinas”, debido a la resistencia de sus habitantes. A
pesar de eso, “hay un líder que está encarcelado y está siendo enjuiciado por
terrorista por oponerse a la construcción del canal interoceánico”, denuncia.
Ella cuenta que
en su comunidad se encuentra la mina con más reservas de oro y que a raíz de
eso y de los intentos de la empresa por explotarla hace más de cuatro años que
viene organizándose con el resto de las pobladoras y pobladores. Como esa
historia se repite en diversos puntos de Nicaragua, hace dos años también
comenzaron a formar parte del movimiento nacional MONAFMI, junto con personas
que han padecido procesos similares de militarización y represión.
Las comunidades
se organizaron, se opusieron y lograron frenar proyectos aunque no tienen
certeza de qué ocurrirá en el futuro. Actualmente sus luchas locales llegan a
través de esta caravana que continuará su curso por distintos países, luchas
locales de organizaciones que integran esta articulación que expresan también
las voces de la
comunidad LGTBIQ por sus derechos, de los indígenas y
afrodescendientes de la costa del Caribe, de mujeres feministas, de redes de
ciudadanos autoconvocados. Carolina es solo una de las tantas voces que se
manifiesta para que cese la violencia en Nicaragua. “Soy casada, tengo tres
hijos. Tuve que salir de mi casa con una bolsa, así nomas, para que nadie se
diera cuenta de que me iba. Lo que vivimos es algo muy duro que no podemos
callar. No queremos ser mártires pero no podemos acallar tantas injusticias”.
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Fuente: http://www.anred.org/?p=102747
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