Ante la
fusión Bayer-Monsanto , defendemos el derecho de los
campesinos y las campesinas a producir de manera agroecológica
3 de julio de 2018
"A
pesar de haber sido absorbido por Bayer, Monsanto sigue bien presente en los
territorios y como defensores y defensoras de los derechos colectivos, la
diversidad de la semillas nativas y la soberanía alimentaria, no dejaremos de
gritar: ¡Fuera Monsanto de México!."
El pasado 7 de junio, se oficializó la compra
de la empresa estadounidense Monsanto, primera comercializadora de semillas a
nivel mundial, por la compañía alemana Bayer, segunda en la venta de
agrotóxicos.
Esta transacción de cerca de 54.000 millones
de euros es solo una de las tres fusiones que están ocurriendo actualmente en
el sector agroindustrial. En abril del 2017, fusionaron las dos empresas
estadounidenses Dow
AgroSciences(cuarta vendedora de agrotóxicos) y Dupont Pioneer (número dos en el mercado de las
semillas después de Monsanto). Y en junio 2017, la empresa chinaChemChina especializada en agrotóxicos
(propietaria de Adama, el mayor proveedor de agrotóxicos genéricos de Europa)
compró por 43.000 millones de dólares a Syngenta,
líder mundial en la venta de estos venenos.
De tal manera que cinco de los llamados "seis
gigantes" del sector agroindustrial (Monsanto,
Bayer, Dow AgroSciences, Dupont Pioneer, Syngenta) están concentrando sus
fuerzas. El sexto gigante, el alemán BASF (en tercera posición en el mercado
mundial de agrotóxicos) es el único que queda fuera de las fusiones, pero sí
beneficia de ellas: para que la compra de Monsanto por Bayer fuese aprobada por
las autoridades comerciales, Bayer tuvo que vender una parte de sus activos en
semillas y agrotóxicos (equivalentes a 1.700 millones de euros) a BASF, que
termina siendo aún más "gigante" que anteriormente.
Los ahora cuatro gigantes, controlan 75% del mercado mundial
de agrotóxicos; 63% del mercado mundial de semillas comerciales; y más de
75% de toda la investigación privada en el sector de semillas y pesticidas.[1]
Es probable que en un futuro cercano, la pelea por el monopolio no se limite al
mercado de las semillas y agrotóxicos, sino que abarque también el mercado de
la maquinaria agrícola (los tractores, etc.). Este último está dominado
actualmente por empresas como Deere&Co o CNH, las cuales ya están
absorbiendo otro mercado muy importante del sector agroindustrial: el de las
tecnologías de datos o "agricultura de precisión" (por ejemplo, las
tabletas con aplicaciones que permiten definir con más precisión las zonas que
deben ser fumigadas o sembradas).
Entre menos manos controlan el sector
agroindustrial, más potentes se encuentran las empresas que se quedan y más influencia podrán tener sobre los campesinos y las
campesinas, a quienes se busca imponer un modelo de producción dependiente
de agrotóxicos, semillas mejoradas, híbridas comerciales y transgénicas, además
de tecnologías de punta.
Por ello, el pasado 15 de mayo, en el marco
del mes de la marcha mundial contra Monsanto, dedicamos nuestro seminario
mensual a la
fusión Bayer-Monsanto para recordar que en Otros Mundos
A.C./Amigos de la Tierra
México , defendemos
el derecho de los campesinos y las campesinas a producir de forma agroecológica
y de forma sostenible económicamente, sin depender de los insumos externos
vendidos por las empresas transnacionales y reivindicamos el derecho de todas y
todos a la salud y la soberanía alimentaria, a sembrar semillas campesinas y
comer alimentos sanos.
"Pensamos que la agroecología es una
estrategia política para seguir defendiendo nuestros territorios, nuestras
semillas y nuestros conocimientos", recordó Ángel Gómez de Otros Mundos
A.C./Amigos de la Tierra
México durante el evento. "Lo
importante es decidir lo que nosotros comemos, lo que nosotros cultivamos y
cómo lo cultivamos", subrayó.
En México, Monsanto y Bayer están muy
presentes.Comercializan plaguicidas y son las dos empresas que más
solicitudes de liberación
de semillas transgénicas han
enviado a la
Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos
Genéticamente Modificados (CIBIOGEM) entre el año 2005 y el año 2017: Monsanto
379 y Bayer 168. De manera general, el Estado Mexicano no está
del lado de la defensa de las semillas nativas, ya que de un total de 853
solicitudes recibidas por CIBIOGEM en dicho periodo, 595 han sido permitidas
por CIBIOGEM, especialmente de algodón (308) y de maíz (194). [2]
Como bien señalamos en nuestro
manual titulado "Agroecología y Agroforestería: Prácticas para una
agricultura ecológica", el principal problema que
representan las
semillas transgénicas es que las resistentes a los herbicidas implican el uso
excesivo de estos productos. Los "Roundup Ready" son
particularmente preocupantes porque el "Roundup" contiene glifosato,
un agente tóxico que provoca cáncer. Además, tanto las semillas transgénicas
como las semillas híbridas comerciales son una
amenaza por la diversidad genética de nuestras semillas nativasya que se
reproducen con nuestras plantaciones de semillas nativas por medio de la
polinización, lo cual pone en grave riesgo a los parientes silvestres y a la
propia diversidad de los cultivos lograda con el gran trabajo y conocimiento de
campesinas y campesinos del mundo.
La liberación de semillas transgénicas en el
ambiente pone en peligro
también a los campesinos y campesinas que pueden terminar siendo criminalizados por tener en sus parcelas semillas por
las cuales no han pagado y que tienen dueño. Una situación que podría volverse
común en México si el gobierno se adhiere aun
convenio llamado UPOV 91. México y los otros 11 países de la
región pacífica que firmaron el
Tratado de Asociación Transpacífico (TPP 11) el 8 de marzo del 2018 están obligados
a adherirse a este texto que pone el peligro el derecho de los campesinos y las
campesinas a intercambiar y sembrar semillas.
Por ahora, México es adherente del convenio de
la UPOV 78 en el que el "obtentor" de un objeto vegetal puede
controlar su producción, puesta a la venta y comercialización. Lo que cambia
con la versión 91, es que el
"obtentor" controla su objeto vegetal durante mínimo 20 años y se
requiere su autorización no sólo para la producción, venta y comercialización
sino también para "la preparación a los fines de la reproducción o de la
multiplicación" del objeto. Significa por ejemplo que un campesino que
usa semillas concesionadas por un "obtentor" ya no podría
recuperarlas de su cosecha para volver a sembrarlas, ni podría dárselas a un
vecino o intercambiarlas con otras. Además podría ser criminalizado por practicar
hibridaciones de plantas con las semillas del "obtentor" o por tener
en su campo plantas nacidas de semillas del "obtentor" que el viento
u otro polinizador le haya traído. [3]
Afortunadamente, en México está viva la lucha
contra los planes de Monsanto, ahora Bayer-Monsanto. Desde septiembre del 2013, está
suspendida la siembra de maíz transgénico en todo el país, gracias a
los esfuerzos de la
"Demanda Colectiva Maíz", un grupo de abogados,
científicos, campesinos y defensores de derechos humanos quienes emprendieron
una batalla legal contra los permisos de siembra promovidos por la Secretaría
de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), la
Secretaría del medio ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y cinco
transnacionales -Syngenta Agro, Dow Agrosciences de México, PHI México
(Pioneer-Dupont), Monsanto Comercial, Semillas y Agroproductos Monsanto.
Obtuvieron la implementación de una Medida Precautoria, que esas corporaciones
buscan cancelar.
Otra lucha importante es la de las comunidades
mayas de Hopelchén (Campeche) contra Monsanto Comercial S.A. de C.V., la cual ha sido
victoriosa en términos legales, pero cuyos frutos no se han podido cosechar por
la falta de voluntad política de las autoridades mexicanas. Así fue como en el
2015, la Suprema Corte
de Justicia de la Nación resolvió a favor de las comunidades los amparos que
habían interpuesto contra el permiso otorgado a la empresa para comercializar
soya transgénica en su territorio ancestral. Ordenó la suspensión de dicho
permiso y la realización de una consulta en las comunidades, pero ésta se ha
llevado a cabo violando derechos colectivos (representantes han sufrido
agresiones físicas y verbales por ejemplo). Además, en el 2017, las comunidades lograron que el
Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA)
revoque el permiso otorgado a Monsanto para sembrar soya transgénica, pero
ésta continúa en la región.
A pesar de haber sido absorbido por Bayer,
Monsanto sigue bien presente en los territorios y como defensores y defensoras
de los derechos colectivos, la diversidad de la semillas nativas y la soberanía
alimentaria, no dejaremos de gritar: "¡Fuera
Monsanto de México!".
Notas:
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Ante_la_fusion_Bayer-Monsanto_defendemos_el_derecho_de_los_campesinos_y_las_campesinas_a_producir_de_manera_agroecologica
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