Extorsión económica
27 de junio de 2018
Por Raúl Prada Alcoreza
Las concesiones en el Salar de Uyuni, es más,
la historia de las concesiones en dicho salar, muestran los altos grados de
dependencia y subalternización del Estado al monopolio de las empresas
trasnacionales. En ensayos anteriores[1] describimos y analizamos las
situaciones en las que se repite la increíble y triste historia de la economía
basada en el extractivismo, condición exacerbada de la colonialidad heredada y
continuada. El caso QUIBORAX alumbra por los niveles de extorsión económica a
la que se ha llegado, no solo en lo que respecta a la empresa comprometida en
el asunto, sino con participación de dispositivos internacionales jurídicos que
defienden las inversiones. Que la empresa haya invertido solo menos de un
millón de U$ o alrededor de este monto, que reclame, en principio, 3 millones
de U$, y que después del pleito y el veredicto jurídico internacional tenga que
pagar el Estado boliviano un poco más de 42 millones de U$, se hace patente que
se trata descarnadamente de una extorsión económica. Sin embargo, el “gobierno
progresista” declara que esto se debe a un error técnico jurídico del
expresidente Carlos Mesa Gisbert; acatando el fallo, que basa su revisión en un
documento fraudulento. Esta respuesta, que acepta un fallo incongruente, que
solo se sostiene en argumentos leguleyos, de parte de un gobierno que se
declara “antiimperialista”, es patética; muestra la enorme degradación a la que
se ha llegado. A todas luces resalta la complicidad de un gobierno que debería
defender los recursos naturales del pueblo boliviano y que administra el Estado
con la empresa expoliadora, que ha incumplido con el convenio y el contrato
asignado.
En adelante incursionaremos en esta problemática, la de la
colonialidad económica y la dependencia, y en el fenómeno de la extorsión
económica, tomando como referente el escabroso caso de QUIBORAX. Comenzaremos
haciendo una revisión de lo que resalta en los medios
de comunicación, es decir, lo que llega a la opinión pública, a través de los
filtros mediáticos y políticos, o lo que se hace visible debido al manejo
inmediato de la información, sin auscultar mediante periodismo de
investigación, que es la falencia del sistema de comunicación en Bolivia.
Perfiles mediáticos del pleito
El conflicto jurídico sobre el caso QUIBORAX, que tiene atareado
al “gobierno progresista” y convulsionada a la opinión pública, impacta de
distintas maneras en los diferentes planos de los espesores sociales; uno de
los impactos, que se hace más notorio por su masiva difusión, es el que se da a
través de los medios de
comunicación, también en las reacciones políticas al veredicto del CIADI. A
propósito de este impacto comunicacional y político, nos detendremos en el
mismo, sobre todo atendiendo al trazo que se configura, que llamamos perfil
mediático.
El analista Carlos Böhrt Iraola, en un artículo de prensa, se
pregunta ¿Quién es responsable del caso Quiborax? Escribe:
“En diciembre de 2003, Carlos Mesa promulgó la Ley 2564 declarando
al Salar de Uyuni reserva fiscal y autorizando la realización de auditorías
completas sobre las concesiones existentes en el salar, y, en función de los
resultados, declarar la nulidad de los derechos concesionarios mineros de las
personas que estén incumpliendo las leyes.
En ejecución de esa ley, en junio de 2004, Carlos Mesa emitió el
Decreto 27589, disponiendo “la revocatoria de la resolución constitutiva y
pérdida de las concesiones mineras” de la empresa Q-NMM. Decreto
este con dos delicados errores jurídicos: el Código de Minería vigente por
entonces (Ley 1777) no preveía la revocación como modalidad de finalización de
la relación jurídica entre el Estado y los titulares de las concesiones, y no
le correspondía al Presidente adoptar semejante decisión. No obstante, en el
curso de las siguientes semanas la empresa fue desalojada de sus concesiones.
En octubre de ese año, el Superintendente de Minas, autoridad
competente para decidir en la materia, declaró la anulación de las pertenencias
mineras de Q-NMM, conforme a los artículos 156 y 158 del Código Minero.
Finalmente, en diciembre de 2005, Eduardo Rodríguez Veltzé, al finalizar su
mandato, abrogó la errada norma legal de Carlos Mesa mediante el Decreto 28527.
La decisión del Estado boliviano se había reencausado legalmente.
Para enervar la acusación en su contra y basado en la
documentación publicada por un matutino cruceño, el expresidente denunció la
comisión de graves irregularidades por parte de los citados altos funcionarios
masistas en este conflicto:
a) En marzo de 2008, Q-NMM ofertó retirar el proceso arbitral ante
el CIADI a cambio de tres millones de dólares, transacción rechazada por Héctor
Arce Zaconeta, ministro de Defensa Legal del Estado, por la existencia de una
deuda impositiva de 9,1 millones de bolivianos, que bien pudieron ser
descontados del pago, después de firmar el contrato transaccional,
b) Meses más adelante, en el marco de la acción penal abierta por el Ministerio Público, gracias a la confesión del abogado boliviano David Moscoso, se descubrió que personeros de Q-NMM falsificaron documentos para así cumplir las formalidades exigidas por el CIADI en el inicio de los procesos arbitrales. A pesar de esa confesión, la entonces ministra de Defensa Legal del Estado, Elizabeth Arismendi, no fue capaz de proteger los derechos de Bolivia.
c) En agosto de 2016, siendo Procurador General, Héctor Arce, sospechosamente se sostuvo una reunión entre representantes de Q-NMM yla subprocuradora General
del Estado, Carmiña Llorenti, en las oficinas de ésta, en la que se acordó
cerrar el juicio penal contra los personeros de la empresa y se redactó un
proyecto de sentencia de sobreseimiento, confirmando de ese modo la absoluta
sumisión de los órganos de justicia al poder político. Por todo ello, sostiene
Carlos Mesa, los responsables del pago de 42,6 millones de dólares a Q-NMM son
los mencionados miembros del gobierno de Evo Morales.
Conocidos los antecedentes de este delicado caso, todo hace ver que sólo se necesita esclarecer tres hechos:
b) Meses más adelante, en el marco de la acción penal abierta por el Ministerio Público, gracias a la confesión del abogado boliviano David Moscoso, se descubrió que personeros de Q-NMM falsificaron documentos para así cumplir las formalidades exigidas por el CIADI en el inicio de los procesos arbitrales. A pesar de esa confesión, la entonces ministra de Defensa Legal del Estado, Elizabeth Arismendi, no fue capaz de proteger los derechos de Bolivia.
c) En agosto de 2016, siendo Procurador General, Héctor Arce, sospechosamente se sostuvo una reunión entre representantes de Q-NMM y
Conocidos los antecedentes de este delicado caso, todo hace ver que sólo se necesita esclarecer tres hechos:
Que Elizabeth Arismendi, en efecto, no defendió adecuadamente los
intereses del Estado;
¿Cuándo y a solicitud de quién se cerró el proceso penal contra los personeros de Q-NMM?
¿A cambio de qué finiquitaron ese juicio? Conclusión final: ¡El Fiscal General está obligado a abrir la investigación criminal contra Héctor Arce, Elizabeth Arismendi, César Navarro y Pablo Menacho!”[2]
¿Cuándo y a solicitud de quién se cerró el proceso penal contra los personeros de Q-NMM?
¿A cambio de qué finiquitaron ese juicio? Conclusión final: ¡El Fiscal General está obligado a abrir la investigación criminal contra Héctor Arce, Elizabeth Arismendi, César Navarro y Pablo Menacho!”[2]
La pregunta de ¿Quién es responsable del caso Quiborax? apunta al
aspecto jurídico del problema, incluso, ampliando, se irradia al aspecto
político del problema; sin embargo, el problema no se circunscribe a estos dos
aspectos, pues la cuestión prioritaria a la que hay que responder es ¿qué clase
de relaciones económicas y políticas sostienen la concesión mentada? Como
dijimos antes, se otorgan estas concesiones en el marco de la concepción
extractivista de que los recursos naturales son objetos, objetos que se reducen
a la condición de materias primas, incorporándose a las cadenas productivas.
Por otra parte, desconociendo la experiencia de la planta de investigación y
experimental de la UMSA, que vino trabajando en el Salar de Uyuni durante
décadas. Solo tomando el caso de QUIBORAX, remitiéndonos a los ensayos
anteriores para otros incidentes, que consideran un conjunto de casos parecidos
o del rubro, en el contexto de la reiterativa política económica extractivista
y dependiente, sobresale la dadivosidad del gobierno, de entonces, al hacer la
concesión a la empresa cuestionada, que viene acompañada por otras concesiones
a la empresa
QUIBORAX. Esta concesión se efectúa en pleno periodo
neoliberal, cuyas políticas económicas precisamente se caracterizaban por
privatizar e incentivar el capital internacional. La corrección que se busca
posteriormente a estas dádivas políticas y económicas, declara la ampliación de
las reservas fiscales en el Salar de Uyuni, restringiendo el control del
espacio concedido a la empresa, después, interviniendo y suspendiendo la
concesión, sobre todo por incumplimiento. Desde el punto de vista económico y
de los intereses del Estado, el tema principal no es si hubo errores
procedimentales, sino si se actúo correctamente en defensa de los recursos
naturales, en ese entonces, del Estado. Aquí tampoco hay donde perderse, la
responsabilidad del gobierno nacional era recuperar los recursos naturales del
Salar de Uyuni, concedidos dadivosamente a las empresas involucradas. Al
respecto, sorprende, entonces, la actitud del “gobierno progresista” y
“antiimperialista”, cuando se resguarda señalando un “error procedimental”,
olvidando la cuestión principal, la soberanía sobre los recursos naturales.
¿Cómo interpretar la incongruente y contradictoria postura gubernamental?
Comencemos por lo que se hace evidente; el “gobierno progresista”
no defendió adecuadamente los intereses del Estado boliviano ni los recursos
naturales, que son propiedad del pueblo boliviano, tal como establece la Constitución. El
veredicto internacional, por más que se sostenga en la jurisprudencia y en
argumentos aparentemente legales, es insostenible, pues la diferencia entre la
supuesta inversión y el pago a la empresa es de 39 millones de U$, lo que
significa que la empresa obtiene 13 veces el monto supuestamente invertido.
¡Una super-ganancia fabulosa! ¿Cómo puede haber ocurrido esto? ¿En que
condiciones se obtiene este fabulosa super-ganancia? Estamos en un orden
mundial que lo que menos garantiza es la justicia; que funciona, mas bien, como
el macro operador de legalización de ilegalidades, el gran garante de la
expoliación de naciones y pueblos, el gran legitimador del extractivismo
depredador y destructor de los ecosistemas.
Sorprende no solo la actitud del gobierno clientelar, embarcado en
su propia decadencia, sino la actitud de los medios
de comunicación y “analistas” que obvian, de entrada, los temas de fondo, y se
pierden en una discusión leguleya. Teniendo en cuenta esta consideración, ya no
es sorprendente la actitud de una “oposición”, que hace de complemento de la
vocación de poder del gobierno clientelar; la “oposición” también se pierde en
el debate leguleyo. Todos son cómplices de la expoliación económica del orden
mundial y de la economía-mundo capitalista, concretamente, en este caso, de la
extorsión económica de una empresa sin escrúpulos y de un gobierno secuaz.
También sorprende la actitud pusilánime del pueblo, que no atina a responder
ante semejante vulneración de su soberanía y atentado extorsionador en contra
de sus posesiones y propiedades, las del pueblo boliviano. La pusilanimidad
también es una actitud cómplice. Entiéndase, esta cuestión, la del destino de
los recursos naturales del Salar de Uyuni, así como la cuestión del pleito
jurídico contra el Estado boliviano, abierto por la empresa, no es un tema que
compete al debate entre “oficialismo” y “oposición”, aunque sean los actores
del espectáculo mediático y político; son cuestiones que atañen al pueblo
boliviano, son cuestiones que exigen su responsabilidad.
Volviendo al tema que ocupa a medios
de comunicación y a la clase política, en el diario El Deber, se hace una
puntualización del asunto:
“El enredo jurídico-político tiene como efecto una oleada de
versiones que confunden y pueden obstruir la identificación clara de los
responsables del pago de 42,6 millones de dólares del Estado boliviano como
indemnización a una empresa chilena que se adjudicó hace años concesiones en el
salar de Uyuni.
Son tres los asuntos que generan abundantes sospechas y dudas. El
primero interpela a quienes avalaron el contrato con QUIBORAX, que luego fue
anulado por el Gobierno de Mesa. Este tema no se aborda, pese a ser medular. El
segundo ocupa la centralidad de la confrontación política- jurídica y apunta a
responsabilizar al vocero de la demanda marítima boliviana por el millonario
daño económico que causó la expulsión de la compañía chilena durante su mandato
presidencial. La tercera, igual de central, es la cuestionada actuación de la
defensa boliviana durante el Gobierno de Evo Morales en el laudo ante el CIADI,
que finalmente perdió Bolivia”[3].
Para entender este menjunje debemos retroceder, como se dice, a
los inicios de la historia; comenzaremos con breves descripciones de los
factores y actores intervinientes en este entramado truculento económico,
político y jurídico.
QUIBORAX es una empresa minera chilena, fundada en 1986, cuyas
actividades y operaciones se dan en el Salar de Surire, en la I Región. QUIBORAX
produce una gama de productos de boro, incluyendo ácido bórico; gránulos de
boro – conocidos como granulex -; y fertilizantes e insecticidas, los cuales
combinan boro o ácido bórico con sulfato de calcio, boratos de sodio y otras
sales. En junio del 2004 el Ministerio de Minería e Hidrocarburos (MMH) de
Bolivia tomó la decisión de revertir las concesiones de QUIBORAX para explotar
ulexita en el Salar de Uyuni, – ubicado en el departamento boliviano de Potosí
– argumentando el incumplimiento de normas ambientales e irregularidades en la
entrega de las áreas. QUIBORAX es el controlador chileno de la empresa
boliviana Non Metallic Minerals, a través de la cual explotaba ulexita y otros
recursos evaporíticos en el Salar de Uyuni[4].
Entonces, QUIBORAX es una empresa chilena que se fundó en 1986 y
comenzó su producción recién en 1988. Se encarga de producir ácido bórico y
productos agroquímicos. Exporta a través de los puertos de Arica a todo el
mundo. La empresa, representada por el estudio Bofill Mir & Álvarez Jana,
comenzó a operar en Bolivia hace más de 16 años con exploración del mineral no
metálico de ulexita en el Salar de Uyuni, en Potosí, a través de una sociedad
con Non-Metallin Minerales SA. Sin embargo, en 2004, tras la emisión del
Decreto Supremo 27589 durante el Gobierno de Carlos Mesa, se determinó revertir
las concesiones mineras que tenía QUIBORAX en esa región potosina.
En el periódico Los Tiempos se publica un articulo que hace un
recuento, titulado Claves para entender el caso QUIBORAX; un juicio en el que
Bolivia pierde $us 42,6 millones, donde se describe la situación:
“En 2006, al no lograrse acuerdos de compensación con el Gobierno,
la empresa chilena demandó ante el Centro Internacional de Arreglo de
Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI) a Bolivia por 66 millones de
dólares.
En septiembre de 2015, CIADI falló a favor de QUIBORAX,
estableciendo en 48,6 millones de dólares el monto de indemnización. Bolivia
apeló de inmediato; sin embargo, el 18 de mayo de 2018, CIADI desahució el
laudo nacional y a través de un fallo confirmó los montos establecidos en 2015.
En el fallo, un documento de 73 páginas, fechado el pasado 18 de
mayo para darse a conocer a las partes, el CIADI informó su decisión, tomada el
30 de abril pasado, de “desestimar en su totalidad la solicitud de anulación”
que Bolivia presentó en 2015.
El pasado jueves, el Gobierno boliviano cumplió con el fallo que
dictó CIADI y pagó 42,6 millones de dólares a la empresa chilena, tras un acuerdo
con la misma.
El contrato de transacción fue suscrito ese mismo jueves. La
pretensión de la empresa demandante era de 150 millones de dólares, pero el
acuerdo reduce en 72 por ciento el monto reclamado, quedando en los 42,6
millones de dólares señalados”[5].
El expresidente Carlos Mesa Gispert va más lejos, acusa al
gobierno de haberse comprometido con la empresa cuestionada. ERBOL publica un
artículo titulado Mesa: Procurador pactó caso Quiborax con asesor de Chile,
donde se dice que:
“El expresidente Carlos Mesa reveló este martes que la Procuraduría General
del Estado, a la cabeza de Pablo Menacho, hizo un acuerdo transaccional por el
caso QUIBORAX, con el abogado Andrés Jana, quien es asesor de Chile en el
juicio por demanda marítima que se desarrolla en La Haya”[6].
Hasta aquí el perfil mediático del pleito, que, de todas maneras,
nos muestra las consecuencias jurídicas y económicas del arbitraje
internacional, además de mostrarnos el manejo político del tema, tanto por el
“oficialismo” y la “oposición”, así como por los medios
de comunicación. Todo esto es ilustrativo de la hegemonía
jurídica-política-económica de las empresas trasnacionales en la economía-mundo
capitalista y en el orden mundial. Ahora, en lo que sigue, intentaremos
adentrarnos a otros perfiles del asunto; el que tomaremos en cuenta en este
texto es el relativo a la extorsión económica. Comenzaremos con una descripción
somera del drama de la soberanía de los recursos naturales, drama donde la
soberanía tiene que abrirse camino en una maraña de obstáculos, alambres de
púas, casamatas, artilugios, que usan las empresas trasnacionales para
defenderse, evitando la realización de la soberanía, que queda como atrapada en
la telaraña jurídica-política-económica de la economía mundo; llevándose como
botín los recursos naturales expoliados a los países, pueblos y Estado-nación
subalternos de la periferia del sistema-mundo capitalista.
Perfil económico-político del pleito
Otro plano de intensidad, en el que impactó el conflicto jurídico
mentado, es el que podemos definir como el de la crítica, que es sensible ante
los síntomas de los eventos y sucesos sociales, políticos, económicos y
culturales. La perspectiva crítica busca, mas bien, interpretar los síntomas,
efectuar una sintomatología, buscando auscultar lo que pasa en los substratos
de las dinámicas sociales. Como aproximación a estos substratos se puede
configurar un perfil económico-político. En este escrito haremos anotaciones
que ayuden a dibujar este perfil, que aparece como actitud analítica del
problema en cuestión.
En Lucha por el territorio de Nor-Lipez de Manuel Gysler se dice
que después del conflicto con la LITHCO, las comunidades instalaron una planta
de sal yodada, así como que tenían proyectada la instalación de una planta
piloto de litio en el salar. Se tardó hasta la promulgación del Decreto supremo
29496, del 1 de abril de 2008, cuando se estableció la creación de una entidad
que se encargaría de la instalación de una planta piloto de carbonato de litio.
En mayo de 2008 el presidente colocó la piedra fundamental de la planta,
contando con una inversión de 5,7 millones de U$, cuya conclusión debería
efectuarse en el transcurso de 18 meses. Fuera de este proyecto connotado,
existían 68 concesiones en el Salar de Uyuni; del total de estas empresas 46 se
tramitaron en la gestión de gobierno de Hugo Banzer Suarez (1997-2001). Después
de una evaluación 41 concesiones fueron consideradas como inactivas, 4 habrían
finalizado sus trabajos de exploración y solo una concesión habría quedado
activa. Se dice en el libro que “bajo estas consideraciones el gobierno de Evo
Morales Ayma anuló las concesiones de la empresa boliviana Non Metallic
Minerals SA.”, aunque fue el gobierno de Carlos Mesa el que lo hizo. Se puede
entender, para lo que compete en la descripción, que el gobierno de Evo morales
consolida dicha anulación. Las concesiones a esta empresa fueron otorgadas en
1998 por la Superintendencia de Minas de Tupiza de una forma ilegal. Fue la
misma autoridad la que en el 2004 anuló los trámites por errores
procedimentales, mediante Resolución Administrativa. Posteriormente, el 2006, la empresa QUIBORAX
presentó una demanda contra el Estado boliviano ante el Centro internacional de
Arreglo de Diferencias relativas a las Inversiones (CIADI), argumentando que
siendo accionista de la
empresa Non Metallic sus inversiones en el Salar de Uyuni
quedaban afectadas debido a la anulación de las concesiones. Ante este reclamo
el gobierno se comprometió entregar a la empresa demandante 350.000 toneladas de
ulexita con el objeto de cubrir el supuesto daño que se causó. De acuerdo al
presidente de CIRESU, Daniel Howard, no existía sociedad alguna entre Non
Metallic y QUIBORAX, en consecuencia, la empresa demandante no tenia nada que
reclamar ni tenia derecho a ninguna indemnización. Por otra parte, los
dirigentes del Comité Cívico Potosino (COMCIPO) afirmaron que las inversiones
de QUIBORAX no eran de 3 millones de dólares, como había declarado la empresa,
sino mucho menos, incluso la cifra pírrica de 500 U$. Comprando las cargas de
la empresa boliviana Non Metallic, QUIBORAX no habría sido dueña de la
concesión otorgada. El ex presidente del Comité propuso que se debería procesar
a la empresa por el saqueo de los recursos naturales[7].
Como se puede ver esta historia económica parece corresponder a
uno de los estilos típicos de las relaciones entre empresas trasnacionales y
los Estado-nación subalternos, en lo que respecta al tratamiento, por ambos, de
los recursos naturales. Empresas trasnacionales y Estado-nación subalternos
consideran a los recursos naturales como objetos de extracción, objetos que son
catalogados en las cadenas productivas como materias primas. Los monopolios,
que conforman estas empresas trasnacionales, controlan las reservas de materias
primas; controlan las concentraciones industriales, que pueden también
disgregarse, para poder ser congregadas en el armado industrial; controlan los
recorridos del transporte y los mercados; de alguna manera, aunque con
contingencias, controlan, por lo menos durante ciertos periodos, la
determinación de los precios. Dando lugar a relaciones de términos de
intercambio en detrimento de los Estado-nación subalternos. En lo que respecta
a la explotación y a las inversiones, se dividen o conforman subsidiarias; en
su caso, llegan a acuerdos con otras empresas nacionales, con el objeto de
controlar mejor las cadenas productivas; en la base de estos procesos, lograr
mejores concesiones en los países donde operan sus capitales y sus máquinas
económicas. En otras palabras, logran camuflar los controles monopólicos,
presentándose de manera separada a las licitaciones, concesiones y contratos.
Cuando hablamos del bórax, de la ulexita, del manganeso y del
litio, estamos hablando de minerales que se consideran metálicos y no
metálicos, dependiendo. Son usados en los procesos industriales de reciente
generación; por ejemplo, en la producción de semiconductores; así como también
en la agroindustria.
La exportación de ulexita se realiza principalmente para
agroindustrias que aprovechan el bórax refinado, del que se obtiene potasio y
magnesio como fertilizantes. El manganeso tiene variados usos, para el aumento
del octanaje, en las baterías desechables estándar, para producir acero y
hierro, en aleación con el aluminio, para oxidar el alcohol bencílico, para
verdear el vidrio, en la fabricación de pinturas, en la cerámica. El litio
también tiene usos múltiples, dependiendo de las composiciones donde participa;
son excelentes secantes y se emplean en bombas de calor, para el tratamiento de
la manía; como lubricante, en naves espaciales y submarinos; en la construcción
aeronáutica; también en la fabricación de lentes y telescopios; así como tiene
aplicaciones nucleares. Entonces, no estamos hablando, por así decirlo, del
clásico extractivismo, sino de un extractivismo más sofisticado, que requiere
para su extracción de tecnologías avanzadas; también su incorporación a las
cadenas productivas se efectúa en industrias de alta tecnología. El mercado de
estos minerales metálicos y no metálicos es también especializado. Sus reservas
se hallan concentradas en el llamado “triángulo del litio”, que se encuentra
entre Argentina, Bolivia y Chile, donde las mayores reservas se ubican en
Bolivia.
Se puede decir que la historia de las concesiones, así como la
defensa de los recursos naturales, en Bolivia, incumbe a una guerra por el
control de las reservas. Lo primero que habrían hecho las empresas
trasnacionales es lograr el control de las reservas; por eso sus convenios y
compromisos resultan tan ambivalentes. En lo que respecta a la soberanía, al
parecer, las empresas trasnacionales han boicoteado esta posibilidad, pues, al
controlar el mercado, buscan disminuir sus costos en la cadena productiva y
obtener super-ganancias; por eso intervienen suspendiendo la soberanía,
desconociéndola en la práctica, aunque lo hagan de dientes para afuera, en el
discurso. En tercer lugar, en el contexto y la fase de la dominancia del
capitalismo financiero y especulativo, las empresas trasnacionales especulan con
las concesiones que obtienen, buscando obtener super-ganancias a través de
procedimientos especulativos; incluso llegar a extorsionar a los Estado-nación
subalternos involucrados.
En este contexto histórico-económico-político no es inverosímil lo
que ha pasado en el asunto de QUIBORAX; se puede interpretar el entramado
sinuoso de su decurso y sus desenlaces como parte del funcionamiento de las
máquinas económicas del sistema-mundo capitalista en la fase del capitalismo
financiero y especulativo. Se trata, en este caso, de máquinas económicas más
sofisticadas, que logran manipular mediante el monopolio del control de las
tecnologías requeridas para explotación y combinar este monopolio con
estrategias especulativas y de extorsión.
Cuando preguntábamos sobre las condiciones de posibilidad en las
que se da la super-ganancia de la empresa en cuestión, a través de un veredicto
jurídico internacional, nos abrimos a la gama de factores articulados que
acabamos de mencionar; sin pretender abarcarlos todos, vale la pena mencionar
uno más, el relativo a la corrosión institucional y a la corrupción. Lo que
ha ocurrido, la derrota gubernamental en el conflicto jurídico desatado por la
empresa contra el Estado boliviano, la obtención de una super-ganancia,
insostenible económicamente, ganada de manera leguleya por la empresa, solo
puede haberse dado en concomitancia con el gobierno clientelar. Se han tenido
que hacer partícipes de esta extorsión a altos personeros del gobierno
clientelar.
Estamos ante un perfil de la extorsión económica. La extorsión
económica es el mecanismo mediante el cual se obtienen super-ganancias, que ya
no tienen que ver con el desenvolvimiento corriente de la economía y el
mercado, sino con despliegues del lado opaco y el lado oscuro de la economía,
así como tienen que ver con el lado oscuro del poder. La ganancia obtenida no
es resultado del cálculo costo y beneficio, sino de la extorsión, que funciona
en la sinuosa maquinaria de la economía política del chantaje. Por más que se
encubra jurídicamente esta extorsión, no resulta del funcionamiento económico
propiamente dicho, sino del funcionamiento de las formas paralelas del
ejercicio del poder. Se trata de ganancia extraordinaria, lograda por el empleo
de la coerción y el chantaje, por el uso de la violencia solapada, encubierta
con lenguaje jurídico.
La extorsión económica es un indicativo de a dónde ha llegado la
dominación ejercida por las máquinas del poder; también es indicativo de a
dónde ha llegado la subalternización, que adquiere la característica de
sumisión descarnada; así mismo es indicativo de los elevados niveles de
corrosión institucional y de corrupción.
Notas
[1] Ver de Raúl Prada Alcoreza
Periplos del desarrollismo; también Colonialismo extractivista y dependencia
con el litio.
https://pradaraul.wordpress.com/2018/04/06/periplos-del-desarrollismo/.
https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/colonialismo-extractivista-y-dependencia-con-el-litio/.
[2] Leer ¿Quién es responsable del caso
Quiborax? http://www.paginasiete.bo/opinion/2018/6/21/quien-es-responsable-del-caso-quiborax-184289.html.
[3] Leer La politización del caso Quiborax.
https://www.eldeber.com.bo/opinion/La-politizacion-del-caso-Quiborax-20180621-9463.html.
El artículo sigue el relato: Aunque la
expulsión de QUIBORAX es aprobada prácticamente por unanimidad, la forma en la
que se lo hizo habría provocado la millonaria indemnización, según el Gobierno,
y es lo que tiene acorralado a Mesa. El exmandatario ha reconocido fallas en
los procedimientos de anulación de concesiones, pero asegura que fueron
corregidas incluso por su sucesor Eduardo Rodríguez Veltzé. Este es el punto
que Mesa debe todavía esclarecer de forma más convincente para quedar libre de
sospecha y, sobre todo, de culpa.
Si la verdadera intención del proceso es dar
con los responsables del millonario daño, se tiene que considerar con la misma
preponderancia las denuncias que alcanzan a funcionarios de Evo Morales que
manejaron la defensa del caso QUIBORAX. En la última semana se ha sabido de que
los chilenos usaron un acta falsa en el laudo, lo que debió ayudar a frenarlo.
Es llamativa también la revelación de que el Gobierno recibió la oferta de
cerrar el proceso con el pago de 3 millones de dólares en vez de lo que al
final resultó 42,6 millones de dólares. También es delicada la revelación de
que se filtró documentación confidencial boliviana a los chilenos durante una
negociación.
En consecuencia, la investigación debería
transcurrir con igual celeridad para aclarar la actuación de Mesa como la de
los ministros y el procurador acusados. De lo contrario, parecerá ser solo el
eje de un sistemático plan de eliminación de un potencial rival electoral del
oficialismo.
[4] Quiborax S.A.
https://www.bnamericas.com/company-profile/es/quiborax-sa-quiborax.
[5] Leer Claves para entender el caso
Quiborax; un juicio en el que Bolivia pierde $us 42,6 millones.
http://www.lostiempos.com/actualidad/economia/20180613/claves-entender-caso-quiborax-juicio-que-bolivia-pierde-us-426-millones.
El artículo continúa con el recuento de las
posiciones encontradas:
Gobierno del MAS acusa a Mesa
El pasado 22 de mayo, la Procuraduría General
del Estado presentó una denuncia ante el Ministerio Público en contra del
expresidente Mesa y tres de sus exministros, tras la pérdida del juicio internacional
con QUIBORAX.
La Procuraduría dijo que en el Gobierno de
Mesa se incumplieron leyes y que incluso el Decreto Supremo 27589 es ilegal.
La denuncia contra Carlos Mesa fue presentada
por los delitos de resoluciones contrarias a la Constitución y leyes,
incumplimiento de deberes y conducta antieconómica.
Sin embargo, el expresidente y actual vocero
de la demanda marítima contra Chile, aseguró que los responsables de la derrota
boliviana en el juicio ante QUIBORAX son el actual procurador, Pablo Menacho, y
sus antecesores, por “la desastrosa negociación” realizada con el consorcio
minero entre 2006 y 2018.
Mesa dijo también que el Gobierno incurrió en
una contradicción al señalar la ilegalidad del Decreto Supremo 27589 ya que la propia Procuraduría ,
en el laudo de apelación presentado ante CIADI en 2015, defendió la legalidad
de esa norma.
Se señala el nombre de Rodríguez Veltzé
El expresidente dijo que si la Fiscalía lo
investiga a él también debería ser incluido el exmandatario, Eduardo Rodríguez
Veltzé.
Sin embargo, Rodríguez Veltzé afirmó que no
debatirá “insinuaciones de orden político” respecto a las declaraciones
realizadas por Mesa.
“Asumo la responsabilidad del (Decreto Supremo
27589) emitido por mi Gobierno y que contó con la aprobación previa del Consejo
Nacional de Política Económica (CONAPE); no debatiré insinuaciones de orden
político”, recalcó.
En medio de todo esto, la presidenta de la
Comisión que investiga el caso Lava Jato, la diputada Susana Rivero ,
anunció que se rastrearán las cuentas de Mesa.
Mesa acusa a QUIBORAX de falsificar acta para
demandar a Bolivia
El expresidente de Bolivia aseguró ayer que la
empresa chilena falsificó un acta para demandar a Bolivia y conseguir una
indemnización económica por la reversión de sus concesiones mineras en el Salar
de Uyuni.
Mesa dijo que el arbitraje demandado por esa
empresa fue producto de la falsificación de un acta de composición de
propiedad, por lo que presentó ante la Fiscalía las pruebas de estas
afirmaciones.
“El Arbitraje en el caso QUIBORAX en contra
del Estado de Bolivia es la consecuencia fraudulenta y maliciosa de un delito
de falsificación y uso de documento falsificado, confesado en un proceso penal
que concluyó con sentencia condenatoria ejecutoriada y con la declaración jurada
del propio proceso arbitral, delito cometido por uno de los personeros y
representante de la empresa que promovió este proceso arbitral”, expresó en un
artículo publicado en su página web.
Ante esta situación, Mesa pidió el rechazo a
la acusación presentada por la Procuraduría General del Estado en su contra
dentro de este caso.
Gastos y honorarios del Comité; un pago extra
CIADI determinó además que el Estado boliviano
tendrá que correr con los gastos y honorarios del Comité y los derechos por la
utilización del CIADI en el marco del procedimiento de anulación que comenzó en
2015.
La entidad internacional determinó que
QUIBORAX pague los costos en los que incurrió su defensa (462 mil dólares) y lo
mismo tendrá que hacer Bolivia por su lado (1.384.801 dólares).
[6] Leer Mesa: Procurador pactó caso Quiborax
con asesor de Chile.
http://www.erbol.com.bo/noticia/politica/12062018/mesa_procurador_pacto_caso_quiborax_con_asesor_de_chile.
El articulo continua el relato de la siguiente
manera:
Jana apareció la semana pasada en una
conferencia de prensa junto al procurador Pablo Menacho y el ministro de
Minería, César Navarro, para anunciar que se había llegado a un acuerdo para
pagar a QUIBORAX más de 42 millones de dólares, debido a la indemnización
surgida por la expulsión de la empresa chilena de la explotación de ulexita en
el Salar de Uyuni.
“El señor Andrés Jana es parte del equipo
jurídico privado que apoya a Chile en la demanda que Bolivia tiene en La Haya,
o sea llegamos al caso increíble de que el Procurador General del Estado está
dándole la mano y firmando una entrega de 42 millones, 50 veces el valor de lo
invertido por Quibórax nada menos que al representante de QUIBORAX, que a su
vez es parte del equipo jurídico privado que está apoyando a Chile”, dijo Mesa
en Sucre.
Reportes de medios
chilenos confirman a Jana como asesor de su país ante el proceso en La Haya. En marzo reciente,
el jurista afirmó que la demanda boliviana es débil en su sustento jurídico,
según La Tercera.
La Procuraduría culpa a Mesa por la
indemnización a QUIBORAX y le inició un proceso, bajo el argumento de que un
decreto suyo con errores legales fue el causante de que la empresa chilena
acuda a la CIADI y logre un pago millonario.
Mesa se presentó este martes ante la Fiscalía General
del Estado en Sucre para solicitar de nuevo el rechazo de esa denuncia de la Procuraduría. Esta
vez, el expresidente planteó el argumento de que la empresa chilena usó un
documento falsificado para llevar adelante el arbitraje ante CIADI.
Explicó que la empresa chilena usó un acta
falsificada de poderes para forzar el arbitraje contra el Estado boliviano.
Dijo que el fraude en ese documento se confirmó porque en 2009 el accionista de
QUIBORAX David Moscoso fue condenado a dos años de cárcel por ese delito.
Dijo entonces que el motivo del arbitraje no
es el decreto que él emitió, sino ese documento falsificado. Crítico que la
CIADI haya aceptado una falsificación en este proceso que calificó de ilegal.
“Lo que más llama la atención es que la
defensa del Estado de Bolivia en el arbitraje, en lugar de reaccionar
institucional y procesalmente de manera categórica y contundente, contra ésta
abierta parcialización del Tribunal Arbitral, deja pasar esta írrita decisión
como si se tratara de una incidencia procesal normal y ordinaria dentro del
Arbitraje”, dice el memorial presentado por Mesa.
[7] Leer de Manuel Gysler La lucha por el
territorio de Nor- Lipez. Editorial Plural y AGRUCO. La Paz 2011; págs. 77-79.
Fuente: https://www.bolpress.com/2018/06/27/extorsion-economica/
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