En nombre de ninguna revolución
se debe disparar contra el pueblo.
Por Abel Bohoslavsky*,
especial para NODAL
La crisis en Nicaragua
conmueve al paisito centroamericano, tierra de lagos y volcanes y de gigantes
como Augusto C. Sandino y Carlos Fonseca Amador, de historias de guerras
civiles y sucesivas intervenciones norteamericanas. Y revoluciones genuinas.
Viví trabajando como internacionalista muchos años durante la Revolución Sandinista ,
experiencia imborrable que me dejó enseñanzas invalorables y vínculos de
compañerismo y amistad.
Como el imperialismo y
sus conspiraciones existen, cuando uno no está en el terreno, debe saber
nutrirse de muchas fuentes, lo que para mí en el caso de Nicaragua es factible
por tantos años de compañerismo y amistad.
Recibo un mensaje de
un compañero revolucionario, igualmente alarmado por la situación de Nicaragua,
quien me destaca como “importante” leer el artículo “La guerra
contrainsurgente. Nicaragua en la mira” donde la periodista Stella Caloni
describe extensamente las acciones de varias agencias norteamericanas, como la National Endowment
for Democracy (NED) o la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID)
y la Freedom House
en la ejecución de la conspiración imperialista.
Paralelamente, Atilio
Borón, en su “Nicaragua, la revolución y la niña en el bote”, en una detallada
consideración sobre esta crisis recorre también la trayectoria del
intervencionismo yanqui.
¿Qué dice Borón sobre
Daniel Ortega: “…cometió un gravísimo error al sellar pactos ‘tácticos’ con
enemigos históricos del FSLN y, más recientemente, tratar de imponer una
reforma previsional sin consulta alguna con las bases sandinistas o actuar con
incomprensible desaprensión ante la crisis ecológica en la Reserva Biológica
Indio-Maíz ”… “hipotecó la tradición revolucionaria del
sandinismo. Pero el pacto con los enemigos siempre es volátil y transitorio. Y
ante la menor muestra de debilidad del gobierno, y ante un grosero error basado
en el desprecio por la opinión de la base sandinista…”. Borón, acudiendo a la
historia nos recuerda bien de los años ‘30, cuando el entonces presidente de
Estados Unidos fue criticado por algunos legisladores por su apoyo al fundador
de la tiranía nicaragüense Anastasio Somoza García “… el respaldo que Franklin
D. Roosevelt le otorgaba al dictador, éste se limitó a responder que ‘sí, es un
hijo de puta pero es NUESTRO hijo de puta’”.Después de su crítica a Ortega,
Borón convoca a pesar de todo a apoyarlo. ¿Entonces qué? Si Somoza era el hijo
de puta de Roosevelt, ¿Ortega es “nuestro” hijo de puta?
Parece fuerte este
interrogante. Pero es que Borón (y otros/as) llama a defender a Ortega, aunque
le pide rectificar el rumbo. Borón reitera que los organizadores de la
conspiración imperialista “Trasladaron buena parte de los mercenarios que
protagonizaron las ‘guarimbas’ en Venezuela a Nicaragua y están aplicando ahora
en Nicaragua la misma receta de violencia y muerte que se enseña en los
manuales de la CIA.
Conclusión : la caída del sandinismo debilitaría el entorno
geopolítico de la brutalmente agredida Venezuela, y aumentaría las chances para
la generalización de la violencia en toda la región”. El chavismo emergió como
una fuerza nueva, hijo político de la rebelión del caracazo de 1989 e inició un
proceso genuino y original que por ahora es una revolución inconclusa, asediada
en forma múltiple por Estados Unidos por afectar seriamente los intereses
imperialistas y de la burguesía nacional. El orteguismo es un régimen
post-derrota política de la Revolución (1990), sucesor de tres gobiernos
liberales clásicos. Ortega llegó al gobierno en 2007 mediantes sucesivos pactos
con los liberales ex presidentes del período 1990-2006 y con la propia iglesia
católica. Por esos pactos, lo que se garantizó es el régimen y no su ruptura.
Bajo el formato de una alianza FSLN-Ortega-COSEP-Iglesia, Ortega garantizó
estabilidad política a las ganancias empresarias. Ni el COSEP (Consejo Superior
de la Empresa Privada )
ni la embajada se molestaron. Con Estados Unidos entró en conflicto cuando el
proyecto del canal chino. Eso sí afecta directamente los intereses de
dominación económica, política y militar de Estados Unidos ¿Es eso una medida
antimperialista? Para nada. La ley 840 es de un entreguismo rampante. Resigna
la soberanía por un siglo, amén de un daño ambiental irreparable si se concreta
su construcción. Si se cambia grafía china por inglés o alemán, es un
entreguismo neocolonial más. ¿Que China no es Estados Unidos? ¡Claro que no! Es
su competidora. No por casualidad ahora Trump le declaró la guerra comercial.
¿Eso le da un carácter progresista al capitalismo chino? ¡Vaya disparate!
En segundo lugar,
comparar las “guarimbas” venezolanas que ocurrieron durante una grave crisis
económica con la sublevación nicaragüense de abril hasta ahora, es ignorar la
composición social de ambos fenómenos. Sin ser floreciente, la economía de
Nicaragua no atravesaba una crisis de la dimensión de la venezolana. El
detonante de la reforma del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social movilizó
inicialmente contingentes estudiantiles de predominio pequeño-burgués. Fue la
respuesta represiva con los primeros muertos, la que desencadenó a su vez,
respuestas populares solidarias.. En las ciudades, de vecinos sin
identificación partidaria, trabajadores informales, cuentapropistas; en pueblos
y localidades de los departamentos de sectores campesinos y obreros rurales. Ni
la raquítica derecha liberal, ni el COSEP co-gobernante con Ortega hasta
semanas antes, hubiesen podido movilizar masivamente al pueblo y llegar a
convocar a cientos de miles en la marcha de las Madres del dolor el 30 de mayo
(donde hubo nuevas víctimas de la represión) y en sucesivas manifestaciones.
Mucho menos, organizar cientos de tranques y barricadas. Sin duda que la movilización
fue mucho más por motivaciones políticas que de reivindicaciones económicas
postergadas. Se pueden resumir así: hartazgo acumulado de una parte importante
del pueblo. Precisamente por lo repentina e inesperada, no preparada, la
sublevación no tiene líderes ni programa. Por eso, la derecha clásica que tiene
escasísima inserción popular, pudo “reaparecer”. Por eso el COSEP, socio de una
década del gobierno, socio del “Presidente Pueblo” -que hace mucho es también
un empresario- se puso inmediatamente en la vereda de enfrente. Por eso la
cúpula de la Iglesia se puso en confrontación con el gobierno socialcristian o.
¿Qué hay
intervencionismo imperialista? ¡Claro que sí! ¿Cuándo no la hubo? Pero no son
sus agentes los sublevados del histórico barrio de Monimbó en Masaya ni en
cientos de barrios y caminos de Nicaragua. Explicar semejante insubordinación
en la que miles arriesgan la vida por la conjura imperialista es cerrar los
ojos y la mente ante una realidad agobiante, durísima. Porque lo que Borón no
menciona y la mayoría de los comentaristas omiten, es la magnitud y la
brutalidad de la respuesta represiva gubernamental. Según Borón, los sublevados
tienen “armas letales, escuadrones de la muerte y soldados mercenarios”. Señor:
si en las calles, barrios y carreteras, hay miles de manifestantes y además
tienen esas armas y un ejército mercenario, y el Ejército de Nicaragua no actuó
en tres meses, ¿cómo no asaltaron cuarteles, liquidaron a los funcionarios y
tomaron el gobierno? Y usted menciona nada menos que “escuadrones de la muerte”
de los sublevados. ¿Sabe usted cómo las tropas gubernamentales uniformadas y
sin uniformes “limpiaron” Monimbó, Diriamba y otras zonas? Si es como usted
relata, ¿por qué las madres de las víctimas le reclaman al gobierno y realizaron
la marcha de las madres el 30 de mayo en contra del gobierno y no en contra de
los sublevados?
El de Ortega es un
régimen cuasi-confesional que adoptó simbología religiosa y decidió recurrir a
las armas para enfrentar la protesta. Habiendo conservado tras diez años,
importante respaldo electoral y popular, su respuesta fueron las armas. Si,
como dijo Ortega, la protesta contra su reforma del INSS fue solo una excusa,
¿por qué derogó en pocos días su propio decreto? Si esa reforma no era
neoliberal, tal como le fue criticada, ¿por qué no la mantuvo?
¿Qué pasaría en lo
inmediato si cae el gobierno Ortega-Murillo? Aquí sí voy a coincidir con Borón
en que no habrá ninguna salida revolucionaria. Simplemente, porque los
sublevados ni lo pensaron ni se lo proponen. Salieron a las calles por el
hartazgo. ¡Y merecen respeto aunque no tengan el programa de nuestros sueños!
Muchos quisiéramos que en Nicaragua vuelva a florecer la idea de Carlos Fonseca
de una Revolución Popular Sandinista donde se conjuguen la reivindicación
socialista con la emancipación nacional. La fisura de la alianza Ortega-COSEP
en el poder y la sublevación abrió la posibilidad de que el régimen surgido de
los pactos Ortega-Alemán-Bolaños-Obando tenga un recambio. O no. Si el gobierno
socialcristian o se sostiene, la
clase empresaria no tendrá ningún empacho en recomponer su alianza si Ortega
les garantiza la continuidad de sus negocios. Ortega necesita aplastar la
rebelión para negociar su permanencia, negociar con la derecha, con la iglesia,
y más allá con la embajada (incluso paralizar el canal chino) para continuar en
nuevos términos la continuidad de un régimen económico que fue y es de
recomposición capitalista. Si a eso le llaman progresismo, pues adelante. Sí,
como justifica Borón, Somoza fue el “nuestro hijo de puta” de Roosevelt y él
pretende que Ortega (de quien habla bastante mal) sea “nuestro hijo de puta”,
que lo hagan él y sus predicadores de justificaciones. En nombre de ninguna
revolución se debe disparar contra el pueblo. Los revolucionarios, los
cheguevaristas, no podemos admitir tener “nuestros hijos de puta”. Que los
tengan ellos.
*Autor de LOS
CHEGUEVARISTAS-Del Cordobazo a la Revolución
Sandinista.- Trabajó durante la revolución sandinista como
médico en el Ministerio de Salud y periodista en Barricada, órgano oficial del
FSLN
Fuente:
http://www.resumenlatinoamericano.org/2018/07/27/nicaragua-a-dos-voces-escriben-aram-aharonian-y-abel-bohoslavsky/
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