sábado, 28 de julio de 2018

Atendamos: "Explicar semejante insubordinación en la que miles arriesgan la vida por la conjura imperialista es cerrar los ojos y la mente ante una realidad agobiante, durísima. Porque lo que Borón no menciona y la mayoría de los comentaristas omiten, es la magnitud y la brutalidad de la respuesta represiva gubernamental".

En nombre de ninguna revolución

 se debe disparar contra el pueblo.


Por Abel Bohoslavsky*, especial para NODAL
La crisis en Nicaragua conmueve al paisito centroamericano, tierra de lagos y volcanes y de gigantes como Augusto C. Sandino y Carlos Fonseca Amador, de historias de guerras civiles y sucesivas intervenciones norteamericanas. Y revoluciones genuinas. Viví trabajando como internacionalista muchos años durante la Revolución Sandinista, experiencia imborrable que me dejó enseñanzas invalorables y vínculos de compañerismo y amistad.
Como el imperialismo y sus conspiraciones existen, cuando uno no está en el terreno, debe saber nutrirse de muchas fuentes, lo que para mí en el caso de Nicaragua es factible por tantos años de compañerismo y amistad.
Recibo un mensaje de un compañero revolucionario, igualmente alarmado por la situación de Nicaragua, quien me destaca como “importante” leer el artículo “La guerra contrainsurgente. Nicaragua en la mira” donde la periodista Stella Caloni describe extensamente las acciones de varias agencias norteamericanas, como la National Endowment for Democracy (NED) o la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID) y la Freedom House en la ejecución de la conspiración imperialista.
Paralelamente, Atilio Borón, en su “Nicaragua, la revolución y la niña en el bote”, en una detallada consideración sobre esta crisis recorre también la trayectoria del intervencionismo yanqui.
¿Qué dice Borón sobre Daniel Ortega: “…cometió un gravísimo error al sellar pactos ‘tácticos’ con enemigos históricos del FSLN y, más recientemente, tratar de imponer una reforma previsional sin consulta alguna con las bases sandinistas o actuar con incomprensible desaprensión ante la crisis ecológica en la Reserva Biológica Indio-Maíz”… “hipotecó la tradición revolucionaria del sandinismo. Pero el pacto con los enemigos siempre es volátil y transitorio. Y ante la menor muestra de debilidad del gobierno, y ante un grosero error basado en el desprecio por la opinión de la base sandinista…”. Borón, acudiendo a la historia nos recuerda bien de los años ‘30, cuando el entonces presidente de Estados Unidos fue criticado por algunos legisladores por su apoyo al fundador de la tiranía nicaragüense Anastasio Somoza García “… el respaldo que Franklin D. Roosevelt le otorgaba al dictador, éste se limitó a responder que ‘sí, es un hijo de puta pero es NUESTRO hijo de puta’”.Después de su crítica a Ortega, Borón convoca a pesar de todo a apoyarlo. ¿Entonces qué? Si Somoza era el hijo de puta de Roosevelt, ¿Ortega es “nuestro” hijo de puta?
Parece fuerte este interrogante. Pero es que Borón (y otros/as) llama a defender a Ortega, aunque le pide rectificar el rumbo. Borón reitera que los organizadores de la conspiración imperialista “Trasladaron buena parte de los mercenarios que protagonizaron las ‘guarimbas’ en Venezuela a Nicaragua y están aplicando ahora en Nicaragua la misma receta de violencia y muerte que se enseña en los manuales de la CIA. Conclusión: la caída del sandinismo debilitaría el entorno geopolítico de la brutalmente agredida Venezuela, y aumentaría las chances para la generalización de la violencia en toda la región”. El chavismo emergió como una fuerza nueva, hijo político de la rebelión del caracazo de 1989 e inició un proceso genuino y original que por ahora es una revolución inconclusa, asediada en forma múltiple por Estados Unidos por afectar seriamente los intereses imperialistas y de la burguesía nacional. El orteguismo es un régimen post-derrota política de la Revolución (1990), sucesor de tres gobiernos liberales clásicos. Ortega llegó al gobierno en 2007 mediantes sucesivos pactos con los liberales ex presidentes del período 1990-2006 y con la propia iglesia católica. Por esos pactos, lo que se garantizó es el régimen y no su ruptura. Bajo el formato de una alianza FSLN-Ortega-COSEP-Iglesia, Ortega garantizó estabilidad política a las ganancias empresarias. Ni el COSEP (Consejo Superior de la Empresa Privada) ni la embajada se molestaron. Con Estados Unidos entró en conflicto cuando el proyecto del canal chino. Eso sí afecta directamente los intereses de dominación económica, política y militar de Estados Unidos ¿Es eso una medida antimperialista? Para nada. La ley 840 es de un entreguismo rampante. Resigna la soberanía por un siglo, amén de un daño ambiental irreparable si se concreta su construcción. Si se cambia grafía china por inglés o alemán, es un entreguismo neocolonial más. ¿Que China no es Estados Unidos? ¡Claro que no! Es su competidora. No por casualidad ahora Trump le declaró la guerra comercial. ¿Eso le da un carácter progresista al capitalismo chino? ¡Vaya disparate!
En segundo lugar, comparar las “guarimbas” venezolanas que ocurrieron durante una grave crisis económica con la sublevación nicaragüense de abril hasta ahora, es ignorar la composición social de ambos fenómenos. Sin ser floreciente, la economía de Nicaragua no atravesaba una crisis de la dimensión de la venezolana. El detonante de la reforma del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social movilizó inicialmente contingentes estudiantiles de predominio pequeño-burgués. Fue la respuesta represiva con los primeros muertos, la que desencadenó a su vez, respuestas populares solidarias.. En las ciudades, de vecinos sin identificación partidaria, trabajadores informales, cuentapropistas; en pueblos y localidades de los departamentos de sectores campesinos y obreros rurales. Ni la raquítica derecha liberal, ni el COSEP co-gobernante con Ortega hasta semanas antes, hubiesen podido movilizar masivamente al pueblo y llegar a convocar a cientos de miles en la marcha de las Madres del dolor el 30 de mayo (donde hubo nuevas víctimas de la represión) y en sucesivas manifestaciones. Mucho menos, organizar cientos de tranques y barricadas. Sin duda que la movilización fue mucho más por motivaciones políticas que de reivindicaciones económicas postergadas. Se pueden resumir así: hartazgo acumulado de una parte importante del pueblo. Precisamente por lo repentina e inesperada, no preparada, la sublevación no tiene líderes ni programa. Por eso, la derecha clásica que tiene escasísima inserción popular, pudo “reaparecer”. Por eso el COSEP, socio de una década del gobierno, socio del “Presidente Pueblo” -que hace mucho es también un empresario- se puso inmediatamente en la vereda de enfrente. Por eso la cúpula de la Iglesia se puso en confrontación con el gobierno socialcristiano.
¿Qué hay intervencionismo imperialista? ¡Claro que sí! ¿Cuándo no la hubo? Pero no son sus agentes los sublevados del histórico barrio de Monimbó en Masaya ni en cientos de barrios y caminos de Nicaragua. Explicar semejante insubordinación en la que miles arriesgan la vida por la conjura imperialista es cerrar los ojos y la mente ante una realidad agobiante, durísima. Porque lo que Borón no menciona y la mayoría de los comentaristas omiten, es la magnitud y la brutalidad de la respuesta represiva gubernamental. Según Borón, los sublevados tienen “armas letales, escuadrones de la muerte y soldados mercenarios”. Señor: si en las calles, barrios y carreteras, hay miles de manifestantes y además tienen esas armas y un ejército mercenario, y el Ejército de Nicaragua no actuó en tres meses, ¿cómo no asaltaron cuarteles, liquidaron a los funcionarios y tomaron el gobierno? Y usted menciona nada menos que “escuadrones de la muerte” de los sublevados. ¿Sabe usted cómo las tropas gubernamentales uniformadas y sin uniformes “limpiaron” Monimbó, Diriamba y otras zonas? Si es como usted relata, ¿por qué las madres de las víctimas le reclaman al gobierno y realizaron la marcha de las madres el 30 de mayo en contra del gobierno y no en contra de los sublevados?
El de Ortega es un régimen cuasi-confesional que adoptó simbología religiosa y decidió recurrir a las armas para enfrentar la protesta. Habiendo conservado tras diez años, importante respaldo electoral y popular, su respuesta fueron las armas. Si, como dijo Ortega, la protesta contra su reforma del INSS fue solo una excusa, ¿por qué derogó en pocos días su propio decreto? Si esa reforma no era neoliberal, tal como le fue criticada, ¿por qué no la mantuvo?
¿Qué pasaría en lo inmediato si cae el gobierno Ortega-Murillo? Aquí sí voy a coincidir con Borón en que no habrá ninguna salida revolucionaria. Simplemente, porque los sublevados ni lo pensaron ni se lo proponen. Salieron a las calles por el hartazgo. ¡Y merecen respeto aunque no tengan el programa de nuestros sueños! Muchos quisiéramos que en Nicaragua vuelva a florecer la idea de Carlos Fonseca de una Revolución Popular Sandinista donde se conjuguen la reivindicación socialista con la emancipación nacional. La fisura de la alianza Ortega-COSEP en el poder y la sublevación abrió la posibilidad de que el régimen surgido de los pactos Ortega-Alemán-Bolaños-Obando tenga un recambio. O no. Si el gobierno socialcristiano se sostiene, la clase empresaria no tendrá ningún empacho en recomponer su alianza si Ortega les garantiza la continuidad de sus negocios. Ortega necesita aplastar la rebelión para negociar su permanencia, negociar con la derecha, con la iglesia, y más allá con la embajada (incluso paralizar el canal chino) para continuar en nuevos términos la continuidad de un régimen económico que fue y es de recomposición capitalista. Si a eso le llaman progresismo, pues adelante. Sí, como justifica Borón, Somoza fue el “nuestro hijo de puta” de Roosevelt y él pretende que Ortega (de quien habla bastante mal) sea “nuestro hijo de puta”, que lo hagan él y sus predicadores de justificaciones. En nombre de ninguna revolución se debe disparar contra el pueblo. Los revolucionarios, los cheguevaristas, no podemos admitir tener “nuestros hijos de puta”. Que los tengan ellos.
*Autor de LOS CHEGUEVARISTAS-Del Cordobazo a la Revolución Sandinista.- Trabajó durante la revolución sandinista como médico en el Ministerio de Salud y periodista en Barricada, órgano oficial del FSLN
Fuente: 

http://www.resumenlatinoamericano.org/2018/07/27/nicaragua-a-dos-voces-escriben-aram-aharonian-y-abel-bohoslavsky/

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