AMLO y los pueblos
indígenas
16 de julio de 2017
Por Gilberto López y Rivas (La Jornada)
Los planteamientos de gobierno deben ser materia de análisis
fundamentado. En el año 2011 publiqué un artículo con señalamientos críticos
sobre el Nuevo Proyecto de Nación del entonces precandidato Andrés Manuel López
Obrador (La Jornada). En esencia, destacaba la carencia de un enfoque
sistémico para interpretar la crisis del país en el contexto de la
mundialización capitalista neoliberal, enfocándome en los pueblos indígenas, a
los que se dedicaba pocas reflexiones en un texto de dos centenares de páginas.
Los pueblos eran presentados como víctimas,
objetos pasivos que esperan la mano clientelar del Estado, el sujeto activo.
Eran subsumidos en la categoría de comunidades
tradicionales de indígenas-campesinos, que, igualmente, esperan el apoyo
estatal. En esa tónica, por ejemplo, se proponían carreteras para los
municipios que no cuentan con caminos pavimentados, y aquí los indígenas
aparecen como fuerza de trabajo barata, bajo el subterfugio degenerar empleos y
fortalecer la economía local.
Hacía notar el efecto directo e indirecto que
tendrían proyectos que el próximo jefe de gabinete, el multimillonario Alfonso
Romo, está ofertando para hacer de México el paraíso
de las inversiones extranjeras. Uno de ellos es una propuesta del Plan
Puebla-Panamá (Proyecto Mesoamérica), al cual se han opuesto indígenas y no
indígenas. Hoy, se mantiene vigente vincular comercialmente el Pacífico con el
Atlántico mediante el desarrollo
integral del Istmo de Tehuantepec, la construcción de dos puertos, en Salinas
Cruz y Coatzacoalcos, así como un ferrocarril de carga de contenedores y la
ampliación de la carretera existente. Todo
ello tomando en cuenta a la gente (sic) y con la participación de las
comunidades de la región (sic).
Sin embargo, clichés aparte, ¿Cómo participarían las comunidades de la región?
¿Nuevamente como mano de obra intensiva y barata? ¿Se beneficiarían del
comercio en gran escala a transportar en esos contenedores? ¿La ampliación de
la carretera se haría a costa de territorios comunitarios?
Ya entrados en extractivismo y desarrollismo,
se plantea la construcción de refinerías o ampliación de las existentes, en
estados con población indígena, sin importar lo que significan semejantes
planes para la vida comunitaria y el medio ambiente. Estos procesos,
considerando sus implicaciones locales y regionales, deben de pasar por la
consulta genuina y vinculante, para no repetir la tónica impositiva que tantos
efectos negativos ha generado en el país. Igualmente, se propone atender la
actividad turística, pasando por alto sus impactos negativos sobre los pueblos
en su territorialidad, control de recursos naturales, folclorización de sus culturas,
migración forzada, etcétera.
Ya con AMLO como presidente, las 50 acciones
para la regeneración nacional serán parte del plan de gobierno, en
el que continúan todas las acciones aludidas, más otras igualmente perniciosas
para los pueblos: el Nuevo Aeropuerto Internacional de Ciudad de México, la
ampliación de las zonas
especiales para todo el sureste,
la red de super-carreteras que los gobiernos neoliberales han querido imponer
durante décadas, trenes rápidos, un tren bala para la península de Yucatán,
minería a cielo abierto, siempre
y cuando no contamine (sic),
mientras la próxima secretaria de Cultura piensa que esta es una mercancía para
el espectáculo, el turismo corporativo, y excluye de su proyecto la
investigación, la docencia y la salvaguarda del patrimonio tangible e
intangible de una nación pluricultural, plurilingüística y pluriétnica.
A escasas semanas de la elección, es
significativa la publicación en El
Correo Ilustrado [4 de
julio], de la primera llamada de atención sobre el rumbo posible del gobierno
próximo: “Desde la Red
Mexicana de Afectados por la Minería (REMA), como lo es para
otros muchos colectivos, es claro que México no debe ser en absoluto el paraíso de las inversiones extranjeras y las Zonas Económicas Especiales,
como figuras acabadas del extractivismo que son, deben de ser derogadas. Lo que
Romo expresa precisamente en total consonancia con el modelo económico que nos
ha llevado a la debacle del país, contradice de manera tajante el mandato del
pasado primero de julio. El país no está en venta. No se llega por esa vía a la
soberanía, ni a la integridad de la vida de los territorios. México no ofrece,
mediante la precariedad salarial, mano de obra barata al mejor postor. Somos
mucho más que eso. La dignidad se expresa o no existe.
En suma: ¿cómo compaginar el ejercicio
efectivo de la autonomía comunitaria y ciudadana y el derecho a la consulta
vinculante, con proyectos extractivistas, depredadores y desarrollistas?, esto,
sin abundar en el neoindigenismo de una Secretaría de Pueblos Indígenas.
¿Tienen sentido los señalamientos fundados en torno a medidas preocupantes que
ya aparecen en diversas áreas del horizonte del próximo sexenio? ¿Pensamiento
único o pensamiento crítico?
Fuente:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=244170
No hay comentarios:
Publicar un comentario