¿Movimientos políticos sin carácter de clase?
27 de septiembre de 2017
Por Rolando Astarita
En el curso de los debates (en el blog) sobre el nacionalismo
catalán, surgió la cuestión de su naturaleza de clase. Varios defensores del
nacionalismo insinuaron que el movimiento independentista no tiene un carácter
de clase definido; que es “popular”, ya que “son las masas” las que han salido
a la calle.
Mi postura, en cambio, es que tiene un carácter de clase, que está
definido por la estrategia y las direcciones de las organizaciones políticas
que lo conducen. En otros términos, la
composición social del movimiento político no es lo decisivo para su
caracterización de clase. Es que si fuera por la composición
social, cualquier partido con base obrera podría ser considerado entonces un
partido obrero. Por caso, el Partido Justicialista en Argentina sería (o habría
sido) un partido obrero. Sin embargo, el PJ fue siempre un partido burgués.
¿Por qué? Pues por su dirección, programa y política. Este es el criterio que
también aplicaba Lenin. Por ejemplo, sobre el Partido Laborista de Gran
Bretaña, Lenin negó que fuese la expresión política de los trabajadores
organizados en los sindicatos, a pesar de que agrupaba a la mayoría de esos
trabajadores. Escribió:
“Por supuesto, la mayor parte de los miembros del Partido
Laborista son trabajadores. De todas maneras, si el partido es o no realmente
un partido de los trabajadores no
depende solo de la membresía de los obreros, sino también de la gente que lo
dirige y del contenido de sus acciones y tácticas políticas. Solo
estas últimas determinan si realmente tenemos delante nuestro un partido
político del proletariado. Visto desde este punto de vista, el único correcto,
el Partido Laborista es un partido totalmente burgués, porque, aunque está
conformado por trabajadores, es dirigido por reaccionarios, y de la peor especie
de ellos, los que actúan en el espíritu de la burguesía. Es una
organización de la burguesía que existe para engañar sistemáticamente a los
trabajadores con la ayuda de los Noskes y Scheidemanns (dirigentes del ala
derecha de la socialdemocracia alemana) británicos” (“Speech On Affiliation To
The British Labour Party Second Congress of the Communist International”, 6
agosto 1920; énfasis añadido).
Con el mismo criterio los marxistas han caracterizado revoluciones
y otros movimientos políticos y sociales. Lo decisivo para definir su contenido
de clase siempre fueron sus programas y direcciones. Por ejemplo, Marx y Engels
caracterizaron la Revolución parisina de 1848 como una revolución burguesa, a pesar de su
amplia base popular. De la misma manera, Lenin caracterizó la Revolución de
febrero de 1917 como una revoluciónburguesa, a pesar de
que los obreros y soldados fueron los actores decisivos de la lucha. Siempre el
criterio decisivo es qué programa y qué dirección se imponen.
La importancia política de la caracterización correcta
Es difícil exagerar la importancia política de lo anterior. Es que
las cuestiones tácticas son importantes, pero deben ser adoptadas en el marco
de la caracterización correcta. Y esta debe formularse pública y abiertamente.Es el
paso elemental y primero en la pelea por la independencia de clase.
Dicho en otros términos, una de las formas de fomentar la
colaboración de clases es disimular el carácter de clase de organizaciones
políticas burguesas o pequeño-burguesas. Lo mismo se aplica a movilizaciones o
revoluciones. Por eso, los reformistas pequeño-burgueses, los conciliadores,
los nacionalistas más o menos izquierdistas, siempre tienden a presentar a
movimientos políticos de masas como si fueran a-clasistas, o de naturaleza de
clase indefinida. Es la forma de apoyar, de hecho, programas y estrategias
burguesas o pequeño-burguesas. Se trata de oportunismo, y de la peor especie.
En el fondo, son conscientes de que si explicaran a los trabajadores el
carácter de clase de esos movimientos o partidos, introducirían una cuña en el
“frente de unidad nacional” que tanto aman. Y no podrían seguir
embelleciéndolo; esto es, no podrían seguir vendiendo “espejitos de colores”.
Volviendo ahora al independentismo catalán, entre las formaciones
políticas que han orientado el movimiento están Convergencia Democrática,
Esquerra Republicana, Demócrats de Catalunya, Asociación de Municipios por la
Independencia, Asamblea Nacional Catalana, Solidaritat Catalana per la
Independencia, Reagrupament, Catalunya Sí y Catalunya Acció. Todas son formaciones burguesas o
pequeño burguesas (o una combinación) por sus programas, direcciones,
estrategias. A lo anterior sumemos la CUP, que tiene un programa
pequeño burgués reformista, más o menos radical.
Subrayo, no es casual que los nacionalistas de izquierda se hagan
los distraídos sobre el carácter de clase de la dirección del movimiento
nacional. Lo cual se combina con su negativa a decir, también abierta y
públicamente, que la independencia de Catalunya no disminuirá un milímetro la
explotación de la clase obrera catalana. El primer silencio abona el terreno
para el segundo silencio.
El espontaneísmo
Por último, digamos que no hablar del carácter de clase de
movimientos, revoluciones, partidos, etcétera,alimenta todo tipo de
ilusiones en el espontaneísmo. En este punto la idea dominante es
que, dado que el movimiento, partido, organización, etcétera, no tiene un
carácter definido, los revolucionarios solo deben presentarse como los más
consecuentes luchadores por los objetivos “populares”, para ganar a las masas
al programa socialista. La misma ilusión alimentó los infinitos entrismos
realizados (no solo por trotskistas) a partidos y movimientos de masas.
Típicamente, se piensa que las masas espontáneamente se inclinan hacia la
izquierda y la movilización, y que por eso entrarán, tarde o temprano, en
contradicción con las políticas “traidoras” de sus direcciones. Por eso,
si la gente se moviliza detrás de banderas nacionales, el revolucionario
intentará presentarse como el nacionalista más consecuente, en la esperanza de
que, cuando las bases (que nunca han comprendido bien de qué iba la cosa) se
vean defraudadas en sus ardores nacionalistas, adoptarán las consignas
revolucionarias. Un agregado clave: para sostener esta táctica a lo largo
de décadas, lo importante es no hacer nunca el balance de los repetidos
experimentos tácticos.
En cualquier caso, a los ojos de estos revolucionarios
“nacionales”, realizar caracterizaciones de clase, y hacerlas públicas, es
siempre un estorbo. De ahí también la crítica que nos dirigen a los marxistas:
no tenemos que importunar hablando de clases sociales o de explotación, y mucho
menos de internacionalismo. Si lo hacemos, somos acusados de “dogmáticos” y
“funcionales a la derecha”. En definitiva, la teoría marxista (materialismo
histórico incluido, faltaba más) está muy bien para “los días de fiesta”, pero
no sirve para “la vida práctica”. Es la “real-politik” llevada al extremo.
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Fuente:
https://rolandoastarita.blog/2017/09/27/movimientos-politicos-sin-caracter-de-clase/
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