Crisis económica, feminismo y lucha popular: algunas claves para
repensar la pelea contra el macrismo y por el cambio social
10 de julio de 2018
P Por Sergio Zeta
(...)La
política se para de cabeza y la “unidad” popular cambia de protagonistas
La
oportunidad y necesidad obliga a repensarnos como izquierdas. Habrá quien
suponga que esbozar críticas a organizaciones populares en estos momentos de
ofensiva capitalista puede hacerle el juego a la derecha. Pero la
urgencia por poner en pié una alternativa popular nos obliga a miradas
autocríticas y debates sinceros, como merecen izquierdas que -en manos de la
juventud del pueblo trabajador- son la única esperanza de una humanidad
desquiciada.
Una
primera mirada sobre nosotrxs mismxs constata que gran parte de las izquierdas
no resultaron indemnes a la “normalización” de la política que trocó el
protagonismo popular por el de los aparatos políticos tradicionales. La
búsqueda de la imprescindible unidad cambió de actores, los intentos de
articulación del pueblo trabajador -con sus múltiples componentes y
organizaciones- derivó en la búsqueda de algún partido o aparato con quien
aliarse. Ya no se buscó politizar la lucha social sino construir en el terreno
que el sistema delega a lo político, el reino excluyente de los partidos y las instituciones.
No
sorprende entonces que los “Cayetanos” (Movimiento Evita, Barrios de Pié,
Corriente Clasista y Combativa) junto a otros movimientos supongan que ser
aceptados por el triunvirato burocrático cegetista sea un paso hacia la “unidad
de los trabajadores”, con una mirada incapaz de ver más allá de los aparatos e
instituciones. Con similar lógica, estas mismas organizaciones junto al
degenarismo y otras que se reivindican de “izquierda popular” conformaron el
Frente “En Marcha”, convocando a la “unidad” opositora en presencia de
dirigentes de todas las alas del PJ. Entre las presencias hasta hace poco
inimaginables, está la
de Felipe Solá , quien fuera parte de los gobiernos de Menem y
de Duhalde, fue uno de los responsables políticos de la “masacre de Avellaneda”
y es hoy un posible candidato de “unidad”.
Asimismo,
la coincidente jugada del Papa Francisco de operar para reconstituir bajo su
influencia un PJ unido como sostén del sistema ante una posible debacle de
“Cambiemos” resultaría ilusoria si no fuera por esa inversión de la política. Centenares
de dirigentes de todas las alas del PJ firmando una declaración contra la
legalización del aborto es una señal de su avance.
Por
su parte el FIT, desde una vereda diferente y sosteniendo el anticapitalismo,
rechaza el delirio de levantar una alternativa popular desde la misma trinchera
de los enemigos de clase, pero sufre de similar enamoramiento de los aparatos
políticos, en este caso los propios, lo que limita su capacidad de abrirse
fraternalmente a las iniciativas y agrupaciones de “los trabajadores, las
mujeres y la juventud” y de valorar los aportes de los pueblos
latinoamericanos, colocando un techo a esa construcción de izquierda.
Una
mirada desde lógicas antagónicas con las del sistema –compartiendo la necesidad
imperiosa de derrotar a Macri- apunta a que desde las propias luchas se
sobrepase lo sectorial que hoy impera y se levanten e impongan propuestas
políticas populares, desde la imprescindible articulación de quienes enfrentan
la ofensiva del capital, como lxs docentes, trabajadores de los ingenios
azucareros, del INTI, Rio Turbio, Chubut, aceiteros, colectivas feministas,
comunidades mapuches, asambleas ambientales, entre otros, articulación que
necesariamente no puede ser sectorial sino política.
Es
al calor de esta intervención política cotidiana que se puede soldar una firme
unidad de las organizaciones y colectivos que la impulsen, compartiendo luchas,
estrategias, formación política, ensayos de articulación, aportes a nuevos
colectivos auto-organizados y a la reconstrucción del pueblo trabajador,
instalando una nueva izquierda en todos los terrenos. La fuerza acumulada es
chica pero no despreciable. Y si no aparece por el momento en los medios de comunicación masivos, sí lo hace en la
vida de sectores de nuestro pueblo.
Encontrar
el camino hacia el pueblo impele a las izquierdas a ser parte de la vida
y las luchas del pueblo trabajador para dar la pelea por otro país y
sociedad. En ese diálogo cotidiano que contrasta con quienes creen que lo
progresivo de nuestro pueblo se agota en el kirchnerismo, nos encontramos con
compañeros que pueden ser kirchneristas, otros que hastiados votaron a Macri y
otros muchos que descreen de todos ellos, incluidas las izquierdas.
Desconfiar
de nuestro pueblo e impacientarse para buscar atajos en dudosos aliados de los de “arriba” nunca condujo a
la tierra prometida. Más aún cuando no son sólo alternativas electorales lo que
necesitamos construir. Vale preguntarnos, ¿acaso no necesitamos imperiosamente
poner en pié un amplio movimiento popular de ruptura con el FMI y por el
desconocimiento de la deuda externa, para liberarnos de su yugo? ¿O un
movimiento que trascienda los sindicatos para insertarse en los territorios,
por la defensa y transformación de la educación pública y popular? Y por sobre
todo ¿no necesitamos trabajar pacientemente pero sin descanso por una
confluencia de todo el pueblo trabajador movilizado, con sus organizaciones y
colectivos, en un gran movimiento socialista, feminista, libertario y por una
patria Nuestroamericana liberada?
La
paciente construcción del movimiento de mujeres durante más de 30 años, que en
los últimos tiempos hizo asambleas conjuntas multitudinarias, movilizó a
millones, convocó a intelectuales y artistas, hizo reuniones en los barrios,
confeccionó folletos explicativos, polemizó públicamente, impulsó el proyecto
de ley por el derecho al aborto libre y gratuito y obligó en las calles a la
cámara de diputados a votar por su aceptación, pero fue más allá,
reapropiándose de cuerpos, voluntades y deseos, es un gran ejemplo del que
necesitamos aprender en todos los terrenos.
La
“unidad” como refundación del pueblo trabajador
La
huelga general del 25 de junio fue tan masiva como no se veía hacía años,
sacando el debate del terreno de las alianzas y candidaturas “menos malas” para
el 2019, para llevarlo al de la lucha para derrotar al gobierno. Pero un paro
no alcanza para torcer el rumbo, sería necesario un plan de lucha con
propuestas claras, debatidas democráticamente y alternativas a las del
capital. Pero nada de eso puede esperarse de la CGT y no es siquiera
exigible a estos burócratas que nada tienen que ver con la vida de sus
supuestxs representadxs. La vieja disyuntiva se resolvió hace rato y deberá ser
“con la cabeza de los dirigentes”.
Pero
siendo imprescindible organizarse desde abajo para ello, tampoco alcanzaría con
sacar a estos burócratas de los sindicatos, cuya estructura, estatutos,
universo que abarca, no responden a la realidad de la actual clase trabajadora,
transformada estructuralmente por la triple ofensiva desatada por el
capitalismo neoliberal contra el pueblo trabajador.
Por
una parte, el ataque en los lugares de trabajo para flexibilizar y disciplinar.
Trabajadorxs precarixs, intermitentes, tercerizadxs, desempleadxs, son parte
importante de la clase trabajadora que los viejos sindicatos excluyen.
Por
otra parte, una ofensiva para reestructurar el conjunto del proceso social de
reproducción del capitalismo, penetrando en las casas, los barrios, las
comunidades y cada lugar de la vida cotidiana, afectando especialmente a las
mujeres que cumplen un rol preponderante en la reproducción del sistema. Los
territorios cobran una nueva centralidad, donde se concentran el conjunto de
los problemas y desde donde pueden surgir repuestas políticas, de lucha y
organización. Los sindicatos se consideran ajenos a estas problemáticas y peor
aún, al igual que los gobiernos de turno, acusan a quienes ponen el cuerpo a
estas cuestiones de “politizar” la protesta, jugando a favor de la opresión del
trabajador y la trabajadora.
En
tercer lugar, el capitalismo neoliberal acentuó su carácter colonial y
depredador para apropiarse de las riquezas naturales de nuestros países. Los
sindicatos no sólo se hacen los desentendidos sino que varios han puesto a
jugar sus aparatos contra las asambleas socio-ambientales que surgieron en la
pelea contra el saqueo y la contaminación de un modelo extractivista que ya es
política de Estado de los sucesivos gobiernos.
Mientras
el capital encara su triple ataque contra el pueblo trabajador como una sola y
misma ofensiva, desde el pueblo respondemos fragmentadamente y las viejas
herramientas se demuestran insuficientes.
La
pelea por la construcción de alternativas populares no puede estar desligada de
la imprescindible refundación del pueblo trabajador, respetando y aprovechando
la diversidad pero combatiendo la fragmentación. La pelea es entonces simultáneamente
anticapitalista, anticolonial y antipatriarcal, en todos los ámbitos de la vida
colectiva de nuestro pueblo.
Podría
pensarse que la vida que podría nacer de tal pelea es una bella pero imposible
utopía. Pero el movimiento de mujeres lo ancla a la realidad y está demostrando
que se puede. Leer
No hay comentarios:
Publicar un comentario