Economía argentina, coyuntura y
largo plazo (I)
13 de agosto de 2012
Por Rolando
Astarita
En esta nota vuelvo sobre la desaceleración de
la economía (ver aquí), con algunos datos nuevos, pero
esencialmente analizo la cuestión en el marco del largo plazo y el tipo de
crecimiento que hubo desde 2002. Dada su extensión, he dividido la nota en dos
partes.
Los
Agreguemos que la
tasa de desocupación aumentó del 6,7% en el último trimestre de 2011 al 7,1% en
el primero de 2012, con un descenso de la población activa, del 46,1% al 45,5%
entre esos períodos; esto significa menos cantidad de gente buscando trabajo.
El Ministerio de Trabajo reconoció, en agosto, que se estancó la creación de
empleo. En el primer trimestre de 2012 el PBI creció el 5,2% con respecto a
igual período de 2011; en términos anualizados, el crecimiento fue del 3,6%, y
debe tomarse en cuenta que hay un arrastre estadístico del 1,6%. de 2011. Todo
indica que el crecimiento en el segundo semestre será más débil que en el
primero. Las importaciones de bienes de capital disminuyeron, en junio de 2012,
un 38% con respecto a igual mes del año anterior; puede estar reflejando una
caída importante de la
inversión. El consumo también se debilitó; las ventas
minoristas en junio cayeron 6,8% con respecto a junio de 2111 (CAME); aunque
luego repuntó, como consecuencia de los aumentos de las paritarias, y también
porque la compra de bienes de consumo durables se ve como un refugio frente a la inflación. Con todo
esto a la vista, si bien no hay elementos como para decir que se haya entrado
en recesión (dos trimestres seguidos con crecimiento negativo), se puede
afirmar que es fuerte el freno del crecimiento.
Explicaciones
El Gobierno y sus defensores explican que la desaceleración no
se debe a debilidades del modelo, sino a la crisis internacional, ya que “el
mundo se nos vino encima”. Pero el argumento es débil. Como señalan los
críticos, la economía mundial está creciendo al 3,5% (según el FMI, junio 2012).
En 2009 la economía mundial se contrajo el 2,2%, y la de los principales socios
comerciales de Argentina un 0,4%; pero la economía argentina creció 0,9% (según
el Indec). ¿Por qué debía caer en 2012, con la economía mundial creciendo al
3,5%?
Los partidarios del Gobierno responden que Argentina se ha visto muy afectada por el freno de las importaciones de automóviles por Brasil, y por la sequía, que no permite aprovechar el aumento dela soja. Hay elementos de verdad en esto. Según la
Asociación de Fábricas de Automotores, debido a la caída de la demanda en
Brasil, las exportaciones de vehículos disminuyeron un 28,4% en el primer
semestre de 2012 con respecto al mismo período de 2011. La fabricación de
vehículos automotores bajó 14,2% en el primer semestre de 2012, con respecto al
primero de 2011; y un 30,9% en junio de 2012 en relación a junio de 2011. Dado
el peso de la industria automotriz en la economía, el efecto recesivo es
indudable. Por otra parte, durante la campaña 2011-2 hubo una disminución en la
producción de unos 15 millones de toneladas entre maíz y soja, debido a la sequía. Además ,
buena parte de la cosecha se vendió a precios menores que los actuales. Esto
explica que las exportaciones de productos primarios tuvieran, en el primer
semestre, una caída por precios del 1%. En junio, y en términos anualizados,
las exportaciones de productos primarios cayeron un 15%, tanto por precios como
por cantidades. En definitiva, dicen los K-partidarios, los problemas son
externos, crisis mundial en primer lugar, sequía en segundo término.
Los críticos retrucan señalando que otros rubros se han desacelerado, o están disminuyendo: la industria alimenticia y tabaco creció, a junio de 2012, el 2,8% con respecto a igual acumulado del año anterior; la textil disminuyó el 1,8%; papel y cartón, y edición e impresión aumentó 2,1%; refinación de petróleo bajó 1,6%; e industrias metálicas básicas descendió 1,7% (todos los datos son del Indec). La caída de la construcción tampoco puede explicarse por la crisis mundial; ni el aumento del déficit de la balanza energética. Pero los defensores del Gobierno explican que no hay problemas de fondo, y que a partir del segundo semestre las cosas irían mejor. En Brasil habría recuperación de la demanda en el segundo semestre. Y en 2013 se harán sentir los efectos del alto precio de la soja; el precio de la oleaginosa aumentó casi un 60% desde diciembre de 2011. Si las condiciones climáticas lo permiten, la cosecha alcanzaría los 55 millones de toneladas, y podría haber un ingreso extra de 5300 millones de dólares en 2013. El Gobierno podría recaudar entonces 8600 millones de dólares por derechos de exportación (Iaraf, “Informe económico” 170, julio 2012). O sea, el mundo ya no se nos caerá encima. Si bien todo esto es real, existen de todas maneras muchos elementos para concluir que la economía se ha desacelerado de manera muy fuerte, y esto no se explica solo, ni principalmente, por los factores externos.
Los partidarios del Gobierno responden que Argentina se ha visto muy afectada por el freno de las importaciones de automóviles por Brasil, y por la sequía, que no permite aprovechar el aumento de
Los críticos retrucan señalando que otros rubros se han desacelerado, o están disminuyendo: la industria alimenticia y tabaco creció, a junio de 2012, el 2,8% con respecto a igual acumulado del año anterior; la textil disminuyó el 1,8%; papel y cartón, y edición e impresión aumentó 2,1%; refinación de petróleo bajó 1,6%; e industrias metálicas básicas descendió 1,7% (todos los datos son del Indec). La caída de la construcción tampoco puede explicarse por la crisis mundial; ni el aumento del déficit de la balanza energética. Pero los defensores del Gobierno explican que no hay problemas de fondo, y que a partir del segundo semestre las cosas irían mejor. En Brasil habría recuperación de la demanda en el segundo semestre. Y en 2013 se harán sentir los efectos del alto precio de la soja; el precio de la oleaginosa aumentó casi un 60% desde diciembre de 2011. Si las condiciones climáticas lo permiten, la cosecha alcanzaría los 55 millones de toneladas, y podría haber un ingreso extra de 5300 millones de dólares en 2013. El Gobierno podría recaudar entonces 8600 millones de dólares por derechos de exportación (Iaraf, “Informe económico” 170, julio 2012). O sea, el mundo ya no se nos caerá encima. Si bien todo esto es real, existen de todas maneras muchos elementos para concluir que la economía se ha desacelerado de manera muy fuerte, y esto no se explica solo, ni principalmente, por los factores externos.
Crecimiento y problemas crecientes
La discusión sobre la coyuntura hay que enmarcarla en la
dinámica de la economía argentina desde 2002. Los defensores del gobierno
señalan repetidamente que Argentina creció a “tasas chinas”, y éste es un
elemento real. Desde el primer trimestre de 2002 hasta el primero de 2012, el
PBI aumentó un 103% (tomamos como punto de partida 2002 porque cuando Kirchner
asumió la presidencia la economía ya estaba creciendo a una tasa muy alta, un
7,7% en el segundo trimestre de 2003 contra igual período de 2002).
Con la recuperación bajó la desocupación, desde el pico del 21% durante la crisis, al 7% actual; también la pobreza, que había alcanzado casi al 60% de la población en 2002, disminuyó al 22% que calcula hoyla UCA.
Con la recuperación bajó la desocupación, desde el pico del 21% durante la crisis, al 7% actual; también la pobreza, que había alcanzado casi al 60% de la población en 2002, disminuyó al 22% que calcula hoy
a) desde hace tres años, por lo menos, el sector privado no está generando empleo neto. El desempleo juvenil alcanza al millón, y desde 2009 se multiplicó por cuatro el número de jóvenes que reciben subsidio por desempleo;
b) en los últimos años los niveles de pobreza se han mantenido en torno al 22% (UCA, CTA y otros estudios no oficiales). Esto significa que se ha mantenido muy alta la cantidad de pobres estructurales;
c) el balance fiscal, que en 2004 fue positivo por casi el 4% del PBI, en 2011 fue negativo por el 1%, y en 2012 sería también negativo. Los subsidios al transporte público, y al consumo de gas y electricidad, representan en 4% del PBI;
d) el tipo de cambio real se apreció. Según Cepal, el tipo de cambio multilateral estaría apreciado un 30% con respecto al promedio 2003-2012. Desde hace años, las importaciones crecen a una tasa mayor que las exportaciones, a pesar del alto precio de las materias primas. Entre 2004 y 2010, medidas en dólares, aumentaron en 229% y las exportaciones en 144%; entre 2010 y 2011 las importaciones aumentaron 30,8% y las exportaciones 23,7%. El tipo de cambio alto fue clave en el “modelo” K.
El problema que subyace a estas evoluciones reside en la
acumulación, y se
sintetiza en que desde inicios de 2008 hubo una fuerte salida de capitales, de
unos 60.000 millones de dólares (21.000
millones en 2011). Esto explica por qué, a pesar del excedente comercial, las
reservas internacionales han bajado en los últimos meses: casi un 14% entre
junio de 2011 y agosto de 2012. Además, otra parte del excedente (por
caso, de la renta de la tierra) se ha estado invirtiendo en construcción y
propiedad inmobiliaria. Por lo tanto, una enorme masa de plusvalía no se
reinvierte productivamente en el país. Pero la
clave del desarrollo capitalista es la acumulación de capital, esto es, la
reinversión de la plusvalía (el fruto de la explotación del trabajo) en medios de producción y fuerza de trabajo, para
obtener más plusvalía. De aquí también que no se hayan superado los
rasgos estructurales básicos de la dependencia.
¿Cuánto cambió la economía?
Mucha gente está
convencida de que a partir de 2003 Argentina pasó de un modelo agrícola y
financiero, a un modelo productivo sustentado en la industria. Las cifras
de algunas ramas industriales parecen avalar esa creencia: Entre 2003 y 2011 la
producción de heladeras creció 451%, la de lavarropas 239% y cocinas 248%. La
industria textil aumentó su producción un 150%. La fabricación de productos
manufacturados de marroquinería y cueros se incrementó 60% en dólares. La de
juguetes un 140%. La producción de la industria farmacéutica creció un 153%, y
un 191% sus exportaciones. La metalmecánica aumentó su producto el 180% y el
empleo 109%. La producción de vehículos automotores, la estrella de la
industria, se incrementó un 488%; y el empleo un 213%. La industrialización de
la soja creció 54% desde 2003
a 2012; la capacidad instalada del polo aceitero aumentó
100% en el mismo período. (datos Ministerio de Industria). En biocombustibles
hubo una inversión de unos 1000 millones de dólares en los últimos años. En
términos generales, se puede decir que a partir de la devaluación del peso en
2001, los sectores productores de bienes transables industriales se han visto
beneficiados por el aumento de sus exportaciones, y sobre todo, por la
sustitución de importaciones. Éste es el elemento de verdad que tiene el
discurso K sobre el “modelo industrialista”.
Es indudable, además, que este crecimiento constituye una
fuente importante de legitimidad y consenso para el Gobierno. Sin
embargo, no
implicó un cambio cualitativo de la estructura productiva global del país.
Para verlo, tomamos como puntos de comparación 1998 (el año previo al inicio de
la crisis) y 2011. En ese lapso, la participación de la industria en el PBI
aumentó un punto porcentual: en 1998 era del 17,8%, en 2011 fue del 18,8%. No
es un cambio significativo. En algunos medios
académicos “progre-izquierdistas” circula la idea de que los 90 fueron años de
“acumulación financiera” por oposición a los 2000. Sin embargo, la participación en el PBI del
sector bancario y financiero fue un poco superior en 2011 con respecto a 1998.
En 1998 la suma de la participación de la intermediación financiera y de los
servicios de intermediación financiera era 5,1%, en tanto que en 2011 fue 6%.
Ya hemos visto, por otra parte, que la participación de la industria no fue
significativamente superior.
Sí aumentó la participación
de los sectores productores de bienes y servicios en el PBI: en 1998 fue del
32,1%, y en 2011 del 37,9%. Es una suba importante, de casi 6 puntos
porcentuales. Sin embargo, se debe principalmente al aumento de la
participación de sectores productores de bienes con bajo valor agregado: minas
y canteras incrementó su participación en el PBI del 1,4% al 3,1%; y
agricultura, ganadería y sivicultura pasó del 5% al 9,5%. Agreguemos que la
participación de la construcción se mantiene en poco más del 5%, en tanto
disminuye la participación de electricidad, gas y agua del 1,9% al 1% (pero en
este último ítem, a precios constantes de 1993, la participación se mantiene
estable en torno al 2,3%).
El peso de
actividades de bajo valor agregado también se refleja en la estructura de las
exportaciones. En 2010 el 23,6% de las exportaciones estuvo compuesta por
productos primarios, el 33,2% por manufacturas de origen agropecuario (MOA), el
34,1% por manufacturas de origen industrial (MOI) y el 9,6% fueron combustibles
y energía. En 1998 eran, respectivamente, el 25%, 33,1%, 32,6% y 9,2%. O sea,
hubo un aumento de la participación de las MOI, pero no se modificó
sustancialmente el alto peso de productos primarios, y de las MOA de poco valor
agregado.
Para verlo de otra manera, digamos que el complejo oleaginoso
representó, en 2011, el 26,2% de las exportaciones totales (el sojero el
24,5%); y el cerealero el 11,2%. El 75% del valor exportado por el complejo
agroindustrial (31 cadenas agroalimentarias) está compuesto por commodities. Esto
explica por qué la economía argentina es tan dependiente de factores climáticos
(las lluvias en Argentina y EEUU). Por otra parte, las exportaciones de
vehículos automotores representan el 39% de las MOI (el complejo automotriz
representó, en 2011, el 12,7% de las exportaciones totales). Además, están muy
concentradas en el Mercosur, esto es, en Brasil. En 2011 las exportaciones de
vehículos y chasis al Mercosur representaron el 76% del total. Es que la
apreciación del real (a pesar de su depreciación reciente, todavía está
apreciado con relación al dólar un 20%, aproximadamente) contribuyó a mantener
competitiva a la industria automotriz argentina, a pesar de la apreciación del
peso contra el dólar y el euro. De aquí la “Brasil-dependencia ”
de las exportaciones argentinas de MOI. Esto también explica el peso de la
industria automotriz en la economía argentina.
Es de destacar entonces que la industrialización (y la
“argentinización”) de la economía, proclamada por el “Proyecto Nacional y productivo”,
se realiza a partir del imbricamiento de grandes empresas agrarias, mineras y
automotrices (Grobo, Cresud,
Molinos, Monsanto, Barrick Gold, Vale, Ford, John Deere, Fiat) con el
mercado mundial. Por encima de los discursos, se impone la lógica de la
internacionalización del capital. Queda claro, por lo tanto, lo que
se está demandando cuando se levanta la consigna de “profundizar el modelo”.
Por otra parte, durante años el Gobierno negó que hubiera
problemas en la producción de gas y petróleo. En 2012 tuvo que admitirlos.
Según datos oficiales, entre 1998 y 2011 la producción de petróleo se redujo en
15,9 millones de metros cúbicos y entre 2004 y 2001 la producción de gas
disminuyó en 6,6 miles
de millones de metros cúbicos. Las reservas de petróleo cayeron 11% y las de
gas 43% entre 2003 y 2010. Como resultado, en 2011 Argentina tuvo un saldo
negativo en la balanza comercial de hidrocarburos de 3.029 millones de dólares.
El déficit se agrava este año. En el primer semestre de 2012 se importaron combustibles
y lubricantes por 4983 millones de dólares; es un aumento del 16% con respecto
al primer semestre de 2011. De la misma manera, las dificultades que están
experimentando empresas eléctricas, y los cortes frecuentes de suministro,
están evidenciando también problemas estructurales graves. Lo mismo podemos
decir del transporte; por ejemplo, los ferrocarriles (ver aquí). El déficit comercial de la industria y
energético, las falencias del transporte, el peso que continúan teniendo los
productos primarios o de poco valor agregado en el PBI y en las exportaciones, no pueden atribuirse a la crisis
mundial. Tampoco la salida de capitales: en 2011 Argentina tuvo un
movimiento neto de capitales de -17.600 millones de dólares, en tanto Brasil
experimentó un ingreso neto de 282.900 millones de dólares (dato de Cepal). Los
problemas tienen sus raíces en cuestiones vinculadas con la acumulación de
capital, que trataremos en la segunda parte.
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