Revolución
Rusa III
Por Guillermo
Almeyra.
La Revolución de Octubre se realizó sin disparar un solo
tiro ni romper ni un vidrio. Pero después de ella el país, amenazado por el
avance de las tropas alemanes, estaba exhausto. La producción en 1918 se
estancaba al nivel de 1912-1913, los transportes, destruidos y desorganizados,
no abastecían al frente ni a las ciudades donde había hambre. La decisión del
Congreso de los Soviets de entregar la tierra a los campesinos e iniciar de
inmediato una tratativa de paz sin anexiones consolidó de inmediato a los
bolcheviques pero produjo una desbandada en el frente pues los
soldados-campesinos desertaron en masa para participar en el reparto de
tierras.
Los restos del
zarismo, los capitalistas, iniciaron la guerra civil lanzando contra el poder
de los Soviets regimientos de cosacos y ex oficiales y las tropas de 14
potencias (Inglaterra, Francia, Estados Unidos, hasta Japón entre ellas) les
dieron su apoyo. Trotsky entonces creó de la nada y dirigió un Ejército rojo
obrero-campesino de más de tres millones de hombres y mujeres y, como la
francesa, la Revolución venció con el pueblo en armas. Los obreros más
conscientes y los miembros de las nacionalidades oprimidas por el zarismo y
liberadas por los bolcheviques constituyeron las tropas de choque en esa guerra
particularmente sangrienta y destructiva.
Los bolcheviques
pagaron, sin embargo, un caro precio por la victoria porque, entre la guerra
con los Imperios centrales (Alemania, Austria-Hungría, más Bulgaria y Turquía)
y la guerra civil, el país perdió más de cuatro millones de combatientes y
millones de civiles sin contar la enorme cantidad de heridos, mutilados y
enfermos graves. Además, las guerras habituaron a las atrocidades y formaron
una generación en la violencia y la brutalidad de las relaciones así como en el
mando y la obediencia, cuando la lucha por el socialismo requiere, por el
contrario, civilidad, amor al prójimo, solidaridad, espíritu crítico,
independencia.
Lenin murió el 21 de
enero de 1924 a
los 53 años de edad. Ya en ese año los Soviets estaban muy debilitados y el
aparato de Estado hipertrofiado por la guerra civil tendía a sustituirlos. El
partido había cambiado radicalmente con la muerte de su secretario general, el
intachable Sverdlov y su remplazo por Stalin, grosero, brutal y nacionalista gran
ruso y con la incorporación en masa de militantes sin la experiencia
democrática de la discusión interna ni el aprendizaje político de la militancia
en el extranjero. De los 43 mil bolcheviques de Petrogrado en octubre de 1917,
en agosto de 1918 quedaban siete mil, los 406 mil obreros de la ciudad se
habían reducido a 120 mil 533 y 33 mil obreros combatían como voluntarios en
los diversos frentes.
Miles de los mejores
militantes obreros sobrevivientes se habían improvisado como directores de
empresas, eran altos funcionarios del Estado o integraban la nueva oficialidad
del Ejército Rojo. Peor aún, los obreros, que habían esperado que la revolución
en Austria y en Alemania completase la Revolución Rusa e
hiciera posible el socialismo, se decepcionaron porque, pese a los Consejos y
las milicias obreras, en esos países la socialdemocracia salvó al capitalismo.
Además, dado el grave atraso ruso, los nuevos administradores y jefes de
empresas tomaban como modelo lo que se hacía en los países imperialistas avanzados
o lo que hacía antes el Estado zarista y buena parte de cuyos burócratas
siguieron en sus puestos porque no había cómo sustituirlos.
Ese cansancio de las
masas, ese atraso cultural y técnico y las relaciones de mando jerárquicas que
se contagiaron al partido fuertemente modificado y fusionado con el Estado que
aquél debía conducir a su agonía produjeron lo que Lenin calificó de
"Estado obrero y campesino con deformaciones burocráticas".
Es estúpido decir que la Revolución Rusa
fue "prematura", es "inactual" o "fue la vía rusa al
capitalismo moderno". No fue prematura porque si los bolcheviques no
hubiesen tomado el poder lo habría hecho una terrible dictadura militar al
servicio de los imperialismos anglo-franceses. No es inactual porque un momento
excepcional, como una guerra mundial o un desastre ecológico, podría provocar
una rebelión armada de los oprimidos en otros países y una desburocratización
hubiera hecho posible evitar el triunfo del capitalismo que el estalinismo
preparó.
Como la Comuna de París,
su muerte se debió a su aislamiento, en este caso mundial, y a la incapacidad
de su dirección una vez muerto Lenin y marginado Trotsky. Pero, si la Comuna
duró dos meses y medio, la
Unión Soviética , aunque degenerada, subsistió y creció
durante más de 70 años.
Lenin fue el personaje
más importante del siglo pasado y Trotsky le sigue en importancia y, en
comparación con ellos, los demás estadistas notables (Churchill, Roosevelt, De
Gaulle, Mao, Nehru, Perón) no fueron nada. Por su parte, la Revolución Rusa
cambió el mundo.
Por temor de las
burguesías, sobre todo europeas pero no sólo del Viejo Continente, a la
revolución socialista y al comunismo, Estados Unidos tuvo que entrar en el New
Deal, los países colonialistas tuvieron que abandonar sus colonias y a partir
de 1946 se obtuvieron muchísimas reformas sociales y conquistas obreras que el
capital pretende hoy anular. Muchas descolonizaciones fueron posibles (como en
Cuba) porque la Unión
Soviética vendía armas y daba un apoyo político que, aunque
interesado, era eficaz y disuasivo.
El recuerdo de las
atrocidades del estalinismo ocultó la Revolución de Octubre y desprestigió la
palabra "socialismo" (que hace pensar a sus contemporáneos en las
miserias de la socialdemocracia, en la burocracia estalinista o en el
capitalismo ruso o chino). Pero la Revolución Rusa , después del asalto al cielo de
los parisinos, es otra piedra miliar en el largo camino por la liquidación de
la explotación y la opresión nacional y social y en pos de la libertad, la
igualdad, la fraternidad y como tal será recordada en los siglos venideros si
la Humanidad consigue sobrevivir al capitalismo.
Fuente: http://www.anred.org/spip.php?article15385
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