El trabajo creado es
insuficiente, de baja calidad, mal pagado, más vulnerable y con menos derechos
La falacia de la
"primavera del empleo"
de Fátima Bañez
1 de septiembre de 2017
Por Agustín Moreno (Cuarto Poder)
Sostiene Fátima Báñez que “La recuperación de España es
sólida, sana y social” y que “el empleo que llega con la recuperación es de
mayor calidad que el que se fue con la crisis”. Es evidente que confunde la
calidad del empleo con que dependientes, camareros o teleoperadores tengan
carreras universitarias. Pero lo de la ministra de Trabajo no es simple
demagogia, es un insulto a millones de parados y de trabajadores pobres en esta
economía de chiringuito en la que han convertido a España. Y, sobre todo, es
una gran mentira porque el empleo creado es insuficiente, de baja calidad, mal pagado, más vulnerable
y con menos derechos.
La llamada “recuperación” solo ha recuperado
el 57,8% del empleo fijo perdido. La crisis destruyó 1,3 millones de puestos de
trabajo indefinidos y se han creado 777.000 empleos de estas características.
En los últimos diez años la población ocupada ha caído en 1.940.100 empleos y
el propioministro de Economía reconoce
que se tienen que crear 2 millones de empleos para que el mercado de trabajo
tenga igual tamaño que en 2007.
Es decir, la creación de empleo ha sido
insuficiente y seguimos con casi cuatro millones de parados en España. Si no
fuera por el trabajo a tiempo parcial (forzoso en el 70% de los casos según la
EPA), que ha crecido en medio millón a costa de las jornadas completas, la tasa
de paro llegaría al 30%, según sugiere el Banco de España. Hay otro dato muy
preocupante: un tercio de la caída del paro se debe a que la población activa
ha perdido 765.300 activos en los últimos cinco años. Sin olvidar que, según
Eurostat, la tasa de empleo en España es la cuarta menor de la UE-28, con un
63,9% frente al 78,2% de media.
El empleo que se crea es de mala calidad. Más del 90% son
contratos temporales y de ellos un 23% tiene una duración inferior a una
semana. Con las dos últimas reformas laborales de Zapatero y de Rajoy, el abaratamiento del despido
y el aumento de la desregulación de la contratación han convertido este país en
el reino de la
precariedad. Y , como venimos denunciando algunos, un trabajo precario es una vida
precaria.
También es un empleo muy mal pagado La política aplicada ha producido una
gran devaluación salarial hasta el punto de que las rentas del trabajo han
caído en picado en su participación en el PIB. Así, los salarios han pasado del
51% de antes de la crisis al 47% en 2016. Pasando a lo micro, tres millones de
trabajadores cobran menos de 820 euros al mes. Es decir, tener un trabajo no
asegura poder vivir dignamente. A ello no son ajenos los nuevos contratos
basura, el subempleo que obliga a muchos a trabajar en empleos de mucha menos
cualificación de la que tienen y, sobre todo, la desprotección producida por
las reformas del Estatuto de los Trabajadores.
Las reformas laborales y la supresión de la
ultraactividad de los convenios han debilitado la negociación colectiva, el
papel de los sindicatos y el poder de los trabajadores. La estrategia
neoliberal es eliminar garantías contractuales e incluso de tutela judicial y
administrativa. Ello hace que se pierdan derechos laborales conseguidos en las
empresas y sectores tras años de lucha.
El empleo que se está creando es muy
vulnerable.
La mayoría es temporal y a tiempo parcial, en sectores como el turismo y el
comercio, que son intensivos en mano de obra de escasa cualificación. Sin
turismo no habría esta recuperación, especialmente en algunas zonas. No es tan
exagerado decir que España se está convirtiendo en un país de camareros cuando el 13% del total de los contratos
es para esta labor. Esta situación es preocupante porque una nueva
crisis cíclica haría desaparecer muchos de estos puestos de trabajo.
La prueba de que no estamos en ningún paraíso
es el aumento de la pobreza y las desigualdades sociales. Existe una gran bolsa
de parados de larga duración, mayores de edad y con una fuerte componente de
género, que
supone la mitad del total de parados; ello hace crecer la marginalidad y tiene
consecuencias negativas en la cohesión social. La tasa de riesgo de pobreza ha
pasado del 19,8% en 2008 al 22,3% en 2015, según la encuesta de condiciones de
vida del INE. Organizaciones como Cáritas nos advierten sobre el riesgo de que
se consolide la pobreza como algo natural en España. Otros datos a tener en
cuenta es el aumento de los accidentes de trabajo y enfermedades profesionales,
y que España se sitúa como uno de los países con más bajas laborales en el mundo.
Por todo lo anterior, cuando Báñez habla de “primavera del
empleo”, se refiere al imperio del empleo basura creado por el PP y a la imposición
de la ley de la selva en el mercado laboral: un regalo para el neoliberalismo
más rampante. Si la generación de jóvenes mejor preparada de la historia de
este país se tiene que ir al extranjero o está tan desmoralizada que siete de
cada diez ven probable tener que trabajar “en lo que sea”
¿de qué paraíso hablan? Nos mean y quieren que digamos que llueve. Pues no.
Pero no basta solo con desmontar las mentiras. Es preciso aunarse para el
cambio político y reconstruir un movimiento sindical que garantice una defensa
insobornable de las clases trabajadoras. El trabajo tiene que ser digno,
seguro, saludable y con derechos para que haya una sociedad más justa y
habitable.
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