Las guerras del agua
en el río Nilo
12 de septiembre de 2017
Por Edmundo Favanás Escuer (Rebelión)
El río Nilo es muy importante y vital para la
vida de la zona y especialmente para Egipto, Sudán y Etiopia, que apenas
reciben lluvia aprovechable y no tiene más agua, que unos pocos acuíferos
debajo del desierto, que se están reduciendo rápidamente.
Sirva como ejemplo que sólo el 2% de Egipto no
es desierto y el estrés hídrico aumenta mes a mes. Este río atraviesa once
países: Egipto Sudán del Norte, Sudán del Sur, Etiopia, Kenia, Uganda, Ruanda,
Burundi, Tanzania, la
República Democrática del Congo y Eritrea.
El conjunto de estos países suponen 440
millones de personas y, los últimos cálculos demográficos nos habla que esta
zona para el año 2050, tendrán una población conjunta de más de mil millones
habitantes. Egipto crece a un ritmo del 3% anual, que es una cantidad muy
elevada.
Egipto ha estado dispuesto a ir a la guerra
para impedir, que se merme su caudal. A mediados de la década de los ochenta
estuvo a punto de ordenar ataques aéreos contra Jartum porque se pensaba que
amenazaba sus aguas. Egipto es especialmente dependiente de las aguas del Nilo
Azul, que llenan en un 80% la presa de Asúan.
Por los Tratados firmados en 1059 se permitió
aumentar a Sudán su asignación de agua, pasando de los 4.000 millones de m3
estipulados, en el acuerdo de 1929,
a 18.500 millones de m3. Se acuerda en el mismo, la
construcción del embalse de Rosieres y se le propone seguir adelante con el
canal de Jonglei. A cambio, Egipto puede construir el embalse de Asuán sin
interferencias. El tratado establece un comité de ambos países, que supervisa
todos los proyectos de desarrollo, que pudiesen afectar al curso del río.
En el año 1970, Sudán y Egipto comienzan conjuntamente la construcción compartida del canal de Jonglei. Sudán sufre una guerra civil interminable que la desangra e impide su desarrollo. Los dos países ya se han gastado más de cien millones de dólares donados por otros países y sin embargo Jonglei sigue sin terminarse.
En el año 1970, Sudán y Egipto comienzan conjuntamente la construcción compartida del canal de Jonglei. Sudán sufre una guerra civil interminable que la desangra e impide su desarrollo. Los dos países ya se han gastado más de cien millones de dólares donados por otros países y sin embargo Jonglei sigue sin terminarse.
Etiopía es un problema para los egipcios
todavía peor que los sudaneses. Se encuentra más alejado y mientras los
sudaneses son musulmanes como ellos, los etíopes mayoritariamente son cristian os y siempre han ido a su aire y siguen
haciéndolo.
Etiopía cuenta con grandes posibilidades de desarrollo agrícola, poseyendo regiones como Keffer y Nyala, que disponen de tierras muy ricas, pudiendo producir durante todo el año alimentos y cultivos comerciales. Otras regiones tienen grandes posibilidades, pero no están bien regadas. Para que haya riego, tiene que haber embalses, pero estos no son permitidos por los egipcios, pues hacen disminuir la cantidad de agua que lleva el Nilo hasta su país.
Etiopía cuenta con grandes posibilidades de desarrollo agrícola, poseyendo regiones como Keffer y Nyala, que disponen de tierras muy ricas, pudiendo producir durante todo el año alimentos y cultivos comerciales. Otras regiones tienen grandes posibilidades, pero no están bien regadas. Para que haya riego, tiene que haber embalses, pero estos no son permitidos por los egipcios, pues hacen disminuir la cantidad de agua que lleva el Nilo hasta su país.
Los etíopes no han hecho nada que perjudique a
los intereses de los egipcios durante el siglo XX. Se alcanzó un acuerdo
general entre los etíopes y egipcios, en 1993. El acuerdo es poco concreto,
pero incluye una cláusula, según la cual, cada país se compromete a no hacer
nada en el Nilo, que pudiese perjudicar al otro y lo que es más importante
acordaron, “que la futura
cooperación en lo tocante a los recursos hídricos estaría fundada en el derecho
internacional”.
Los egipcios si tuvieran unas buenas prácticas
hídricas deberían almacenar el agua del Nilo en grandes embalses situados en
las tierras altas, donde la velocidad de la evaporación es mucho menor, que en
la actual presa de Asúan en medio del desierto, que pierde dos metros de altura
anuales por culpa de la
evaporación. En los años 1979-1988, el nivel del agua de
dicho embalse se redujo y puso en peligro la generación de energía
hidroeléctrica. Está claro, que los distintos gobiernos egipcios han tenido una
mala política hidrológica.
Asuán tuvo una primera presa construida en
1902 por los ingleses, que ya era una gran presa, con más de dos kilómetros de
largo y perforada por 180 compuertas. Esta cantidad de compuertas hacen, que su
efecto neto no sea negativo, en cuanto al paso del limo. Retenía cuatro
millones de pies de acre de la cola de la crecida anual del Nilo a fin de
distribuirlos más adelante, lo que viene muy bien en los años secos, dejando
pasar el grueso de la crecida con su importantísima carga de limo, vital para
la fertilización de sus riberas y en consecuencia para su agricultura..
La actual presa es diferente, mucho mayor y
más larga: cien metros de altura y casi cuatro mil metros de larga. Su problema
está en el famoso limo, que ya no atraviesa la presa. Se queda ahí y va
acumulándose poco a poco, lo que reduce su capacidad de regeneración de las
orillas río abajo y provoca una mala calidad de sus aguas por la putrefacción
que sufre. Evidentemente, reduce la capacidad del embalse, pero sobre todo hace
que sus aguas sean insanas.
Cuando se construyó, no fueron conscientes de
que el limo no iba a pasar y se acumularía en el vaso. Los egipcios piensan que
la presa elimina por completo la posibilidad de las inundaciones y guarda el
agua para los años en que llueve poco. Si Egipto pudo mantener su agricultura
durante tantos siglos, fue exclusivamente gracias al depósito anual de limo
nuevo procedente de las tierras altas etíopes, los humedales sudaneses y las
zonas centrales africanas.
El limo se acumula en Asuán, y ya no llegan
sus ricos nutrientes al Mediterráneo, esto destruye la pesca de la sardina en
el delta del Nilo.
La consecuencia de la presa de Asuán es la
destrucción lenta pero imparable de su delta. El segundo problema es que el
agua corre más deprisa sin limo. Los cauces son excavados con más fuerza y se
vuelven más hondos y peligrosos.
Los cambios en el reparto del agua del Nilo
hacen retroceder al delta unos tres metros anuales. Este riego intensivo ha
provocado un aumento constante de la cantidad de sal en el suelo, que cuestiona
gravemente su futuro agrícola, pues hace disminuir su productividad.
Sin embargo, la situación ha cambiado, porque
desde el año 2010, Etiopia está construyendo la Gran Presa del
Renacimiento y esta se ha convertido en una pesadilla para los egipcios. Esta
presa es la mayor instalación hidroeléctrica de África y fuente de orgullo
nacional para los etíopes. Con esta presa Etiopia considera que impulsará el
crecimiento económico del país. El problema es que tiene un gran impacto en el
caudal de Nilo, afectando a los intereses egipcios.
Esta presa es vital para Etiopia pues
provocará el desarrollo de una agricultura más moderna y porque proveerá en
gran parte de electricidad al país, lo que ocasionaría un mayor desarrollo
industrial y en consecuencia, una mayor calidad de vida de sus habitantes.
Si Etiopía desviase o consumiese una parte
considerable del Nilo, Egipto que depende por completo del Nilo, se quedaría
sin el agua y los egipcios han dejado claro siempre, que si esto ocurriese, no
tiene otra salida que la guerra.
En el año 2013, el gobierno islamista de
Mohamed Morsi se planteó atacar la Gran Presa del Renacimiento por medio de la aviación. Debemos
saber que actualmente Egipto tiene un déficit hídrico de 21.500 Hm3
y cada día va en aumento, al carecer de políticas hidrológicas serias.
Al mismo tiempo, China está construyendo la
presa de Merowe, más abajo de Jartum, cerca de la frontera egipcia. Este es uno
de los proyectos emblemáticos de China en el continente africano. Este proyecto
es importante para el país para conseguir un mejor desarrollo agrícola y sobre
todo por su potencial hidroeléctrico con lo cual podría avanzar en su
industrialización, al disponer de electricidad para todo el país.
Como vemos, empezamos a tener un problema muy
importante con el agua en amplias zonas del mundo. El río Nilo es uno de esos
puntos donde es más fácil que se desarrollen guerras por el agua, como ya
estamos viendo. Otras zonas del mundo también muy conflictivas, las tenemos en
la cuenca del Ganges, con La India, Nepal, Bután China y Bangla Desh. En
Oriente Medio, con las cuencas de Éufrates y Tigris, el río Indo entre India y
Pakistán. A todas estas hay que añadir otras zonas hídricas también muy
conflictivas.
Tras estos datos que sirven para ponernos en
alerta por el grave problema que tiene la humanidad con el agua. Esto debe
servirnos para hacer un uso más racional de un bien que cada vez escasea más y
buscar formulas de buena gestión hídrica que solucionen estos problemas.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=231404
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