Guerra de despojo territorial
y acaparamiento de tierras
20 de septiembre de 2017
Las disputas por la tierra y el territorio
forman parte de los conflictos más antiguos de la humanidad, y al mismo tiempo
que ésta, han ido cambiando de tal manera que podemos identificar las formas y
métodos de despojo predominantes, así como los sujetos antagónicos que
protagonizan estas luchas en cada fase histórica.
Por Polette
Rivero Villaverde
Es posible afirmar que
en el siglo XXI asistimos a una nueva guerra por el territorio y la tierra. Se visibilizó
con la crisis de 2007-2008, cuando de forma masiva comenzaron a difundirse a
través de algunos medios y
organizaciones independientes, las denuncias de comunidades latinoamericanas y
africanas, sobre los despojos que los gobiernos y las empresas estaban llevando
a cabo a fin de ocupar sus territorios. A esta “fiebre por las tierras” se le
denominó acaparamiento de tierras o land
grabbing en inglés.
En breve se entendió que
los nuevos despojos territoriales eran más complejos que los de otras etapas
históricas. En parte porque los sujetos más activos en las compras de tierras
son grandes empresas transnacionales que han consolidado como nunca su poder, y
se encuentran respaldadas por sus gobiernos, su brazo armado y económico, y por
sus instituciones internacionales, Banco Mundial (BM), Fondo Monetario
Internacional (FMI), etc.
También encontramos
adquiriendo miles de tierras a sujetos que tradicionalmente no estaban vinculados
con el sector primario. Grandes fondos de capital provenientes de bancos como
Goldman Sachs, personajes poderosos como George Soros, ex funcionarios
públicos, fundaciones como la de la Universidad Harvard ,
fondos de pensión de los trabajadores de países como Estados Unidos y Canadá,
encontraron en la compra de tierras un refugio ante la caída de la cuota de
ganancia que generó la crisis, y a su vez, un sector que a partir de los altos
precios de los alimentos, el petróleo y los minerales estratégicos, estaba
generando importantes ganancias por el mercado especulativo.
Mientras los problemas
de hambre se agudizaban para la mayor parte de la población mundial, las
corporaciones que dominan el mercado alimentario como Cargill, Bunge, Monsanto,
Syngenta, entre otras, registraban ganancias récord de hasta 400% más. A su
vez, países petroleros pero sin tierras de cultivo, como los Emiratos Árabes,
Qatar, etc., y países con una creciente clase media, realizan aún grandes
inversiones en tierras periféricas; es el caso de China e India.
Dimensión de los
acaparamientos de tierra
La medición de las
transferencias de tierra no es sencilla. Generalmente los interesados en esta
sistematización acuden a las notas periodísticas para dar seguimiento, lo que
en parte resulta disperso, parcial y a veces poco riguroso. En países como
Brasil se cuenta con cifras oficiales de extranjerización de tierras, pero en
otros como México los rubros jurídicos no visibilizan la privatización y
extranjerización de los territorios. No obstante, retomemos algunos datos para
dimensionar el problema.
A inicios de agosto de
2017, Land Matrix, un observatorio que monitorea la compra de tierras desde el
año 2000, reportaba que, de un total de 1 345 acuerdos concluidos a nivel
mundial, se habían transferido 49 238 484 hectáreas
de tierras para cultivos, programas verdes, minería, carreteras, turismo, etc.
El acaparamiento de tierras cobró una dimensión global, lo podemos encontrar en
los cinco continentes, pero es un proceso que predomina en la periferia.
De acuerdo con el
seguimiento de la
organización GRAIN , entre 2006 y 2015, los países de América
Latina en los que se encontró acaparamiento de tierras destinado a cultivos
alimentarios, abarcaron una superficie de 3 927 450 hectáreas ,
mediante 59 adquisiciones. Se trata exclusivamente de inversiones extranjeras,
donde Brasil encabeza la lista con 2 727 502 hectáreas ;
seguido por Argentina con 513 116; Paraguay con 208 549; Colombia con 154 660;
Uruguay con 144 178; Perú con 80 149; Venezuela con 60 000; Bolivia con 57 845;
Jamaica con 30 000; y Belice con 1 600.
El origen de las
inversiones extranjeras para compras de tierras en América Latina es muy
diverso: Estados Unidos, China, Singapur, Japón, Corea del Sur, Arabia Saudita,
India, Dinamarca, Luxemburgo, Holanda, Francia, Alemania, Reino Unido, Canadá,
Italia, Portugal, entre otros. Pero también se registra un acaparamiento de
tierras intrarregional, en donde capitales brasileños y argentinos están a la cabeza. Brasil
incluso es uno de los países que acapara tierras junto con Japón en África.
Aunque estas cifras
nos dan una idea del problema, cientos de casos no están registrados ni se
conocen públicamente. Si a las tierras acaparadas para cultivos alimentarios
agregáramos las que se destinan para megaproyectos mineros, carreteros,
urbanos, turísticos, de energía (como el fracking y las represas), agrocombustibles,
etc., las cifras se elevan considerablemente.
En México, por
ejemplo, la mayor parte de los despojos de tierra son para desarrollos turísticos
y de minería a cielo abierto; en este último caso, del año 2000 al 2012 se
concesionaron en los territorios indígenas alrededor de 2 173 141 hectáreas
para minería, de acuerdo con Eckart Boege. Otro ejemplo es Brasil, donde sólo
retomando 12 contratos registrados por Land Matrix sobre compras de territorios
por parte de extranjeros para proyectos mineros, de energía renovable y de
conservación en los últimos años, se genera una cifra de 698 344 hectáreas
acaparadas.
Los siguientes retos
Desde 2014 los precios
de los alimentos y los energéticos bajaron, lo que hizo que la inversión
extranjera en tierras destinadas a estos propósitos se desacelerara, no
obstante, el despojo territorial continúa. Las preguntas que tenemos que
hacernos son por qué y para qué.
En primer lugar, hay
que decir que es probable que la acumulación por despojo que caracteriza esta
fase histórica llegó para quedarse por un tiempo más largo. La crisis de 2007
puso una alerta a los grandes capitales formados alrededor de la financiarización
por el nivel de vulnerabilidad que tiene este tipo de riqueza; en respuesta han
ido generando nuevos mecanismos para continuar mercantilizando la naturaleza,
desde el aire con los servicios ambientales, hasta las semillas.
Esto implica que los
Estados que compiten en la guerra intercapitalista, así como sus empresas y sus
emisarios, los organismos internacionales, están haciendo una fuerte campaña a
fin de institucionalizar los despojos territoriales. Desde hace diez años el BM
y la FAO se apresuraron a establecer una serie de “principios de
responsabilidad” para los inversionistas, a la vez que promovían la compra de
tierras, procurando con ello invisibilizar la ilegitimidad y la violencia de
estos procesos y crear una imagen “positiva” del despojo. Habrá que estar
pendiente sobre la articulación de los nuevos discursos que procuren legitimar
ideológicamente esta barbarie.
Otros riesgos son los
nuevos mega acuerdos que comienzan a extenderse por el mundo, como el Acuerdo
Transpacífico (TPP) que no podemos dar aún por muerto. Con estos nuevos
mecanismos se establecen condiciones muy desiguales entre los países centrales
y la periferia; se otorgan mayores privilegios y certezas jurídicas, económicas
y armadas a las inversiones extranjeras. ¿De qué se les protege? De los
pueblos, de su organización y resistencia. Esta nueva institucionalidad
colonial internacional debe ser un tema primordial para los movimientos
sociales, los académicos y partidos de izquierda.
Entre los nuevos
proyectos de despojo territorial ocupan un lugar central los vinculados con el
agua. Al estilo de Hubert Humprey, senador del Congreso de Estados Unidos en la
década de 1970, quien decía en tono cínico que había escuchado decir que la
gente podría volverse dependiente de su país para alimentarse, por lo que sería
estupenda la dependencia alimentaria de otros países, hoy algunos de los
mayores inversionistas opinan lo mismo con relación al agua. Desde hace pocos
años Goldman Sachs, JP Morgan Chase, Citigroup, Deutsche Bank, Credit Suisse,
HSBC, y otros, están invirtiendo en el acaparamiento de los territorios donde
se encuentran las reservas de agua. Según la organización Amigos
de la Tierra, en 2015 Colombia vivía más de 72 conflictos por la privatización
del agua, Brasil 58, Ecuador 48, Argentina 32, Perú 31 y Chile 30.
Finalmente, es preciso
que en tanto fase de transición donde el capitalismo no ha acabado por definir
un modelo dominante de acumulación, surjan por un lado las preguntas oportunas
sobre lo que están haciendo las élites del poder, y por otro lado se tome
acción sobre la urgencia de articular un movimiento social más amplio en
defensa del territorio y la
vida. Se necesita poner freno a las guerras del capitalismo.
- Doctoranda en el Programa de Posgrado de Estudios Latinoamericanos
e integrante del Laboratorio de estudios sobre empresas transnacionales del
IIEc, ambos de la UNAM.
Artículo publicado en la Revista América Latina
en Movimiento: Los territorios de la guerra11/09/2017
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Guerra_de_despojo_territorial_y_acaparamiento_de_tierras
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