La
Desertificación: un problema ambiental, social y económico de creciente
importancia
Más de dos tercios del territorio
argentino
están comprendidos por regiones áridas, semiáridas o subhúmedas secas[2], las que están sujetas a procesos de
desertificación, el problema de degradación de tierras de mayor importancia en
las zonas áridas del mundo y según la FAO es “la expresión general de los
procesos económicos y sociales, así como de los naturales, que rompen el
equilibrio del suelo, la vegetación, el aire y el agua, ruptura que
ocasiona la disminución o destrucción del potencial biológico de la tierra, la
degradación de las condiciones de vida y la expansión de la desertificación que
no resulta en desiertos" porque se elimina la vida. Este proceso que
alcanza dimensiones globales, ha sido motivo para el establecimiento de un
acuerdo de alcance internacional en 1994, la Convención de las Naciones Unidas
de Lucha contra la Desertificación y Mitigación del Efecto de las Sequías.
Con la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra
la desertificación (CNULD), la comunidad internacional ha reconocido que el
desarrollo no sustentable de las tierras secas a nivel mundial es debido a un
complejo de factores que incluyen cuestiones económicas y políticas (UNSO,
1997). La financiación y los mecanismos de cooperación adecuados para revertir
el proceso están restringidos por la falta de una evaluación económica de la desertificación. En
este sentido, las agencias de cooperación internacionales enfatizan cada
vez más la necesidad de avanzar en el conocimiento de la relación
costo-efectividad de las acciones propuestas (Reij, 1998).
La cuantificación del deterioro ambiental y la
valorización de su impacto, junto con el análisis de factores socioeconómicos
como causa y consecuencia de la degradación, son elementos claves para la
adecuada toma de decisiones en política ambiental, sectorial y regional.
El problema ambiental de la desertificación amplía el
espacio del análisis económico más allá de la pérdida de productividad
sectorial registrando impactos y costos a nivel regional y nacional. En los
últimos 5 años esta escala de abordaje se ha elegido para avanzar
en la valoración del impacto económico de la desertificación en los países afectados.
La Desertificacion en la Republica Argentina
En la Argentina, se ha establecido el Programa de Acción
Nacional de Lucha contra la Desertificación (SAyDS, 1997) en el marco del cual
se desarrollan numerosos estudios y proyectos de intervención, para conservar,
preservar y rehabilitar los recursos naturales de las tierras secas
Esta situación es particularmente
aguda y crítica en las zonas áridas y semiáridas, donde la pérdida de
productividad se traduce en el consiguiente deterioro de las condiciones de
vida y expulsión de población. La población urbana y rural establecida en esta
región árida/semiárida es aproximadamente el 30 % del total nacional (9.000.000
de habitantes). Muchos de los estados provinciales de la región presentan
ingresos per cápita promedio inferiores a la media nacional, y los porcentajes
de hogares con necesidades básicas insatisfechas duplican la media nacional.
La gran variedad de condiciones climáticas, procesos
geomorfológicos y de recursos de suelo y forestales, determinan una gran
diversidad ecológica en las regiones y subregiones sujetas a déficit hídrico.
Según el Programa de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación se
presenta el siguiente escenario:
En la región Pampeana Semiárida (20.000.000 de ha), con suelos arenosos de pendientes suaves, se
generalizó la agricultura con prácticas incorrectas y el sobrepastoreo en las
áreas mas secas. Las sequías periódicas desataron procesos de erosión eólica
(más de 8.000.000 de ha) dando origen a médanos y exponiendo los suelos a la
erosión hídrica (4.000.000 de ha).
En la Patagonia (80.000.000 de ha), estepa con relieve de mesetas, la causante principal de
la desertificación está dada por el sobrepastoreo ovino. Los sistemas
ganaderos extensivos establecidos hace más de un siglo no contemplaron el uso
sustentable del pastizal natural, acentuando sus condiciones de aridez por
disminución o eliminación de la cubierta vegetal. Coexisten en el ambiente
patagónico los valles irrigados con severos procesos de salinización y
revenimiento de acuíferos. Actualmente más del 30 % de la superficie de la
región se encuentra afectada por procesos erosivos eólicos e hídricos severos o
graves.
El Chaco semiárido (32.000.000 de ha) gran planicie ubicada en el centro norte del
país, presenta un ecosistema con vocación forestal sujeto a desmonte masivo
asociado a la expansión de la agricultura, que expone los suelos a las
precipitaciones y temperaturas extremas, generando pérdidas en la fertilidad y
eficiencia hídrica, y consecuentes procesos erosivos. Esta situación se
agrava hacia el suroeste, donde la región del Chaco árido presenta las condiciones más extremas de aridez y fuertemente
sujeto al sobrepastoreo.
En el área de Cuyo (20.000.000 de ha) coexisten importantes áreas bajo riego, con
problemas de salinización y revenimiento freático (oasis de cultivo), con
extensas llanuras fluvioeólicas "de las travesías", sujetas a
sobrepastoreo y deforestación.
Las regiones áridas del país disponen sólo del 12 % de
los recursos hídricos superficiales del país (2.600 m3/seg), los que junto a la
dotación de aguas subterráneas, permiten el riego en mas de 1.250.000 hectáreas
en los llamados oasis de riego. Pero deficiencias en la infraestructura de
riego, la inadecuada sistematización del terreno, el mal manejo del agua y
déficits en la asistencia técnica al productor, llevaron que cerca del 40 % de
la superficie presenta problemas de salinización y/o revenimiento freático.
La dramática disminución de las formaciones boscosas de
la Argentina ha acompañado a la desertificación. En los últimos 75 años la
reducción de la superficie forestal natural, por efecto de la explotación con
objeto maderero y energético, sobrepastoreo y el desmonte para la ganadería y
la agricultura, alcanzó el 66% (mayoritariamente en las zonas secas) de su
superficie original.
Asociado con la ocupación del territorio y la
modificación de los ecosistemas, la pérdida de biodiversidad se expresa en el
peligro de desaparición del 40 % de las especies vegetales y animales en todas
las regiones marginales y en especial en las más expuestas a la
desertificación.
Las deficiencias en la tenencia de la tierra es un factor
que contribuye a agravar los procesos de deterioro. Tanto el latifundio como el
minifundio, la ocupación de tierras fiscales, y los problemas de títulos llevan
a una creciente degradación del suelo, del agua y la vegetación, disminuyendo y
anulando su productividad, sumiendo a los pobladores en la pobreza u
obligándolos a la
migración. Problemas graves como el ausentismo, bajo valor de
la producción primaria, dificultades en la comercialización y escasas
alternativas productivas, presionan sobre los procesos de desertificación. Otro
aspecto poco considerado, y que afecta a todos los núcleos poblacionales del
país, es la desertificación en las áreas periurbanas, originada en la presión
social de grupos marginados y migrantes de las áreas rurales.
El proceso de deterioro es agravado por políticas
macroeconómicas y sectoriales que privilegian la orientación exportadora,
favoreciendo la concentración y la explotación de los recursos naturales de una
manera no sustentable. A esta situación se suma el hecho que los productores
tradicionales y minifundistas carecen de una política de protección ó promoción
por lo que en las condiciones actuales sobreexplotan los recursos como
estrategia de supervivencia.
La promoción del desarrollo económico a través del fortalecimiento
del sector privado y del sistema de mercado, tanto como la minimización de la
intervención estatal, implican una nueva especialización de la economía
agropecuaria nacional de acuerdo con sus ventajas comparativas (Torres, 1996).
Esta situación puede profundizar aún más la presión y el deterioro de los
ecosistemas de zonas secas, como está sucediendo con los procesos de expansión
de la agricultura en la región chaqueña.
Socio Economía de la desertificación
La
información sobre las consecuencias sociales y económicas de los procesos de
desertificación tiene la misma importancia que las implicancias ecológicas.
Sirve como base informativa para proyectos en materia de capacitación, el
desarrollo de marcos legales y económicos, así como para la sensibilización
sobre el medio ambiente, y fundamentalmente para el diseño de políticas
nacionales y regionales de lucha contra la desertificación
La desertificación provoca importantes impactos en la
sociedad y su economía, tanto a nivel global, nacional ó local. El deterioro de
los recursos en las tierras secas o la propia incapacidad para incrementar la
productividad del sistema agrícola, generan permanentes flujos migratorios
hacia los centros urbanos. Estas migraciones desestructuran las familias
rurales, generan una importante pérdida cultural, y por sobre todo incrementan
la pobreza extrema en los centros urbanos.
Son relativamente abundantes las citas sobre el impacto
económico que genera la desertificación, donde los indicadores monetarios de la
pérdida de productividad del recurso o los costos asociados a su posible
rehabilitación, inducen a la generalización y desconocimiento real de la
magnitud económica del proceso. Los cálculos desarrollados como media de varios
sitios (Dregne, 1995), en los que la asignación de pérdidas económicas en el
orden de 7, 38 y 250 dólares por hectárea y año, por el deterioro de
pastizales, tierras agrícolas de secano y de riego, respectivamente, no son
adecuados para extrapolar a otras regiones y/o actividades.
La gran variabilidad física biológica de las tierras
secas, junto a muy diversas estrategias manejo y producción por parte de
productores y utilizadores de recursos, imponen restricciones a cualquier
análisis económico global de la desertificación. La
cuantificación de este deterioro ambiental y la adecuada valorización económica
de su impacto, junto al análisis de los factores socioeconómicos como causa y
consecuencia de la degradación, son elementos claves en la política ambiental
rural en la región.
El análisis económico del uso de las tierras secas
(Dixon et al, 1989) es una herramienta clave para:
- el
diseño e implementación de políticas de inversión (pública y privada),
- la
toma de decisiones para el desarrollo rural,
- la
valorización de los bienes y servicios ambientales para la sociedad.
El análisis económico del uso y manejo de recursos y
ambiente de las tierras secas, en una herramienta básica para el diseño e
implementación de políticas de inversión tanto públicas como privadas. Con este
cometido un consorcio de universidades y de centros de investigación en
zonas áridas de Argentina, liderado por la Facultad de Agronomía de la UBA, y
con el apoyo técnico financiero de la cooperación alemana GTZ, desarrolla el
proyecto "Economía y Desarrollo Sustentable de la Tierras Secas en
Argentina” para el ajuste de métodos de valoración
económica productiva y ambiental para las tierras secas y su aplicación en la
toma de decisiones.
Por otra parte las sociedades de la región deben evaluar
y decidir permanentemente sobre la asignación de recursos escasos en las
inversiones para el desarrollo y con escenarios competitivos entre áreas con
mayor y menor vocación productora de alimentos, tanto para el abastecimiento
local ó de bienes para la
exportación. En este panorama las tierras secas parecen no
ser muy favorecidas. Sin embargo existen muchas oportunidades para inversiones
en estas áreas, que en el marco de proyectos para el desarrollo sustentable de
pequeños productores y campesinos, demuestran que el nivel de eficiencia del capital
invertido en este tipo de proyecto productivo-ambiental puede alcanzar valores
positivos.
Como parte de esta actividad y en vinculación con otros
proyectos en el marco del Programa de Acción Nacional de la Argentina, se han
registrado impactos económicos significativos en la incorporación de tecnología
para el uso sustentable de los recursos, a nivel de pequeños y medianos
productores. Tasas internas de retorno del capital invertido entre el 37 y 59%
para proyectos de manejo silvo-pastoril en la región del Chaco, entre el 27 y
64% para mejoras en el manejo de cría bovina en zonas de sierras y montañas, se
presentan como oportunidades para vincular el desarrollo con el control de la
desertificación.
Bibliografía
[1] Director
del Departamento de Economía, Desarrollo y Planeamiento Agrícola. Profesor
Adjunto a cargo del área de Economía de los Recursos Naturales. dtomasin@agro.uba.ar
[2] La
Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación y la
Sequía define como "zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas" a
aquellas zonas en las que la proporción entre la precipitación anual y la
evapotranspiración potencial está comprendida entre 0,05 y 0,65, excluidas las
regiones polares y subpolares;
Fuente: https://www.agro.uba.ar/apuntes/no_3/desierto.htm
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