Reconocer
la plurinacionalidad no es suficiente
31 de octubre de 2017
Reconocer la plurinacionalidad, a través de una nueva
Constitución Política, no es suficiente para resolver los problemas más graves
que sufren las diferentes naciones al interior de un país, tales como el
subempleo y los bajísimos ingresos monetarios de la mayoría de la población. Este es
el caso, por ejemplo, de los Estados Plurinacionales de Bolivia y Ecuador. Y no
es suficiente porque, a pesar de varios ejercicios presidenciales, la mayoría
de la población sigue padeciendo cruelmente de desempleo, subempleo, ingresos
monetarios bajísimos con relación al estándar nacional, o peor aún con relación
al estándar internacional. En muchos casos, dichos ingresos monetarios son
inexistentes. Baste recordar la célebre respuesta del Mallku Felipe Quispe
Huanca: “no quiero que mi hija sea su sirvienta”i Y no es suficiente porque se
constata que después de un largo ejercicio de la plurinacionalidad, el cuadro
de vida de muchas naciones al interior de dichos países sigue correspondiendo a
estadios de la Humanidad ya superados hace miles de años. Reconocer la
existencia de la plurinacionalidad en cada uno de los países, es importante,
sin lugar a dudas. Con ello se puede visibilizar cada una de las naciones con
sus propia cultura, lengua e incluso espacio geográfico. Nos permite visualizar
no solamente a los pueblos originarios al interior, por ejemplo, del
Tawantinsuyo; sino también de otros pueblos originarios situados al interior,
sin ir más lejos, de lo que hoy se conoce como América del Sur. Y no debemos
olvidar que los pueblos originarios no datan de ayer, sino que son parte, o es
la secuencia de “grupos nómades de cazadores-recolectores no especializados con
probable origen en el paleolítico asiático.
En Old Crow ("Cuervo Viejo"), Yukón [Canadá],
tres pequeñas cuevas -Bluefish, "pescado azul"- registraron huesos de
animales con marcas de carnicería que fueron fechadas con 25.000 años de
antigüedad […]”ii . En el Perú tenemos el caso de la Cueva del Guitarrero
[Mancos, Yungay] que fue utilizado por los cazadores-recolectores de hace
12.000 años a.C. Pueblos originarios que, en el correr del tiempo fueron
desapareciendo o integrándose con otros, como es el caso que dio origen a la Cultura Chimú entre
los siglos X al XV d.C., en el norte del Perú. Chimú fue el resultado de las
culturas Sicán, Moche, Sipán, Chotuna-Chornancap, y varios otros.
En el devenir, y durante el coloniaje y la república,
estas naciones no escaparon a la influencia de otras culturas como la española,
negra, china, japonesa, italiana, francesa, americana. Es difícil, por no decir
imposible, encontrar a “pueblos originarios” puros. Los pueblos que ahora
llamamos de una manera general, “originarios”, no son grupos sociales
estratificados en el tiempo. Ellos pasan o han pasado por el proceso de la
interculturalidad en mayor o menor grado, ellos han redefinido sus espacios
geográficos, e incluso sus lenguas. Y lo más importante a comprender es que el
reconocimiento de las naciones actualmente existentes no nos libera, en ningún
momento, de lo sustantivo que nos legaron las invasiones españolas,
portuguesas, francesas, inglesas y otros, a lo largo y ancho de lo que hoy
conocemos como la América tanto del Norte como del Centro y el Sur. No nos
libera del modelo socioeconómico que nos impusieron. Un modelo totalmente
opuesto a aquel en el cual se asentaban estos pueblos originarios.
El legado más serio, grave y perverso que nos legaron
estas invasiones fue una forma de economía y sociedad que se asienta en la Repartición
Individualista del resultado de la actividad económica. Un
tipo de repartición que se consolida en el tiempo a través de la propiedad
privada y la herencia. Es
el caso de la invasión española, por ejemplo. Los españoles se apropiaron de la
totalidad de las tierras cultivables, de los recursos naturales y, en
consecuencia, de la totalidad del resultado del esfuerzo de los pueblos
originarios, presentes y pasados. Y esta acumulación de riquezas en un solo
lado de la balanza, en muy pocas manos, no solamente se va legando de padres a
hijos sino que va creando las nuevas elites del poder centralizado, vertical y
omnipotente. Entonces, el reconocimiento de los pueblos originarios, a través
de un Estado Plurinacional, de una nueva Constitución Política, e incluso de
decisiones de más alto nivel como es el caso de las Naciones Unidas, son, en
definitiva, reconocimientos de orden jurídico. Estos tipos de reconocimiento de
ninguna manera modifican la relación socio-económica en la cual dichos “pueblos
originarios” se encuentran sometidos. La liberación socio-económica de las
naciones que se han ido construyendo a lo largo de miles de años, pasa por un
acto completamente diferente al reconocimiento jurídico.
De lo
que se trata es de construir, a partir de cero, un modelo socio-económico
alternativo cuyo elemento central es un legado legendario de nuestros pueblos
originarios: la
Repartición Igualitaria del resultado de la actividad
económica. Un tipo de repartición que se asienta en el tiempo a través de la
propiedad comunitaria, en donde todos son propietarios pero ninguno en
particular. Lima, sjl, 27 de octubre del 2017
Fuente: http://www.rebelion.org/docs/233483.pdf
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