Venezuela, el Estado y el poder
Cuando la izquierda es el problema
Cuando la izquierda es el problema
Abril
de 2017
Por Raúl Zibechi
Brecha
Brecha
Estamos ante una lucha entre una burguesía
conservadora venezolana que fue apartada del control del aparato estatal y una
burguesía emergente que utiliza el Estado como palanca de acumulación.
Lo que está sucediendo en Venezuela no tiene
la menor relación con una "revolución" o con el
"socialismo", ni con la "defensa de la democracia", ni
siquiera con la manida "reducción de la pobreza", por desgranar los
argumentos que se manejan a diestra y siniestra. Podría mentarse
"petróleo", y estaríamos más cerca. Pero los hechos indican otras
inflexiones.
Estamos ante una lucha sin cuartel entre una
burguesía conservadora que fue apartada del control del aparato estatal, aunque
mantiene lazos con el Estado actual, y una burguesía emergente que utiliza el
Estado como palanca de "acumulación originaria".
No es la primera vez que esto sucede en
nuestras breves historias. Las guerras de independencia fueron eso: la lucha
entre los decadentes "godos" (peninsulares monárquicos) y la
emergente oligarquía "criolla" que utilizó el control del aparato
estatal para legalizar la usurpación de tierras de los pueblos originarios. Los
segundos se apoyaban en las potencias coloniales británica y francesa que
competían con la
decadente España por el control de las colonias
independizadas, con la misma lógica de los progresismos que se apoyan en China,
incluyendo conservadores como Macri, frente a la imparable decadencia
estadounidense.
La débil burguesía criolla se montó en la
movilización de los pueblos (indios, negros y sectores populares) para derrotar
a los poderosos peninsulares. Concedió la emancipación de los esclavos con los
mismos objetivos que hoy la nueva burguesía aplica políticas sociales que
reducen la pobreza: en ambos casos los de abajo siguen estando en el sótano
como mano de obra barata, sin haberse movido un ápice del lugar estructural que
ocupan.
Nuevas élites
Las nuevas elites venezolanas, lo que
popularmente se denomina "boliburguesía", son una mixtura de altos
funcionarios de empresas públicas y del aparato estatal, militares de alta
graduación y algunos empresarios enriquecidos a la sombra de las instituciones.
Gestores incrustados en el aparato estatal. Por eso se resisten a perder poder,
ya que todo el entramado se les vendría abajo.
Algunos ya consiguieron transformar la renta
apropiada en propiedad privada. Pero una buena parte está aún en ese proceso.
Por eso el sociólogo brasileño Ruy Braga denomina a los gestores sindicales de
los fondos de pensiones de su país, la nueva clase emergente, como parte de una
"hegemonía frágil".
Roland Denis sostiene que en su país gobiernan
las mafias: "Maduro podrá tener la mejor voluntad pero se ha impuesto un
lobby muy fuerte de mafias internas del gobierno" (La Razón, 27-XII-17).
El filósofo y ex viceministro de Planificación y Desarrollo (2002-2003) asegura
que varias de estas mafias son banqueras y otras vienen de viejos grupos de
"chupa-renta petrolera" instalados desde hace muchos años.
Le pega duro a los "intelectuales"
que encubren las matufias del poder. "Con un lenguaje de izquierda
justifican una política que sólo ha favorecido a banqueros, grandes
importadores, cadenas monopólicas y trasnacionales. A su vez, es una política
que mediante la imposición de precios y corporaciones ha destruido al pequeño
productor de azúcar y café para beneficiar a los importadores. Mientras tanto,
los paquetes de Café Venezuela que vienen en las bolsas de los comités locales
de abastecimiento y producción (Clap) sólo sirven para confundir a incautos."
La otra mirada, la chavista-madurista que
culpa de todo a otros, es la que esboza Marta Harnecker: "El tiempo
histórico está a nuestro favor. Lo que nos ayuda en esta lucha contra las
fuerzas conservadoras es que el tipo de sociedad que proponemos, y que estamos
empezando a construir, responde objetivamente al interés de la inmensa mayoría
de la población, en contraste con las fuerzas conservadoras que sólo benefician
a las elites" (Rebelión, 4-IV-17).
Misma urdimbre
A la luz de lo sucedido en la región en las
dos últimas décadas podemos arribar a una redefinición del concepto de
izquierda: es la fuerza política que lucha por el poder, apoyándose en los
sectores populares, para incrustar sus cuadros en las instituciones que, con
los años y el control de los mecanismos de decisión, se convierten en una nueva
elite que puede desplazar a las anteriores, negociar con ellas o fusionarse. O
combinaciones de las tres.
La izquierda es parte del problema, ya no la solución. Porque ,
en rigor, aunque ahora empiecen los deslindes, los progresismos son hechuras de
la misma urdimbre. Miremos al PT de Lula. Niegan la corrupción que es evidente
desde hace una década, cuando Frei Betto escribió La mosca azul luego de
renunciar a su cargo en el primer gobierno Lula, cuando se destapó el escándalo
del mensalao: "La picada de la mosca azul inocula en las personas dosis
concentradas de ambición por el poder. Las personas, entonces, son más
receptoras al veneno de la mosca cuando viven situaciones en las cuales disponen,
de hecho, de posibilidades más concretas de ejercer un poder mayor. Esto es,
cuando las condiciones objetivas son favorables a los impulsos que están siendo
estimulados en el plano subjetivo".
¿Qué tipo de personas (militantes, activistas,
dirigentes) surgirían en un proyecto político que no se proponga tomar el
poder? Esta pregunta se la formularon, palabras más o menos, los zapatistas
hace ya cierto tiempo. ¿Cómo le llamaríamos a una fuerza que se proponga,
"apenas", transformar la sociedad desde la vida cotidiana?
No lo sabemos porque el imaginario construido
durante dos siglos apunta en dirección al poder estatal. Como si lo que hubiera
que transformar fuera algo externo y no pasara, en primerísimo lugar, por las
mismas personas que se dicen militantes. Lo que sí sabemos es que la izquierda
realmente existente se ha convertido en un obstáculo para que las mayorías se
hagan cargo de sus vidas. La polarización derecha-izquierda es falsa, no
explica casi nada de lo que viene sucediendo en el mundo. Pero lo peor es que
la izquierda se ha vuelto simétrica de la derecha en un punto clave: la
obsesión por el poder.
http://brecha.com.uy/cuando-la-izquierda-problema/
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