Una reflexión sobre el resultado de las PASO
Por Rolando Astarita
Cuando se realizaron las elecciones PASO (Primarias Abiertas,
Simultáneas y Obligatorias) en 2015, escribí en el blog que “para los
socialistas el dato más relevante es que el 92,6% de los votos, a nivel de todo
el país, fueron para los cuatro primeros partidos burgueses” (aquí). Y agregué que
debíamos mirar de frente la dificultad, sin buscar falsos consuelos.
Pues bien, algo similar podría escribir hoy, a la vista de los
resultados de las PASO 2017. De conjunto Cambiemos, Kirchnerismo, Partido
Justicialista, Frente Renovador y “otros” (diversas formaciones burguesas)
obtuvieron el 93% de los votos (sin tener en cuenta los votos en blanco e
impugnados). La izquierda, sumando todas sus expresiones políticas, obtuvo el
7%. El problema planteado en 2015 se mantiene, con pocas variantes.
Sin embargo, ahora es preciso incluir el incremento del voto a
Cambiemos, que subió su piso electoral en 22 de las 24 provincias. Además de
Ciudad de Buenos Aires, la coalición oficialista se impuso en Córdoba, Mendoza,
San Luis, Entre Ríos, Santa Cruz, La Pampa, Corrientes y Jujuy. Y empató en
provincia de Buenos Aires. Un resultado que parece difícil de encajar en las
caracterizaciones y políticas que desplegó la izquierda ante las elecciones.
Veamos por qué.
Recordamos que se caracterizó que en la población existe una
bronca inmensa contra el Gobierno y su programa de ajuste y entrega, y una
voluntad de movilizarse y luchar que abarca a casi todo el país. También se
sostuvo que, en el plano electoral, las masas buscan una alternativa para
frenar la caída de salarios, los despidos, la desocupación y los ataques a las
libertades democráticas (ahora, en primerísimo lugar, el secuestro y
desaparición de Santiago Maldonado). Y que millones de trabajadores
posiblemente tengan esperanza en la oposición burguesa (kirchnerismo, Partido
Justicialista, Massa y Stolbizer). Pero esta oposición es cómplice de
Cambiemos, del ajuste y de los ataques a las masas. Aunque esa complicidad – en
especial en el caso del kirchnerismo- no aparece clara a los ojos de la
población.
Estas premisas articularon entonces el discurso y la agitación de
gran parte de la izquierda en la campaña electoral. Por un lado, porque había
que denunciar que el kirchnerismo, el Frente Renovador, y los gobernadores del
PJ (más la burocracia sindical) no podían ser los canales a través de los
cuales se expresara la bronca popular. Y porque paralelamente había que
presentar consignas programáticas que dieran respuesta a los problemas más
acuciantes. De ahí el eslogan solución “acabemos la desocupación repartiendo
las horas de trabajo, con aumento de salarios para todos”. O la demanda de una
ley de prohibición de los despidos. En definitiva, el voto servía para que la
izquierda pudiera imponer – junto a la movilización- esas leyes; y ayudar a las
luchas obreras y populares contra el ajuste y la represión.
Subrayo: la idea era que las masas quieren luchar contra
Cambiemos, pero las direcciones peronistas (kirchnerismo incluido) las
traicionan. Por lo tanto, la izquierda debe presentarse como la campeona de la
lucha para, eventualmente, ponerse a la cabeza de la bronca popular en ascenso.
En este marco, era natural pensar que si sectores de las masas rompían con el
kirchnerismo, el PJ o el Frente Renovador, lo harían por izquierda, hastiados
de la complicidad con Cambiemos de esos dirigentes traidores.
Bajó el voto a la oposición burguesa, pero creció Cambiemos
El problema es que entre las PASO de 2015 y las de ayer bajó el
voto al kirchnerismo y al Frente Renovador, pero ese voto solo fue en escasa
cantidad a la izquierda.
Y en alguna medida importante alimentó a Cambiemos y otras
variantes burguesas. Repasemos los datos.
En primer lugar, en las PASO de 2015, y a nivel nacional, el
Frente Para la Victoria obtuvo el
38,7% de los votos; Cambiemos el 30%; Massa y De La Sota 20,6%; Progresistas
(Stolbizer) 3,5%.; Compromiso Federal (Rodríguez Saá) 2,1%. El FIT obtuvo 3,3%.
Sumando el resto de la izquierda (o sea, Nuevo MAS, MST y Frente Popular) se
llegó a aproximadamente el 4,8%. Observemos que el conjunto formado por FPV,
Massa-De la Sota, Rodríguez Saá y Stolbizer obtuvo el 65% del total de los votos.
En las PASO de ayer Cambiemos consiguió el 37,5% de los votos. El
kirchnerismo (incluye a Rodríguez Saá) 20,5%; el Partido Justicialista 18,5% y
el Frente Renovador de Massa-Sotlbizer 7%. “Otros” obtuvieron el 9,5%. El
conjunto formado por el kirchnerismo, PJ y Fte Renovador recibió el 46% de los
votos. Es una caída de 19 puntos con respecto a 2015. Pero solo en una
proporción pequeña esos votos giraron a la izquierda. Esta ,
de conjunto (esto es, incluyendo al FIT, Izquierda al Frente, Zamora, Creo de
Solanas y el Frente Socialista y Popular) llegó al 7%. Una suba de poco más de
2 puntos sobre las PASO de 2015. ¿Dónde fueron entonces los votos que perdió el
peronismo de conjunto? Pues una parte a “otros”, como Lousteau en Capital y
Fuerza Republicana, de Tucumán. Y otra fue a Cambiemos; es lo que explicaría su
aumento en 7 puntos con respecto a 2015.
La cuestión se ve incluso mejor en la provincia de Buenos Aires.
En 2015 el FPV obtuvo el 40% de los votos, y Cambiemos 29%; Unidos por una
Nueva Alternativa (Massa) 19,7%; Progresistas 4,3%. O sea, la suma de FPV,
Massa y Stolbizer representó el 64% de los votos bonaerenses. El FIT obtuvo
3,8%; agregando al MAS y Frente Popular llegamos a 4,8%.
En las recientes elecciones Cambiemos obtuvo el 34,1% de los
votos; el kirchnerismo 34,1%; Massa (con Stolbizer) 15,5% y Cumplir de Randazzo
5,9%. O sea, la oposición burguesa a Cambiemos experimenta, de conjunto,
una caída de 8,5 puntos porcentuales con respecto a 2015. Sin embargo, el FIT
obtuvo solo 3,6%. Y considerando los votos de la izquierda de conjunto (FIT más
Izquierda al Frente, Frente Socialista y Popular, Patria Grande, Creo) llegamos
al 5,8%. No hay gran diferencia con 2015. Es claro entonces que la mayor parte
de la caída del voto a la oposición burguesa tuvo como contrapartida el aumento
en 5 puntos de la votación de Cambiemos, del 29% al 34%.
Tengamos presente que se suponía que las masas anhelaban expresar
su bronca y movilizarse contra el ajuste, y que por eso romperían con la
oposición burguesa. Sin embargo, la mayor parte que no repitió el voto a la
oposición burguesa, votó a Cambiemos. Y Cambiemos es la encarnación misma del
ajuste. ¿Cómo se explica este embrollo?
Dos respuestas provisorias que he leído por estas horas en algunos
medios de izquierda merecen algún
comentario. Una remite todo el asunto a la “polarización”. Lo cual equivale a
explicar el voto a Cambiemos y el kirchnerismo porque las masas votaron
masivamente a Cambiemos y el kirchnerismo. Es lo que se llama una tautología.
La segunda explicación dice que las masas castigaron a la oposición PJ ,
massista y kirchnerista porque ha sido cómplice del ajuste de Macri. Pero ¿cómo
es que las masas castigan a la oposición burguesa por ser cómplice del ajuste,
votando a Macri que es la principal cabeza del ajuste? Este argumento no tiene
lógica.
Mi
conclusión es que los resultados electorales obligan a reflexionar sobre
caracterizaciones y formas de hacer política que están muy arraigadas. Y también sobre qué alternativa global puede presentar la izquierda
(por ejemplo, ¿cómo enfrentar el mensaje de “no hay alternativa al
capitalismo”, con que los políticos burgueses atacan a la izquierda? ¿O todo se
arregla diciendo que somos buenos luchadores sindicales?). Varias de estas
cuestiones las he planteado en notas del blog, y en otros escritos. Aunque la
única respuesta que recibí fue el rechazo, directo y llano, a cualquier intento
de problematización de estos temas (más los habituales insultos).
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