Sacco y Vanzetti, Trelew y Santiago Maldonado
26 de
agosto de 2017
En mi adolescencia en Bahía, asistí allá por el 71 a una función de cine,(en
el viejo Ocean, hoy está el Bingo) donde se proyectaba una gran película
italiana: Sacco y Vanzetti.
El director era Giuliano Montaldo y
tenía memorables actuaciones de Gian María Volonté (como Bartolomeo Vanzetti) y
Riccardo Cucciolla (como Nicola Sacco).La película también pasó a la historia
por la música de Ennio Morricone y la extraordinaria interpretación de Joan
Baez de la balada de Sacco y Vanzetti.
El relato cinematográfico cuenta el proceso
por el cual dos obreros italianos y militantes anarquistas que residen en
Estados Unidos, son enjuiciados y condenados a muerte en la silla eléctrica, en
un proceso amañado y fraudulento en el que se los acusa de un homicidio. Se
trata de un crimen de Estado destinado a propinar un escarmiento a los
trabajadores en general y a los inmigrantes anarquistas y comunistas que
luchaban bravamente por sus derechos y por una sociedad que pusiera fin a las
injusticias y las desigualdades. Pese a los pedidos de clemencia y las
manifestaciones obreras que se llevan adelante en muchos países del mundo, el
gobernador de Massuchetts confirma la condena que se conoce en 1921 y se hace
efectiva un 23 de agosto de 1927. En 1977 –cincuenta años después de la ejecución-el Estado
norteamericano a través del gobernador se excusó públicamente por las
graves fallas cometidas durante el proceso a Sacco y Vanzetti, proclamó su
absoluta y total inocencia y pidió históricas disculpas salvando el buen nombre
de los mártires. Lo último no era necesario. Sacco (un zapatero) y
Vanzetti (que pescaba y vendía anguilas) están en la historia de las justas
causas de la clase trabajadora de todo el mundo. Como borrar de la memoria el alegato con que
Vanzetti se defiende ante los tribunales y que la película recoge
rigurosamente:
“Lo que yo digo es que soy
inocente. Que no sólo soy inocente, sino que en toda mi vida, nunca he robado,
ni he matado, ni he derramado sangre. Esto es lo que yo quiero decir. Y no es
todo. No sólo soy inocente de estos dos crímenes, no sólo que nunca he robado,
ni matado, ni derramado sangre, sino que he luchado toda mi vida, desde que
tuve uso de razón, para eliminar el crimen de la Tierra. Ahora , tengo
que decir que no sólo soy inocente de todas esas cosas, no sólo no he cometido
un crimen en mi vida; algunos pecados sí, pero nunca un crimen; no sólo he
luchado toda mi vida por desterrar los crímenes, los crímenes que la ley
oficial y la moral oficial condenan, sino también el crimen que la moral
oficial y la ley oficial no condenan y santifican: la explotación y la opresión
del hombre por el hombre. Y si hay alguna razón por la cual yo estoy en esta
sala como reo, si hay alguna razón por la cual dentro de unos minutos va usted
a condenarme, es por esa razón y por ninguna otra.”
Salí del cine profundamente conmovido
por la obra que venía a alimentar mi rebeldía juvenil, ya conmovida por la
muerte del Che en Bolivia,el mayo francés y nuestro inolvidable
cordobazo. Al año siguiente, un 22 de agosto, el asesinato de dieciséis
compañeras y compañeros militantes en la base Almirante Zar
(Trelew) iba a producir la conjunción entre la indignación y el compromiso.
Vale recordar que una huelga general iba a ser la respuesta popular a la
masacre perpetrada por aquella dictadura.
La sirena de la Nueva Provincia
Iban a pasar muchos años (avanzados los 90)
cuando llega a mis manos un libro escrito por un militante anarquista (Domingo
Varone),quien cuenta que en los años 20 había residido, trabajado y militado en
Bahía.
Dice su relato: “cuando el día 22 de agosto de
1927 los cables de las agencias comunicaron que se haría efectiva la ejecución
de Sacco y Vanzetti, se reunió de inmediato el Comité y se resolvió declarar el
paro general ,además de una manifestación de silencio esa misma tarde ,con un
solo cartel que decía exactamente eso: silencio.
En el trayecto de la manifestación, las
familias salían a la puerta de sus domicilios, se descubrían al paso de las
columnas, con mujeres que se santiguaban religiosamente.
En la plaza se levantó temperatura y se
terminó el silencio, la muchedumbre llenaba todo el ámbito. Hablé en primer
término y a continuación lo hizo el intendente municipal, el dirigente
socialista Agustín Arrieta. Hubo otros oradores de los sindicatos y para el
final volví a subir a la tribuna para denunciar la detención de manifestantes.
La gente, como tocada por un resorte, giró y se puso frente al pelotón de la
policía montada reclamando a gritos la libertad de los presos. La situación se
puso tensa. De pronto, la policía lanzó sus caballos sobre los manifestantes.
El grueso se dispersó y el resto comenzó a arrojar piedras a la cosacada. Un hombre
grandote alzó un banco de la plaza y gritando “al sabotaje compañeros”, lo
arrojó a los pies de los caballos. La mesa que hacía de tribuna donde yo me
mantenía, fue atropellada por dos cabalgaduras. Voló prácticamente, y me vi
levantado en vilo por los cosacos que me agarraron de los cabellos. En medio de
los dos caballos a empujones e insultos me llevaron a la comisaría. Al tener
conocimiento de mi detención, los compañeros fueron a buscar al intendente
Arrieta, que apareció a los pocos minutos. Me llevaron a la oficina donde se
encontraba con el comisario. A su pedido relaté como se produjeron los hechos y
el comisario respondía que temía un ataque a la comisaría.
Salí con el intendente. Enseguida fui a
nuestra imprenta, donde preparamos un boletín extra de Brazo y Cerebro. Era el
día señalado para la ejecución de Sacco y Vanzetti .Prácticamente toda la
población permanecía en las calles .Grupos numerosos en la plaza, frente a la
pizarra del diario la
Nueva Provincia , donde se podía leer las alternativas del
suceso que conmovió al mundo entero y las noticias de la agitación y los paros en
Capital Federal y en todo el país. El pueblo de Bahía Blanca estaba viviendo la
misma vigilia que en ese momento se vivía en todo el territorio argentino. La
misma que vivían los trabajadores de Estados Unidos, asiento del verdugo
imperialista. La misma que vivían trabajadores de todo el mundo. La misma
vigilia de Sacco y Vanzetti.
Hasta que a los cinco minutos del día 23 de
agosto de 1927, tocó la sirena del diario, que esa noche pareció oírse como un
prolongado alarido anunciando que se había cumplido la sentencia.
Entonces sí que se hizo silencio. La gente,
que no esperaba la muerte, sobrecogida dolorosamente, se fue retirando, muchos
con expresiones de indignación y otros llorando. Al otro día el boletín de
Brazo y Cerebro vibraba de bronca y de protesta, pidiendo venganza para el
verdugo yanqui
Santiago Maldonado: la necesaria solidaridad
Mañana se cumplirán 90 años de la ejecución de Sacco y Vanzetti.
En nuestro país, un joven Santiago Maldonado está desaparecido luego de un
procedimiento de la Gendarmería contra pobladores mapuches que han recuperado
unas hectáreas de su tierra, hoy en manos del latifundista Benetton.
El
gobierno niega su responsabilidad política, cuando un funcionario del
Ministerio de Seguridad (Pablo Nocetti) estuvo presente en el operativo.
Grandes medios de comunicación
fabrican un nuevo enemigo interno: los mapuches como una guerrilla rural.
Trabajan con descaro para legitimar el accionar represivo. La justicia actúa
con lentitud exasperante. Concurre diez días después al lugar de los hechos
rodeado de un operativo de guerra. Santiago no aparece. Varios testigos vieron
como lo detenía la Gendarmería.
La necesidad de un gran movimiento solidario se hace manifiesta.
Que resuene en el país y en el mundo el reclamo de la Aparición con vida de
Santiago Maldonado. Miles de manos solidarias como hace 90 años con Sacco y
Vanzetti, como con los asesinatos de Trelew y los 30 mil desaparecidos, como
con los 42 estudiantes de Ayotzinapa. Solidaridad sin fronteras. “Sentir en lo
más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte
del mundo” decía el Che.
Hay un sistema, el capitalista que mata para seguir viviendo. Sus
ganancias son nuestras vidas. Vivamos para terminar con tanta injusticia,
muerte y explotación. Para que cada uno/a tenga lo que merece: una vida digna
que merezca ser vivida.
Bahía Blanca, 21 de agosto de 2017
Fuente: http://contrahegemoniaweb.com.ar/sacco-y-vanzetti-trelew-y-santiago-maldonado/
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