¿Hacia dónde vamos los
pueblos indígenas
en Abya Yala?
11
de agosto de 2017
Por Ollantay Itzamná (Rebelión)
A una década de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los
derechos de los pueblos, y a casi tres décadas de la aprobación del Convenio
169º de la OIT sobre el tema, el 9 de agosto (Día Internacional de los Pueblos
Indígenas), es ocasión para reflexionar hacia dónde vamos los pueblos indígenas
en América Latina.
Los
diferentes derechos colectivos e individuales de los pueblos indígenas (derecho
a la autodeterminación, a tierra y territorio, a la consulta previa y libre, a
la identidad cultural, etc.) ya tienen mayoría de edad como normas jurídicas
vigentes a nivel internacional y nacional.
Pero, las condiciones de vida y oportunidades no han mejorado para
la gran mayoría de los pueblos indígenas. Los informes oficiales sobre
condiciones de vida, tanto de entidades nacionales, como internacionales, en la
región, muestran signos positivos a nivel global. Pero, en los diferentes
países de la región, las poblaciones indígenas continúan con un promedio de 70
u 80% de empobrecimiento.
Es más, en países con mayoría demográfica indígena como Guatemala,
Perú o Bolivia, las familias indígenas, en la actualidad, subsisten en peores
condiciones que en épocas de la Colonia (cuando por lo menos tenían acceso a
tierra-agua y disponibilidad de fuentes de vida). Ni hablar de las condiciones
laborales de neoesclavitudes en las que jornalean en los monocultivos agrícolas
de la región
¿Qué pasó
con los derechos declarados entonces?Los derechos declarados, mientras no haya sujetos que los ejerzan y defiendan, y autoridades que garanticen su cumplimiento, no cambia casi en nada la realidad cotidiana de los pueblos.
Si bien, en los últimos años, la autodefinición de personas como
indígenas cobró fuerza en segmentos demográficos crecientes de países
multiculturales, en especial. Sin embargo, esa conciencia identitaria no
necesariamente significó una clara conciencia política de “ser indígena” en
países racializados. Y, en consecuencia, la emotiva autodefinición de las
personas como indígenas no necesariamente implicó el ejercicio individual y/o
colectivo de los derechos sociopolíticos indígenas. Somos sujetos “culturales”
sí, pero aún siervos “apolíticos”.
A nivel
general, en países multiculturales como Guatemala o Perú, la “lucha” de la gran
mayoría de actores indígenas no ha superado el culturalismo folclórico
“apolítico”. Permitido y aceptado por el hegemónico sistema neoliberal.
Peor aún, en países como Perú, los aborígenes no se autodefinen
como indígenas, sino como campesinos (una categoría social ideológicamente
construida para implantar el mestizaje rural).
En países
como Bolivia, Ecuador, México, algunos movimientos indígenas y/o núcleos
organizados con conciencia política están o han dado saltos significativos del
ejercicio de los derechos culturales al ejercicio de los derechos
sociopolíticos. Pero, incluso en dichos países los resultados evidentes para
cambiar las condiciones de colonialidad y de dominación de los pueblos
indígenas son aún insipientes. En países como Nicaragua o Bolivia, los actuales gobiernos progresistas han logrado titular grandes extensiones de tierras para indígenas, bajo propiedad colectiva. Es más, en el caso de Nicaragua, el 33% del total del territorio nacional está legalmente reconocida como territorio autónomo indígena (con tierras tituladas), con sistemas de autogobierno propio. Pero, justamente son estas zonas autonómicas las más empobrecidas y marginadas del país. Entonces, al parecer, las autonomías indígenas tampoco son panaceas per se, para avanzar hacia el Buen Vivir.
Los derechos individuales y colectivos para las y los indígenas están reconocidos y declarados. Pero, hace falta que las y los indígenas organizados o no, demos el salto de la cómoda autodefinición indígena (que incluso nos da algunos privilegios en un mundo amante de lo exótico) hacia el ejercicio de los derechos sociopolíticos indígenas, de manera coherente.
Los bicentenarios estados criollos o mestizos no van a implementar
más leyes a favor de pueblos indígenas. Es más, como en el caso de Guatemala o
Perú, el derecho a la consulta previa, ya fue manipulado para que las
comunidades digan sí a las empresas (pero son pocos los indígenas que
protestan).
Transitar del culturalismo al ejercicio de derechos políticos
implica constituirnos en sujetos políticos para repensar los estados racistas y
construir nuevos estados para todos/as. Estados plurinacionales lo llaman.
Esto implica que los movimientos y pueblos indígenas construyamos
nuestros propios instrumentos políticos (organización política) incluyentes
para disputar el poder electoralmente a los poderes oficiales, e impulsar
procesos de asambleas constituyentes plurinacionales. Pero, con métodos y
contenidos que superen el individualismo metodológico y el capitalismo suicida.
Los derechos de los pueblos indígenas tienen
que ser el fundamento, argumento y horizonte que haga realidad las postergadas
transformaciones estructurales en beneficio de los pueblos. No puede ser
únicamente el vehículo discursivo o laboral para el ascenso socioeconómico de
unos pocos indígenas. Y, en esto, la responsabilidad mayor lo tenemos las y los
indígenas que fuimos formados o malformados en la academia occidental, y todos
cuantos ocupan responsabilidades en las academias y en las ventanillas de los
estados y de la cooperación internacional.
http://www.elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=5533
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