La exportación del
Plan Colombia al Triángulo Norte y la Triple Frontera
28 de agosto de 2017
Por Álvaro Verzi Rangel (Rebelión)
El llamado Plan Colombia, supuestamente de combate a las drogas,
fue diseñado y dirigido por Estados Unidos, pero financiado por los impuestos
colombianos: EEUU invirtió 10 mil millones de dólares, y Colombia 120 mil
millones de dólares, y hoy amenaza con ser exportado para dirigir operaciones
especiales en otras zonas de la región, con bandera sudamericana.
Los planes de la “inteligencia” estadounidense es que las Fuerzas
Armadas colombianas suplanten a las de EEUU en el entrenamiento de Fuerzas de
Operaciones Especiales, tanto para operar en México (en el marco de la Iniciativa Mérida ),
como en Paraguay, Honduras, El Salvador, Barhein, Yemen y en Afganistán y la Triple Frontera
del Acuífero Guaraní.
Quizá, también, para ir creando una fuerza
multinacional latinoamericana lista para intervenir en países que lleven
adelante políticas soberanas, enfrentadas a las de Washington y el club de
gobernantes neoliberales piloteados desde la Organización de Estados Americanos
(OEA).
Sería la unificación de Plan Colombia, la Iniciativa Mérida
y la Iniciativa para la
Seguridad Regional de Centroamérica, ya mostrado en los
documentos del Comando Sur de EEUU "Plan 2018", y el "Operation
Freedom II". No hay quiebres entre las administraciones de Obama y Trump:
por encima de ellos, el poder fáctico lo comparten el Pentágono y el complejo
industrial militar, que pueden garantiza r a las corporaciones trasnacionales
el acceso a los recursos de la región.
¿Qué es realmente? El Plan Colombia le ha permitido a Estados Unidos
arraigar su intervencionismo político, económico y militar en América Latina. Es un acuerdo
bilateral que fue suscrito entre los gobiernos de Colombia y Estados Unidos en
1999 durante las administraciones del presidente colombiano Andrés Pastrana y
el estadounidense Bill Clinton con tres objetivos específicos declarados:
generar una revitalización social y económica, terminar el conflicto armado en Colombia
y crear una estrategia antinarcóticos, aunque destaca su contenido geopolítico.
Pero realmente resultó ser una pantalla para
cubrir la implantación de fuerzas armadas estadounidenses en Colombia. Las
operaciones militares fueron dirigidas desde Washington por el general Barry
McCaffery, ex comandante en jefe de las fuerzas militares estadounidenses en
América del Sur, y nombrado jefe de la lucha antidroga por Bill Clinton en
enero de 1996. Éste implementó el uso de paramilitares contra la guerrilla de
las FARC-EP. El Plan Colombia se supone que es un plan de acciones concretas
entre el gobierno de Estados Unidos y de Colombia para erradicar el problema de
la droga, sin embargo, destaca su alto contenido geopolítico.
La prioridad que se le otorgó a la
modernización del Ejército colombiano con el pretexto del combate a la drogas
muestra su inconsistencia con el aumento de efectivos civiles y militares
estadounidenses (además de siete bases militares) en territorio colombiano
quienes participaron cada vez más en el combate a la insurgencia.
Con presencia de tropas propias EEUU lograba proteger la extracción de petróleo, carbón, oro y minerales
estratégicos, garantizándose la adquisición de materias primas
a bajo costo y asegurando, además la inversión de capitales extranjeros, las
siete bases militares y el cambio de correlación de fuerzas con unos diálogos
de paz que pusieran fin al conflicto armado.
La inútil guerra contra las drogas seguirá
siendo la excusa "legal" para que EEUU, el principal consumidor, garantice su
presencia en su alianza con las derechas latinoamericanas. Nada ha cambiado en
este aspecto, apenas los improperios de Trump, a los que uno también se
acostumbra.
Cabe recordar que en este año fueron
asesinados en Colombia decenas de líderes sociales, continuó el desplazamiento
forzado, el despojo de tierras y la existencia de grupos armados paramilitares,
gracias, en parte, a la asistencia militar de Estados Unidos que en 2017 llega
a los 203,9 millones de dólares. Buena parte de ese presupuesto va a EEUU,
abastecedor de las armas y el “servicio de entrenamiento”.
El Estado colombiano destinó el 13.1% del
presupuesto nacional (unos 10 mil millones de dólares) a gestos en defensa este
año y sólo 9% a salud y protección social (unos 7.200 millones de dólares). En
2017, la Agencia de Control Internacional de Narcóticos y Aplicación de la
Ley-INCLE (por sus siglas en inglés) destinó 143 millones de dólares en
asistencia para la seguridad dentro del Plan, a sumarse a los 135 millones del
año anterior. El Plan antidrogas militar y represivo, sigue vigente.
El presupuesto 2018 -administración Trump-
plantea fondos de apoyo económico y fondo de desarrollo; control internacional
de narcóticos; no proliferación, antiterrorismo, desminados; educación y
formación militar internacional, minimizando los compromisos de reformas
sociales de los Acuerdos de Paz.,
A la par, sectores políticos de ambos países
presionan para inhabilitar el acuerdo de sustitución manual de cultivos de uso
ilícito acordado con Barack Obama, con el argumento de que ha habido aumento de
las áreas cultivadas. La sustitución del Plan Colombia por el de Paz Colombia,
anunciado por Santos y Obama, fue apenas una jugada retórica y publicitaria,
porque en realidad la presencia de marines en las bases militares sigue tan
campante, así como la pol´pitica punitiva que impulsa Estados Unidos, y con la
que concuerda Santos.
Ejército y experiencia de exportación
Según los analistas colombianos, la intención
no es sólo la de mantener el Plan Colombia, sino exportarlo a Centroamérica, y
pinzarla con la extensión del Plan Mérida desde México, para garantizar el
control del tránsito de la droga desde Sudamérica a Estados Unidos.
En 2015, John Kelly, entonces Jefe del Comando
Sur y hoy Jefe de Gabinete de Trump, decía que "hace años todos creían que
rescatar a Colombia de la violencia era imposible, tal como muchos creen ahora
con respecto al caso del Triángulo Norte (Honduras, Guatemala, El Salvador),
pero la misión imposible fue posible”.
Hoy Kelly planea que esos
"esfuerzos" de inteligencia e información se apliquen para
militarizar el Triángulo Norte y trasladar la inestabilidad a la triple
frontera en el Cono Sur (Argentina, Brasil, Paraguay), centrando operaciones en
Paraguay, donde ya existe una fuerte presencia de asistencia militar y policial
colombiana.
Socio de la OTAN
Cabe recordar que el 30 de abril de 2009,
siendo ministro de la Defensa de Uribe, hizo este resumen de su poderío militar
durante una conferencia: “Pasamos de 313 mil hombres a cuatrocientos treinta
mil en el año 2008, un incremento de 40%. Se han comprado, entre otros equipos,
44 helicópteros, 52 aviones y 502 automotores de todo tipo para darle
movilidad, efectividad de reacción y capacidad de reacción a nuestra fuerza
pública”.
“También compramos 161 unidades navales y fluviales como lanchas patrulleras y botes de apoyo fluvial y de combate, e iniciamos la repotenciación de cuatro fragatas y 3 submarinos...”, añadió entonces, , recuerda el director del diario venezolano Últimas Noticias, Eleazar Díaz Rangel.
“También compramos 161 unidades navales y fluviales como lanchas patrulleras y botes de apoyo fluvial y de combate, e iniciamos la repotenciación de cuatro fragatas y 3 submarinos...”, añadió entonces, , recuerda el director del diario venezolano Últimas Noticias, Eleazar Díaz Rangel.
En esos años, por vía del Plan Colombia, ese
país se convirtió en el quinto en el mundo en recibir mayor ayuda militar de
Estados Unidos, solo superado por Israel, Egipto, Corea del Sur e Irak.
Simultáneamente, facilitó seis de sus bases militares para que fueran asiento
de unidades de EEUU, y les cedió la base de Palanquero, la más próxima a
Venezuela, que tiene capacidad para llegar hasta el sur de América del Sur
Tampoco hay que olvidar su afiliación a la
Otan, lo que supone un impacto para la seguridad y defensa integral de
Venezuela y la región.
Santos señaló entonces que “Colombia tiene derecho a pensar
en grande”, y que él buscaría ya no solo ser los mejores de la región, sino del
mundo entero, (…) nuestro Ejército estará en la mejor posición para poder
distinguirse también a nivel internacional...”.
Logrados los acuerdos de paz, el Ejército
colombiano quedó liberado de su enfrentamiento con las guerrillas. No ha sido
nada casual que senadores en Washington le ofrecieron al presidente Santos su
cooperación para conseguir ayuda militar para enfrentar la amenaza venezolana,
y, sin ninguna duda, en la larga entrevista con el presidente de EEUU, el mismo
Trump anunció que había conversado para “ayudar a Venezuela”.
El acuerdo Colombia-OTAN de 2013 tenía como
uno de sus objetivos estratégicos que el país sudamericano se constituyera en
un aliado para combatir “la delincuencia trasnacional y otras amenazas” a la
seguridad hemisférica.
Esto es, un territorio para el control geoestratégico
de un continente que durante la última década había puesto en cuestión la
capacidad hegemónica de los EEUU. De ahí, el amplio rechazo que generó el
acuerdo en los gobiernos boliviano, venezolano, ecuatoriano y brasileño, que
señalaron que este acuerdo ponía en cuestión la integración regional y los
acuerdos establecidos en el marco de la CELAC y Unasur a través de los cuales
se reconoció a América Latina y el Caribe como zona de paz.
Así, la condición de “aliado extra-OTAN” fue
catalogada como una amenaza a los equilibrios geopolíticos alcanzados en la
región, para tensar la cuerda de las relaciones colombo-venezolanas; amenazar a
sus vecinos y precipitar el aumento del gasto militar en la región; debilitar a
la Unasur y la CELAC; alinearse con Gran Bretaña en el diferendo con la
Argentina por las Malvinas, dado que esa es la postura oficial de la OTAN.
Recientemente, el director de la CIA, Mike
Pompeo aseguró que Venezuela se encuentra influenciada por Hezbollah e Irán,
dos de los actores geopolíticos que Washington ubica dentro del “Eje del Mal,”
y que por ello “puede convertirse en un riesgo para los EEUU”. Pompeo habló
también sobre el uso de Colombia como principal punto de avanzada, junto a
México, en una política coordinada contra Venezuela, que va desde lo militar
hasta lo económico y diplomático.
Esta maniobra de “inteligencia” busca fortalecer el relato de que
Venezuela es un país promotor del “terrorismo islámico”, por más que Irán y
Hezbollah, junto a Rusia y Siria, sean los principales responsables de su
inminente derrota en Medio Oriente, en los últimos años.
Esta es la “narración clara” recomendada por el Consejo del
Atlántico (un think tank de los varios aliados a Washington) al gobierno
estadounidense, que permitiría escalar las agresiones contra el país, debido a
que EEUU ve en Venezuela una “amenaza inusual y extraordinaria” a sus
intereses, basado en el Decreto Obama de 2015, base jurídica e institucional de
todo su accionar injerencista y con el que establece un estado de emergencia
con relación a Venezuela.
Álvaro Verzi Rangel-CLAE, Sociólogo venezolano, Codirector del
Observatorio en Comunicación y Democracia, asociado al Centro Latinoamericano
de Análisis Estratégico (CLAE).
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=230753
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