El lenguaje del poder
9 de marzo de 2017
Por Antonio Lorca Siero (Rebelión)
Con la pretensión de mostrarse cercano, el poder se expresa
oralmente a través de los que lo ejercen. Pero siempre surge la duda de si sus
manifestaciones serán las del propio poder o las del grupo dominante. De
inmediato se despeja la incertidumbre, porque si se plantea la cuestión en
términos de política, tratándose de lucha por el poder, lo probable es que la
voz del poder sólo refleje los intereses del dominante. Este lenguaje suave, que contrasta
con el la expresión enérgica de la solemnidad del poder, sin duda está
orientado a vender algún producto político, usando de similares características
que la publicidad comercial, que para distinguirla se suele llamar propaganda.
Sin embargo ambas coinciden en dos puntos sustanciales, como tratar de educar a
las masas en términos de mercado y sujetarlas al canon de la estupidez.
La pesada
carga de lo impositivo trata de aliviarse con una táctica cercana al diálogo,
pero haciendo uso del monólogo puesto que no hay contraste de opiniones,
aspirando a que de ella resulte una comunicación fluida entre los que ejercen
el poder y las masas. Podría decirse que la propaganda es el lenguaje coloquial
del poder cuando pretende hacerse grato al auditorio. A veces está presente
incluso cuando se expresa en términos oficiales a través de disposiciones
jurídicas, tratando de justificar sus determinaciones y lo expresa en términos
de exposición de motivos.
A cada paso que dan los que ejercen el poder no pueden prescindir de este
instrumento de persuasión, de ahí que si hablamos de política, sigue siendo
válida la afirmación de Bartlett de que la propaganda se respira en el aire. En
la actualidad su presencia ha ido en aumento, entre otras razones porque la
mentalidad política se define en términos electorales. Unos se expresan,
mientras la otra parte escucha, y al final responde de uno en uno a través del
voto.Tal vez bajo otras expresiones el término siempre haya estado presente en los asuntos de
Si bien serviría como medio de comunicación, resulta que al no haber igualdad de partes la propaganda se convierte en un instrumento para imponer la voluntad de los que ejercen el poder por medio indirecto, es decir, haciendo trampa.
Aunque a la parte receptora del mensaje le satisfaga ser engañada, afectada de cierta carga de masoquismo, su ingenuidad contrasta con los propósitos interesados del gobernante, que no son otros que la permanencia en el poder a cualquier precio. Por eso hay que convencer acudiendo a
Se habla de persuasión, pero la propaganda es sencillamente imposición del más fuerte y resignación del débil. A nivel individual la debilidad es evidente, la cuestión es determinar si las masas aceptan
Cualquier particularidad, amparada por un grupo que llame la atención mediática para vender y que permita dar juego al poder oficial, es utilizada por la política para elevar su consideración social con finalidad electoral en su calidad de protectora. Ya no sólo el poder en ejercicio, sino un partido que aspire a ser realidad de poder se disputa la digna tarea de capitalizar electoralmente toda peculiaridad respaldada por un grupo vocero de derechos personales, al punto de que un sinfin de anécdotas domina el panorama de lo común. A todo esto se llaman derechos individuales, realmente destinados a arrasar con los derechos reales de
Con la mercantilización de derechos se entra en una dinámica delicada. De un lado implica entregarse a los designios del poder, porque no se puede entender que desde unos derechos manipulados desde la propaganda se pueda hablar de conquista social. De otro imponer lo particular sobre lo general con la finalidad de obtener réditos electorales de partido es la cara visible de la política, que solamente favorece a
Jugando con los derechos y otras bagatelas a la usanza del momento, a través de la propaganda, usando el lenguaje suave, el que ejerce el poder trata de imponer opiniones de manera concertada que alcanzan el nivel de doctrina a nivel de la generalidad, puesto que las ampara la autoridad de quienes gobiernan. Esta es la finalidad de la propaganda oficial, correa de trasmisión de los intereses del grupo dominante. Con ella se trata de ganar el mayor número de adeptos, puesto que en ello reside la fuerza del poder, dotándola de versatilidad para que pueda llegar a cualquier punto. De ahí que, como observa Sparks, la capacidad de difusión sea determinante. Asesorada por una intelectualidad a sueldo del aparato estatal permite que se soporte en cierta solidez argumental, acompañada del prestigio prefabricado del nombre que
Como complemento de la norma imperativa la propaganda, en su
propensión educadora, difunde la doctrina como método para persuadir a las
masas al objeto de que asuman libremente la verdad oficial. Dado que cualquier
alternativa educadora juega con desventaja de medios , el pensamiento colectivo resulta dirigido
por el grupo que ejerce el poder. A la libertad legal no sigue la libertad
real, porque la propaganda no permite otras opciones. Pero ya en el terreno de
la praxis, a medida que avanza el espíritu de totalidad que anida en la
propaganda, se llega al extremo de que lo discordante con la verdad oficial
establecida por el grupo dominante, ya no cae en la persuasión, sino
abiertamente en la
imposición. A tal fin hay una jauría dispuesta a lanzarse a la orden de
su amo contra los disidentes,
estos son los que discrepan de la propaganda de grupo, se acercan a lo común y
pulsan la verdad de la generalidad libre de influencias.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=223855
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