El paro del 20/11 y
la unidad de acción
21 de noviembre de 2012
21 de noviembre de 2012
Por Rolando Astarita
A raíz del paro nacional realizado en el día de
ayer, vuelve a plantearse la discusión acerca de si es correcto que la
izquierda participe en unidad de acción con dirigentes sindicales burocráticos,
o con corrientes políticas, u organizaciones sociales, defensoras del sistema
capitalista. La postura que defiendo es que se
puede y se debe participar en unidad de acción con otras fuerzas, siempre que
esto implique la posibilidad de que los trabajadores o el pueblo avancen en
demandas concretas (principalmente económicas o democráticas).Concretamente, el paro se convocó por una serie de demandas necesarias
e importantes, que enfrentan el ajuste que están implementando el gobierno K y
la patronal (por ejemplo, a través de la no actualización del mínimo no
imponible, o la reciente ley de accidentes de trabajo). Tengamos en cuenta que
en situaciones de dominio capitalista “normal”, la lucha entre el capital y el
trabajo no se desarrolla de manera “pura”. Por eso, los trabajadores, o los
sectores oprimidos, deben apoyarse en las contradicciones y divisiones en la
clase dominante, o entre la clase dominante y fracciones importantes de la
pequeña burguesía.
En
contra de esta posición, los ultraizquierdistas siempre plantearon que no es
posible unirse con traidores y enemigos del socialismo, así sea por
reivindicaciones elementales y puntuales. En sus versiones extremas, se niegan
a participar en cualquier huelga o lucha que no sea convocada por
revolucionarios y socialistas. Pero esto significaría renunciar a la crítica y
a la defensa de posiciones socialistas. Precisemos que el argumento
ultraizquierdista es adelantado con frecuencia por algunos defensores
izquierdistas del gobierno K, para concluir que no hay que apoyar las luchas
obreras y populares. “Las demandas son justas, pero Moyano es un traidor de los
trabajadores”, etc. No es más que una
forma de disimular la colaboración con las políticas K. Curiosamente, mucha
militancia y ex militancia PC, de larga trayectoria en la colaboración de
clases, presenta este argumento (ver aquí para
la postura histórica del PC). Lo mismo sucede con diversas corrientes del
espectro K-izquierdista. Atacan la unidad de
acción por puntos precisos y delimitados porque defienden una unidad
programática con una fracción de la clase dominante (y siempre encuentran
motivos para diferenciar alas progresistas del capital). El “no hacerle juego a
la derecha” (argumento que supone que el gobierno K es de izquierda) se
convierte así en un comodín discursivo destinado a dividir al movimiento y las
luchas. Por eso, la crítica a esta postura no es en esencia la que dirigimos a
los ultraizquierdistas, sino al reformismo que colabora con los explotadores.
Una larga tradición
En cuanto a la unidad
de acción, la realidad es que siempre el movimiento obrero y socialista utilizó
esta táctica. Marx y Engels incluso la explicitaron hace ya más de 150 años. La
experiencia argentina es ilustrativa. Para citar solo algunos casos, en los
años 70 la izquierda militaba en gremios que estaban encabezados por burócratas
que denunciaban a los activistas ante las patronales, y hasta operaban en
combinación con la
Triple A. Pero fue esa misma burocracia la que convocó al
Rodrigazo; y los militantes de izquierda participaron, al menos en su mayoría,
en esa movilización, para luego profundizarla. De la misma manera, el primer
paro que se hizo a la dictadura militar, el 27 de abril de 1979, fue convocado
por la llamada
Comisión de los 25, que reunía a dirigentes sindicales no
precisamente de izquierda o siquiera democráticos (José Rodríguez, Roberto
Digón, Raúl Ravitti, entre otros). Pero
fue la primera gran acción que comenzó a resquebrajar seriamente a la dictadura. Luego ,
a partir de 1983, hubo otras múltiples muestras de unidad de acción. Por
ejemplo, en los 90 CTA y MTA (Moyano) convocaban a movilizaciones o paros que
eran apoyados por la izquierda, pero también por sectores de derecha; entre
ellos, el Modin, de Aldo Rico. Más en general, cuando la izquierda milita en
sindicatos dirigidos por dirigentes reaccionarios, está de hecho aplicando la
táctica de la unidad de acción.
En definitiva, lo
importante siempre es el análisis de la correlación de fuerzas, y la claridad
en cuanto a los objetivos planteados.
En este punto, los ultraizquierdistas se distinguen siempre por su incapacidad
de “pensar en la correlación de fuerzas, de calcularla”, cuestión que está “en
la esencia” de la táctica marxista (ver Lenin en el “Infantilismo ‘de
izquierda’”). Siempre hay que partir de las condiciones de vida y la mentalidad
de las masas trabajadoras, de su estado de conciencia, y no de esquemas
elaborados en el aire. Es la única forma de darse una táctica correcta. Pero es
en este sentido que la masividad del paro realizado en el día de ayer es la
mejor demostración del acierto de la táctica de unidad de acción. El discurso
oficial trata de taparlo, pero la realidad es que la adhesión a la medida de
fuerza se extendió entre las bases de gremios cuyas direcciones son
colaboracionistas (el caso CTERA es el más destacado, posiblemente). Subrayo,
esto no hubiera sido posible si no hubiera habido confluencia de muchos
sectores. Nunca se insistirá bastante en que la lucha de clases no opera en el
vacío, no es pura. Las divisiones en el seno de la clase dominante, siempre
abren resquicios y amplían posibilidades.
La perspectiva de más unidad de acción
Por supuesto, un triunfo no es sinónimo de batalla ganada. La
presidenta CK ya ha dicho que
no va a cambiar su política económica, sino todo lo contrario. Esto es, la ley
anti-terrorista, la no actualización del mínimo no imponible, la ley de
accidentes de trabajo o el recorte de partidas presupuestarias, se inscriben en
un sendero que promete profundizarse. Por este motivo, la táctica de unidad de
acción seguirá aplicándose. No
hay manera de avanzar en el trabajo político y en la crítica ideológica si no
se comparte las experiencias y las acciones con las más amplias masas
trabajadoras. Siempre hay que
preguntarse si tal demanda, o tal acción por esa demanda, fortalece la posición
del trabajo frente al capital. Por ejemplo, si mejora las condiciones de venta
de la fuerza de trabajo, si amplía o preserva derechos laborales o
democráticos, etc. Esto no
implica apoyar a corrientes, direcciones políticas y sindicales enemigas del
socialismo. Participar en una huelga convocada por la dirección del SMATA o
la UOM no significa avalar a sus dirigentes, ni los programas y estrategias que
defienden. Tampoco hay que pensar que la simple experiencia de la lucha
reivindicativa genera conciencia socialista. Ni siquiera genera la conciencia
de acabar con las estructuras de dominio burocrático en sindicatos, u otras
instituciones. Por eso, es
imprescindible que el marxismo mantenga la crítica ideológica o política.
Alguna vez Marx resumió esta forma de intervención en el movimiento diciendo
que “no le diremos (al mundo): desiste de tus luchas, que son cosa necia;
nosotros nos encargaremos de gritarte la verdadera consigna de la lucha. Nos limitaremos
a mostrarle por qué se lucha, en verdad, y la conciencia es algo que tendrá que
necesariamente asimilarse, aunque no quiera” (Carta a Ruge, septiembre 1843).
Pero para esto, hay que partir del mundo, de la gente, de sus aspiraciones,
formas de organización y luchas tal como son, y no tal como quisiéramos que
fueran. La táctica de la unidad de acción se inscribe en esta concepción más
general.
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