Después del 6,7,8
Una nueva situación
política
21 de marzo de 2017
Por Eduardo Lucita (Rebelión)
¿Cuántos países en el mundo y en este tiempo
tienen una capacidad de movilización social equiparable a la que se mostró en
la segunda semana del mes en curso en nuestro país? El gobierno ha perdido el
control de las calles y la CGT parece no poder contener el conflicto. Todo
indica que se ha abierto una nueva situación política.
El marzo caliente comenzó tal como se lo
preanunciara desde esta columna semanas atrás, mostrando en su desenvolvimiento
una unidad social en la diversidad contra el ajuste, la desigualdad económica y
social y la violencia de género, que tiene pocos antecedentes históricos. Si
buscáramos una síntesis podría ser 6, 7, 8: un país movilizado, un pueblo que
no se entrega, un gobierno a la defensiva y una CGT autista.
Día por día
Los días 6 y 7 pasados los docentes de todo el
país pararon reclamando la apertura de la paritaria nacional, que el gobierno
niega con argumentos poco y nada convincentes, al provincializar la discusión
pone un techo pero no un piso, que lo deja librado a los gobiernos
provinciales. El paro fue acompañado por una multitudinaria marcha y
concentración frente al Ministerio de Educación. Es una respuesta a la altura del
objetivo del gobierno, todos comprenden que es un conflicto testigo que ha
escalado a lo político, y cuya resolución impactará sobre el resto.
El miércoles 8 el Movimiento de Mujeres demostró que no es
producto sólo de un crecimiento explosivo de los feminicidios, sino un
movimiento que lleva años construyéndose y que se sustenta en los 33 Encuentros
Nacionales y en él Ni una Menos y que hoy es una fuerte referencia
internacional refrendada por este histórico paro de mujeres y una movilización
masiva. Fue la más radicalizada de las tres movilizaciones cantaron contra la
desigualdad, por sus derechos y contra el patriarcado, pero también se sumaron
a los reclamos de los trabajadores: “Si se puede, si se puede, el paro a Macri
se lo hicimos las mujeres” con fuerza coreaban entre tantas otras consignas.
En el medio cuando terminaba el paro docente
nacional y antes del paro de mujeres la convocatoria de la CGT a concentrarse
frente al Ministerio de la Producción superó las expectativas y puso en un
brete a la dirección.
Primero dejó correr que fuera sólo de los gremios
industriales, luego tuvo que aceptar a regañadientes convocarla, finalmente
terminó tratando de convertirla en una expresión multisectorial. Buscaba borrarle el
carácter proletario, el resultado fue exactamente inverso. La presencia de los
trabajadores fue multitudinaria y el liderazgo del triunvirato dirigente
seriamente cuestionado.
Y sigue. Esta semana con movilizaciones y
cortes de los movimientos sociales por la aplicación concreta de la Emergencia Social
y el ruidazo contra los tarifazos, el 24, día de la Memoria, la Verdad y la
Justicia, será multitudinario y el 30 paro general lanzado por las dos CTA.
La vergüenza de haber sido
El acto de la CGT puso blanco sobre negro que
la central obrera es una sombra de lo que fue y que sus máximos dirigentes van
“cuesta abajo en la rodada”, como la letra de aquel tango muy popular en la
década del ’30. Se sabe ahora, fue el presidente en persona quién habló
telefónicamente con algunos dirigentes para instarlos a que levantaran la concentración. Entre
el compromiso con el gobierno y la presión de las bases y los cuadros intermedios , el espacio político de los triunviros para
maniobrar era muy reducido, la solución encontrada fue hacer la marcha pero no
anunciar la fecha del paro. Atizaron la fogata.
Conocedores mejor que nadie del humor social –sus caras de
preocupación en el palco lo denunciaban de antemano- los dirigentes de la
central anticiparon el inicio del acto, buscaban que los grandes gremios no llegaran
al borde del palco y acortaron sus discursos, pensados para 30 minutos entre
los tres apenas superaron los 20. La pobreza e indefinición de esos discursos
provocó primero silbidos y luego abucheos, finalmente el nerviosismo y el acto
fallido del principal orador desencadenaron lo que era el run-run de la marcha:
“ponele fecha la p…”. Las caras de preocupación trocaron en temor, el espíritu
de Casildo Herrera y su “yo me borro” sobrevoló el palco. No pocos dirigentes
se bajaron apresuradamente antes que el acto terminara, entre corridas y
empujones todos salieron huyendo custodiados por sus “expertos”. Mientras, les
copaban el palco y les robaban el atril histórico. Un bochorno mayúsculo.
Quedó allí expuesta una doble fractura. Una
la que se arrastra desde hace décadas entre las bases y sus cúpulas sindicales,
otra entre éstas y los organismos intermedios .
La capacidad de la central obrera para conducir y encauzar el conflicto quedó
así fuertemente debilitada.
El gobierno a la defensiva
El joven y ascendente periodista Alejandro
Bercovich tituló una reciente columna “Del sí se puede, al no aflojemos”.
Graficaba así la situación del gobierno jaqueado por los “errores no forzados”
de febrero y la intensidad de las movilizaciones de marzo.
Los conflictos de intereses (Correo, Avianca), el intento de
rebaja a los jubilados, la economía que no repunta, la inflación que retoma su
ciclo alcista, los nuevos despidos, suspensiones y cierre de empresas, la mayor
pobreza e indigencia, el consumo que sigue cayendo, el techo a las paritarias,
la extensión del conflicto docente, la antesala de las paritarias, la violencia
de género y el destrato hacia las mujeres todo empujó las movilizaciones. En un
nuevo retroceso el gobierno postergó los aumentos en el transporte hasta fin de
año, dividió en dos etapas los de la luz y en tres los del gas y rebajó el
incremento en el agua. El gran recorte quedaría para después de las elecciones
. No hay Plan B, por eso el presidente no pudo más que ratificar el rumbo. No
es un símbolo de fortaleza, sino de debilidad.
Algo ha comenzado a cambiar
Todo repercute en las encuestas. Caída de la
imagen presidencial, que alcanza a la gobernadora de Provincia de Buenos Aires
y de la confiabilidad en la eficacia de la gestión gubernamental. Ya no cunde
la alegría, las expectativas están en baja y los cuestionamientos crecen día a
día. El gobierno ha perdido el control de las calles, está a la defensiva y sin
iniciativas cuando el horizonte electoral ya está a la vista. Apuesta a
que el inevitable paro de la CGT sirva para descomprimir la situación social ya
que no va acompañado de un plan de lucha, que hay que decirlo solo reclama la
izquierda.
El periodista estrella de La Nación, Carlos Pagni, señaló que en
las elecciones de octubre el candidato es el ciclo económico y que Macri puede
ser Menem o De la Rúa, en referencia a que si gana puede aspirar a la
reelección, pero si pierde la temida ingobernabilidad podría sacarlo de juego
antes que venza su mandato.
La crisis de representatividad abierta en 2001 no está cerrada.
Durante la década anterior fue desplazada coyunturalmente por dos figuras
fuertes, pero ahora está nuevamente en el escenario político. El macrismo no ha
construido una fuerza política acorde con la crisis en curso, el kirchnerismo tampoco
y el peronismo está en un embrollo de proporciones mientras que la CGT ya no es
seguro garantice gobernabilidad. Se ha abierto una nueva situación política
Eduardo Lucita. Integrante del colectivo
EDI –Economistas de Izquierda
Fuente:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=224304
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