El despegue africano
9 de marzo de 2017
Por Humberto Mazzei (Alainet)
Lejos de los noticieros de la actualidad en
África están transcurriendo cambios estructurales que cambiaran para siempre la
fisonomía económica y social de ese continente. Está en curso el desarrollo de
una infraestructura de transporte, con la cooperación del gobierno y empresas
chinas, que se aparta del clásico modelo colonial de ligar los centros de
explotación de la materia prima con los puertos para exportarla directamente en
bruto, sin ninguna elaboración. Los chinos están montando fábricas para
procesar los recursos hasta un grado intermedio y a veces en productos
terminados.
Este proceso de desarrollo tiene otro rasgo simpático
que lo diferencia del viejo modelo colonialista europeo o norteamericano, que
consistía en enviar capataces que entrenaban la mano de obra local. En este
desarrollo hay obreros chinos que trabajan codo a codo con los obreros
africanos, con lo que transfieren por contacto directo no solo tecnología
know-how, sino que con el ejemplo transfieren su ética laboral china que eleva
la eficiencia y productividad de esa simbiosis laboral a niveles competitivos
al punto que ya las estadísticas comerciales recién comienzan a registrar un
incremento en la exportación de nuevos renglones manufactureros en aquellos
países africanos donde las inversiones chinas en infraestructura han sido más
considerables.
Lo interesante es que las empresas chinas que
operan en el extranjero se diferencian de las grandes transnacionales
norteamericanas a las que el Sr. Trump acusa de exportar puestos de trabajo
norteamericanos.
Las empresas chinas que invierten en África,
están creando puestos de trabajo para chinos en el exterior, mientras emplean y
entrenan mano de obra local. Todo esto sucede sin esos engorrosos acuerdos de
comercio que proponen la subordinación de la economía y la legislación local a
los intereses de las grandes transnacionales norteamericanas que obligan a aceptar
la importación de productos agrícolas fuertemente subsidiados que destruyen la
agricultura local y provocan la emigración campesina a las ciudades, que por su
necesidad de sobrevivir, alimenta el crecimiento de la delincuencia
urbana.
Los gobernantes empresarios chinos no están
pidiendo privilegios supra nacionales, para sus inversiones o inversionistas ni
la subordinación de la política económica nacional a una doctrina económica
particular, más allá del principio válido para toda inversión: que sea
beneficiosa para las partes involucradas.
Bolivia y Venezuela, son dos países que
pudieran beneficiarse de ese modelo de cooperación china. Bolivia porque la
tendencia en el mundo es a substituir, en tierra, mar y aire los motores a
explosión de combustible por motores eléctricos. Esto será posible con baterías
de larga duración, para las cuales el litio es el elemento clave y bajo las
arenas del desierto de Atacama se encuentran los mayores yacimientos de litio,
con los que un consorcio chino boliviano pudiera abastecer al mundo de baterías
de larga duración.
Venezuela tiene la región de los llanos
totalmente plana y que abarca fácilmente 300.000 km2., que como es adyacente a
la cordillera de los Andes se inunda en la época de lluvias. Desde tiempo inmemorial
países como China y Francia han controlado esos excesos de aguadulce
desperdiciados, mediante redes de canales que sirven contemporáneamente, para
el transporte y la irrigación y para controlar inundaciones, cierto que también
sirven para movilizar turbinas de generación de electricidad, un servicio
indispensable cuyo suministro se ha convertido últimamente en algo
errático.
El territorio de los llanos venezolanos, con
un debido control de aguas, es particularmente apto para el cultivo del arroz
de grano redondo, que es el de mayor consumo en África y en todas las islas del
Caribe, que son grandes importadores de comida, indispensable para alimentar su
creciente población y su floreciente turismo. Venezuela necesita con urgencia
inversiones en infraestructura que creen los salarios indispensables para
movilizar cualquier economía (Sismondi et Keynes dixit). Venezuela haría bien
en solicitar la colaboración de China que tiene la experiencia y los capitales
para ese tipo de proyectos.
Umberto Mazzei es doctor en Ciencias Políticas de la
Universidad de Florencia . Es
Director del Instituto de Relaciones Económicas Internacionales Sismondi, en
Ginebra. www.ireisismondi.org; www.ventanaglobal.info
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=223858
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