De las plazas a las urnas
30 de
marzo de 2017
Por Horacio González (Nuestras Voces)
En pocos
meses más habrá elecciones y ahora ya contamos con el piso existencial y humano
expresado por las últimas concentraciones multitudinarias que no obstante, se
hallan segmentadas por distintas identidades y preferencias políticas y
sindicales. De allí debe salir un gran Frente aunque no de cualquier manera:
debe ser preciso y fijar sus objetivos reparadores sin las glosas y pie de
páginas provenientes de la costumbrista zona de ambigüedades de tantos agentes
políticos a la caza y a la pesca.
I
Nadie puede
prever cómo se expandirán y resolverán las tensiones que han surgido a la luz
en la últimas manifestaciones, donde más de un millón y medio de personas
salieron a la calle a disputarle al gobierno lo que de un modo más genérico, al
límite de lo que ya no puede más tolerarse, llamaríamos el sentido de las
cosas. Pero las cosas son la historia, su marcha general en la conciencia
colectiva con sus obvios desgarramientos, y la vida popular emancipada, que
tendrá que sacudirse los punzones de hierro clavados por especialistas
inquisidores, lo que hace decir a una parte de la porción más castigada de la
población que “se robaron todo”. Frase no impenetrable pero que aún se escucha
sobre el gobierno anterior, a la que hay que visitar con otra pedagogía, otras
marchas, otras interpretaciones de lo sucedido y por suceder, más la
explicación que sumen las lecciones implícitas y duras que asesta la gran
catedrática que nunca descansa, “ella, la más cruda realidad”.Esta marcha por el aniversario del golpe del 76 –un importante punto de coincidencia de todas las fuerzas populares que al mismo tiempo mantienen fuertes diferencias entre sí–, es el clivaje mayor de debates en el cuerpo heredado de interpretaciones sobre la historia colectiva. Toda la década del 70 está en discusión, sobre todo la cuestión de los derechos humanos, ante la cual el gobierno comenzó con una avanzada de desmontaje que condensa lo que desde hace tiempo dicen los editoriales de La Nación y Clarín o
Macri comenzó por decir, hace ya dos años que los derechos humanos eran un “curro”, pensamiento brutal que se expresó más suavemente, pero con la misma impertinencia y el mismo contenido en el cartel con el que se fotografiaron los diputados y diputadas de Cambiemos; Macri dejó en un mensaje “tuiteado” un párrafo del prólogo del Nunca Más, lo que nos obliga a retomar esos textos, que aunque siempre cuestionamos, al menos en muchos aspectos de ese prólogo, debemos releerlos en nuestros territorios sedimentados en tiempo y sangre, para volver a integrarlo serenamente en nuestros renovados argumentos. La Plaza no dejó pasar el tema, pues su pensamiento en flujo y mensurado por cuadras y cuadras de rostros animosos, decían “30 mil”. La cifra no es sólo simbólica, como dice el Secretario de Derechos Humanos, que no se cansa, en cada retorcida frase que dice, de desmentir el título institucional del que es portador. Es una cifra del destino moral del país que sigue teniendo un efecto reconstructivo y social de hondo significado.
La discusión sobre la cifra de desaparecidos se convirtió en una olla burbujeante de dictámenes apresurados y mezquinos. En su momento, Lopérifdo fijó con tiralíneas la cifra en 9 mil, “académica y científicamente”, generando grandes reacciones que lo fueron arrinconando, sin que el gobierno atinara a defenderlo, mientras preparaba nuevas andanadas sobre la iconografía instituyente de la noción moderna de derechos humanos en
Si pudiera decir Macri algo cercano a lo que piensa, diría lo mismo que Videla en su discurso inaugural: “Se acabó un ciclo histórico”. Incluso lo dijo pero en términos genéricos. La Plaza debería instruirlo sobre la manera en que fracasan estos cortes con tijeras abruptas, deshumanizadas y sin historia la pleamar de la sociedad argentina. Gobierna con sus frases premasticadas y mantiene encorsetado su “inconsciente”, que a veces expresa la vicepresidenta, que olvidó las dos o tres lecciones de republicanismo tomadas en el Instituto Hannah Arendt, lugar donde nadie lee verdaderamente a esa filósofa, que de vivir, hubiera impedido que usen su nombre sin comprender la complejidad de su pensamiento, que debemos hacer nuestro. Pero para “sinceramiento” sigamos la carrera en ascenso de
La polémica sobre los 70 prosiguió en
Igual que el derecho a
II
A propósito
de la Ciudad, también en los proyectos del partido gobernante, subyace el deseo de que sea una
ciudad donde “el ideal bicisenda”, en sí mismo no cuestionable –el camino
individual, la ilusión de libertad entre las máquinas atascadas–, contraste con
las marchas multitudinarias. Se
percibe por la gran cantidad de intervenciones sobre el cuerpo material de la
ciudad, los proyectos urbanos de remodelación de avenidas, el llamado Paseo del
Bajo, las permanentes intervenciones en el casco céntrico, la imposibilidad de
ordenar el tránsito aglomerado a toda hora. Hay
una intención de recrear una Buenos Aires arquitectónicamente hostil, espacial
y topográficamente, a los grandes encuentros de masas. Esto no había sucedido hasta
ahora, debido a la vitalidad mostrada por el movimiento social en los últimos
tiempos, pero a los actos de intimidación hay que sumarles la tácita ficción
urbana que siempre sostuvo este gobierno, sobre una ciudad que perciben,
erróneamente, como capaz de borrar la memoria social y política reciente. Ellos
taponaron los pañuelos clásicos, los blancos pañuelos de la Plaza de Mayo,
gesto de apariencia menor, pero “política de Estado” para Macri. Promueven un
creciente control policial sofocando la urbe de inspecciones a lo que se agrega
la obtusa novedad que aportó la CGT, en su marcha donde se ausentó la fecha,
que en un acto nunca visto en su complicada historia, obturó la noción
territorial de la movilización, suprimiendo su centro vital y no permitiendo el
flujo vivo de los movilizados, que iban y venían sin inspiración espacial.Piensan los gobernantes una ciudad cercada, reproductiva de las finanzas y el design publicitario en altas escalas, estamentalizando barrios y alimentando la especulación baldosa a baldosa. La piensan asimismo, cruzada por modelos de circulación y transporte que obstruyen la visualidad paisajística –sobre todo en la 9 de Julio–, además de la “trama de afectos” especulativos que hay tras el soterramiento del Sarmiento –queremos tanto a Odebrecht–, la mudanza del Parque Zoológico –cuya historia desconocen pero no el precio de la zona por metro cuadrado– y el Polo Inmobiliario de
Los derechos humanos de los vivos, como dice Avelluto, repitiendo una desafortunada frase del ex presidente Duhalde, tampoco están garantizados ni en el plano laboral, ni en el empleaticio, ni el salarial, ni en las sucesivas oleadas de personas que caen en consumos de menor calidad y cantidad, o en infraconsumos, ni los consecuentes derechos urbanos que de aquí se desprenden (a la vivienda, a la circulación colectiva y no a la circulación individualista y tecnológica ajena a perspectivas urbanísticas democráticas). Ciertamente, se puso atención a la infraestructura cloacal en barrios precarizados, pero los anuncios hiperbólicos no se acompañan hasta ahora con un plan serio y extendido en el tiempo, más allá de noticias estentóreas sobre tres cuadras de la Villa 31 (con su cambio de nombre) y
Más allá de que estos temas no fueron atendidos con los desarrollos que hubieran correspondido por el anterior gobierno –pero el territorio de estas villas no es federal, aunque sí lo son los problemas complejos a resolver allí. Sin embargo, el entonces gobierno nacional llevó a los asentamientos de este tipo, vastos proyectos educativos, radicativos y de urbanización que revelaban que se hacían ya y se iban a reforzar trabajos de envergadura, lamentablemente interrumpidos cuando sonó la hora electoral macrista. Todo lo que ahora anuncian está teñido por una calculada demagogia, matizada por un evidente conducto de recursos instrumentales e ideológicos dirigidos hacia un sector que expande su precariedad y se hallan presos de distintas redes de control y especulación habitacional, securitista y clientelar. Ante ellos el gobierno actual se presenta sin “ideologismos” y con promesas de “neoliberalismos villeros”. Llamarlos “Barrios”, lo que es justo, apunta sin embargo a destinar a ese ámbito un sistema de reparaciones no basadas en el modo conceptual colectivo para restañar la vida precaria, sino con el mandato abstracto e incumplible de la “igualdad de oportunidades”. La distancia entre el origen de esa ideología y el modo que muchos sectores sometidos a penurias evidentes la aceptaron, es uno de los focos actuales que arde como enigma crucial de nuestro debate.
En pocos meses más habrá elecciones y ahora ya contamos con el piso existencial y humano expresado por las últimas concentraciones multitudinarias, que no obstante se hallan segmentadas por distintas identidades y preferencias políticas y sindicales. De allí debe salir un gran Frente aunque no de cualquier manera: debe ser preciso y fijar sus objetivos reparadores sin las glosas y pie de páginas provenientes de la costumbrista zona de ambigüedades de tantos agentes políticos a la caza y a la pesca. No se deben aceptar tampoco los cálculos minoritarios y euforias pasajeras, que den pretextos, siquiera en medio minuto de la televisión masiva, ya sea por emplearse lenguajes infortunados o actos inconvenientes, a lo que a ellos les permita pronunciar la palabra golpismo. Los publicistas, trolls y caranchos que acompañan con las más diversas formas de sostén, las arbitrariedades gubernamentales permanentes, son un batallón permanente, invisible y asombrosamente remunerado, que se especializan en revolver los basurales de
Un efecto especular rige la política cuando las ideas no dominan
los espacios vitales y experienciales de todas las identidades en tránsito. El
que está en el “llano” tiene la función enunciativa de acusar de “corrupto” al
que está en el poder, y a la inversa, el que vuelve al poder es visto ya como
golpista y sus nuevos ocupantes son ahora los corruptos. Más allá de la
verosimilitud de esos asertos, debemos
evitar esas rutinas que hacen de la política un espejo circular siempre
quebrado en el mismo lugar de su superficie, invirtiendo sus cargas según desde
donde hable cada uno. Tenemos
en cambio que ir hacia configuraciones políticas no repetitivas, que consoliden
la relación de masividad junto a la expresión y construcción de espacios
electorales sugerentes, inventando nuevas actividades y eficacias. El juicio
sobre el dólar futuro será un ámbito vertiginoso para el debate económico, donde
Cristina, Kicillof y Vanoli poseen argumentos sólidos que permitan denunciar a
la clase gobernante y su estructura real de negocios entrelazadas con el poder
judicial, comunicacional y político.
En la plaza había cientos de miles de personas; era la plaza
incalculable, se movía y pensaba, pensaba y se movía, con la lentitud diestra
de una metáfora que repentinamente surge luego de conjugar miles y miles de
frases, exclamaciones y cánticos mil veces ramificados. La profunda teatralidad de la plaza, su sonoridad rítmica
y persistente, y los rostros de esos jóvenes que fueron detenidos en el tiempo
por una inusitada crueldad –la eterna juventud de las fisonomías que nos siguen
mirando– , estaban testimoniando con su mudez tan expresiva todo ese desplazamiento.
Que más allá del formidable documento leído que no dejó tema importante sin
señalar y de todos los demás discursos, musitaba un único pensamiento que ni es
secreto ni fácil de consumar, vamos a volver… con la hebra perseverante de
siempre y con los nuevos pasos que debemos dar, innovadores y frescos,
inspirados en las tantas pisadas incansables que recorrieron las generosas
avenidas y ancho estuario de la Plaza.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=224707
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