La izquierda en las
dos orillas
13 de marzo de 2017
Por Joseba Pérez (Rebelión)
1.-La crisis no se ha cerrado. El complejo concentrado mediático mundial promueve una suerte de “normalización” basada en indicadores macro-económicos para afianzar la percepción en las poblaciones de que “lo peor ya lo hemos pasado” y de paso “no hay alternativa” que diría Margareth Tatcher (TIN, en inglés, precursora del neoliberalismo). “Esto es lo que hay”: trabajo precarizado con salarios que no alcanzan para sostener una calidad de vida digna (neo-esclavismo), privatización de los servicios públicos básicos (enseñanza, salud, vivienda, pensiones de jubilación, aumento vía “tarifazos” de suministros de agua, electricidad, gas. gasolina, telecomunicaciones…), considerando además el incremento en los precios de los productos de alimentación sujetos al monopolio de las multinacionales de la producción y distribución. La reacción inicial, desde los centros de poder mundial, ante la crisis financiera 2007-2008 consistió en la socialización de las pérdidas del capital financiero-especulativo (por eso se denomina una especie de crisis-estafa), por la vía de generar una liquidez artificial (políticas de compra de deuda y rescates bancarios) y las políticas de austeridad para reconstruir el equilibrio fiscal roto que incrementó la deuda pública, incapaces de alimentar una reactivación de la economía real. Las primeras voces que se oyeron de “reformar el capitalismo” para evitar que esto vuelva a pasar pronto cayeron interesadamente en el olvido.
La crisis de la globalización capitalista neoliberal está inserta en sus propios parámetros: el comercio mundial de mercancías ha descendido significativamente como consecuencia de la disminución de la capacidad de consumo de las clases populares que alimenta la rentabilidad y productividad de las empresas que se mueven más allá de la economía especulativa. Con un crecimiento débil del PIB mundial (los BRIC’S no son un motor actualmente) como acredita el mismo FMI y una economía entregada al capitalismo de casino, esto es, especulativa por naturaleza, los riesgos de una implosión homologable o superior a la crisis 2007-20008 están a la orden del día: Deutsche Bank, banca italiana, Grecia de nuevo, deuda dolarizada de Latinoamérica…. Ante este escenario, las políticas de una fracción del Gran Capital mundial que combinan un capitalismo “proteccionista” persiguiendo mejores condiciones, en el marco de la globalización, con el viejo esquema del capitalismo de acumulación por desposesión (David Harvey) son una apuesta coherente con sus intereses: Muros que generen una mano de obra barata y explotable (ilegal), a la vez que se convierten en el chivo expiatorio, el enemigo interior, causante de todos los males…
2.-La crisis de
3.-Las nuevas izquierdas. Desacreditada la opción socialdemócrata tradicional emergen a modo de referente otras fuerzas “a la izquierda”, intentado ocupar su espacio político. Se abre una ventana de oportunidad. Sus señas de identidad se definen en lo inmediato y como común denominador en retomar la defensa de políticas sociales y económicas enfrentadas a la austeridad y ajustes neoliberales. En Latinoamérica toma la forma del denominado “ciclo progresista”, esto es desde los gobiernos en varios países, con sus matices y desarrollos propios. En Europa (principalmente al Sur) con el avance y posicionamiento de estas fuerzas en varios escenarios, culminando con la controvertida experiencia de Grecia-Syriza. Su forma de expresión no descansa en la fórmula tradicional del Partido político. Son coaliciones amplias o el novedoso “Partido-Movimiento”, reflejo de la necesidad demandada de un criterio más participativo. Sobre estas bases también existe un denominador común que constituye el aspecto determinante de su práctica política: En términos gramscianos la hegemonía en el interior de estas nuevas izquierdas no descansa en las corrientes que se planteen la superación del sistema capitalista globalizado. La perspectiva que enmarca su lucha se puede limitar a la defensa de los objetivos inmediatos, estrictamente contra las políticas neoliberales, o en el horizonte de un cambio/revolución en profundidad, así se denomine este Socialismo del siglo XXI, ecosocialismo, anticapitalismo. Prevalecen las posiciones primeras, esto es aquellas que se pueden englobar sin caricaturizar en una óptica reformista (¿nueva socialdemocracia?): En realidad, para ser coherentes (incluso en la defensa de los objetivos inmediatos) deberían apuntar más lejos, pero no lo saben…Las consecuencias de una estrategia sin definir, de su carencia incluso por ausencia de definición y debate, son de calado. En Latinoamérica como escenario más avanzado se expresan con la recuperación de terreno por la derecha (por cierto a la que el ciclo progresista no le fue nada mal a nivel económico) y en la otra orilla europea por la incapacidad de avanzar significativamente en posiciones de poder. Cada opción estratégica posee sus consecuencias y variantes en términos de práctica política.
4.-El electoralismo. Esto es, la fijación prioritaria hacia los emplazamientos electorales que demandan los sistemas y las formas capitalistas de poder como manera de entender
5.- El institucionalismo. Una vez alcanzadas ciertas cuotas de poder, con mayor o menor amplitud y fortuna, el objetivo es la buena gestión de las demandas y supuestas necesidades populares, adaptándose en diferentes contextos a los límites que impone el marco institucional (Estado) y el capitalismo regional específico. La cooptación de líderes sociales en diferentes campos que se pongan al servicio de la nueva gestión institucional, se pone en primer plano. El fenómeno del arribismo (acercase al poder interesadamente) y la ausencia de ética (corrupción) también. “Lo viejo que no acaba de morir y lo nuevo que no acaba de nacer” (Gramsci) se convierte en un tópico salvavidas-político que encubre las carencias de una perspectiva estratégica compartida y clarificada, asumiendo retos que vayan más allá de lo inmediato. “Vamos despacio porque vamos más lejos” (15M) o dicho de otro modo, en ciertas circunstancias, ser minoría con capacidad de influir políticamente puede ser sinónimo de victoria. El pragmatismo y la obsesión electoralista prevalecen sobre cualquier otra consideración.
6.-La presión mediática. Asomarse como una fuerza política significativa representando un cuestionamiento de la lógica del poder neoliberal tiene frente a si un imperio mediático que se asienta en el sentido común de la ideología dominante. Para este siempre serán “Los malos de la película”. El campo de juego de la transversalidad en los
7.-La realidad se impone. Justamente el campo de actuación en lo real-material social es el gran ausente sacrificado por una perspectiva política hegemónica en las nuevas izquierdas que se agotan en lo inmediato táctico-electoral. Carentes de un debate estratégico elemental, esto es, ¿A dónde vamos? ¿Cómo? El pragmatismo político diseñado bajo una formula mediático-retórica lo reemplaza y cubre su ausencia impregnándolo de activismo, así sea virtual. El gramsciano intelectual orgánico se expresa en las redes, suma y sigue…El electoralismo/institucionalismo tiene su correlato en el debilitamiento de los movimientos sociales y sindicales, o de otro modo, en un enfoque subalterno a las dinámicas anteriores, haciéndoles perder pujanza, protagonismo y autonomía. En definitiva capacidad de movilización y el necesario protagonismo participativo-popular. Tanto en la dirección de alcanzar los objetivos marcados, como en su defensa en el caso de acceder a cuotas de poder, frente a los previsibles y comprobados ataques en forma de fuego cruzado político-mediático por parte del poder del capital. En definitiva se trata del despliegue de un fenómeno marcado por el desenraizamiento, por la desconexión con las bases populares, algo que se convierte a la larga en letal para aquellas fuerzas auténticamente decididas a transformar el sistema o a confrontar con las políticas neoliberales dominantes y su modelo de sociedad.
8.-En defensa de la intervención territorial. Es
justamente este espacio de intervención el que en conjunto (salvo honrosas
experiencias aisladas) más se ha debilitado y diluido. El vecindario, el
barrio, el pueblo, el municipio como marco de debate, de organización y de
movilización prácticamente han quedado suspendidos o relegados al ámbito de lo
electoral/institucional. La práctica activa, presencial,
esto es, física en estos espacios para debatir y confrontar problemáticas que
van desde el ámbito más específico de cada lugar hasta cuestiones de orden
político general y simultáneamente para avanzar en formas de organización
popular. Para romper con la tendencia impuesta de barrios-pueblos dormitorio y zonas urbanas
comercial-impersonales. Para evitar que la actividad de los movimientos
sociales se reduzca a una esfera mediático-superestructural promovida por los afines ya convencidos. En suma para generar
espacios de encuentro con los que piensan diferente o albergan múltiples dudas
o falta de convicción. En un momento en el que la precarización laboral
generalizada, la desaparición de las grandes unidades productivas hacen de los
centros de trabajo un marco de acción necesario pero limitado e insuficiente.
La acción sobre el territorio así definida cobra un valor nucleador y
organizativo de primer orden. Desde albergar y desarrollar formas de economía
alternativa hasta configurar de manera embrionaria expresiones de poder o
contra-poder popular. Es a su vez el espacio natural para minar la credibilidad
de los valores dominantes.
10.- La
coordinación internacional. Tanto continental como inter-continental,
de fuerzas políticas y de movimientos sociales. Para el intercambio de
experiencias, para la definición de objetivos comunes, para la realización de
campañas de movilización (como la exitosa respuesta al llamamiento feminista de
este 8 de Marzo del 2017). Es sin duda una de las grandes asignaturas
pendientes que visibilice una contundente respuesta popular frente a un
capitalismo globalizado. Se trata de apostar por una articulación estable
frente a los estados mayores del capital ya conformados. Tomando en
consideración el carácter retroalimentador que poseen iniciativas de lucha que
ganan en credibilidad en tanto que se proyectan internacionalmente.
Joseba Pérez, Miembro de
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=224018
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