Leamos el análisis siguiente desconocedor o encubridor de cómo la democracia desde 1983 hasta hoy -sin interrupción- llevó a cabo la profundización de:
La miseria planificada
17
de diciembre de 2018
Por José Pablo Feinmann
Página/12
Releer hoy la
Carta de Walsh a la
Junta Militar estremece. La simetría con el gobierno actual
es alarmante. Según una conocida consigna, Macri es la dictadura. No está
tan errada como pretenden los oficialistas. Walsh divide en dos partes su
texto. La primera se refiere a la represión. La segunda a la economía. En esta
segunda parte dice que los horrores son aún mayores que los de la represión,
que está a su servicio. “Dictada por el Fondo Monetario Internacional (escribe)
según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o
a Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como
beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora
y un grupo selecto de monopolios internacionales (…) al que están ligados
personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete”.
Los horrores de la Junta no son los que han hecho sufrir más al pueblo ni las
peores violaciones a los derechos humanos. Esen la política económica donde
está la explicación de los crímenes y “una atrocidad mayor que castiga a
millones de seres humanos con la miseria planificada”.
El
presupuesto 2019 que envió el macrismo al Congreso y que fue aceptado con apoyo
de la oposición puede ser conceptualizado como el presupuesto de la miseria
planificada. Se han cumplido tres años de este infausto gobierno y el panorama
económico es devastador. Hay más de 13 millones de pobres. Entre ellos, los
niños y los abuelos. Hay comedores escolares, comunitarios, donde los niños
pueden alimentarse y paliar su situación extrema. Pero no alcanzan para todos.
Ya hay algunos que mueren. En cuanto a los jubilados la crueldad es
premeditada. ¿Qué hicieron los viejos para castigarlos así? “Con los viejos,
no”, piden algunos voluntariosos actores en mensajes televisivos. La inflación
superó tan largamente la suma que recibe un jubilado que no extrañaría que
fueran los viejos los que no tendrán otra salida que elegir la calle para
dormir en los zaguanes y comer de los tachos de basura. “Los umbrales han
vuelto a ser para los novios”, decía Discépolo enumerando las bondades del
primer peronismo. Ya el estómago no se queja de hambre –decía– sino que canta
“el chamamé de la buena digestión”. Se dirá –a izquierda y derecha– lo que se
quiera de los populismos, menos que no dan de comer. El peronismo es dar
trabajo. La izquierda es tomar la fábrica. La cuestión –siempre delicada– es
decidir en qué coyuntura se recurre a uno o a otra.
Hoy, en medio de la miseria
planificada, el populismo es la opción que se debe elegir. De aquí que haya
salido una solicitada con la firma de los más destacados intelectuales y
artistas del país apoyando la candidatura (todavía demorada) de CFK.
Con la
economía deteriorada, con la decisión de no cambiar el rumbo del plan de
miseria, es comprensible que el gobierno haya cambiado el eje de su campaña
electoral, que es indetenible. Su obsesión (y la del establishment) es que no
vuelva el populismo. Para eso ha virado el eje a la seguridad. Siguiendo
los pasos de Bolsonaro, la ministra de seguridad quiere imponer la doctrina Chocobar. A
la sra. Bullrich
le fascinan las armas y las fuerzas del llamado orden, que es el que ella
defiende y el que está en el gobierno. Mano justa se le llama al gatillo fácil.
La policía puede hacer fuego según se le ocurra. Y si es por detrás, por detrás
será. Este gobierno festeja cuando hay un nuevo pibe preso (recordar a
Bullrich, Esteban) y a Macri tendiéndole su diestra al mismísimo Chocobar. Con
esto buscaron y buscarán votos. Como son malvados conocen mejor que los demás
el alma oscura y también malvada de los pueblos. Saben que el ciudadano común quiere
mano dura con la
delincuencia. Suponen (y bien) que si les ofrecen eso en
campaña electoral votarán por ellos. Bolsonaro ganó porque prometió hacer fuego
y porque odia al progresismo y a los homosexuales. Igual, muchos homosexuales
lo votan. Porque se sienten más amenazados por la delincuencia que por el
antiguo y vehemente capitán del Ejército.
Aquí, entre
nosotros, Bullrich ha subido su imagen. Las encuestas le dan bien. Hasta se la
señala para acompañar a Macri en la fórmula de 2019. Si el Ríver-Boca salió mal
y tuvo (para vergüenza del país pero para lucro de los negocios omniabarcantes
de Macri) que jugarse en el bello Santiago Bernabéu de Madrid, el G20 salió
bien y el presidente-anfitrión ya se sueña entre los grandes del mundo. Ergo,
la seguridad será su bandera. Si organizó un G-20, ¿cómo no va a eliminar la
delincuencia? Sin embargo, este gobierno es ampliamente culpable de la delincuencia. En
un país con hambre hay inseguridad. “Si no ayuda Dios, que ayude Satán”, dice
un tango de Celedonio Flores sobre un pobre que rompe la vidriera de una
panadería para robar un pan. ¿Hace otra cosa Jean Valjean en “Los miserables”
de Victor Hugo? Hambriento, roba un pedazo de pan. El tema, como vemos, viene
de lejos. Hobbes, en Leviatán, dice que no debe penarse al que roba por hambre.
Bullrich no opina igual. Su modelo es Bolsonaro. Y sabe (como su jefe, Macri)
que, en lugar de la economía, la seguridad será el eje de la campaña electoral.
Y la tan cacareada lucha contra la corrupción. Que se le ha ido de las manos al
gobierno y ha salpicado a su propia familia. Es que los jueces –cuando se
embarcan en estas campañas punitivas– no tienen límites, la celebridad los
marea y ya no distinguen entre propios y ajenos porque sólo juegan para su
brillo personal.
http://www.pagina12.com.ar/162462-la-miseria-planificada
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=250286
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