Un experimento a cielo
abierto. Breve análisis sobre los efectos de los agrotóxicos y el silencio de
empresas y gobiernos
14 diciembre 2018
Por Darío Aranda y Damián
Verseñazzi
El agronegocio utiliza en el país más de 400
millones de litros de agrotóxicos al año, cuyo 70 por ciento está representado
por el herbicida glifosato, pilar del modelo transgénico. Sólo en el país
existen más de 100 publicaciones científicas, en su mayoría de universidades
públicas, que dan cuenta de las consecuencias negativas del glifosato en el
ambiente y en la salud.
Punto de Debate N° 20
17 de noviembre de 2018
17 de noviembre de 2018
Era 2001, en
el Barrio Ituazaingó, que está a 7 kilómetros de la ciudad de Córdoba, un grupo
de mujeres se preguntó: “¿Por qué hay tantos chicos con cáncer en este
pueblo?”. El número de casos de enfermedades crecía y por eso decidieron
investigar, movilizaron al barrio y sacaron a la luz un explosivo cóctel de
contaminantes con el que estaban viviendo cotidianamente. Hicieron un
relevamiento casa por casa: había 60 personas enfermas de cáncer u otras
enfermedades, La mayoría concentradas en Ituzaingó – Anexo 7, la zona más
humilde del barrio, sobre 5.000 habitantes en total en ese momento. A medida
que aparecían casos y evidencias de que el modelo productivo en algunas zonas
de la Argentina, principalmente las de la región de la pampa húmeda, estaba
teniendo efectos sobre la salud, se fueron instalando en el espacio público
denuncias de diferentes colectivos sobre el uso de agrotóxicos y las
fumigaciones que afectaban poblaciones rurales y peri urbanas, sobre todas
aquellas fumigaciones realizadas por aviones. La Leonesa, Las Palmas,
Basabilbaso, El Salvador, Monte Maíz, Barrio de Ituzaingó, son pueblos en el
corazón sojero que aparecieron en los medios en los últimos años. Y lo que
tenían en común, estos pueblos y muchos otros, era que, estaban rodeados de
campos de soja.
Argentina –así como otros
países del Cono Sur– desarrolló un proceso orientado a la obtención de renta de
la tierra y especulación financiera, principalmente por parte de empresas
transnacionales que dominan sectores clave de los complejos agroexportadores
involucrados en este modelo. Este cambio tecnológico –con el protagonismo de
empresas productoras de semillas genéticamente modificadas (por ejemplo, la soja Roundup Ready )
y un nuevo paquete de insumos basado en herbicidas (glifosato) y fertilizantes–
causó grandes transformaciones en la estructura agraria del país. El resultado
es un sistema agroalimentario concentrado y centralizado que tiende a desplazar
o subordinar a actores sociales que despliegan estrategias y dispositivos
orientados al mercado interno, basados en el trabajo familiar y en manejos
tecnológicos que buscan ser apropiables socialmente y apropiados ambientalmente
El agronegocio
utiliza en el país más de 400 millones de litros de agrotóxicos al año, cuyo 70
por ciento está representado por el herbicida glifosato, pilar del modelo
transgénico. Sólo en el país existen más de 100 publicaciones científicas, en
su mayoría de universidades públicas, que dan cuenta de las consecuencias negativas
del glifosato en el ambiente y en la salud. En los últimos años, además,
se sumaron numerosas evidencias de que “algo grave” viene pasando en relación
con la salud y la vida cotidiana de los pueblos que se encuentran rodeados de
plantaciones de soja tanto en la región pampeana (Buenos Aires, Santa Fe, Entre
Ríos, Córdoba), como en otras regiones del norte, impensadas hace un tiempo
para la producción de este monocultivo, como es el caso de la provincia de
Chaco. En ese sentido, se han recolectado testimonios que dan cuenta del
sufrimiento (propio o de familiares), las muertes y los padecimientos
cotidianos que se viven por la exposición a las fumigaciones. Las principales
consecuencias son cáncer, abortos espontáneos, enfermedades renales,
reumatológicas, malformaciones, problemas endócrinos, pero hay muchas otras
más.
En el contexto actual, conviven dos variables opuestas: por un lado, la de una creciente intensificación de este modelo de monocultivo (fuerte apoyo a través de la quita de retenciones y el desmantelamiento de Agricultura Familiar en el Ministerio de Agricultura), en el que cada vez cobra más fuerza la postura desde el gobierno nacional (incluida la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable) y los gobiernos provinciales respecto de la NO peligrosidad de los agrotóxicos y la necesidad de intensificar su uso desde la idea de las “Buenas Prácticas Agrícolas”. Por otro, la cada vez mayor evidencia sobre la cantidad de agrotóxicos a los que estamos expuestos cotidianamente –en la lluvia, en el río y en la comida–. Por eso, este Punto de Debate busca analizar de manera crítica, a partir de un diálogo entre Darío Aranda y Damián Verzeñassi, las implicancias del modelo en la salud de los pueblos y de las trabajadoras y los trabajadores, y las disputas en torno a la construcción de las evidencias científicas que dan cuenta de ello.
Las fotos que acompañan esta publicación, son parte del proyecto “El costo humano de los agrotóxicos” del fotógrafo Pablo Piovano, quien a través de sus imágenes, logró dar visibilidad, con crudeza y gran calidad visual, el impacto sobre la salud humana que produjo el modelo de agronegocios y como las y los pobladores que viven y trabajan en las zonas rurales del país sufren la sistemática práctica de la fumigación con agrotóxicos sobre cultivos de soja o tabaco, que los afecta enfermándolos hasta la muerte.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Recomendamos/Un-experimento-a-cielo-abierto.-Breve-analisis-sobre-los-efectos-de-los-agrotoxicos-y-el-silencio-de-empresas-y-gobiernos
No hay comentarios:
Publicar un comentario