Traducirlo en términos concretos nos
reclama descubrir la esencia común entre las dos opciones electorales que impone
la actual polarización de la politiquería. Sin embargo, la ostentación del poder contra los trabajadores
por el gobierno de Macri, nos plantea multiplicar espacios populares de
discusión sobre las impunidades del de CFK que el "Volveremos" menosprecia y
se niega a asumir.
Nos urge
analizarlas e implicarnos en su erradicación.
Con
este objetivo examinemos
la siguiente nota.
Tal vez, por haber sido habituados al
lenguaje de la "corrección política",
su título
nos
parezca extremista pero leámosla antes de descalificarla:
Las
consecuencias inevitables
de un modelo genocida y ecocida
16 de julio de 2009 | Biodiversidad
- Jul 2009
GRAIN
Trece años de soja en Argentina.
La amplia experiencia adquirida en Argentina
después de trece años de imposición del cultivo de soja transgénica resistente
al glifosato dan la oportunidad al resto del mundo de aprender la lección y no
repetir los errores ni permitir las imposiciones que hicieron posible que
Argentina se convirtiera en apenas una década en una “republiqueta sojera”. En 1996 y de manera absolutamente solapada y antidemocrática se permitió la introducción de la soja transgénica de Monsanto en nuestros campos. Sin estudios de impacto ambiental independientes, sin ningún tipo de consulta pública, sin ninguna discusión parlamentaria ni legislación que la avale. Una simple disposición de la Secretaría de Agricultura creó en 1991 la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria (Conabia) que a partir de allí y con amplia participación de las corporaciones “asesoró” a la secretaría sobre la aprobación de OGM.
Ahora, mes con mes, vivimos en Argentina la
emergencia de un nuevo problema socioambiental debido a la invasión territorial
producida por la imposición del monocultivo de soja transgénica de mano de
Monsanto y de un puñado de terratenientes y asociaciones empresariales de
siembra.
Los impactos de las fumigaciones, el desmonte,
el desplazamiento de campesinos, la falta de alimentos, las inundaciones y
sequías, las nuevas enfermedades, son moneda corriente en las noticias pero
solamente desde algunos medios alternativos aparece relacionada con la “sojización”.
Todo esto viene de la mano de la instalación de una visión fragmentada de los problemas en que se ocultan las causas profundas de los mismos para analizarlos o mostrarlos, muchas veces de manera sensacionalista, pero siempre aislados y producidos casi como “fenómenos naturales”.Por eso lo primero y fundamental es recuperar la mirada integral de la problemática. Únicamente mirando y analizando la totalidad y la complejidad de la situación se podrá llegar a alguna conclusión útil para avanzar en alguna dirección y salir de la rueda destructiva en la que el modelo de agronegocio-soja-transgénicos nos ha metido.
Después de trece años de expansión del cultivo
de la soja transgénica en Argentina las consecuencias socioambientales son una
verdadera catástrofe. Presentamos un breve repaso por los datos concretos que
hablan de
la tragedia de la soja en el Cono Sur.
En Argentina se sembrarán en la próxima
temporada 18 millones de hectáreas de soja transgénica bajo la técnica de
siembra directa.
Esta superficie representa más del 50% de la
superficie agrícola del país.
Prácticamente 100% de la soja que se cultivará es soja transgénica resistente al herbicida glifosato (SOJA RR).
La SOJA RR es propiedad de Monsanto, la mayor empresa semillera del mundo y también creadora del glifosato, el herbicida que se debe utilizar para sembrar la SOJA RR. Monsanto controla 90% de las semillas transgénicas que se comercializan a nivel mundial.Monsanto declaró que las ganancias generales aumentaron un 44% en 2007 con respecto al año anterior y un 120% en el 2008 en relación con el 2007.
Este año se aplicarán más de 200 millones de
litros de glifosato sobre toda la superficie cultivada con soja en Argentina
mientras en el año 1996 se utilizaban 13 millones 900 mil litros.
El producto comercial cuyo principio activo es
el glifosato (Roundup) contiene además una serie de coadyuvantes que aumentan
notablemente su toxicidad, fundamentalmente el surfactante poea (polioxietil
amina) cuya toxicidad aguda es 3 a 5 veces mayor que la del glifosato.
Por supuesto que este uso intensivo de
glifosato ya ha provocado el surgimiento de muchísimas malezas resistentes al
glifosato. Algunas de las ya informadas son: Hybanthus parviflorus (Violetilla),
Parietaria debilis (Yerba Fresca), Viola arvensis (Violeta Silvestre), Petunia
axillaris (Petunia), Verbena litoralis (Verbena), Commelina erecta (Flor de
Santa Lucía), Convulvulus arvensis (Correhuela), Ipomoea purpurea (Bejuco),
Iresine difusa (Iresine) y recientemente el Sorghum halepense (Sorgo de alepo)
que por ser una maleza muy difícil de controlar ha despertado gran alarma.
Luego de pasar más de una década negando el surgimiento de malezas resistentes, Monsanto a través de su vicepresidente admitió este hecho y propuso una solución: reemplazar a toda la soja resistente al glifosato por una nueva soja resistente a un nuevo herbicida: el dicamba —de hecho aún más tóxico que el glifosato.
Además se utilizarán otros herbicidas y
agrotóxicos para controlar malezas y plagas del monocultivo de soja ya que la
siembra directa requiere de la aplicación de otros herbicidas antes de la
siembra de la soja: entre 20 y 25 millones de litros de 2-4-D, otros seis
millones de litros de atrazina y unos seis millones de litros de endosulfán.
Esta lluvia de agrotóxicos produce tremendos impactos sobre la salud de la población, animales domésticos, cultivos alimenticios y contamina suelos, cursos de agua y el aire en toda la extensión del cultivo de soja. Suman cientos los casos denunciados por distintas organizaciones e investigadores en los cuales está perfectamente documentado el impacto de los agrotóxicos en las comunidades y sus producciones.
La difusión pública de estas denuncias ha
llevado a que recientemente la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas
solicitara a la Corte Suprema de Justicia de la Nación la prohibición de la
fumigación con glifosato.
Este avance desenfrenado de la soja se ha producido a pesar de que según recientes investigaciones de la Universidad de Kansas la soja rr produce entre un 6 y un 10% menos que la soja convencional.
El monocultivo de soja repetido año tras años en los campos produce una intensa degradación de los suelos con una pérdida de entre 19 y 30 toneladas de suelo en función del manejo, la pendiente del suelo o el clima.Cada cosecha de soja extrae año a año miles de toneladas de nutrientes de nuestro suelo que se exportan. Sólo como ejemplo podemos citar que cada año se van con la soja un millón de toneladas de nitrógeno y 160 mil toneladas de fósforo. También cada cosecha de soja que se exporta se lleva unos 42500 millones de metros cúbicos de agua cada año (datos de la temporada 2004/2005) correspondiendo 28190 millones a la pampa húmeda.Cada año se deforestan en Argentina más de 200 mil hectáreas de monte nativo por el avance de la frontera agrícola debido fundamentalmente a la expansión del monocultivo de soja.Considerando que cada 500 hectáreas de soja requieren de un trabajador rural es evidente la expulsión de trabajadores rurales y campesinos de los territorios donde se cultiva.
Los grandes productores sojeros están
obteniendo ganancias extraordinarias. El Grupo Los Grobo que declara cultivar
150 mil hectáreas en Argentina y en todo el Cono Sur (Paraguay, Brasil y
Uruguay) apuesta a controlar 750 mil hectáreas.
El modelo sojero produce una enorme concentración de la tierra en pocas manos ya sea por la adquisición de la tierra por grandes productores o por su arrendamiento por los “Pooles de Siembra”. Como consecuencia en los últimos 10 años se han perdido más del 20% de los establecimientos productivos.La obvia consecuencia de esta concentración es que ha disminuido de manera dramática la producción de alimentos básicos para nuestro pueblo. Por citar sólo un ejemplo: el número de explotaciones lácteas disminuyó 50 por ciento entre 1988 y 2003, pasando de 30 mil a 15 mil.
En el caso del algodón su producción disminuyó
en un 40% en la provincia de Chaco y un 78% en la provincia de Formosa como
consecuencia del avance de la soja.
Miles de campesinos son expulsados
violentamente de sus tierras para imponer este modelo y son criminalizados por
resistir los desalojos y el avance de la soja. El Mocase-vc y el Movimiento
Nacional Campesino Indígena permanentemente denuncian la persecución de
campesinos del movimiento a causa de resistir la expulsión de sus tierras en
forma violenta para imponer el cultivo de soja.
Finalmente es fundamental tener presente que la
introducción de la soja transgénica en Argentina fue el mecanismo elegido por
Monsanto para inundar de transgénicos el Cono Sur ya que fue desde Argentina
desde donde se comercializó de manera ilegal la soja transgénica a Brasil,
Paraguay y Bolivia (países en los que el cultivo de los transgénicos estaba
prohibido), inundando estos países de transgénicos e imponiendo así, a partir de
la contaminación, la República Unida de la Soja que poco tiempo después
publicitaba Syngenta.(...)
No hay comentarios:
Publicar un comentario