Uruguay: Red de Semillas Nativas reitera que no es posible la
“coexistencia regulada” entre maíces criollos y transgénicos
26
de abril de 2017
Granos de maíz de diversos colores, tamaños y usos
fueron compartidos el sábado en la Séptima Fiesta de la Semilla Criolla y la Agricultura Familiar :
los intercambiaron los productores y llegaron a otras manos, que prometieron
plantarlos y multiplicarlos. Pero no todo era fiesta, porque la expansión de
los cultivos de maíces transgénicos acorrala esa diversidad."
Amanda
Muñoz
Las semillas nativas y criollas son plantadas,
cosechadas, seleccionadas y multiplicadas por productores desde hace muchos
años, y tienen la ventaja de estar adaptadas al medio en que son sembradas.
Para el productor que las planta año a año, son un insumo básico e
insustituible, por varios motivos: por el nivel de mejoramiento que ha
adquirido, porque el sistema comercial es bastante más pobre en variedad y,
elemento fundamental, porque le da autonomía: no depende del mercado. Granos de
maíz de diversos colores, tamaños y usos fueron compartidos el sábado en la Séptima Fiesta de la Semilla Criolla y la Agricultura Familiar :
los intercambiaron los productores y llegaron a otras manos, que prometieron
plantarlos y multiplicarlos. Pero no todo era fiesta, porque la expansión de
los cultivos de maíces transgénicos acorrala esa diversidad.
“Las variedades locales sufren un proceso de
desaparición, consecuencia de la sustitución por cultivares modernos y la
disminución del número de productores familiares que históricamente las han
utilizado”, expresa el artículo “Semillas criollas de maíz de Uruguay y
contaminación con transgenes”, elaborado recientemente por docentes de las
facultades de Química, Ciencias y Agronomía de la Universidad de la República,
por integrantes de la Red
Nacional de Semillas Nativas y Criollas y de REDES Amigos de
la Tierra (Pablo Galeano et
al.). La biodiversidad del maíz fue tema de discusión en una de las mesas
de la Séptima Fiesta
de la Semilla
Criolla. Allí se plantearon testimonios que graficaron la pérdida. Una persona
lamentó que perdió el maíz cultivado desde 1926 y que era “herencia de sus abuelos”.
José Puigdeval, de la Quebrada de los Cuervos, mostró dos choclos, preciadas
variedades de maíz cuarentón cosechado desde hace 45 años por Julián Díaz,
productor olimareño que murió hace un mes. Como los maíces ya estaban
plantados, les pidió a la hija y a la esposa de Díaz obtener algo de lo poco
que quedaba plantado para colectivizarlo en la Fiesta de la Semilla, y así
mantenerlo. Puigdeval mencionó el “legado” de Díaz. “Esta selección la hizo
durante 45 años, selección masal: iba todos los años a la chacra y sacaba el
mejor maíz. La mejor selección no la hace ningún instituto de investigación:
[los productores] tienen lectura ambiental directa, totalmente apropiada
culturalmente a su conservación, a su uso”. Puigdeval reprodujo la sensación
que vivió al recibir los maíces: “A mí me temblaron las piernas, y me
responsabiliza sobre la posible pérdida de una variedad, porque el productor no
está más y yo tengo que salir a colectivizar para ver si podemos mantenerlo”.
Agregó que no puede plantarlo en la Quebrada porque las poblaciones de maíz de
esa zona están contaminadas con transgénicos. “Lo que veo es que en Uruguay el
maíz está tirado a la marchanta”, afirmó, “No tengo siquiera un lugar donde
plantarlo, y hablamos permanentemente de coexistencia regulada. Esas son las
cosas que habría que solucionar urgentemente”, añadió. El tercero de los casos
mencionados fue el de la Cooperativa
Granelera Ecológica (Graneco), que en 2016 sufrió
contaminación con maíces transgénicos -en plantaciones de Canelones-, que
comprometió la producción de harina de maíz y polenta orgánica de este año.
En la última zafra se sembraron en Uruguay
unas 85.000
hectáreas de maíz que, mayoritariamente, son plantadas
por grandes productores, explicó el sábado Pablo Galeano, docente de la Cátedra
de Bioquímica de la Facultad de Química e integrante de REDES. En Uruguay hay
aprobados diez eventos transgénicos de maíz; los primeros, que fueron
habilitados en 2003, hoy representan más de 90% de lo que se planta. La
contaminación de los maíces criollos con los genéticamente modificados se da
“especialmente porque las áreas de cultivo de maíz GM [genéticamente
modificado] son mucho mayores que las de maíz no-GM, y porque en los centros de
acopio y venta de semillas y granos predominan los maíces GM sin que se cuente
con un sistema de etiquetado y diferenciación adecuado de los granos
comercializados para alimentación animal”, expresan los autores del artículo
mencionado. Galeano es químico y con sus investigaciones ha demostrado cómo se
da la contaminación por el lujo génico; sus análisis comenzaron en 2007 y
constataron que los maíces criollos se contaminaban por el “lujo génico” de
polen de plantas ubicadas a una distancia superior a los 250 metros , medida
establecida por el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio
Ambiente (MVOTMA) para evitar la contaminación. Pero , lejos de ampliar la
distancia, en 2011 el Gabinete Nacional de Bioseguridad, organismo integrado
por seis ministerios y presidido por el de Ganadería, Agricultura y Pesca
(MGAP), la eliminó. Las
investigaciones en las que trabajó Galeano mostraron que el lujo de transgenes
llegó a darse a 810
metros de distancia.
Además, las variedades criollas se contaminan
“por mezclas involuntarias en la cadena de producción-almacenamiento-distribución”,
algo que ha aumentado con la liberación de los transgénicos, afirman los
investigadores.
Unos y otros
Pedro Queheille, presidente del Instituto
Nacional de Semillas (Inase), organismo que asesora al MGAP en materia de
semillas, fue a la Fiesta de la Semilla a exponer en la mesa sobre la
biodiversidad del maíz. Allí contó que el Inase “se crea para promover la
producción de semillas de calidad y el uso de semillas de calidad”, y reconoció
que “estamos hablando de temas que no tienen nada que ver con lo que hoy se
está tratando acá. Todo lo que hacemos desde el Inase está dirigido hacia otro
sector, no está dirigido al sector de la semilla criolla, estamos a cero en
este tema, y por eso entiendo que es muy importante nuestra presencia aquí;
porque creo que es el momento de empezar a trabajar conjuntamente con ustedes,
apoyándolos para buscar soluciones a los problemas que hoy se han planteado en
la mesa”, afirmó.
“Hay mucha demanda de gente que quiere comer
alimentos que provengan de semillas criollas, y creo que eso lo tenemos que
atender”, agregó. Pero acotó: “Tenemos también la otra función, que tampoco
podemos desatender: la producción masiva de maíz transgénico que hay en el
país, que es del orden de las 85.000 toneladas y que fundamentalmente está
concentrada en el litoral y en Canelones. Ahí también hay gente que quiere
tener su propia producción, que tiene el derecho a hacerlo, y, de la misma
manera que nosotros no podemos correr a quienes quieren producir semillas
criollas, tampoco podemos correr alegremente a quienes hoy están produciendo
maíz transgénico”.
Queheille propuso crear un ámbito de trabajo
para formular “algún planteo” para hacerle al MGAP. Dijo que sabía que la Red Nacional de
Semillas Nativas y Criollas no está de acuerdo con el concepto de coexistencia,
pero insistió en que “merece un análisis realmente muy detenido por parte de
todos nosotros para ver si es posible poder seguir plantando, trabajando y cultivan do los dos tipos de maíces que hoy tenemos,
transgénico y no transgénico. Razones hay de un lado y del otro, y acá lo que
hay que buscar es el equilibrio para poder seguir coexistiendo ambos tipos de
maíces. Habrá que definir cuál es la distancia que tenemos que considerar para
que no ocurran las contaminaciones de transgenia en los maíces que ustedes
quieren cultivar”.
De acá para allá
En 2013 la Red de Semillas Nativas le envió
una carta al Gabinete Nacional de Bioseguridad y a su Comisión de Gestión de
Riesgo pidiéndoles que establecieran medidas para que los productores pudieran
mantener la identidad de los maíces criollos; sólo el MVOTMA acusó recibo de la carta. En abril de 2015
reiteraron la
solicitud. Tres meses después, recibieron la respuesta del
Comité para la Gestión del Riesgo, que les pidió que remitieran el planteo al
Inase por ser la autoridad competente en materia de semillas. Pero los más de
350 productores que integran la red entienden que no es Inase el que debe dar
una respuesta, sino el Gabinete de Bioseguridad y el Comité para la Gestión del
Riesgo, que son los organismos que aprueban y regulan los eventos transgénicos.
Las respuestas siguen sin llegar y por eso el mes pasado, el 10 de marzo, le
enviaron una carta al prosecretario de la Presidencia, Juan Andrés Roballo,
explicando los motivos de su reclamo, que habían sido adelantados verbalmente
en una reunión en diciembre de 2016. En ella sostuvieron que la contaminación
transgénica de variedades criollas “pone a nuestro acervo genético de maíz en
grave riesgo de desaparición”, y le pidieron establecer un ámbito formal con
autoridades del Comité para la Gestión del Riesgo y/o el Gabinete de
Bioseguridad. Le pidieron, además, “acceso a apoyos para monitorear la
presencia de transgenes en los maíces criollos que realizamos anualmente”. Todavía
no han tenido respuesta.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Noticias/Uruguay_Red_de_Semillas_Nativas_reitera_que_no_es_posible_la_coexistencia_regulada_entre_maices_criollos_y_transgenicos
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