La enfermedad como sistema
27 de abril de 2017
No
son enfermedades “individuales”, aunque para cada persona o familia que las
sufre, es una tragedia personal, que se agrega a otras formas de violencia que
sufrimos. Pero son en realidad temas de salud pública, son los impactos de un
modelo económico y político que conlleva la devastación ambiental impune, para
mantener las ganancias de unas cuantas transnacionales, sean de agronegocios,
mineras, petroleras u otras."
“No existe razón de Estado ni intereses
económicos de las corporaciones que justifiquen el silencio cuando se trata de
la salud pública… cuando uno demuestra hechos que pueden tener impacto en la
salud pública, es obligación darle una difusión urgente y masiva”. Es una frase
de Andrés Carrasco, médico e investigador argentino (fallecido en 2014). Con
esta frase comenzó su charla, ahora retomándolo, Damián Verzeñassi, médico y
docente de la Universidad de Rosario, Argentina.
Carrasco estuvo en la cumbre de la carrera
como investigador y académico, llegó incluso a ser presidente del Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en su país, pero
optó por no servir al poder ni al orden establecido y desde allí empezaron a
acosarlo. No comenzó como revolucionario, sencillamente se dio cuenta que los
niños, hombres y mujeres a las orillas de los campos de soya transgénica
sufrían mucho más enfermedades y muertes por cáncer, abortos espontáneos, bebés
con deformaciones de nacimiento. Se puso a investigar y en el Laboratorio de Embriología
de la Universidad de Buenos Aires que dirigía, demostró que el glifosato,
componente principal del agrotóxico al que es tolerante la soya transgénica de
Monsanto, provocaba deformaciones en invertebrados, incluso en dosis bajas, a
disoluciones muy altas. Cuando su equipo y él tuvieron suficiente evidencia de
la gravedad del veneno, salió a compartir la información con la gente más
afectada y a denunciarlo en la
prensa. No se lo perdonaron. Fue el único “error” que le
pudieron endilgar. No haber publicado primero sus datos en una revista
científica arbitrada, que supuestamente les daría validez. La publicación
científica con sus datos ocurrió, pero después. Carrasco no podía ni quería
esperar, se debía a la
gente. En 2015 la Organización Mundial
de la Salud, declaró que el glifosato es cancerígeno.
Damián Verzeñassi, médico y docente de la
Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Rosario, Argentina, recogió
el ejemplo de Carrasco, así como lo hicieron también otros médicos que ahora se
llaman “Médicos de pueblos fumigados” en la Argentina. Igualmente
a Damián lo persiguen por hacer bien su trabajo, por conminar a los médicos que
se están formando a cumplir un rol social, a ver la salud en la integralidad
del sistema socio-económico en que está inmersa.
En noviembre de 2016, Damián estaba invitado a
participar en varias actividades en México, pero tuvo que suspender su viaje,
porque despidieron a parte de su equipo docente ( a él no pudieron) y le “secuestraron” los miles de archivos de su
trabajo, que son una radiografía innegable de los impactos de la siembra de
transgénicos en su región. En la conferencia que finalmente pudo dar en la
UNAM, comenzó con un panorama de dónde estamos gracias a la devastación
ambiental y el impacto en la salud del sistema industrial.
Mientras que las principales causas de muerte
a nivel global son enfermedades no trasmisibles –o sea no infecciosas– crece el
porcentaje de los habitantes con problemas respiratorios –en ciudades por
contaminación y en campo por agrotóxicos- y los millones de muertes prematuras
por contaminación aérea. Siete de cada diez mujeres tienen residuos de
químicos, principalmente agrotóxicos, en la leche materna. Enfermedades como
diabetes, hipertensión, obesidad, cáncer están entre las primeras causas de
muerte (llamadas “no violentas”) en todos los países, y están directamente
ligadas al modo de producción y consumo industrial.
No son enfermedades “individuales”, aunque
para cada persona o familia que las sufre, es una tragedia personal, que se
agrega a otras formas de violencia que sufrimos. Pero son en realidad temas de
salud pública, son los impactos de un modelo económico y político que conlleva
la devastación ambiental impune, para mantener las ganancias de unas cuantas
transnacionales, sean de agronegocios, mineras, petroleras u otras.
Ante esta realidad, Damián Verzeñassi pensó
cómo hacer para que los médicos salieran de sus recintos universitarios, que
fueran a ver como son de verdad los problemas de la gente y sobre todo, a
aprender a trabajar con y para las comunidades. Siendo el responsable del
examen final para obtener el título de medicina, organizó el examen en
“campamentos sanitarios” en poblaciones de menos de 10,000 habitantes. Allí se
trasladan tanto docentes como estudiantes ya al término de su carrera, se
instalan en la comunidad durante una semana o más, y caminan preguntando casa
por casa qué problemas de salud tienen, en preguntas tanto abiertas como
cerradas. También evalúan, con consentimiento parental, a los niños en las
escuelas.
Pero no se trata sólo de juntar datos y hacer
estadísticas. El desafío es hacer un mapa colectivo con toda la información y
devolverla a las familias y a la comunidad, de tal modo que todos y todas,
vecinos y docentes, entiendan. Los que allí viven, al ver la frecuencia y
patrones de las enfermedades, saben qué las causa, quiénes han estado más
expuestos y por qué, etc. Saber que no están solos y poder ver las causas, es
una herramienta invaluable para poder actuar y defenderse.
Hace cuatro años que iniciaron y muchos
municipios les piden que los campamentos se hagan en sus localidades.
Actualmente han realizado 28 campamentos, en 4 provincias, relevando a 96. 874
personas.
Se revela entonces algo más: las cuatro
provincias en que han trabajado están en uno de los centros de mayor intensidad
de siembra de transgénicos, principalmente soya con glifosato. En Argentina, el
área de producción agrícola con transgénicos aumentó 50 por ciento, pero en el
mismo período, el uso de agrotóxicos aumentó 848 por ciento. Y los datos de los
campamentos sanitarios, comprueban lo que señalaba Andrés Carrasco: encontraron
una frecuencia de cáncer de casi el doble que la media del resto del país.
Una de las preguntas que le hicieron a Damián
en la UNAM fue quiénes se oponían o resistían a estas actividades en la Universidad. Contestó
de que antes de que reaccionaran las autoridades de la Universidad de Rosario,
seguramente “presionadas” por las trasnacionales de transgénicos para que
terminaran los campamentos, los que primero se resistieron fueron los
estudiantes, que reclamaban su derecho a hacer examen en un aula, no en el
campo ni con la gente común. Y aunque espera que para muchos de esos nuevos
médicos la experiencia les haya cambiado la vida, en realidad por ahora son
pocos los que han tomado el desafío de seguir haciendo epidemiología popular.
Estando en México, también tuvo oportunidad de
reunirse y trabajar con más de un centenar de delegadas y delegados del
Movimiento Urbano Popular y de la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales
(ANAA), que llegaron de la ciudad de México y varias otras partes a escuchar la
experiencia y trasmitir la situación que viven. La devastación ambiental y los
impactos en la salud en México son de una vastedad y alcance, que el
intercambio apenas comenzó y ya abrió nuevas profundidades. Pero seguirá, tanto
con la ANAA, como con la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y
la Red de Evaluación de Social de Tecnologías en América Latina (Red TECLA,
quienes lo invitaron).
Junto a los campamentos sanitarios, Damián
también inició otro evento que ha ido creciendo y trascendiendo fronteras: los
Congresos Socioambientales, que han sido un punto de encuentro nacional y
regional de luchas ambientales, sociales y por la salud. Este año, junto
con organizaciones nacionales e internacionales, convocan el Encuentro Madre Tierra, una sola salud del 12 al 16 de junio en Rosario,
Argentina. Será otro momento de seguir entendiendo lo que nos enferma y
construyendo salud para la resistencia.
+Periodista y activista
uruguaya, directora para América Latina del Grupo ETC, con sede en México.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/La_enfermedad_como_sistema
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