La mujer en la
agroecología,
la mujer en las agriculturas para la vida
5 de abril de 2017
5 de abril de 2017
Lucía Vásquez Celis
M.Sc.1
La mujer ha jugado y juega un rol
preponderante en las actividades agrícolas, en la producción para la vida. No en vano, la
encontramos jugando un papel fundamental, desde la transición del Neolítico a
la Edad de Bronce, después del 6.000
a . C., cuando los recolectores de alimentos que vivían
en cuevas siguieron una transición hacia una forma de vida basada en la
agricultura.
En dicha época, se
habla de una sociedad matriarcal, agrícola, en la cual la mujer ocupó un papel
primordial. Mientras el hombre cazaba, ella permanecía en casa cuidando y cultivan do, era hortícola, con lo cual por un lado
aportaba más alimentos que los hombres, pero por otro fue la domesticadora por
excelencia de las plantas medicinales. Aprendió sus bondades e impulso su uso
en la comunidad, con lo cual también arraigo su poder, el cual además de
expresarse en el saber de la curación, se hizo evidente en el mito y las diosas
que se crearos. “Su culto más importante se dedicaba a una diosa tierra, la Gran Madre , símbolo de
fertilidad para las mujeres, animales y cosechas típico de las sociedades
neolíticas; este culto era general entre las primeras comunidades agrícolas de
Europa y Asia occidental y se mantiene casi con toda seguridad en la
civilización minoica, hasta la llegada de los micénicos. Al parecer, este culto
es reflejo y responde a una sociedad matriarcal”2 .
A partir del año 3000 a . C. que supuso el
advenimiento de la Edad de Bronce, la mujer fue relegada. En esta época, se
consolida plenamente la agricultura mediterránea, así como el maíz y la
ganadería y el aceite se convierte en producto de uso corriente tanto en
alimentación como en ungüentos, en iluminación y usos industriales
posteriormente, se introdujeron el cereal y las legumbres, en más regiones de
Grecia y se incrementó la población por la mejora de la alimentación, sobre
todo en Creta y Mesenia y se impone el patriarcado porque entre otras, los
hombres construyen muy pesadas herramientas para la agricultura, cuyo uso van
relegando a la mujer, pero no totalmente porque ellas no abandonan su
acercamiento desde entonces con las plantas medicinales, ornamentales,
aromáticas y con especies menores.
En la tesis titulada
“La valoración del trabajo de la mujer rural con perspectiva de género en
sistemas de producción agropecuarios, en municipios del Departamento de
Córdoba, 1997” ,
Gloria Vásquez Celis y Marina Vallejo Mendoza, dan cuenta del papel de la mujer
rural, en la producción agrícola. Papel, según las autoras, íntimamente ligado
con el cuido de la huerta y de especies menores y con una participación
diferenciada en los cultivos comerciales y de pancoger.
Analizando la participación en las labores de
siembra, fertilización, control de malezas, control de plagas, control de
enfermedades, recolección, manejo post-cosecha y comercialiazción, encontraron
en cuanto a tiempo horas laborales, en un año de cultivo la siguiente
participación:
- En el cultivo de
arroz tuvo una participación del 14.7% anual, fundamentada en el control de
malezas y manejo post-cosecha, en relación del 85.3% de la participación de los
hombres en todas las actividades de dicho cultivo.
- En el cultivo de
maíz, participan muy poco, con porcentaje menores al 1% en el año.
- En el cultivo de la
yuca su porcentaje de participación es del 1.6%, referido al manejo
post-cosecha, en contraste al 98.4% de la participación de los hombres.
- En el cultivo del
plátano su participación es importante, pero fundamentalmente en la
recolección, con un porcentaje de participación del 31.6% en relación al 68.4%
de participación de los hombres.
- En promedio la
participación de la mujer en actividades productivas de sistemas de monocultivo
es del 9.1%. También, encontraron a la mujer participando en labores agrícolas
en asocios de Arroz// Yuca y Ñame//Yuca y fundamentalmente en manejo
post-cosecha. En promedio, encontraron que la participación de la mujer en
actividades agrícolas en sistemas de producción asociados es del 7.1%
Los porcentajes de participación de la mujer
se muestran crecientes al referirlos a actividades pecuarias, en las cuales
encontraron una participación del 48.3% para las mujeres, fundamentalmente en
la alimentación y cuido de los animales y con aportes minoritarios en la
comercialización.
La FAO y numerosas
instancias en los ámbitos nacional e internacional han evidenciado el rol
innegable de la mujer rural en la agricultura. “La mujer rural de hoy
desempeña un importante papel en la agricultura, sobretodo en los sectores
campesinos y de pequeños agricultores, y trabaja en actividades agrícolas y
ganaderas. Las mujeres son las encargadas de establecer la estrategia de
supervivencia de la unidad familiar. Aproximadamente el 20% de los hogares
rurales tienen como cabeza de familia a una mujer, que asume la total
responsabilidad de la producción agrícola. Las mujeres se ocupan sobre todo de
cultivar hortalizas y de criar pequeños animales (aves de corral, cerdos y
cabras). Si bien se dispone de escasos datos sobre la división del trabajo en
la agricultura, la mujer participa en la mayor parte de las actividades y
predominantemente en la elaboración de los alimentos. En el sector pesquero, la
mujer trabaja también principalmente en actividades de elaboración. Las mujeres
son responsables de las tareas domésticas, entre las que se incluye el acarreo
de agua. Los hombres contribuyen significativamente a la recogida de leña”3.
Desde su relación permanente con plantas
medicinales, ornamentales y aromáticas, así como con aves de corral, ampliando
la gama de semillas y de razas, seleccionando y propiciando cruces entres
semillas y razas para obtener plantas más rendidoras, razas de aves mas
ponedoras, mejores cluecas, y desde la preparación de los alimentos y el
cuidado de los hijos, la mujer se acercó de manera directa a las propuestas
agroecológicas y de agriculturas ancestrales, una y otras, agriculturas de la
vida, ya que en ellas encontró coincidencias con su sentir, sus aspiraciones,
como el uso y re-uso de lo propio, la necesidad de salvaguardar la salud y la
existencia de la familia, y desde su relación con las plantas medicinales,
entendió muy fácil la necesidad de dejar insumos de síntesis química, recuperar
e intercambiar semillas y coordinar e impulsar proyectos productivos agrícolas
y agropecuarios que armonizarán la tierra, el agua, los suelos, el saber
ancestral, con las actividades productivas, que vindicarán la unión de la
familia.
La paradoja en Colombia es que su decisión de
aprehender las agriculturas de vida, se da con mayor vehemencia en zonas en
donde el “machismo”, aún es un escenario por transformar. Así las encontramos
abanderadas en el departamento de Boyacá, uno de los cinco departamentos en
donde la población rural predomina sobre la urbana y en donde el minifundio es
la realidad predominante. A lo largo de los procesos organizativos de base como
el de la
“Asociación Comunitaria Semillas”, en Tópaga, Tibasosa y
Sogamoso, el de la
“Asociación Comunitaria Soñando Caminos”, en Beteitiva, en la “Asociación para el
Desarrollo del Niño de Gámeza”, en Gámeza, en el de la “Asociación Comunitaria
Trensando Abrazos”, de Socotá, en donde numéricamente son mayoría, pero no solo
esto, ellas han sido las abanderadas de la tranformación de sus fincas de
monocultivos de papa y/o cebolla, a sistemas múltiples en donde combinan
cultivos, plantas medicinales y aromáticas y crían cuyes y gallinas criollas
bajo el modelo de semipastoreo, en eso pedacitos de tierra, que en Boyacá, son
simplemente MICROMINIFUNDIO. Son ellas, también quienes desde la estrategia de
“Vecin@s solidari@s”, no solo transforman su finca, sino se dedican a apoyar la
reconversión de otras fincas, y ante los resultado evidentes, los hombres no
han podido resistirse y han empezado a entender que con ellas es la
construcción de alternativas productivas.
En el departamento del Cauca, también con
predominio de población rural sobre la urbana, las mujeres indígenas y
campesinas desempeñan un papel fundamental en la recuperación y apropiación de
propuestas agrícolas y agropecuarias armónicas con la vida. Las mujeres
indígenas, han sido abanderadas de la recuperación y mejoramiento de sistemas
productivos ancestrales. Las mujeres del pueblo Nasa, han jugado y juegan papel
preponderante en la recuperación del Tull, sistema ancestral Nasa, “...esos
tejidos de la tierra con plantas de alimento, pedacitos de montaña pero ya
sembrados... para comer..”4.
Las mujeres indígenas del pueblo Kokonuko,
desempeñando un rol fundamental en la recuperación y trueque “intercambio” de
semillas y saberes, espacios que se han constituido en agenda programática de
su pueblo. Las mujeres indígenas del pueblo Yanacona, también liderando la
recuperación de semillas, saberes y fortaleciendo sus sistemas de producción
para la vida.
En el Cauca también las mujeres
Afrocolombianas, han venido jugando un papel preponderante en la recuperación y
fortalecimiento de la
finca ECONATIVA desde la validación de prácticas y
tecnologías propias y agroecológicas.
En la costa Caribe , las mujeres se dedican a la
reconstrucción o creación del “Patio Agroecológico Productivo”, con hortalizas,
plantas medicinales y gallinas criollas. Entre otras, Swissaid-Colombia, La
Fundación del Caribe, El Taller Prodesal, la Fundación Maria Cano ,
en Córdoba, la CDS en Bolivar, La Fundación Manos Unidas
en Magangué, han jugado un papel fundamental en el empoderamiento y la
visibilización de las mujeres, desde la reconstrucción de propuestas
productivas sanas, sostenidas en la recuperación y mejoramiento de semillas
locales y de razas de especies menores.
En otros departamento de Colombia, en donde el
machismo, parece no ser tan marcado, las mujeres también vienen construyendo
experiencias agroecológicas. Mujeres rurales en Antioquia, con las
Corporaciones Vamos Mujer, Artemisa, Penca de Sábila, CIER, entre otros, han
ido construyendo su propios escenarios productivos en las fincas. En pedacitos
que antes solo usaban los hombres ellas han sembrado y cosechado, manejan
especies menores, las cuales alimentan con productos del medio, con alimentos
alternativos, libres de hormonas y de sustancias de síntesis química.
En el Choco, las mujeres Afrocolombianas,
desde su participación en los Consejos Comunitarios han apostado fuertemente
por el fortalecimiento de sistemas de producción ancestrales de los pueblos
Afro, las “azoteas” y sistemas de producción agroforestales armónicos con las
características de los ecosistemas territoriales “ bosque húmedo tropical”.
Otro aspecto a resaltar es que ellas no sólo
son agricultoras, sino que en general, han asumido como coordinadoras de
proyectos orientados a recuperar e intercambiar semillas y de aportar a la
autonomía alimentaria de las familias y de las comunidades, a las estrategias
territoriales zonales y/o departamentales. Son quienes convocan y desde la
concertación, coordinan y promueven las agriculturas de la vida, como mujeres
coordinan y acuerdan sus aspiraciones y se van metiendo poco a poco en las
aspiraciones políticas de sus comunidades. Ellas con ellos, construyen
estrategias y mecanismos para seguir construyendo desde la autonomía, desde la
cultura, la unidad y la territorialidad. Ellas han jugado y juegan un
papel importante en el sueño de construir de manera permanente territorios
agroalimentarios, con áreas de Trueque e Intercambios de Semillas y Productos”,
producidos con prácticas y tecnologías naturales.
SIEMPRE
Cansada del estruendo mágico de las vocales
Cansada de inquirir con los ojos elevados
Cansada de la espera del yo de paso
Cansada de aquel amor que no sucedió
Cansada de mis pies que sólo saben caminar
Cansada de la insidiosa fuga de preguntas
Cansada de dormir y de no poder mirarme
Cansada de abrir la boca y beber el viento
Cansada de sostener las mismas visceras
Cansada del mar indiferente a mis angustias
Cansada de Dios , Cansada de Dios
Cansada por fin de las muertes de turno......
(Alejandra Pizarnik)
Cansada del estruendo mágico de las vocales
Cansada de inquirir con los ojos elevados
Cansada de la espera del yo de paso
Cansada de aquel amor que no sucedió
Cansada de mis pies que sólo saben caminar
Cansada de la insidiosa fuga de preguntas
Cansada de dormir y de no poder mirarme
Cansada de abrir la boca y beber el viento
Cansada de sostener las mismas visceras
Cansada del mar indiferente a mis angustias
Cansada de Dios , Cansada de Dios
Cansada por fin de las muertes de turno......
(Alejandra Pizarnik)
Notas(...)
Fuente:
http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/La_mujer_en_la_agroecologia_la_mujer_en_las_agriculturas_para_la_vida
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