miércoles, 26 de abril de 2017

II. Situémonos en nuestra aceptación o indiferencia ante los niños y jóvenes desposeídos de todo por el capitalismo.

Tras las rejas: una mirada a la realidad de 

las cárceles argentinas
30 de abril de 2014
En el marco del debate por una futura reforma del Código Penal, los llamados “linchamientos”, los reclamos por seguridad y el grito social que pide más encierro y más castigo, referentes del ámbito penal analizaron la situación en las cárceles, la justicia penal y los problemas del servicio penitenciario. 

Por La Revancha.
“Un Estado punitivo”
Según Alicia Daroqui, socióloga especializada en cárceles y Derechos Humanos, hay que preguntarse “qué Estado se fue construyendo: un Estado punitivo”. Daroqui se remonta a fines del siglo XX, al desembarco del neoliberalismo y la reforma de Estado promovida por el expresidente Menem: “la fuerzas de seguridad y el servicio penitenciario, no solo no redujeron el personal como en salud, educación, sino que lo aumentaron”. Lo mismo ocurrió con la justicia penal, que según la especialista “ha crecido enormemente”. Esto se puede expresar en números: según Daroqui, “en el año 2000, la Provincia de Buenos Aires tenía 32 cárceles, hoy tiene 55. La Argentina tenía en esa época 22.000 presos, hoy tenemos 63.000”.
Sobre la composición de la población carcelaria, Francisco Mugnolo, Procurador Penitenciario de la Nación, estima que “el 98% de los pobres son pobres, en las cárceles están los pobres”. Esto se vincula fuertemente con el fenómeno de criminalización de la pobreza. Lejos del mandato constitucional, según el cual las cárceles están para seguridad de los presos y para la resocialización, el Procurador sostiene que “las cárceles te transforman, es una forma de contención de la represión social, y la cárcel, al no cumplir la función de rehabilitación, perfecciona en el delito”.
Según Ayelén Stroker, militante de Comunicación por la Libertad, la mayor parte de la gente privada de su libertad actualmente es parte de quienes "menos posibilidades de inserción tienen en lo concreto”. Este sector más desaventajado “representa el 80% de la población (carcelaria), de la cual más o menos el 70% está en situación de procesados”.Ayelén indica que luego de años en prisión, “cuando les dictaminan condena, en algunos casos terminan inocentes”. Estas personas quedan con antecedentes de privación de libertad y, según Stroker, “conseguir trabajo resulta inaccesible y más si vivís en un contexto de vulnerabilidad social, un contexto mucho más complejo en el plano productivo”. Además, señala un fenómeno de continuidad entre el afuera y el adentro: “afuera tenés gatillo fácil, trata, persecución a los pibes para que vendan drogas para la poli, y después continúa adentro la misma lógica de rentabilidad del servicio”.

Los principales problemas en la cárcel: la violencia, la militarización y la impunidad judicial.
Francisco Mugnolo, Procurador, señala algunos de los aspectos “ultranegativos que tiene la cárcel: la sobrepoblación, los traslados permanentes, el alejamiento que tienen las personas privadas de libertad (de sus lugares de origen)”. Sin embargo, resalta que “lo más emblemático del interior de las cárceles, es la violencia institucional. Hay mucho disciplinamiento a través de la violencia. También está la corrupción y el narcotráfico”.
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Fuente: http://www.anred.org/spip.php?article7638

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