Walter Bulacio: Una lucha que suma y sigue
19 de abril de 2017
19 de abril de 2017
La lucha inaugurada a
partir de la detención, tortura y muerte del pibe de Bonzi en 1991 tiene hoy
más vigencia que nunca, al ritmo del impresionante avance represivo del
gobierno macrista. Simultáneamente, el Caso Bulacio expone con toda la crudeza
una síntesis de la represión como política de estado a lo largo de más de un
cuarto de siglo en Argentina.
Por Correpi.
Hace exactamente 26 años, miles de pibes y pibas se
despertaban anticipando que ese viernes a la noche iban a disfrutar su música
en el Estadio Obras. En Aldo Bonzi, los fanáticos de Los Redondos habían
alquilado un micro escolar para ir seguros y más barato hasta Núñez. A eso de
las siete se juntaron en la plaza del barrio. Minutos antes que el colectivo
anaranjado arrancara hacia el centro, una mujer de 72 años, morocha y chiquita,
le dio el rollito de dinero que había ahorrado para la entrada a su nieto,
junto con un papelito con un teléfono: "Cuidate, negrito. Llamame al
trabajo cualquier cosa". María Ramona Armas de Bulacio no podía imaginar
que, horas después, ella y Walter se convertirían en los rostros que
simbolizarían por décadas la organización y la lucha antirrepresiva en
Argentina.
Después, el operativo
"monstruo", como lo definió uno de los policías en la causa penal.
Policías de cinco comisarías, decenas de móviles, la razzia, un centenar de
detenidos, colectivos de línea requisados para trasladarlos a la 35ª,
bastonazos y cachetadas, "puentecito chino" a los que viajaron en los
celulares, calabozos.
El sábado al mediodía,
después de casi 16 horas en la comisaría, una ambulancia llevó a Walter al
hospital Pirovano. Ni la abuela ni los padres supieron que estaba detenido,
porque el pibe había avisado que del recital se iba directamente a su trabajo
en el campo Municipal de Golf, donde fichaba a las 5 de la mañana para ser de
los primeros en ofrecerse como caddie a los jugadores tempraneros, que daban
buenas propinas.
El resto es historia:
Un chico vecino, apenas fue liberado y llegó a Bonzi, mandó avisar a Víctor y
Graciela que su hijo estaba preso. "Estaba drogado y borracho",
justificó el oficial de guardia cuando llegaron a buscarlo. Del Pirovano lo
llevaron al Rivadavia para una tomografía. Todavía estaba consciente, y alcanzó
a contestar "la yuta" cuando el médico le preguntó quién le había
pegado. "Golpes faciales varios de 36 horas de evolución", diría el
certificado médico que acompañó su traslado al Sanatorio Mitre un día y medio
después de la detención. "Acordate que te tratamos bien", advirtió el
comisario Miguel Ángel Espósito, jefe del operativo, al pibe vecino, que
reconoció en un pasillo del Mitre como uno de los que compartió el calabozo con
Walter. "El comisario tenía un equipo de gimnasia azul con rayas
blancas", declararía la
abuela Mary , que vio la escena. Y agregó: "Era morocho y narigón,
parecía un pájaro". Mary no sabía, todavía, que el apodo de Espósito en la
Federal era, justamente, "El Aguilucho", en parte por su prominente
perfil, en parte porque a su padre, "respetado" comisario de los ’70,
le decían "El Águila Espósito".
Walter murió una
semana después. Víctor Bulacio, consciente de que la pelea por venir no se
podía limitar a intervenir en la causa penal, iniciada recién cuando el pibe
llegó golpeado al Sanatorio Mitre, decidió sumarse a un pequeño grupo de
militantes antirrepresivos de los que le habló una vieja conocida de luchas
gremiales. Y trajo a su mamá con él, que encabezaría la movilización los
siguientes 23 años, hasta su muerte.
No por casualidad, el
año pasado, al cumplirse los simbólicos 25 años del inicio de esta historia,
elegimos lanzar la
Campaña Nacional contra las Detenciones Arbitrarias. Unos
pocos meses de la nueva gestión de gobierno alcanzaba ya para advertir el
implacable avance del ajuste, el saqueo y la represión impuestos por Mauricio
Macri y sus aliados, con un enorme fortalecimiento y ampliación de las
facultades policiales y de las demás fuerzas de seguridad para detener personas
arbitrariamente.
Dijimos entonces,
junto con decenas de organizaciones compañeras, que el sistema de detenciones
arbitrarias, además de afectar nuestra libertad, es la puerta de entrada a la
tortura, y también nos cuesta vidas, porque más de la mitad de los muertos en
comisarías, desde 1983 a
hoy, estaban detenidos por una contravención o "para identificar".
Hoy, es más evidente todavía el creciente uso de las detenciones arbitrarias
como parte del arsenal represivo que se descarga sobre el pueblo trabajador,
con episodios de trascendencia nacional, como su utilización para violar la
autonomía universitaria y arrestar estudiantes en Jujuy, y un verdadero estado
de "libertad vigilada" en las barriadas populares de todo el país.
El aniversario de la
detención, tortura y muerte de Walter Bulacio, así como expone brutalmente cómo
todos los gobiernos, a lo largo de las décadas, se han servido del arsenal de
herramientas represivas disponibles a la hora de imponer el disciplinamiento y
el control social y se esforzaron, cada uno a su manera, por legitimarlas,
impone en este particular momento histórico hablar del presente y de las
urgencias que hoy enfrentamos.
Exige decir que el
actual gobierno es el más represor de los últimos 30 años, y el que con más
sistematicidad viene actualizando y fortaleciendo todos los recursos para
reprimir, a través de la acción ejecutiva, legislativa y judicial. Es el
gobierno que dirige al aparato represivo sin ambigüedades y lo manda a
reprimir; el que legisla para criminalizar protestas y manifestaciones y para
endurecer el sistema penal contra los más jóvenes y pobres; el que orienta
fallos judiciales contra los trabajadores y el movimiento obrero mientras
garantiza la impunidad de asesinos y torturadores de uniforme como nunca antes.
Por eso, a 26 años de
la detención, tortura y muerte de Walter Bulacio, decimos:
*Basta de detenciones
arbitrarias.
*Basta de gatillo fácil y torturas.
*No a la baja de la edad de imputabilidad.
*No a la militarización de los barrios.
*No a la reforma del código penal para criminalizar manifestaciones.
*No a la reforma regresiva de la ley de ejecución penal.
*Contra la represión, ¡Unidad, organización y lucha!
*Basta de gatillo fácil y torturas.
*No a la baja de la edad de imputabilidad.
*No a la militarización de los barrios.
*No a la reforma del código penal para criminalizar manifestaciones.
*No a la reforma regresiva de la ley de ejecución penal.
*Contra la represión, ¡Unidad, organización y lucha!
Fuente:
http://www.anred.org/spip.php?article14014
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