Ajuste y
represión K
16 de febrero de 2012
Por Rolando Astarita
Paulatinamente, se ha ido instalando y consolidando una
mayor represión por parte del gobierno, el estado nacional y los estados
provinciales, contra las protestas sociales. Sin ánimo de ser exhaustivo, y
tomando solo los dos últimos años, aquí van algunos recordatorios.
Enero
2010, represión a trabajadores agrarios en Entre Ríos; hubo heridos,
detenidos y denuncias de golpizas y torturas en comisarías.
Enero 2010, represión violenta en Salta a estudiantes que protestaban contra el aumento del boleto.
Marzo 2010, represión en Neuquén a una marcha de los organismos de derechos humanos; heridos y detenidos.
Mayo 2010, violenta represión a unos 200 pobladores que exigían la libertad de un dirigente de la Unión de Trabajadores Desocupados, que había sido detenido por la policía.
Junio 2010, un muerto y numerosos heridos en la represión a los manifestantes que protestaban por el asesinato, a manos de la policía, de un joven de 15 años, enBariloche .
Junio 2010, represión a pobladores indígenas que reclamaban contra los desmontes (destinados a aumentar el área sojera); detenidos y heridos.
Octubre 2010, asesinato de Mariano Ferreyra, con la complicidad de la policía.
Diciembre 2010, tres muertos y varios heridos en el Indoamericano.
Diciembre 2010, represión a estudiantes que protestaban contra la nueva ley de educación provincial, en Córdoba.
Enero 2010, represión violenta en Salta a estudiantes que protestaban contra el aumento del boleto.
Marzo 2010, represión en Neuquén a una marcha de los organismos de derechos humanos; heridos y detenidos.
Mayo 2010, violenta represión a unos 200 pobladores que exigían la libertad de un dirigente de la Unión de Trabajadores Desocupados, que había sido detenido por la policía.
Junio 2010, un muerto y numerosos heridos en la represión a los manifestantes que protestaban por el asesinato, a manos de la policía, de un joven de 15 años, en
Junio 2010, represión a pobladores indígenas que reclamaban contra los desmontes (destinados a aumentar el área sojera); detenidos y heridos.
Octubre 2010, asesinato de Mariano Ferreyra, con la complicidad de la policía.
Diciembre 2010, tres muertos y varios heridos en el Indoamericano.
Diciembre 2010, represión a estudiantes que protestaban contra la nueva ley de educación provincial, en Córdoba.
Febrero
2011, asesinato de dos jóvenes por la policía, en José León Suárez.
Febrero 2011, violenta represión a ambientalistas y pobladores que protestaban por las mineras, en Catamarca.
Junio 2011, represión a docentes que se manifestaban en reclamo de mejoras, en Santa Cruz.
Julio 2011, represión para desalojar a familias que habían ocupado tierras del ingenio Ledesma, con el resultado de cuatro muertes (algunos militantes de la CCC).
Agosto 2011, represión en Salta contra gente que intentaba ocupar tierras, con cinco heridos y varios detenidos.
Agosto 2011, violenta represión en Tucumán contra pobladores que intentaron ocupar tierras; heridos y detenidos.
Octubre 2011, represión a los jujeños que habían hecho un acampe en Avda de Mayo y 9 de Julio, en Capital, con heridos y detenidos. Los manifestantes protestaban por el estado de terror y la represión que sufrían en su provincia.
Octubre 2011, el gobierno nacional intenta, con la ayuda de un juez, armar una causa contra el dirigente ferroviario de izquierda “Pollo” Sobrero.
Noviembre 2011, un muerto durante la represión a los qom, para desalojarlos de tierras, en Formosa.
Noviembre 2011, también en Formosa, violenta represión, con un saldo de unos 20 heridos, y detenidos contra trabajadores de la Unión del Personal Civil de la Provincia, que protestaban contra el ajuste.
Diciembre 2011, represión a trabajadores que se manifestaban contra el ajuste, en Santa Cruz.
Enero y febrero 2012, represión a trabajadores camioneros en Santa Cruz, con el saldo de numerosos heridos. Represión, con heridos y detenidos, manifestantes (pobladores, activistas ambientalistas, militantes y dirigentes políticos) en Catamarca y Tucumán. Andalagá virtualmente cercada por grupos de choque pro-minería. También represión en Chilecito, La Rioja, donde la gente que festejaba la tradición chaya, y participa de las manifestaciones contra las mineras, fue agredida por la policía con bastones y balas de goma; 20 heridos. Represión en Mar del Plata a militantes de CTA que manifestaban contra el aumento del boleto del transporte público.
Febrero 2011, violenta represión a ambientalistas y pobladores que protestaban por las mineras, en Catamarca.
Junio 2011, represión a docentes que se manifestaban en reclamo de mejoras, en Santa Cruz.
Julio 2011, represión para desalojar a familias que habían ocupado tierras del ingenio Ledesma, con el resultado de cuatro muertes (algunos militantes de la CCC).
Agosto 2011, represión en Salta contra gente que intentaba ocupar tierras, con cinco heridos y varios detenidos.
Agosto 2011, violenta represión en Tucumán contra pobladores que intentaron ocupar tierras; heridos y detenidos.
Octubre 2011, represión a los jujeños que habían hecho un acampe en Avda de Mayo y 9 de Julio, en Capital, con heridos y detenidos. Los manifestantes protestaban por el estado de terror y la represión que sufrían en su provincia.
Octubre 2011, el gobierno nacional intenta, con la ayuda de un juez, armar una causa contra el dirigente ferroviario de izquierda “Pollo” Sobrero.
Noviembre 2011, un muerto durante la represión a los qom, para desalojarlos de tierras, en Formosa.
Noviembre 2011, también en Formosa, violenta represión, con un saldo de unos 20 heridos, y detenidos contra trabajadores de la Unión del Personal Civil de la Provincia, que protestaban contra el ajuste.
Diciembre 2011, represión a trabajadores que se manifestaban contra el ajuste, en Santa Cruz.
Enero y febrero 2012, represión a trabajadores camioneros en Santa Cruz, con el saldo de numerosos heridos. Represión, con heridos y detenidos, manifestantes (pobladores, activistas ambientalistas, militantes y dirigentes políticos) en Catamarca y Tucumán. Andalagá virtualmente cercada por grupos de choque pro-minería. También represión en Chilecito, La Rioja, donde la gente que festejaba la tradición chaya, y participa de las manifestaciones contra las mineras, fue agredida por la policía con bastones y balas de goma; 20 heridos. Represión en Mar del Plata a militantes de CTA que manifestaban contra el aumento del boleto del transporte público.
Cada uno de estos episodios suma gente a la lista de procesados
por la Justicia.
Decenas de activistas y luchadores tienen en estos momentos
causas abiertas.
Por otra parte, en diciembre de 2011 se aprobó la ley
antiterrorista. Esta ley considera que es agravante para cualquiera de los
delitos contemplados el que hubieran sido realizados con el fin de aterrorizar
a la población u obligar a las autoridades nacionales, o gobiernos extranjeros,
o agentes de una organización internacional, a realizar un acto o abstenerse de
hacerlo. Los críticos señalan que el uso de un lenguaje excesivamente abstracto
y de conceptos imprecisos, genera el riesgo de que la Ley se aplique contra las
protestas sociales. Los defensores por izquierda de la ley dicen que se
introdujo una cláusula según la cual los agravantes previstos no se aplicarán
cuando el hecho del que se trate tuviera lugar en ocasión del ejercicio del
derechos humanos o sociales, o de cualquier otro derecho constitucional. Pero
esto sigue siendo vago (¿cuándo y quién determina si se están defendiendo derechos
constitucionales?), y da amplio margen para la criminalización de la protesta
social.
Vinculado a lo anterior, acaba de conocerse el llamado “Proyecto
X”, una red de espionaje montada por la Gendarmería para detectar y recoger
información sobre militantes sociales y políticos. Su existencia fue reconocida
por el mismo jefe de Gendarmería, Héctor Schenone. Es que Schenone presentó un
escrito dirigido al juez Oyarbide, en diciembre pasado, en el marco de la causa
que se está llevando contra dirigentes obreros del pasado conflicto de Kraft.
Allí explicó que Gendarmería recopila datos sobre dirigentes, militantes y
luchadores gremiales, estudiantiles, políticos. La información recopilada
incluye inmuebles, recursos financieros o bancarios, documentos personales y
hábitos. Asimismo, los gobiernos de La Rioja y Catamarca han defendido la
“necesidad” de hacer inteligencia sobre militantes políticos y ambientalistas
(para detectar a los“infiltrados” que vienen a molestar en la provincia, etc.).
¿Qué
explicación?
a) Una K
explicación
En principio, hay dos maneras fundamentales en que podría
explicarse esta sucesión de hechos. Una de ellas, común entre los defensores
del gobierno K, consiste en tomar cada caso por separado, o a lo sumo,
estableciendo alguna conexión meramente externa entre ellos. La situación
política se evalúa poniendo los + y – para operar aritméticamente con los
“datos”. Siempre aislados, existentes cada uno en sí mismo, sin posibilidad de
que perturbe a los otros. Y lo más importante, sin que ningún hecho “negativo”
conecte con la
esencia K-liberadora. Así , se garantiza que la cuenta siempre
salga bien. Por ejemplo, cada represión en las provincias se explica por las
características específicas de los gobiernos o de los policías y jueces
involucrados en los episodios. Hace poco Sabatella presentó este argumento; el
gobierno nacional estaba libre de cualquier sospecha. Otros casos, (como el
Indoamericano), no necesitan muchas vueltas, ya que derivan
de la esencia fascista de Macri. En cuanto a la aprobación de la ley
antiterrorista, se explicará por las exigencias de la lucha contra el
narcotráfico, más alguna imperfección, propia del apuro para votar la ley
(nadie es perfecto). Y la inteligencia que hace Gendarmería sobre los
luchadores, es un problema de Gendarmería. ¿A quién se le ocurre que la ministra Garré
pueda estar involucrada? Una cosa es la ministra de Seguridad, y otra
completamente distinta es la Gendarmería. Hay comunicación, pero seguramente
será para hablar del tiempo, o de los problemas que tiene River para ascender a
la A. Sólo a
la prensa desestabilizadora, y a la izquierda funcional a la derecha, se le
puede ocurrir establecer alguna conexión.
Pero además, los errores y problemas hay que interpretarlos en el
marco de la batalla empeñada contra la “derecha enquistada y retrógrada” (léase
Scioli y su banda, intendentes del Gran Buenos Aires, el “aparato” del PJ, y
similares). O, alternativamente, en el cuadro de la épica batalla contra los
“grupos económicos” (la Barrik no es un “grupo”) y contra el imperialismo en
Malvinas. Por eso, y frente a estas descomunales tareas, ¿qué importancia tiene
que Gendarmería haga un poquito de inteligencia sobre los troskos? Y así pueden
seguir muchos argumentos, igualmente inteligentes. Lo fundamental es mantenerse
en el método analítico. Y cuando no se pueda, siempre quedará el recurso de
escribir alguna Carta-intelectuales-K, que con su habitual claridad conceptual,
despejará cualquier duda de los indecisos.
b) Una
explicación desde el marxismo
Frente a
lo anterior, habría otra explicación que intenta buscar un “universal” que
permita comprender que los particulares y singulares (las políticas ante las
manifestaciones ambientalistas, el espionaje X-K, etc.) no son arbitrarios, ni
están desconectados. Me apresuro a aclarar: no significa que no haya matices y
diferencias. Pero las diferencias (entre Scioli y Garré, por caso) se
establecerán en el marco de una identidad común.
Esto es, las formas particulares y los singulares tienen
que comprenderse a partir de algún principio unificador, que
conecta lo que puede aparecer a primera vista como aislado, inconexo.
Pues bien, esta explicación alternativa dice que nuestra sociedad
está atravesada por el antagonismo entre el capital y el trabajo. Esto
diferencia por el vértice este enfoque del que defienden el gobierno y los
militantes K, los partidos de la oposición burguesa y de la clase media
semi-izquierdista (estilo partido Comunista). Todos ellos tratan de conciliar
al capital y el trabajo. En cambio, y en palabras de Marx, partimos de que “los
intereses del capital y del trabajo asalariado son opuestos diametralmente”.
Sin
embargo, esto todavía es demasiado general. Por razones que he explicado en
otras notas, hoy el conflicto se da en condiciones específicas. El capital
necesita bajar los salarios para recuperar competitividad en el mercado
mundial, dada la erosión del “modelo” basado en el tipo de cambio alto. La
quita de subsidios, el tope a los aumentos que puedan establecerse en
paritarias, el veto al salario mínimo logrado por los trabajadores rurales y la
negativa a aumentar el mínimo no imponible a las ganancias (impuestos a los
salarios), obedecen a esta necesidad. Remarco que es una necesidad del capital
“en general”, al margen de que sea argentino o
extranjero. No es un conflicto establecido en términos “nacionales”
(como pretende Pino Solanas), sino de las dos clases sociales fundamentales. De
ahí la conformidad general de la Unión Industrial con el gobierno.
Ahora bien, ¿qué decir del rol del Estado en todo esto? Según la
visión “atomista”, el Estado no está conectado (o vinculado) necesariamente al
capital, ni a sus intereses. Puede estarlo, como no estarlo; la relación es
externa, en este enfoque. La política estatal no está marcada por la necesidad
sino, en última instancia, por el personal a cargo (por eso, nada mejor que un
izquierdista puesto a funcionario, dirán algunos).
Como
muchos ya imaginan, mi visión es opuesta. Bajo el modo de producción
capitalista el Estado es,necesariamente,
capitalista, y no puede no ser capitalista.
Bajo el capitalismo, “el Estado es el instrumento de dominación del capital
sobre la clase de los trabajadores” (Altvater, p. 89). Y aunque la adecuación
del Estado -sus formas, instituciones, funcionamiento- a las necesidades del
capital siempre es problemática, es un hecho también que “el carácter del
Estado como Estado burgués impregna -satura- todas sus funciones” (ídem, p.
101). Entre ellas figura, en primer lugar, salvaguardar y mejorar en lo posible
las condiciones de explotación del trabajo. Y los funcionarios, aunque reciten
la teoría de la plusvalía, actuarán en consonancia con la lógica general.
Lo
anterior explica por qué el Estado argentino hoy está desplegando una política
acorde con la necesidad del capital. Lo cual no quiere decir que todo lo que
hace el Estado (o el gobierno de CK) es simple y directamente funcional a los
intereses del capital de conjunto. Por ejemplo, la política de Moreno con
respecto a las importaciones es cuestionada por muchos empresarios. Pero no
debería concluirse de aquí que el gobierno K está enfrentado al capital (y por
eso reprime a los ambientalistas, etc.). Para explicarlo con un ejemplo
histórico: el gobierno de Isabel Perón y López Rega fue muy criticado por la
clase capitalista, a pesar de que desarrollaba una política ferozmente
anti-obrera y de derecha. De la misma manera, hoy decimos que, al margen de
tensiones entre grupos y fracciones de la clase dominante, la orientación
profunda del gobierno K está determinada por intereses de clase precisos, que
no son precisamente los del trabajo. Cuando se está apretando el cinturón de
los trabajadores, el conflicto social debe ser
desactivado-reprimido-desviado. Para este fin, todo vale:
inteligencia e intimidación sobre activistas y dirigentes de izquierda;
agitación del nacionalismo y propaganda por la “unidad nacional”; aislamiento
de los elementos “anti-patria” y subversivos; palos, gases y procesamiento de
manifestantes; amenazas de despidos por parte de las patronales; mantenimiento
del trabajo en negro y precarizado para amplios sectores; y un 6,7,8 hablando de cualquier cosa menos del
conflicto. En el mismo sentido, reprimir las protestas ambientalistas es
esencial, no solo para mantener los negocios mineros, sino también para desactivar
toda forma de organización popular (u obrera) que ponga en cuestión el derecho
de la clase dominante de decidir qué negocios convienen.
Con esta perspectiva también podemos leer otros conflictos. Por
ejemplo, el deseo de sectores pro-K (incluidos funcionarios) de cambiar los
métodos de la policía bonaerense no necesariamente está en contradicción con lo
que hemos explicado. Una policía que no ampare las redes de prostitución, o no
asesine chicos de los barrios pobres, puede tener mayor legitimidad, a los ojos
de la población, a la hora de reprimir una manifestación de trabajadores. De la
misma manera, se puede entender que algunos hechos son lógicos. Por ejemplo, se
ha afirmado que hay una contradicción entre el aumento del 100% de las dietas
de los legisladores, y el ajuste (o topes) sobre los salarios que promueve el
Gobierno. Pero esto es no entender de qué estamos hablando. El ajuste se hace
para aumentar las ganancias de la clase capitalista. Por lo cual, el aumento de
los ingresos de los representantes del capital es coherente con la orientación
global. No todos somos lo mismo, como se encargó de enfatizar un diputado, en
defensa de sus aumentados ingresos.
Difícil
coyuntura
En base al análisis precedente, podemos pronosticar que, en la
medida en que se incremente el conflicto por el reparto del ingreso, la línea
represiva va a continuar, a menos que haya un ascenso de luchas y
movilizaciones en defensa de las libertades democráticas. Algunos han señalado
que acciones como la encarada por Gendarmería están prohibidas por ley y por la
Constitución, y que se puede accionar legalmente. Pero estos son papeles. Lo
que suceda efectivamente va a depender de relaciones de fuerza, sociales y
políticas. En especial, del grado en que el problema sea asumido por las masas
trabajadoras y el pueblo, las únicas que pueden transformar una idea, o una
consigna, en “fuerza material”.
De todas formas, hay que ser consciente del punto en que estamos:
no solo el Gobierno tiene un amplio respaldo de la población, sino también el
apoyo militante de mucha juventud y de sectores que, en otras circunstancias,
se hubieran movilizado en defensa de las libertades democráticas. El caso
paradigmático es el de Madres de Plaza de Mayo (Bonafini); pero dista de ser el
único. Hay que remar entonces desde una posición muy desfavorable (seguramente
este mismo texto será considerado por muchos progresistas poco menos que
“contrarrevolucionario”). En estas condiciones, la unidad de acción en defensa
de libertades democráticas me parece esencial. Aquí no habría que abrigar
ningún tipo de sectarismo.
Texto citado: Altvater,
E. (1988), “Notas sobre algunos problemas del intervencionismo del Estado”, en El Estado en el capitalismo
contemporáneo, Sonntag y Valecillos (edit.), pp. 88-133.
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Fuente: https://rolandoastarita.wordpress.com/2012/02/16/ajuste-y-represion-k/
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